Epistemología y Ética Política a la luz de Noam Chomsky
(versión borrador)
José Padrón Guillén - Mayo de 2004
En: TEXTURA Vol. 3, Nro: 1. Maturín: UPEL
Epistemology and Political Ethics from Noam Chomsky ABSTRACT This is the first of two parts of an article primarily concerning Chomsky’s work from an epistemological point of view, to which some important ethical-political issues are linked. Beyond an author-centred critical review, this paper aims at highlighting the importance that some epistemological concepts have upon research processes in general, but particularly upon those inside the field of the social sciences. Thus, leaving out the episodic and personal views of a particular celebrity, this report intends to take advantage of some keys that, at a deep and long-time approach, could be useful to a theory of research and, therefore, to the practical purposes of training researchers. In this way, this paper is not exactly intended for either specialized epistemologists or linguists, but, in one hand, for social sciences researchers interested in epistemological references drawn from Chomsky’s work (as far as such references represent a whole view of current rationalist trends in social sciences) and, by other hand, for linguists who, even mastering the technical-specific content of Chomsky’s ideas, need a more general epistemological frame within which all kinds of scientific production, including those from linguistics and the one from Chomsky, can be justified and assessed. It seems important to point out that all items brought here are only an elemental selection from a large set of possibilities and that anyone, within this same outline, could make different or additional or more extended selections in order to get more detailed and complete results. Actually, such an outline could be a point of departure for a more ambitious epistemological research. In this first part three main epistemological issues arisen from Chomsky’s work are discussed: 1) The relationship Thinking StylesàEpistemological Approaches. 2) The problem of progress of knowledge: Chomsky’s Revolution and research Programs and Traditions. 3) From the science of observable objects to a science of ‘thinkable’ objects. The second part of this article deals with other three topics: 4) Chomsky and the relationships between natural and human sciences. 5) Theory and Criticism, controversies and changes, Hard Core and Protective Belt in Generative Transformational Grammar. 6) One or two Chomsky? From epistemology to political ethics. Key words: Chomsky // linguistics // Generative Transformational Grammar // epistemology // political ethics // thinking styles and epistemological approaches // observable and thinkable objects. |
Epistemología y Ética Política a la luz de Noam Chomsky RESUMEN Esta es la primera de dos partes de un artículo que en principio se refiere al trabajo de Noam Chomsky desde un ángulo epistemológico, al cual se asocian algunos aspectos importantes de orden ético-político. Por encima de una reseña crítica orientada hacia un autor, este documento pretende destacar la importancia que tienen algunos conceptos epistemológicos en los procesos de investigación en general, pero particularmente en aquellos ubicados dentro del área de las ciencias sociales. Así, pasando por alto las visiones anecdóticas y personales de una celebridad en particular, este trabajo pretende concentrarse en algunas claves que, en profundidad y a largo plazo, puedan resultar útiles para una teoría de la investigación y, por consiguiente, para objetivos prácticos de formación de investigadores. De esa manera, este trabajo no está dirigido propiamente a especialistas en epistemología ni en lingüística, sino, por un lado, a investigadores sociales interesados en referencias epistemológicas extraídas del trabajo de Chomsky (en la medida en que tales referencias representan un panorama global de las corrientes racionalistas actuales en ciencias sociales) y, por otro lado, a lingüistas que, aun dominando el contenido técnico específico de las ideas de Chomsky, requieran de una visión epistemológica más general, dentro de la cual se justifica y valida todo tipo de producciones científicas, incluyendo las de la lingüística y las de Chomsky. Parece importante señalar que todos los puntos aquí tratados son sólo una selección elemental de un amplio conjunto de posibilidades y que cualquiera, dentro de este mismo esquema, podría hacer selecciones diferentes o adicionales o más extendidas, para obtener resultados más detallados y completos. En realidad, un esquema como este podría ser un punto de partida para una indagación epistemológica más ambiciosa. En esta primera parte se discuten tres temas epistemológicos principales: 1) Chomsky dentro de la relación Estilos de Pensamientoà Enfoques Epistemológicos. 2) El problema del progreso del conocimiento: Revolución y Programas / Tradiciones de investigación en Chomsky. 3) De la ciencia de los objetos observables a una ciencia de objetos ‘pensables’. La segunda parte de este artículo trata otros tres tópicos: 4) Chomsky y las relaciones entre ciencias naturales y humanas. 5) Teoría y Crítica, polémicas y cambios, Núcleo y Cinturón Protector en la Gramática Generativo-Transformacional. 6) ¿Uno o dos Chomsky? De la epistemología a la Ética Política. Palabras clave: Chomsky // lingüística // Gramática Generativo-Transformacional // epistemología // ética política // estilos de pensamiento y enfoques epistemológicos // objetos observables y pensables. |
CONTENIDOS (Parte 1) 3. De la Ciencia de objetos Observables a una Ciencia de objetos ‘Pensables’ CONTENIDOS (Parte 2) 4. Chomsky y las relaciones entre ciencias naturales y humanas. 5. Teoría y Crítica, polémicas y cambios, Núcleo y Cinturón Protector en la Gramática Generativo-Transformacional. 6. ¿Uno o dos Chomsky? De la epistemología a la Ética Política. REFERENCIAS NOTAS A LA SEGUNDA PARTE |
Dentro de un marco global filosófico, este papel apunta a una visión primariamente epistemológica del trabajo de Chomsky. Y, dado que entre epistemología y ética hay unos nexos estrechos y difusos (como se verá en la segunda parte de este documento), esta visión epistemológica se presenta también en algunas de sus correlaciones más importantes con una visión ético-política.
Este papel no quiere quedarse en una simple reseña ni sólo en un análisis crítico del autor. Por encima de todo eso, pretende destacar algunos tratamientos relevantes en el seno de la epistemología, ligados al campo de la ética política. De ese modo, se intenta trascender el plano episódico e histórico-singular de un autor para quedarnos con lo que a largo plazo y en profundidad constituye una base universal para una teoría de la investigación y, en el plano de la práctica, para la formación de investigadores (bajo esta orientación, lo expuesto aquí se ubica dentro del programa de trabajo de la Línea de Investigaciones en Enseñanza/Aprendizaje de la Investigación, linea-i. Ver referencias en http://www.lineai.org).
Dicho esto último, podrá entenderse que esta exposición no va dirigida propiamente a especialistas en Filosofía ni a especialistas en Lingüística, sino a dos tipos de destinatarios específicos: primero a aquellos investigadores en Ciencias Sociales cuya formación curricular ha pasado por alto la significación e interés que reviste la obra y la trayectoria científica de Chomsky desde un punto de vista epistemológico. Segundo, a aquellos lingüistas que sí conocen bien el contenido técnico-científico de la producción de Chomsky, pero cuya formación curricular ha pasado por alto el contexto epistemológico global dentro del cual se explican, justifican y valoran las producciones científicas de todo tipo, incluyendo las de la Lingüística y la de Chomsky.
