José Padrón G.

Octubre 2006

ResearchGate DOI: 10.13140/RG.2.1.3704.8168

 

 

NOTAS ACERCA DEL CANTINFLERISMO ACADÉMICO

(Versión PDF)

 

Es importante advertir que aquí se usan las palabras “cantinflerismo” y “cantinflérico” exclusivamente por la fuerza ilustrativa del personaje en cuestión para lo que aquí se quiere plantear. No es de ningún modo una burla ni un calificativo peyorativo. Lo que cuenta es el gran isomorfismo de ciertas formas discursivas de Cantinflas con respecto a las  formas discursivas académicas que estoy criticando, de modo que el uso de esas palabras es estrictamente referencial, descriptivo, nunca actitudinal ni valorativo. Con esto espero aclarar que mi intención no es insultar ni descalificar a nadie, sino DESCRIBIR un hecho. Si estoy en un error en la descripción de ese hecho, quedo a la espera de los contra-argumentos del caso.

1. Tipos y rasgos y del cantinflerismo académico

Como se sabe, uno de los rasgos del personaje CANTINFLAS es el de resolver ciertas situaciones echando mano de un lenguaje truculento, construido con palabras impresionantes e inusuales y con una sintaxis enrevesada, pero que no transmite ninguna idea relevante.

La función de este tipo de lenguaje no es transmitir información, sino impresionar al interlocutor y confundirlo. Muy en general, la intención es enmascarar la propia ignorancia y engañar al oyente o lector fingiendo una gran cultura y una profunda sabiduría.

En nuestras universidades abundan desde hace años los académicos que usan este mismo recurso, es decir, abundan los profesores cantinfléricos. En estas notas se señalan algunos tips para identificarlos y, sobre todo, para evitar convertirse en uno de ellos. Si se desea una explicación más amplia y detallada de este fenómeno del cantinflerismo académico, puede revisarse el trabajo titulado “La Neosofística y los actuales sofismas” (Padrón, 2000).  Un trabajo más extenso puede verse en Sokal (1999).

Contrariamente a lo que sugiere una lógica discursiva racionalista convencional, y por ciertas razones didácticas, prefiero mostrar primero algunos tipos básicos de Cantinflas académicos y luego ver los rasgos que definen ese cantinflerismo. Como diseñador instruccional, sospecho que, después de poder discriminar varios tipos de cantinflerismo académico, se entenderá mejor el concepto de fondo. En los tres primeros párrafos de estas notas, gracias al personaje Cantinflas, creo que quedó plasmada una definición intuitiva del cantinflerismo académico. Luego, aproximándonos a los varios tipos cantinfléricos, esa definición se hará mucho más exacta. Veamos, pues, una tipificación provisional básica.

La primera tipificación distingue entre un cantinflerismo general y otro especializado. El cantinflerismo general data desde los comienzos de la humanidad y agrupa a todas aquellas personas que usan un lenguaje truculento en cualquier área, para cualquier situación y con un léxico no diferenciado, atípico, que puede ser literario, técnico o esotérico. El propio Cantinflas pertenece a este tipo. Los cantinfléricos especializados, en cambio, son una subclase reciente, ubicada dentro de las corrientes posmodernistas, constructivistas, relativistas, subjetivistas e intimistas. El léxico de éstos es totalmente típico e identificable, es como una jerga, al punto de que sería sumamente fácil construir una especie de diccionario cantinflérico posmodernista, con expresiones tales como “transcomplejidad”, “yo”, “reflexión”, “otredad”, “conciencia”, “sujeto”, “incertidumbre”… y otras por el estilo, además del uso profuso e indiscriminado de los sufijos “auto” (“auto-reflexión”, por ejemplo),  “meta” (“meta-relatos”, por ejemplo) y “trans” (“transdisciplinariedad”, por ejemplo). A continuación, dos muestras. La primera lo es del cantinflerismo general, el que existe desde siempre, mientras que la segunda lo es del cantinflerismo especializado, uno de cuyos padres actuales es precisamente el autor de esa misma segunda cita:

