7. El dominio de la Burocracia (la inteligencia controlada por el analfabetismo poderoso)

En todas las universidades hay dos tipos de personajes claramente definidos: los Burócratas y los Académicos. Ya sabemos que en toda organización, definida por unos procesos que conducen a unos productos terminales, la Burocracia equivale a los sistemas de ordenamiento y control del modo en que los contenidos de trabajo fluyen desde su punto de partida hasta su punto de llegada a través de las arterias o trayectorias de proceso. La Academia, en cambio, equivale al contenido sustantivo de lo que fluye por esas arterias y trayectorias. La Academia se dedica, por ejemplo, a investigar sobe un problema, mientras que la Burocracia se dedica a controlar la permisología requerida, los tiempos de ejecución, los trámites para actuar… y aún a designar quiénes deben desempeñar tales o cuales funciones y cargos dentro del sistema de producción. Hasta aquí todo luce muy bien.

Las dificultades empiezan cuando la Burocracia, percatándose de la gran oportunidad de poder que representa el control sobre el flujo de los procesos y sobre las personas que actúan en lo sustantivo de la producción, comienza a explotar esa oportunidad. Aprovecha entonces ese poder para su propio beneficio personal y no para el beneficio de la organización, pasándose así del plano colectivo al plano individual en función de intereses de dominación. De allí en adelante, entramos en el terreno de las perversiones organizacionales. La perversión burocrática consiste en chantajear a las personas ubicadas en los procesos sustantivos o en reorientar los controles en su propio beneficio, para así ir ganando cada vez más poder e ir ascendiendo en la misma pirámide organizacional. La perversión académica consiste en negociar con la burocracia perversa a cambio de ciertos privilegios y en ablandar la calidad de su propio trabajo, haciéndolo vulnerable a la burocracia y dándole así mejores oportunidades de acceso y de control.

En nuestras universidades tercermundistas, el Burócrata casi invariablemente pertenece al rango de la perversión. El Académico es todavía mucho menos contaminado, pero en todo caso tiende a ser víctima del Burócrata y, con el tiempo, tiende a pervertirse. El Burócrata, así entendido, es un individuo que trabaja en la sombra y en la oscuridad de los ataques por sorpresa, de los arreglos inesperados y de los chantajes, que dedica sus días y sus noches a planificar cómo hacer caer o hacer subir a alguien dentro del sistema organizacional, siempre en función de sus intereses de poder. No le interesa la universidad, sino su propio ascenso dentro de la misma, pero no por méritos académicos, para los cuales suele ser totalmente incapaz, sino por mecanismos burocráticos perversos, en los cuales desarrolla sus experticias. En efecto, en buena parte de los casos el Burócrata es prácticamente un analfabeta en investigación. Muchos de ellos suelen ser universitarios que nunca leen, porque no entienden los contenidos científicos. Pero con sus progresivos incrementos de poder a través del tiempo, van escalando posiciones y desarrollando cada vez mejores tácticas de chantaje y control.

En general, apartando las muchas y honorables excepciones, el Burócrata llega a ser rector, vice-rector, decano, director de escuela… y coordinador de investigación. O, dicho al revés, una buena parte de nuestros rectores, vice-rectores, decanos, directores de escuela… y coordinadores de investigación, con las muchas excepciones ya consideradas, son básicamente Burócratas y controlan la producción investigativa en las universidades, lo cual explica parte de la ineficiencia y subdesarrollo de la misma en los países del tercer mundo.

 

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