En el caso del primer tipo de destinatarios, conviene recordar que, en general, la formación académica en investigación social, especialmente aquella que se orienta bajo la visión de los llamados “nuevos paradigmas” o “investigación cualitativa”, etc., suele privilegiar las producciones de autores ubicados en su propio enfoque fenomenológico (algunos de los cuales salieron a relucir en el célebre “affaire Sokal”: ver Sokal y Bricmont, 1998), ignorando a los autores ubicados en el enfoque racionalista, a quienes suele relegarse sepultándolos en la fosa común del “positivismo”. Debido a esto, la producción lingüística de Chomsky, y sobretodo su significación epistemológica, es casi totalmente descartada de los currículos de formación de investigadores sociales (especialmente si tales currículos tienen ese sesgo fenomenológico), quienes saben más de él por sus escritos desde el anarquismo libertario que por sus investigaciones científicas. Un dato histórico a favor de esta afirmación es que, siendo Chomsky, Miller, Newell, Simon, etc., los fundadores de la llamada “revolución cognitiva”[1], la investigación social fenomenológica casi sistemáticamente ignora sus trabajos y, a cambio, pregona unas ciencias cognitivas basadas en cosas como el “cerebro triuno”, “aprender-a-aprender”, “programación neuro-lingüística”, “ontología del lenguaje”, etc. Siendo así, los estudios epistemológicos de la obra de Chomsky podrían ayudar a redimensionar la visión histórico-científica y epistemológica de la investigación social corriente.
En el caso del segundo tipo de destinatarios, los lingüistas, las orientaciones curriculares predominantes en la formación de esta clase de investigadores parecen descartar el contexto epistemológico y de filosofía del lenguaje dentro del cual se explican y entienden las diferentes producciones científicas del área. Análogamente al caso de los investigadores sociales, la significación epistemológica y filosófica de la obra de Chomsky (y, en general, de toda la historia de la investigación lingüística) recibe un tratamiento sumamente débil y escaso en los planes de formación de postgrado. Un dato a favor de esto es que todavía en algunos textos y programas de estudio se ubica a Chomsky dentro de la corriente “estructuralista” o del “descriptivismo lingüístico norteamericano”, obviando las distancias epistemológicas entre empirismo neopositivista y racionalismo crítico que están en la base de las diferencias entre el estructuralismo y el generativismo (lo cual equivale, en otro plano, a incluir las tesis de Popper dentro del empirismo lógico del Círculo de Viena, cosa que ocurre a menudo en los programas de formación de investigadores sociales)[2].
La estrategia de desarrollo de este papel consistió en i) revisar las diferentes producciones de Noam Chomsky, en ii) revisar algunos de los tratamientos centrales en el desarrollo de la Epistemología de los últimos 100 años, así como sus nexos con la Ética Política y en iii) interpretar algunos puntos centrales de la producción de Chomsky como manifestaciones de esos tratamientos centrales de la Epistemología (correlaciones i-ii).
Es importante hacer notar que los aspectos considerados aquí tanto en i como ii constituyen sólo una selección elemental, pero que cualquiera, dentro de este mismo esquema, podría hacer selecciones diferentes o adicionales o más extendidas, con el consecuente reajuste de iii y, por tanto, con un resultado general mucho más amplio que el que se ofrece en este trabajo. En realidad, las pautas intencionales y temáticas trazadas para esta exposición podrían servir, a futuro, para todo un trabajo de indagación epistemológica mucho más completo y ambicioso.
1. Noam Chomsky: caracterización a partir de una relación entre los conceptos de Estilo de Pensamiento y Enfoque Epistemológico (EPàEE).
Chomsky podría describirse como un individuo signado por una excepcional orientación al pensamiento analítico y al razonamiento, más que a las observaciones sensoriales (orientadas al mundo externo), por una parte, y a las vivencias íntimas (orientadas a la conciencia interna), por otra. Tanto su vida y su obra como los testimonios de quienes lo han tratado de cerca conducen a suponer que se trata de una personalidad cuyo modo de interpretar el mundo se vale más de los recursos de la razón que de los datos provenientes de las apariencias sensoriales y de las impresiones anímicas.
Es lo que en diferentes trabajos se ha concebido como un cierto ‘Estilo de Pensamiento’ (EP), sobre la base de una hipótesis según la cual las personas se diferencian entre sí, entre otras cosas, por una cierta personalidad cognitiva, por un cierto sistema de patrones estratégicos en el procesamiento de la información y en la resolución de problemas. Uno de los primeros trabajos en este sentido fue el de Sternberg (1985), quien planteó que las personas se diferencian entre sí por diferentes “perfiles de inteligencia” [3]. Ilustró esta idea con la metáfora narrativa de tres estudiantes de la Universidad de Yale (Alice, Barbara y Celia) y postuló un criterio de diferenciación basado en tres elementos: a) el mundo exterior del individuo, b) su mundo interior y c) la experiencia, que opera como un mecanismo relacionador entre a y b. De acuerdo a la predominancia que ejerza cualquiera de esos tres elementos en el modo en que las personas resuelven problemas, tendríamos tres clases de personalidades cognitivas o tres “perfiles de inteligencia”: los ‘a’ (Alice, estrategias inductivo-sensoriales), los ‘b’ (Barbara, estrategias introspectivo-vivenciales) y los ‘c’ (Celia, estrategias deductivo-racionales). Según esto, Chomsky estaría claramente en el perfil ‘c’.
Desde entonces, la noción de EP (Estilos de Pensamiento) se extendería profusamente en la psicología cognitiva (históricamente fijada, para la mayoría de los reseñadores, en los trabajos de Miller, Newell, Simon y, precisamente, Chomsky). En Venezuela, en el programa de trabajo de linea-i (http://www.lineai.org), se aprovechó ampliamente el concepto de EP sobre la base de un criterio que coincide con Sternberg (1985), pero que en realidad es tradicional y clásico (en el siglo XX puede verse en el triángulo semiótico de Odgens-Richards y en el triángulo isomórfico de los tres mundos de Popper): a) estrategias cognitivas orientadas al mundo externo, perceptible sensorialmente, b) estrategias cognitivas orientadas al mundo interno, comprensibles introspectivamente y c) estrategias cognitivas orientadas a la propia mente, manejables racionalmente[4]. Dos de los aprovechamientos más importantes de esta noción de EP en el programa investigativo de linea-i fueron sus aplicaciones a una teoría del Discurso de los procesos de investigación científica (Hernández Rojas, 2000) y la búsqueda de las correlaciones entre los diversos tipos de EP y sus estructuras discursivas específicas (o sea, el modo en que típicamente ‘habla’ cada persona según su particular EP: Correa, 2000)
Lo importante de estos desarrollos de linea-i en Venezuela es que se incorporaron a ciertas orientaciones dentro de la epistemología genética, explorando la posibilidad de analizar muchos aspectos epistemológicos a la luz de la psicología ordinaria. Fue así como el concepto filosófico de ‘Enfoque Epistemológico’ (EE) se estudió como una derivación del concepto cognitivo de EP. Efectivamente, el EE es un concepto que permite explicar las distintas variaciones en los patrones de trabajo de los científicos y se refiere a un sistema de convicciones de fondo respecto a qué es la realidad, cómo se le conoce, cómo se justifican los conocimientos y los métodos, etc. (Padrón, 1992). Pero, mientras este concepto se definió siempre con un carácter emergente dentro de los límites exclusivos de la Epistemología (con cierta ambigüedad con respecto al término ‘Paradigma’), los trabajos de linea-i explican los EE como una derivación o transformación que ocurre en el plano de la Ciencia y la Investigación Científica pero que se genera a partir de los EP de la psicología ordinaria, con lo cual esas variaciones en los patrones de trabajo científico resultarían explicadas desde el ángulo de la psicología ordinaria y reducidas al concepto de EP (ver detalles en Rivero, 2000). Entonces, lo que explicaría el EE Racionalista subyacente a los patrones de trabajo de Chomsky en lingüística (así como el mismo enfoque en Descartes, Leibnitz, Darwin, Mendeleiev, Einstein, etc., en otras áreas) es justamente un particular EP, una cierta personalidad cognitiva que es típica del individuo antes que del científico. Cuando el individuo se hace científico, entonces tiende a trasladar su propio EP (su estilo psicológico ordinario de resolver problemas) a las operaciones y tareas de la investigación científica.