Entender el futuro (el ser, la posibilidad, la infinitud) como fuente del presente exige dar un salto -Sprung- desde la concepción impropia del tiempo lineal a la temporalidad apropiada (que apropia a los éxtasis del tiempo expropiándoles, pues ninguno es ya propiedad suya autosuficiente) o enlazada. Ese salto lleva muy lejos (más acá); abre a un fundamento sin fondo (Ab-grund) y a una finalidad sin fin. Levanta la prohibición aristotélica del recurso al infinito (la recusación substancialista de la infinitud), haciendo imposible que el pensamiento, como el ser, se detenga en los primeros o últimos principios. (Oñate, 1988:421).

Hay un segundo principio de incertidumbre, y es que el sujeto oscila, por naturaleza, entre el todo y la nada. Para sí mismo, él es todo. En virtud del principio egocéntrico, está en el centro del mundo, es el centro del mundo. Pero, objetivamente, no es nada en el Universo, es minúsculo, efímero. Por un lado, hay una antinomia entre ese privilegio inaudito que el yo se concede a sí mismo y la conciencia que podemos tener de que esa cosa, la más sagrada y la más fundamental, nuestro tesoro más precioso, no es nada de nada. Estamos divididos entre el egoísmo y el altruismo (Morin, 1994:84-85).

La segunda tipificación distingue entre los cantinfléricos deshonestos (farsantes conscientes) y los honestos (farsantes inconscientes). Los primeros saben que carecen de ideas y saben que el cantinflerismo es un truco muy útil para enmascarar sus deficiencias y para obtener prestigio académico engañando a los inocentes. Saben, además, que su cantinflerismo es nocivo para la Academia y para los académicos en formación, pero para ellos lo importante es su propio prestigio, poder e influencia, aparte de los ingresos económicos y demás privilegios que van asociados. Los otros, en cambio, no son conscientes de nada de esto y están convencidos de que esa es la correcta manera de hacer Academia, de escribir artículos y ponencias y de abordar los problemas de las Ciencias Sociales. Muchos de ellos lo hacen por seguir una moda, que consideran de vanguardia o de prestigio o de gran validez intelectual. En general, estos cantinfléricos honestos se forman bajo la influencia de los del primer tipo y son sus seguidores entusiastas. Esto último nos lleva a la tercera tipificación.

Bajo un tercer criterio, podemos discriminar a los cantinfléricos expertos y pioneros, de nivel 1. Son los veteranos, los mundialmente famosos y los líderes. Son ellos los que  inventan los nuevos términos rimbombantes. Allí están, por ejemplo, Edgar Morin con su “pensamiento complejo” y su “transcomplejidad”; Francois Lyotard con su “economía libidinal” y su “condición posmoderna”; Gilles Deleuze con sus interpretaciones de Nietzsche; Gianni Vattimo con su “pensamiento débil” y “pensamiento fuerte”, etc. Luego están los cantinfléricos herederos, legatarios o delfines, de nivel 2. Estos en general son estudiosos y admiradores de los del nivel 1, pero a su vez se encargan de liderar el cantinflerismo en sus respectivos países o regiones, casi al modo de las sucursales o las franquicias. No podemos citar a nadie en particular debido a la gran cantidad de ellos en cada país y región, pero podemos imaginarlos como los que reciben directamente el legado de los grandes maestros pioneros y se encargan de reproducirlo a diferentes escalas regionales, con alguno que otro ingrediente que parezca original. Finalmente, están los novicios, los imitadores sistemáticos, la masa de seguidores, de nivel 3. Éstos no tienen el prestigio de los de nivel 2, pero trabajan en ello, llegan a un dominio relativo de los trucos o de la magia del lenguaje cantinflérico, buscan infiltrarse como ponentes en eventos universitarios o como profesores de seminarios de postgrado e intentan publicar de cuando en cuando en alguna revista, siempre con el objetivo de ir ascendiendo en la escala. Aparte de esos tres niveles, están las víctimas tanto potenciales como reales, ubicadas particularmente entre los estudiantes de Doctorado. Ellos aun no han adquirido la suficiente capacidad crítica o rebeldía intelectual o independencia académica, la misma que resulta indispensable para descubrir errores, falacias, enmascaramientos e imposturas. Una vez que resultan víctimas del cantinflerismo y cuando deben escribir sobre filosofía o epistemología, por ejemplo, o hacer su proyecto de tesis o redactar sus trabajos de Seminario, llegan a creer que todo se trata de buscar palabras altisonantes, giros sintácticos rebuscados, largos circunloquios, términos usados por los maestros cantinfléricos (niveles 1 y 2), etc., pero sin esforzarse en ideas relevantes ni en razonamientos o argumentos. Algunos, incluso, se limitan estrictamente a parafrasear los escritos de esos maestros.