Pero ocurre que el trabajo de la investigación científica no es individual, sino que tiene lugar en términos de grupos y ‘comunidades’ científicas, a diferencia de la resolución de problemas en la vida cotidiana, que suele tener lugar de modo individual. Sucede entonces que unas veces el EP individual del investigador coincide con el EE adoptado por la comunidad científica en términos de esquemas grupales teórico-metodológicos (en términos de ‘Paradigma’, al modo de Kuhn: ver Camacho, 2000), con lo cual no hay ningún conflicto. Pero otras veces son diferentes e incompatibles el EP individual del investigador y el EE adoptado ‘paradigmáticamente’ por la comunidad científica de ese particular momento histórico. Aun en este caso no hay mayores conflictos si el individuo sacrifica su propio EP individual y se adapta al EE de la comunidad a la que ingresa como científico. Pero sí tienen lugar grandes conflictos (las célebres “Revoluciones Científicas” de Kuhn) cuando el individuo no cede en su EP, lucha por imponerlo y además cuenta con capacidades y talento especiales, con circunstancias socio-contextuales que le son favorables y con méritos teóricos, intrínsecamente epistemológicos. Si el individuo Científico tiene éxito, se producen los grandes hitos en la historia de la Ciencia, las grandes rupturas del tipo cíclico descrito por Kuhn (ciencia normal1 ® crisis- revolución ® ciencia normal2 ® ...). Esto fue, precisamente, lo que ocurrió con Chomsky y la ‘ciencia normal’ lingüística desde finales de los ’50 y durante toda la década de los ‘60.
Todo lo anterior permite caracterizar y explicar el trabajo de Chomsky partiendo de la idea de un individuo ordinario, nacido en Filadelfia en 1928, hijo de William y Elsie, etc., pero con un cierto EP radicalmente incompatible con los estándares científicos del EE de la época, lo cual en principio fue irrelevante, porque este individuo ordinario estaba interesado originalmente en cuestiones sociales y políticas y no en la Ciencia ni en la lingüística:
“En realidad yo llegué a la lingüística más o menos por accidente, por medio de contactos con amigos radicales, uno de los cuales daba la casualidad de que era profesor de lingüística. En una época en que yo estaba más o menos pensando en salirme de la universidad, ese contacto político con él me interesó por accidente en el trabajo que estaba haciendo. De manera que el problema, en mi caso, no es cómo el lingüista se hizo radical, sino más bien lo contrario. Fue el estudiante radical quien se hizo lingüista accidentalmente.(…) Todas mis tías y tíos eran parte de esa inteligentsia judía radical de Nueva York. La mayoría eran del Partido Comunista, pero a los doce o trece anos, yo había superado ya esa fase y... un tío que murió hace poco era activista de la izquierda antibolchevique. Es decir, había en aquel momento pequeños grupos separatistas que criticaban el bolchevismo desde la izquierda y había ciertos marxistas que criticaban a los bolcheviques, considerándolos como una desviación, de tendencia derechista, del marxismo tradicional... y correcto, como quien dice. Conocí parte de esa literatura y algunas de sus ideas y simplemente me interesé en todo ello”.
(Editores Black Rose, 1974: http://ttt.inf.upv.es/~pausalvi/Noam_Chomsky/conv_Chomsky1.htm. Sbdos. míos).
Podría ser en este plano, el de la relación EPàEE, donde habría que examinar sus elecciones personales y profesionales, sus posibles aciertos y errores dentro de ese rango de elecciones y, por tanto, su inclinación a los temas a los cuales se dedicó a estudiar y sobre los cuales se dedicó a producir. No es, de base, un lingüista ni es, de base, un luchador social, aunque de hecho fue eso lo que ocurrió. Pudo también haber sido un físico o un biólogo o cualquier científico teórico y pudo también haber sido un político o un empresario fuera de serie, pero difícilmente habría sido un técnico, un artesano, un iluminista, una estrella de cine... Ocurrió que fue un lingüista y un luchador social del tipo que resultó ser porque un conjunto de circunstancias se montó sobre la base de su personalidad cognitiva, en la que predominó siempre una orientación a lo abstracto y una visión hacia las estructuras suprasensoriales y supraemocionales de fondo. En síntesis, es un individuo marcado por un cierto “Estilo de Pensamiento” orientado hacia las estructuras universales de fondo que tiene el mundo, asociado a una instrumentación argumentativa, de razonamientos y de encadenamientos lógicos. Sobre la base de ese estilo de pensamiento se montó su vida personal, se asociaron sus antecedentes familiares y se estructuraron sus circunstancias anecdóticas.
Una vez que entra a la investigación científica por la “puerta trasera” de la lingüística, como él mismo dice, el EE de las comunidades académicas de entonces era radicalmente diferente a su EP individual. En una entrevista con Naomi F. Chase, de la oficina de prensa del MIT, Chomsky describe el estándar científico de la época del siguiente modo:
“(Entré a la lingüística) por
una puerta trasera. El trabajo que yo hacía como graduado en realidad no se
consideraba lingüística. La lingüística era parte de la ciencia del
comportamiento, lo que se llamaba ‘estructuralismo’: usted tenía un arreglo de
datos y varios métodos para descubrir patrones estructurales en los que
encajaran esos datos (…). La tarea de un graduado normal consistiría en ir a
alguna comunidad indígena, registrar algunos textos y luego tratar de
determinar, a partir de esos textos, si los sonidos aparecían de acuerdo a algún
patrón de regularidad. Dos sonidos fonéticamente distintos podían corresponder a
un mismo elemento en los patrones estructurales del lenguaje. Primero, había que
encontrar los fonemas, los sonidos significativos del lenguaje. No se trataba
sólo de fonética, sino de palabras y de algo más entre ellas. Luego, uno debía
intentar descubrir secuencias significativas de fonemas, llamadas morfemas, y,
después, regularidades de aparición. Esto se hace esencialmente mediante
técnicas taxonómicas que reducen el comportamiento, según esos textos, a
patrones organizados y significativos. Siendo estudiante, yo traté de refinar
esas técnicas. Pero al mismo tiempo venía trabajando por mi propia cuenta en
algo que no tenía realmente un espacio académico.”
(Chase, 1992. Sdos. míos. Traducción propia).