Hasta aquí una tipificación de los estilos cantinfléricos. Volvamos a hora a una definición del cantinflerismo académico configurada según rasgos de clase. Consideremos los rasgos mínimos que caracterizan el cantinflerismo académico o el lenguaje cantinflérico:

- Uso de palabras altisonantes, impactantes, tanto originales como tomadas de otros autores. Ejemplo:

Romper la linealidad del tiempo antropomórfico (esa pertinaz simplificación obtenida por hipóstasis de acciones instrumentales: inicio-medio-fin, que no permiten explicar ninguna de nuestras experiencias verdaderas) costó al Zaratustra de Nietzsche una febril convalecencia exhausta. (Oñate, 1988)

- Más del 70% de los adjetivos, verbos, sustantivos y adverbios remiten a referentes que no están en la realidad material ni en la esfera del pensamiento lógico, sino en la conciencia íntima del autor. En el ejemplo que sigue se trata del 100%:

El  pensar de la transfinitud es un pensar  de reconciliación que abandonando el sueño -pesadilla- de  las totalidades (...) asume la belleza de una tragicidad sagrada: ese luminoso temor de los seres emergiendo un segundo -un eterno- antes de  desaparecer. Esa alteridad del diferir sin fin en que se estremece  lo mismo sin ser nunca aún.  Esa  gracia gratuita de lo que brota y se oculta en quiebras de plenitud, en destellos de persistencia y variación rumorosa... muriendo en resurrecciones  multidimensionales,  sin necesidad de cambiar de  mundo.

- Composición sintáctica enrevesada, barroca, llena de arabescos y filigranas. Ejemplo (la cita anterior también es una muestra de este rasgo):

A fin de evitar la insatisfactoria inmanencia de la conciencia al tiempo, caemos en una inmanencia del tiempo a la conciencia. La conciencia abarca al tiempo y es a la vez abarcada por éste (Lyotard, s/f:121)

- Predominio de la función dogmática, declarativa y categórica, con afirmaciones no demostradas ni razonadas. Véase cómo en el siguiente ejemplo todas las afirmaciones son gratuitas, no se dan razones ni evidencias de nada de lo que se afirma. El autor espera que todos los lectores crean ciegamente en lo que él pontifica:

La  racionalidad científica ha acabado por sufrir un empobrecimiento draconiano. Se ha revelado técnicamente perfecta y humanamente carente de sentido. Ya no tiene ni el coraje ni quizá la capacidad o la imaginación para plantearse cuestiones fundamentales. Con obsesión neurótica, se limita a controlar la exactitud interna de sus propias operaciones. Se ha convertido en procedimiento. La ciencia ha abdicado transformándose en cientificismo. La razón racionalista ha cortado los puentes con lo cotidiano. En nombre del racionalismo absoluto, ha dejado de ser razonable. Se ha erigido en un nuevo dogmatismo. (Ferrarotti, 1994:281).