Nótese en la última expresión una alusión directa a lo que puede entenderse como la actitud rebelde de Chomsky desde la incompatibilidad de su propio EP (“venía trabajando por mi propia cuenta”) con el EE estándar de la comunidad científica de esa época, lo cual también aparece maravillosamente sintetizado en las expresiones anteriores, equivalentes en realidad a una descripción del EE empirista-inductivista que se había impuesto desde las esferas del Círculo de Viena en la década de los ‘20. Las diferencias entre sus intereses personales, adscritos a un cierto EP, y los intereses propios de la ‘Academia’ de entonces se revelan con una metáfora muy sencilla, pero elocuente: “algo que no tenía realmente un espacio académico” (…had no real academic home). Y, en esa misma entrevista, describe así su proyecto científico personal, basado en su propio EP, asociado a su vez a otro EE que siglos atrás había tenido el control de las comunidades científicas y que para los ’50, en el área de la lingüística, estaba aparentemente muerto[5]. Nótese la orientación eminentemente racional-deductivista en esta descripción:
“Yo estaba intentando usar el lenguaje para obtener una comprensión teórica de lo que ocurre en la mente del hablante.¿Qué capacidades tienen el hablante o el oyente que los capaciten para desarrollar ese comportamiento y cuáles son las capacidades fijas de las especies que hacen posible el desarrollo de esas capacidades individuales? Eso no tenía relación alguna con lo que suele llamarse ‘lingüística’.” (ibidem) (Trad. propia).
Dentro del esquema EPàEE, Chomsky está al lado de Descartes, Popper, Leibnitz, Einstein…., frente a San Agustín, Derrida, Lyotard… y frente a Saussure, Skinner, Locke… Protagonizó una crisis paradigmática que echó por tierra los cánones del EE empirista-inductivista e impuso los estándares del EE racionalista-deductivista, no sólo en língüística sino también en psicología.
2. El progreso del Conocimiento: Chomsky en el esquema de las “Revoluciones Científicas”, los “Programas” y las “Tradiciones” de Investigación.
Uno de los aspectos más resaltantes de la obra de Chomsky es el haber producido una ruptura en la secuencia del control social de la ciencia en el seno de la lingüística y la psicología. Este tipo de ruptura fue analizada por Kuhn (1975) como un fenómeno constante en el desarrollo de la ciencia, con lo cual pretendió ofrecer una explicación divergente al problema del ‘progreso de la ciencia’ o ‘crecimiento del conocimiento científico’, problema que había sido planteado por Popper y para cuya solución éste había formulado la tesis de que la ciencia progresa en términos de conjeturas y refutaciones, gracias a la “falsabilidad” y a la “crítica” (es decir, sobre la base de elementos internos, estrictamente epistemológicos). La explicación de Kuhn, por el contrario, apuntaba a factores externos, de orden social e histórico, excluyendo los factores lógico-epistemológicos internos. Muchos estudios posteriores han reajustado ambas tesis: algunos han visto las revoluciones científicas como consecuencia de o como incluidas en las revoluciones culturales en general, otros han combinado ambas tesis y otros, entre los cuales merecen destacarse Lakatos (1978) y Laudan (1986), han propuesto tesis diferentes. Estos dos autores, más allá de las rupturas a corto plazo que llamaron la atención de Kuhn y más allá de las falsaciones radicales o en blanco-y-negro de Popper, coinciden en destacar más bien las continuaciones progresivas que se dan y se retoman entre los distintos sistemas teórico-metodológicos de investigación científica, aun cuando históricamente se hayan separado entre sí por largos períodos históricos.
Intentando una síntesis de todo esto a la luz del caso de Chomsky, es fácil ver, en términos históricos inmediatos, una ruptura del tipo kuhniano marcada por la teoría generativo-transformacional y las ciencias cognitivas con respecto al neoconductismo skinneriano y, más en general, con respecto al neopositivismo del Círculo de Viena. En ese sentido, Chomsky representa un verdadera ruptura o “Revolución Científica”. De hecho, en la literatura de la época sobran las referencias a la obra de Chomsky bajo el término “Revolución” e, incluso, llegaron a ponerse de moda expresiones como “Linguistics BC” o “Lingüística AC” (before Chomsky o antes de Chomsky, tal como Antes de Cristo), “lingüística pre-chomskyana”, “prehistoria lingüística”, etc., para expresar este carácter de ruptura radical.
Sin embargo, ya desde “Cartesian Linguistics” (Chomsky, 1966), con todo el revuelo que esta obra causa en el público académico, especialmente el de la historiografía lingüística, se revela expresamente una continuación o una retoma de viejos sistemas teórico-metodológicos que para la época casi nadie recordaba, pero, sobre todo, una revalorización del Enfoque Epistemológico racionalista-deductivista a partir del pensamiento de Descartes (otro revolucionario científico del siglo XVII que, a su vez, había roto con el aristotelismo y la escolástica dominantes en el período medieval) y su influencia en Humboldt y la lingüística de Port Royal. Es significativa la segunda parte del título de esta publicación: “un capítulo de la historia del pensamiento racionalista”, lo cual indica que Chomsky no sólo estaba al tanto de la idea de ruptura (“…un capítulo…”), tanto en el caso de Descartes como en el suyo propio (habla de revolución cartesiana y habla del contenido cartesiano en la teoría generativa), sino además estaba al tanto de su propia vinculación o continuación con respecto al EE Racionalista (“…pensamiento racionalista”). Esta idea de continuación programática, al estilo de Lakatos y Laudan, se expresan en estas líneas seleccionadas de la Introducción de esta publicación:
“(…)Los escasos estudios modernos sobre la historia de la lingüística han adoptado la posición tópica de que: “Todo lo anterior al siglo XIX, al no ser todavía lingüística, puede despacharse en unas líneas”. En los últimos años ha habido un patente renacimiento del interés sobre cuestiones que de hecho fueron estudiadas de un modo serio y provechoso durante los siglos XVII, XVIII y comienzos del XIX, aunque desde entonces lo hayan sido poco. Más aún, esta vuelta a preocupaciones clásicas ha llevado al redescubrimiento de muchas cosas que fueron bien entendidas en esta época, a la que, por razones que se esbozarán a continuación, voy a denominar época de la “lingüística cartesiana” (…). Me parece que, en el período que examinaremos, hay un desarrollo coherente y fructífero de un conjunto de ideas y conclusiones en relación con la naturaleza del lenguaje y con cierta teoría del pensamiento, y que este desarrollo se puede considerar como consecuencia de la ‘revolución cartesiana’. En cualquier caso, la aptitud del término es cosa de poco interés. El problema importante es determinar la naturaleza exacta del “capital de ideas” acumulado en la época pre-moderna para valorar la significación contemporánea de esta contribución y encontrar la forma de sacarle partido para el avance del estudio del lenguaje” (Sbdo. mío). P. 6.
Años más tarde, ante las numerosas críticas que suscitó esta especie de vuelta al pasado, Chomsky explicaba algo que coincide plenamente con la famosa cita atribuida a Galileo: “si he podido ver lejos fue porque me paré sobre hombros de gigantes” (400 años antes, Bernardo de Chartres describía a los hombres de ciencia como "enanos subidos sobre hombros de gigantes"):
“Me interesan las etapas anteriores del pensamiento científico y la especulación (en lo concerniente a las cuestiones de significación corriente) para ver hasta qué punto se podrían haber formulado ideas similares o afines, a veces a partir de perspectivas bastante diferentes. Pienso que podemos ver a menudo, con la ventaja del progreso de los conocimientos, cómo un pensador del pasado ha podido apuntar hacia ciertas ideas en extremo significativas, con frecuencia en forma muy constructiva y curiosa, quizás solamente con una conciencia parcial de la naturaleza de su búsqueda (…). Creo que es posible enfocar etapas anteriores del saber científico y poner de manifiesto, gracias a lo que sabemos hoy, qué grandes pensadores eran estos hombres a pesar de las limitaciones de su tiempo. De este modo, me he interesado por Descartes, y también por Humboldt, que no se consideraba cartesiano: porque hablaba de una creación libre sustentada por un sistema de reglas interiorizado...Toda persona empeñada en un trabajo intelectual puede hacer lo mismo consigo: es posible aprehender nuestro saber actual comparándolo con el saber que se poseía veinte años antes...”