- Enmascaramiento de información trivial, obvia (perogrulladas o verdades de perogrullo), pero disfrazada de originalidad y dotada de pomposidad, como si se estuviera diciendo algo novedosísimo. El siguiente ejemplo plantea algo que cualquier analfabeta sabe y que siempre se ha dicho, pero el autor lo plantea como algo que se dice por primera vez en la historia humana:

Nunca se sabe de antemano cómo alguien llegará a aprender, mediante qué amores se llega a ser bueno en latín, por medio de qué encuentros se llega a ser filósofo, en qué diccionarios se aprende a pensar (Deleuze, 1988:273-274).

- Redundancia de la información (cuando hay alguna información), circunloquios, rodeos y repeticiones: lo que podría decirse con pocas palabras se dice con muchas. Ejemplo:

Compárese hacer el amor en una pradera y en un automóvil, en un camino para enamorados y en una calle de Manhattan. En los primeros casos, el ambiente participa e invita a la catexia libidinal y tiende a ser erotizado. La libido trasciende las zonas erógenas inmediatas; se crea un proceso de sublimación no represiva. En contraste, un ambiente mecanizado parece impedir la autotrascendencia de lo erótico. La ciencia ha proyectado y promovido un Universo en el que la dominación de la naturaleza ha permanecido ligada a la dominación del hombre; un lazo que tiende a ser fatal para el universo como totalidad. La naturaleza, comprendida y dominada científicamente, reaparece en el aparato técnico de producción y destrucción, que sostiene y mejora la vida de los individuos al tiempo que los subordina a los dueños del aparato (Marcuse, 1965:103,193).

- Ambigüedad. Los siguientes ejemplos no son en sí mismos muestras de ambigüedad, pero sí son una recomendación de un cantinflérico del nivel 1 (Adorno) y de otro cantinflérico del nivel 2 (Guba), en que se insta a sus víctimas a ser ambiguos. Para muestras de ambigüedad en sí mismas, véase cualquiera de las muestras anteriores:

- Ya que la dialéctica no es un método independiente de su objeto, la misma no puede, a diferencia del sistema deductivo, ser representada en sí misma. No accede al criterio de definición porque, en cambio, ella critica ese criterio mismo (Adorno, 1976:9).

- En cuanto al término “Paradigma”, algunos consideran que la falta de claridad en esa definición es algo inconveniente. Pero yo creo que es importante dejar el término en ese limbo problemático en que se halla, ya que entonces será posible irlo moldeando a medida que mejore nuestra comprensión de sus múltiples implicaciones. (Guba, 1991:17).

- Falta de sentido, ausencia de referentes, vacío de significados. Se trata de estructuras discursivas en las que sólo se leen palabras, pero no se captan ideas. Sin embargo, el lector ingenuo jura y perjura que está frente a una pieza académica de primera magnitud. Ejemplo:

Muchas señales de agotamiento discursivo están presentes en la tarea de pronunciar un pensamiento alternativo con capacidad interpretativa para comprender la complejidad del horizonte histórico-cultural actual. Es precisamente donde lo epistemológico no tiene tanta fuerza normativa para imponer reglas de verdad y fundamentación. (Azócar, 2002).

2. El lenguaje de Cantinflas explicado por algunos autores

Muchos autores se han percatado de este tipo de lenguaje en las producciones académicas y han ofrecido explicaciones diversas. Aquí revisaremos unas pocas.

Marc Kac, por ejemplo, asocia este lenguaje a la magia y al misterio:

En ciencias, al igual que en otros terrenos de la actividad humana, hay dos clases de genios: los ordinarios y los mágicos. Un genio ordinario es alguien al que usted y yo habríamos podido igualar si hubiéramos sido varias veces mejores. No hay ningún misterio sobre la manera de trabajar de su intelecto. Una vez comprendido lo que ha hecho, nosotros seríamos capaces de hacerlo. Es diferente con los mágicos. Están, utilizando la jerga matemática, en nuestro complementario ortogonal y la forma en que su espíritu trabaja es a todas luces incomprensible. Incluso después de haber comprendido lo que han hecho, el procedimiento por el que lo han realizado queda completamente oculto. Raras veces o nunca tienen alumnos porque no pueden tener émulos y debe ser terriblemente frustrante para un espíritu joven y brillante medirse  con los caminos misteriosos por los que atraviesa el cerebro de un mago (Kac, 1987:XXV).