(Ronat, 1968: 122-123)
De acuerdo a esto, al menos como se revela en el caso de Chomsky, toda ruptura con algún sistema teórico-metodológico es al mismo tiempo continuación o prolongación de algún otro sistema teórico-metodológico anterior, de modo que el esquema de avance, más que lineal, parece ser cíclico-espiral (expansivo). A propósito de esto, en los trabajos de linea-i hemos adoptado hipotéticamente la distinción entre ‘paradigma’ y ‘enfoque epistemológico’. Los EE son concebidos como sistemas de convicciones pre-teóricos y pre-científicos para el mundo de la ciencia, pero derivados de los Estilos de Pensamiento EP en el plano cognitivo ordinario. Los EE son además universales y ahistóricos, en el sentido de que virtualmente siempre han existido y siempre existirán. Sólo que, de tanto en tanto, según los diferentes períodos histórico-culturales, alguno de ellos sobresale y toma el control social de la producción científica en manos de las comunidades académicas de turno y en forma de ‘paradigmas’, o sea, sistemas teórico-metodológicos históricamente ubicables, dotados de contenido científico. Mientras los EE son vacíos de contenido teórico-metodológico por ser pre-teóricos y por ser sistemas de convicciones que funcionan como perspectivas de abordaje, los ‘paradigmas’ son representaciones históricas de alguno de esos EE y, aunque pudieran aparentar ser exclusivamente novedosos, en realidad surgen del fondo de algún EE y, por tanto, entre ellos forman familias epistemológicas . Así, por ejemplo, movimientos como el positivismo comtiano, el neo-positivismo del s. XX, el estructuralismo, el empirismo inglés, etc. son paradigmas diferentes entre sí, pero constituyentes de una misma familia generada desde el EE empirista-inductivo del cual son manifestaciones históricas.
Si nos concentramos en lo que Chomsky significa como ruptura ‘paradigmática’, tendremos numerosos datos para un estudio de ese concepto epistemológico. Sin entrar en detalles al respecto, sólo consideraremos el hecho de que, al menos en este caso de Chomsky, las razones o factores de la ruptura aparecen con bastante evidencia en el plano lógico-metodológico, mientras que no resultan claras en el plano social, histórico, cultural…, o ‘externalista’, como sostenía Kuhn (recuérdese que, según Kuhn, las teorías no se desechan por cuestiones lógico-metodológicas ‘internas’, sino por factores socio-históricos, de donde deriva su idea de la “inconmensurabilidad” de las teorías). En realidad, el caso Chomsky parece darle la razón a Popper y no a Kuhn, desde el momento en que la “crítica” desde la gramática generativa apuntó a una verdadera “falsación” o “refutación” de carácter lógico-epistemológico (‘internalista’), ya desde los primeros años de la ruptura. Quizás alguien podría sostener que la decadencia del estructuralismo bloomfieldiano y aun del conductismo lingüístico dependió más de componendas políticas o de conveniencias burocráticas para ese momento, antes que de las refutaciones de los ‘generativistas’. Pero habría que hacer un esfuerzo notable para obtener las evidencias requeridas y, además, para mostrar que las refutaciones anti-conductistas fueron falaces o ineficientes. Por ejemplo, en las críticas que siguen, las cuales son eminentemente declarativas, no argumentativas, resulta sumamente difícil llegar alguna vez a obtener evidencias que las soporten (no son críticas de la época sino de hace un par de años, después de toda la batalla planteada por Chomsky contra la política exterior norteamericana, con la consecuente irritación del “rebaño perplejo” estadounidense y la cantidad de enemigos que se granjeó a causa de eso; estas críticas están tomadas de un foro virtual entre lingüistas, localizable en http://www.glosses.net/mt/mt-comments.cgi?entry_id=176#bottom):
“Siempre he tenido la sensación de que la reputación de Chomsky se basa ampliamente en a) tener un nombre que suena impresionantemente este-europeo e intelectual (…); b) haber fundado un proyecto que de entrada suena audaz y que impuso una moda de la época según la cual el desorden de los lenguajes podía y debía asociarse con la moderna (léase: la era optimista de posguerra) tabulación metódica de sabor cibernético/computacional; c)haber creado algunos diagramas de bella apariencia que le dan al no-lingüista algún alivio visual con respecto al fastidio palabra-y-tablas de los demás libros sobre lenguaje; d) escribir materiales tan mortalmente fastidiosos que nadie excepto la gente del proyecto de Chomsky puede soportar.”
“Bajo la ‘Influencia’del libro que me leí esta semana, ¿no será que Chomsky usó la técnica de la ‘bola-baja’ preferida por los vendedores de autos? Anunció un proyecto altisonante para el mundo y luego continuó con cientos de concesiones y reajustes que no dejaron nada del anuncio original.”
“(…) Todo se debe, primero, a que es una persona carismática, hipnóticamente carismática, diría yo; segundo, que ofreció a los estudiantes de humanidades un caramelito que la mayoría no pudo rechazar, es decir, dar la apariencia de ‘serio’ y de ‘científico’, como la gente de matemática (…) Chomsky deja que uno se sienta ‘cientificero’ e ‘investigadorcero’ (igual que ‘hechicero’, supongo), sin el trabajo duro que requiere convertirse en lingüista, en mi sentido preferido del término.” (Trad. propia).
Como puede verse, no hay ni un solo argumento en estas líneas ni, menos, evidencia alguna a favor de factores ‘externalistas’ en el éxito de la llamada “revolución chomskyana”, a pesar de que se declara insistentemente que dicho éxito no responde a méritos lógico-epistemológicos sino a factores psicológicos y sociológicos (como quería Kuhn). En realidad, no son razonamientos en torno a los factores que podrían explicar el auge de la obra de Chomsky sobre la caída del conductismo y del estructuralismo, sino más bien juicios personales muy fácilmente desmontables sólo con una pregunta: ¿por qué otras figuras intelectuales igualmente carismáticas o igualmente favorecidas con esos mismos rasgos no llegaron a lograr el mismo éxito?
El caso de Chomsky es verdaderamente impresionante desde el punto de vista del impacto ejercido en el gran público. Hace unos años no era tan sencillo sondear este impacto, pero ahora, gracias a Internet, cualquiera puede hacerlo. Por ejemplo, en una de las reseñas de Chomsky se dice que “Chomsky figura junto con Marx, Shakespeare y la Biblia como una de las diez fuentes más citadas en la literatura humanística anglosajona” (en http://www.guardian.co.uk/). Dado que esto resulta, a primera vista, increíble, cualquiera puede dedicarse a hacer algunas pruebas. Una de ellas es usar un buscador como “Google” (http://www.google.com) y simplemente escribir, uno a la vez, los nombres de los autores que uno desee y chequear la cantidad de referencias que aparecen por cada uno. Para los términos “Chomsky” y “Noam Chomsky” se obtuvieron referencias que, en cantidad, sólo están por debajo de Einstein, Marx, Shakespeare y la Biblia. Otros autores aparecen por debajo en cantidad de referencias (Freud, Piaget, Husserl, Nietzsche, Saussure, Skinner, Wittgenstein, Russell, Adorno, Habermas, Popper y varios más aparecen con menor cantidad de referencias). Además de esta prueba, que indudablemente no ofrece garantías de confiabilidad, puede buscarse algún servicio de indización. Uno de ellos es The fifty twentieth-century Works most cited in the arts & humanities citation index, 1976-1983 (en http://home.comcast.net/~antaylor1/fiftymostcited.html), según el cual tres de los libros de Chomsky aparecen entre las 50 obras más citadas[6].
¿Qué puede explicar este impacto? Sin duda que, siguiendo una regla general, inciden factores muy globales de orden socio-histórico-cultural, aunque no sepamos cuáles son ni cómo operan (sólo sabemos, deductivamente, por cierto, que no hay hecho humano que no esté condicionado por su naturaleza de “socialización”). Pero también es cierto que en el plano lógico-epistemológico hubo abundantes argumentos y contra-argumentos de análisis y evaluación tanto de las teorías conductistas como de las mismas generativistas, a tal punto que es insostenible excluir los factores lógico-metodológicos de la explicación de esta ‘ruptura’.
Las primeras refutaciones de Chomsky al paradigma dominante datan de 1957, cuando presenta “Syntactic Structures” (Chomsky, 1956), que es una depuración de “Logical Structure of Linguistic Theory” (Chomsky, 1955), donde lanza su primera versión del ‘generativismo’ sobre la base de que, a partir de un número finito de reglas, es posible explicar una cantidad infinita de realizaciones lingüísticas observables, con todas las implicaciones epistemológicas del caso: gramática universal, estructuras innatas, orientación a la explicación de los procesos generativos del mundo, revalorización del estudio de los hechos del tipo ‘caja negra’, etc. Pero, apenas a los dos años, en Chomsky (1959), presenta su reseña del libro de Skinner, “Verbal Behavior”. Es aquí donde se documentan las principales refutaciones, no a Skinner, como él mismo dice en el Prefacio, sino al conductismo y, aun más allá, al empirismo:
“He orientado esta revisión no específicamente como una crítica a las especulaciones de Skinner sobre el lenguaje, sino más bien como una crítica más general a la especulación conductista (preferiría decir ‘empirista’) acerca de la naturaleza de los procesos mentales más elevados. Mi razón para discutir el libro de Skinner en detalle fue que el mismo constituye la presentación más cuidadosa y minuciosa de estas especulaciones, evaluación que aun considero acertada. Por tanto, si las conclusiones que traté de substanciar en esta revisión son correctas, como de hecho creo que lo son, entonces el trabajo de Skinner puede ser visto como una ‘reductio ad absurdum’ de los supuestos conductistas. Personalmente, creo que se trata de un mérito de Skinner, no de un defecto, el que su trabajo pueda ser usado para este propósito y ha sido por eso por lo cual he intentado tratarlo tan exhaustivamente”. (Trad. propia)
De allí en adelante comienza un fuerte e interesante debate que es ampliamente reseñado (por ejemplo, Gardner, 1985, quien también analiza este caso en términos de las “revoluciones” de Kuhn) y que tiene lugar en un plano internalista, lógico-metodológico, con orientaciones falsacionistas al modo de Popper. Por otra parte, tampoco pueden negarse las mezclas de confrontaciones externalistas, al modo de Kuhn. En este sentido son clásicos los ataques de Hockett, entre otros, importante representante de la lingüística estructural de base antropológica. En Hockett (1968), por ejemplo, se lee el siguiente sarcasmo, muy al estilo de los factores sociohistóricos de Kuhn: “Ciertamente, cuando uno oye las exposiciones orales de los transformacionalistas, como en los encuentros de la Sociedad Lingüística de América, uno observa (…) una gran cantidad de jerga (muy parecido a los compulsivos saludos rituales a Stalin al comienzo de todo artículo científico durante una cierta fase de la historia de la Unión Soviética.” (Trad. propia).
Sin embargo, el hecho de que las críticas hayan sido en buena parte no argumentativas y más bien del tipo ad hominem, no permite concluir que esta ruptura tenga una explicación exclusivamente socio-historicista. Más bien, ya desde las primeras impugnaciones argumentativas de Chomsky, para la gran mayoría del público académico el debate quedó virtualmente cancelado a favor del generativismo. Lo importante es que el caso Chomsky constituye una típica muestra del problema del crecimiento del conocimiento científico, tanto en términos de “falsación” como en términos de “revoluciones”, “programas” y “tradiciones” de investigación. Es decir, no se trató simplemente de una ruptura, sino también de una continuación o prolongación en el plano de los Enfoques Epistemológicos.
3. De la Ciencia de objetos Observables a una Ciencia de objetos ‘Pensables’
En la ruptura antes señalada, está implícito un cambio importante en la concepción de la investigación científica, sobre todo la del área de las Ciencias Humanas. Es importante destacar este aspecto porque en la Investigación Social llamada “cualitativa” se ha difundido la errónea información de que han sido las posiciones fenomenológicas, postmodernistas, etnográficas y vivencialistas las que originalmente han reivindicado el valor de los hechos no observables, de los estados mentales e intencionales y, en fin, de los procesos internos como objetos de estudio. Este error está vinculado a aquél otro según el cual también la ciencia cognitiva, la problemática mente-cuerpo y la filosofía de la mente y del lenguaje nacen con la fenomenología, el vivencialismo y el idealismo (divulgada bajo ideas como “cerebro triuno”, “holismo”, “programación neurolingüística, etc., y ligada a un cierto ‘constructivismo’ idealista de acuerdo al cual el sujeto construye socialmente la realidad[7]). Ambos errores, a su vez, forman parte de una distorsión histórica que considera al empirismo y al racionalismo del S. XX como una misma cosa, llamada “positivismo”, atribuyéndole al segundo las mismas deficiencias del primero y utilizando contra ambos los mismos argumentos del racionalismo contra el empirismo. Dentro de esa gran confusión histórica, consideran que la investigación social es sólo de dos tipos: ‘cuantitativa’ -la del “positivismo”- y ‘cualitativa’ -la de ellos. De allí que en los cursos de epistemología ‘cualitativa’ se despache en dos líneas el estudio del Círculo de Viena, se ignore por completo el aporte del racionalismo (gente como Popper y Chomsky son desconocidos, mientras que Piaget es analizado de modo convenientemente distorsionado, como el padre idealista de un constructivismo socio-simbolista). De allí que lo que saben de ciencias cognitivas y de psicología cognitivista es sólo el montaje o los recortes que los autores fenomenólogos y hermenéuticos han re-editado a partir de autores como Chomsky, Fodor, Davidson, Dennett, Putnam, Gardner, Sternberg, etc., pero con desconocimiento casi total de las versiones originales. No es malo hacer montajes o reediciones de las descripciones y las teorías: lo malo está en silenciar las versiones originales.