Esa misma es la explicación de Jacob:

El autor de una obra es único, irreemplazable. El de un descubrimiento, intercambiable. Sin Flaubert no existiría Madame Bovary. Sin Mozart tampoco La Flauta Mágica. Por el contrario, si un descubrimiento no hubiera sido hecho por el profesor A, lo hubiera sido por el doctor B. Hasta por C o incluso por D. (Citado por Brezinski, 1993:21).

Lo que está de fondo en el pensamiento de estos dos autores anteriores es algo clave para un argumento contra el cantinflerismo académico: el lenguaje cantinflérico queda encerrado dentro de los límites de la conciencia del individuo. Nadie más sino él entiende el misterio y la magia que arropan su discurso. Por tanto, los niveles de socialización, requisito indispensable de la producción académica, resultan sumamente bajos y la Intersubjetividad queda aniquilada, sobre todo en el sentido de que es un discurso que escapa a la crítica y a la evaluación. Cualquier error puede esconderse detrás de ese lenguaje mágico-misterioso.

Popper, por su parte, lo explica en términos de cómo se produce ese lenguaje y del efecto asociado:

La receta es: tautologías y trivialidades aderezadas con paradójicos absurdos. Otra receta es: póngase a escribir cualquier pomposidad escasamente comprensible y añada trivialidades de vez en cuando. Esto lo disfrutará aquel lector que se sienta halagado por encontrar en un libro tan ‘profundo’ las ideas que él ya había  tenido alguna  vez (Popper, 1992:86)

Y hay un autor no identificado (es muy difícil saber quién es el autor original, ya que su idea ha sido repetida, ajustada y transformada en muchas versiones) que elaboró una guía para elaborar discursos cantinfléricos. Se trata de una tabla de 4 columnas y n filas. En cada una de las celdas resultantes hay una frase incompleta. Pero se puede obtener una oración cantinflérica sintácticamente perfecta si se elige cualquier frase de la columna 1 y luego se le añade cualquier frase de la columna 2, luego cualquier frase de la columna 3 y luego cualquier frase de la columna 4. 

A partir de esa idea, me permití elaborar la tabla siguiente, utilizando escritos de algunos pocos autores cantinfléricos. En esa tabla, por ejemplo, sumando las frases de las celdas A-1, B-2, C-3 y D-4, se obtiene el siguiente texto cantinflérico:

Hay que decirlo con total transparencia, sin los retuertos de esa lógica positivista claramente dañina: la problemática filosófica de la post-modernidad alega lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma, a partir de la construcción y deconstrucción de las subjetividades implícitas en los espejos culturales de la humanidad.

Los lectores pueden practicar con esta tabla, uniendo la frase que aparece en cualquier celda con cualquier otra frase que aparezca en cualquier otra celda, sólo respetando la secuencia de las columnas A, B, C y D. Se obtendrán así bellas e impresionantes piezas para artículos 'académicos' (hay un contrargumento lingüístico a este recurso de la tabla, basado en el célebre ejemplo de Chomsky: "Verdes ideas duermen furiosamente"; pero ese contrargumento es fácilmente contestable, sobre la base lingüística de ese mismo ejemplo; no voy a detenerme en esto por los momentos).

 

 

A

B

C

D

1

Hay que decirlo con total transparencia, sin los retuertos de esa lógica positivista claramente dañina:

la constitución de una nueva subjetividad que habría traspasado (en su relación concreta e imaginaria con lo social) la trama de la experiencia

impregna de forma cada vez más aguda la consciencia desgarrada del individuo contemporáneo,

considerando las rupturas de las vivencias trascendentales del yo con una auto-pretendida objetividad atemporal.

2

Por otra parte, más allá de "la nostalgia de lo imposible", ciertamente consolatoria,

la problemática filosófica de la post-modernidad

se convierte en posible y presentable precisamente gracias a su no presencia latente,

a pesar de la quiebra de  infinidad de lecturas clásicas de sus sujetos, actores y perspectivas.