En realidad, en el área de las Ciencias Sociales del S. XX , el éxito en la reivindicación del estudio de los hechos no observables, más la necesidad de incluir como objetos científicos legítimos las estructuras interiores de los procesos del tipo ‘caja negra’ es atribuible a Chomsky y a su grupo de estudio[8]. Como se sabe, la Ciencia siempre ha mantenido un inventario de sus objetos legítimos (y, por tanto, ha vigilado las fronteras con todo aquello que está afuera), en lo cual insistió bastante el Círculo de Viena con su “criterio de demarcación”. También se sabe que los criterios para ese inventario se han ido ampliando a través de la historia. Esta ampliación progresiva había ocurrido unas veces porque se reajustaba progresivamente la concepción o el modo de ver esos objetos (el caso de la Alquimia con respecto a la química y la bioquímica o el caso de los “mundos posibles” y las “dimensiones temporales” con la semántica formal y la física relativista parecen ser buenos ejemplos). Y ocurrió otras veces porque se perfeccionaba el arsenal de métodos, sistemas estratégicos e instrumentaciones de la Ciencia (los cálculos de probabilidades, la lógica, la matemática, al lado de instrumentaciones como el telescopio, el microscopio, etc.), de modo que ese inventario ha estado siempre en permanente revisión, cosa que puede verse en las novelas de ciencia-ficción o en los estudios futuristas.
Pero algo excepcional que vino a ocurrir en el siglo XX fue una ampliación aun mayor del inventario de los objetos científicamente relevantes, pero esta vez por una razón diferente a las dos mencionadas arriba: la revalorización y el repotenciamiento del EE Racionalista, un cambio de perspectivas de abordaje y de estrategias científicas de tratamiento, con mayor alcance aun que en la época de las revoluciones cartesiana y leibnitziana, unos 300 años atrás.
La figura central de este cambio en el siglo XX fue Einstein, indudablemente. Se cuenta que, en una entrevista de evaluación en el Politécnico de Zurich, al ser preguntado por sus intereses científicos, la junta académica quedó muy mal impresionada con la respuesta del joven Einstein: estoy interesado en hacer una Teoría del Universo. ¿Por qué la irritación del grupo académico ante esa respuesta? Era la época de la “delimitación del problema de investigación”, expresión que remite a la identificación concreta de uno, y sólo uno, de los objetos del inventario científico y, por supuesto, el ‘Universo’ no era un objeto observable ni, por tanto, pertenecía al inventario de entonces. El hecho es que sólo los objetos ‘observables’ y ‘experimentables’ estaban ubicados dentro de ese inventario y el ‘Universo’ era algo demasiado abstracto como para someterse a observación y experimentación[9]. Lo interesante de esta anécdota es que la junta académica era representación dócil y acartonada del establishment científico de la época, mientras que la respuesta del joven Einstein representaba un cierto Estilo de Pensamiento EP divergente con respecto al EP subyacente al Enfoque epistemológico EE dominante. Igual que en el caso de Chomsky, que ocurriría años después, Einstein no se rindió en trasladar su particular EP al ámbito de sus propias tareas como investigador científico, nadando contra corriente al establishment académico. Resulta sumamente interesante este forcejeo histórico entre el EP de Einstein y el EE dominante, porque Einstein habría terminado derrotado y habría tenido que volver a su trabajo como burócrata en la Oficina de Patentes (también pudo haberse adaptado a los estándares académicos dominantes y, en cualquier caso, ahora nadie sabría que existió alguien llamado Einstein), si no hubiera sido por el famoso incidente del eclipse solar de 1919. Cuatro años antes, Einstein había ofrecido su teoría general de la relatividad, muy diferente a lo que en ese momento las comunidades científicas consideraban como ‘la’ explicación de cualquier forma de movimiento en el universo, traducida en ecuaciones que describían tanto el movimiento de los planetas alrededor del sol como de las manzanas que caían de los árboles (Principios Matemáticos de Filosofía Natural, de Newton, en 1687, era la obra ‘paradigmática’). Pero ya unos 10 años antes, con su teoría especial o restringida de la relatividad, Einstein había postulado la equivalencia entre ‘masa’ y ‘energía’ (la célebre E = (m) c2). Si esta equivalencia fuera correcta, entonces la luz de cualquier estrella ubicada detrás del sol en una posición previamente conocida, debería curvarse al pasar cerca de los límites del entorno gravitacional de la masa solar. Esto sólo podía verse en el cuadro de un eclipse solar. Y éste ocurrió en 1919 y, además, todo ocurrió según las previsiones teóricas de Einstein.
En todo esto hay algo sumamente importante: Einstein ya había postulado su teoría restringida 19 años antes del eclipse y había postulado su teoría general 4 años antes. Él estaba seguro de la equivalencia entre energía y masa (teoría restringida), por puras argumentaciones deductivas y por puro razonamiento, sin ningún apoyo observacional (típico del EP teórico-abstracto). Pero, para la época, pocos creían en unas conclusiones derivadas del puro razonamiento, que no tuvieran una ‘evidencia’ en el nivel de los ‘objetos observables’ (en eso, en las posibilidades de observación-experimentación, se fundamentaba el establishment científico del momento y allí radicaban los criterios del inventario de objetos científicamente válidos). ¿Qué es aquí lo importante? Que, una vez que las evidencias observacionales confirman la legitimidad de un enfoque que resulta exitoso por vías diferentes, entonces ese enfoque adquiere reconocimiento y legitimidad. Es algo así como ganar un juego siguiendo las reglas del oponente o como demostrar el valor de algo en el mismo terreno de los valores opuestos. Los sistemas de razonamiento dentro de los cuales se movía Einstein, que no eran sistemas de objetos observables, sino sistemas de objetos ‘pensables’ o ‘razonables’, eran impecables e inexpugnables racionalmente, lo cual le permitió subsistir durante unos quince años dentro del establishment, sin ceder en su EP y sin ser concluyentemente anatematizado. Pero su éxito definitivo se definió a partir del eclipse solar. De allí en adelante, la gran prensa (¡los inefables medios masivos privados!) se ocupó de catapultar no sólo el trabajo de Eisntein, sino también su particular estilo de investigación (su propio EP, pero entendido como un nuevo ‘paradigma’ científico). Como consecuencia, lo que hasta entonces había sido un EP individual, llevó al EE Racionalista a tomar el control de los estándares científicos en Física, bajo el ropaje del nuevo ‘paradigma’ de la “Física Relativista” (era en realidad el mismo EE de la física de Leibnitz, pero con un ropaje ‘paradigmático’ diferente y, por supuesto, con contenidos teórico-metodológicos distintos, mucho más avanzados).
Hay un film de hace años, titulado “Un Milagro para Lorenzo” (Lorenzo’s Oil), donde claramente se notan estas mismas ampliaciones en la definición de las fronteras del inventario de objetos científicamente legítimos. Tres personajes centrales -los médicos tratantes, la madre del niño enfermo y el padre- corresponden a los tres EP que hemos ya señalado. Aunque el padre del niño enfermo, manifestación del EP abstracto-deductivista, logra la solución al problema por vía de razonamientos, sin ser médico y sin recursos de observación ni experimentación, los médicos tratantes, representantes del EE empirista dominante, retardan el reconocimiento de esa solución bajo el argumento de la ausencia de ‘evidencias’, mientras la madre (representante del EP vivencialista) orienta todo su esfuerzo a aliviar los malestares de su hijo y a buscar el apoyo de vecinos y amigos en la presión hacia la atención oficial e institucional. Aunque este film no plantea su guión en estos mismos términos epistemológicos (quizás los autores ni siquiera sospecharon que estaban manejando un importante asunto epistemológico), resulta que el caso es verídico y real y aparece perfectamente documentado en http://www.myelin.org/. Lamentablemente, por razones de la escasa difusión de las nociones de EP y EE, este caso real no ha pasado todavía al terreno de los análisis epistemológicos. El Sr. Odone (el padre del niño enfermo, quien siendo economista recibió un doctorado Honoris Causa en bioquímica) tal vez aun para esta fecha no sepa de la importancia epistemológica de su propio caso.