3

Superando las limitaciones del pensamiento lineal, se debe insistir en que

es en la dimensión de las representaciones

(que re-encarnan en figuras, sujetos y

cosas) donde la hermenéutica posmoderna

alega lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma,

sobre los cimientos de una crítica, de unos cuestionamientos, de posicionamientos sospechantes de las lógicas legitimadas, que no puede hoy ser bautizada como parte de una post-historia.

4

Desde un análisis de la modernidad como re-lectura de sus silencios, patologías, discursividades triunfadoras y vencidas,

la alienación producida por los restos o sombras super puestos de una infinitud de discursos

supone identificar esa nivelación representacional de la experiencia en el tiempo, desde el tiempo y para el tiempo,

a partir de la construcción y deconstrucción de las subjetividades implícitas en los espejos culturales de la humanidad.

5

Una consciencia crítica actual no puede dejar de poner el acento en que

la desaparición de los meta-relatos a manos de una visión Constructivista,

procuró descifrar un nuevo modo social

de simulacros, cosméticas gigantes, disoluciones y virtualidades,

bajo la intuición fenomenológica de que el hombre no es sino misterio indescrifrable, vida impenetrable y enorme deseo.

6

No obstante el desfasaje estentóreo entre

lenguaje y realidad,

la constitución de una nueva subjetividad

asienta las diversas formas o proyectos en que se ha plasmado el horizonte de la autorrealización humana,

mucho más allá de las limitaciones del pensamiento lineal y atendiendo a la noción de transcomplejidad.

7

La idea de complejidad nos debe llevar a la conclusión de que

el recurso de la triangulación y el consenso, entendido como forma legítima de deconstrucción hermenéutica,

no remite sin embargo, necesariamente, a la visión de un corte esencial con los

parámetros de una modernidad en crisis

de valores, sustentos y fondos autoexplicativos,

en la convicción de que la intención crítica de la modernidad no puede ser totalizada desde una omnicomprensión posmodernista

 

 

REFERENCIAS

Adorno, T. (1976): “On the Logic of Social Sciences”, en Adorno et Al.: The Positivist Dispute in German Sociology. New York: Harper & Row.

Azócar, Tomás (2002): “Educación para el Siglo XXI. Aportes para un Diálogo Necesario”, en Educere, Abril-Junio. Año/Vol. 6, Nº 17, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Pp. 20-28. Disponible: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/356/35601703.pdf#search=%22%22agotamiento%20discursivo%22%22

Brezinski, C. (1993): El Oficio del Investigador. Madrid: Siglo XXI.

Ferrarotti, F. (1994): "El Destino de la Razón y las Paradojas de lo Sagrado", en AA VV: Formas Modernas de Religión. Madrid: Alianza.

Deleuze, G. (1988). Diferencia y repetición. Madrid: Júcar.

Guba, E. (1991): The Paradigm Dialog. California: Sage

Oñate, T. (1988): “Finito, Infinito, Transfinito”, en Reyes, R. (1988): Terminología Científico-Social. Barcelona: Anthropos.

Kac, M. (1987): Enigmas of Chance. Berkeley: Univ. Of California Press.

Lyotard, F. (s/f): La Fenomenología. Buenos Aires: Paidós.

Marcuse, H. (1965): El Hombre Unidimensional. México: FCE.

Padrón, J. (2000): “La Neosofísitica y los actuales Sofismas”, en Cinta de Moebio No. 8. Septiembre 2000. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile. Edición original: 1996, disponible en http://padron.entretemas.com/neosofistica/neosofistica.htm.

Popper (1992): «Against the Big Words», en Popper, K.: In Search of a Better World. New York/London: Routledge.

Morin, E. (1994): “La Noción de Sujeto”, en Schnitman, D.: Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad. Buenos Aires: Paidós.

Sokal, A. (1999): Imposturas Intelectuales. Buenos Aires: Paidós.