Pasando al ámbito de las Ciencias Sociales, Chomsky fue el segundo momento en la ampliación del inventario de objetos de la nueva Ciencia Racionalista que se impuso en el siglo XX, después de Einstein. En el paradigma neo-conductista y estructuralista (manifestación del EE empirista-inductivista universal) los únicos objetos científicamente válidos eran los objetos ‘observables’ y ‘experimentables’: sólo el output de todo el proceso. Chomsky, después de quejarse insistentemente de que toda esa lingüística no pasaba de ser un simple sistema de descripciones, sin capacidad explicativa ni predictiva, postula la necesidad de tomar como objeto de estudio el proceso que genera todos esos outputs del sistema, los cuales ahora pasarían a ser algo muy poco interesante. ¿Y cómo llegar a teorizar sobre esa ‘caja negra’, adonde no llegan nuestros sentidos? Esta es la pregunta clave que constituye la base del cambio en los criterios del inventario de objetos legítimamente científicos. La respuesta está en la imaginación científica, controlada por el razonamiento y las instrumentaciones lógico-matemáticas. Se trata de diseñar modelos que, aunque jamás sepamos si son o no iguales al contenido real de la caja negra, produzcan los mismos resultados y funcionen del mismo modo. El trabajo científico estaría entonces orientado a formular suposiciones acerca de cómo es por dentro esa caja negra, cómo trabaja y de qué modo genera las frases que las personas oyen, leen, pronuncian y escriben. Si el modelo artificialmente diseñado es capaz de imitar al objeto real (o sea, si el modelo genera frases correctas y bloquea frases incorrectas), entonces no importa en qué medida el modelo teórico sea igual o parecido al objeto real. Lo importante es que funcione igual:
“Imagine a un físico que se pregunta por lo que ocurre en el interior del sol. Ahora, una forma sencilla de responder a esto sería instalar un laboratorio dentro del sol y así experimentar. Pero Ud. no puede hacer eso, porque el laboratorio se convertiría en gas. Por tanto, lo que Ud. puede hacer es mirar la luz que proviene del sol e imaginarse lo que sucede dentro del sol que produce ese tipo de luz. Esto es muy parecido a tratar de imaginarse lo que ocurre en los mecanismos físicos del cerebro”. (Chomsky, 1988: 187. Trad. propia).
Bajo esas nuevas pautas, Chomsky llamó “Gramática” a un modelo de este tipo e intentó entonces diseñar una gramática que fuera flexible y que pudiera modelar lo que ocurre en el cerebro cuando usamos el lenguaje, asumiendo que el cerebro realiza un proceso que no se evidencia en sus producciones físicas externas. De ese modo explicaría estas producciones físicas observables del lenguaje (frases, palabras, etc.) mediante unas proposiciones teóricas que imitarían esta gramática oculta y que tendrían forma de algoritmos. Sin entrar en detalles técnicos, sólo consideraremos algunos puntos que muestran el tipo de objetos ‘pensables’ o ‘razonables’ que, de acuerdo al nuevo punto de vista de Chomsky, pasarían a ampliar el inventario de los objetos de estudio válidos para las Ciencias Humanas [10].
Un punto central de Chomsky es la concepción del lenguaje como una “facultad de la mente” y no como un hecho externo (social, por ejemplo, como sostenía Saussure; o físico-material, como en el estructuralismo norteamericano; o simbólico-interaccional, como en la etnografía y la etnometodología). Esta hipótesis básica del lenguaje como una facultad de la mente es algo que los lingüistas (aun algunos de los chomskyanos) suelen pasar por alto y cuya fuerza los epistemólogos (casi todos) mantienen al margen. Tanto es así que el mismo Chomsky tuvo que recurrir a una expresión radical, que algunos objetaron: la facultad del lenguaje como un ‘órgano biológico’ (“human language organ”), algo así como la vista o la audición[11]. Cuando se habla del lenguaje como una facultad de la mente se está haciendo referencia a que, dentro del cerebro o la mente humana, que puede concebirse como parcelada en ‘módulos’, hay uno de esos módulos que es la capacidad, la habilidad, la disposición o la facultad del Lenguaje, en un sentido universal y amplio. Cuando hablamos en Español, por ejemplo (llamémoslo ‘S1’), esa facultad, ese módulo o ese sistema, que en principio se halla en un Estado Inicial ‘S0’, pasa a adoptar el ‘estado S1’ (en el sentido de la física, cuando se habla de los ‘estados’ de un sistema, siendo la mente el ‘suprasistema’ o la red modular completa y siendo la facultad del lenguaje uno de los ‘sistemas’ o ‘módulos’). En otras palabras, así como todos nacemos con capacidades para ‘ver’, ‘oír’, etc., también nacemos con capacidad para ‘hablar’. Al exponernos al ambiente (si nacemos en Corea, por ejemplo) esa capacidad se acopla o se configura con los valores lingüísticos particulares del entorno (aprendemos a hablar coreano: la facultad del lenguaje cambia de su estado inicial S0 a un estado particular Sn, tal que n>0), con lo cual esa facultad se ubica en un cierto estado correspondiente al idioma particular coreano).
Esto no significa una negación de los aspectos externos (ambiente y sociedad), sino una suposición científica sobre su irrelevancia frente a lo que debería ser el núcleo central de una teoría lingüística. No es un rechazo a los aspectos sociales ni físico-materiales del lenguaje, sino la convicción epistemológica de que esos aspectos no pueden explicarse científicamente sin antes explicar el proceso mental-cognitivo que genera todo lo demás. Sólo después de contar con una teoría adecuada del lenguaje en cuanto facultad de la mente se podría pasar a formular sub-teorías o teorías específicas del lenguaje como hecho social y como hecho físico-material. Esta hipótesis básica no sólo define el programa general internalista o mentalista de Chomsky, sino también la orientación a los objetos del tipo caja negra, no observables, sino ‘pensables’ o ‘razonables’, lo cual constituye la novedad epistemológica que se pretende resaltar en esta sección (dado que este tópico se vincula también con el problema de las relaciones entre ciencias ‘sociales’ y ‘naturales’, dentro del célebre debate de la “guerra de las dos culturas”, en la segunda parte de este artículo se desarrollará más en detalle esta oposición entre aspectos culturales y aspectos biológicos).
Como consecuencia inmediata de esta hipótesis, una teoría del lenguaje pasaría a formar parte de una teoría de la mente (la lingüística, entonces, sería parte de la psicología). Y como, a su vez, una explicación del lenguaje en cuanto facultad de la mente conduciría a una mejor comprensión de la naturaleza humana (Gramática Universal, entre otras cosas), la teoría del lenguaje sería una clave de amplio alcance para las ciencias humanas en general:
(…) Es justo suponer que el mayor aporte del estudio del lenguaje consistirá en la comprensión que pueda proveer acerca del carácter de los procesos mentales y de las estructuras que ellos conforman y manejan. Por tanto, (…), me voy a dedicar aquí a algunos de los aspectos que surgen cuando tratamos de desarrollar el estudio de la estructura lingüística como un capítulo de la psicología humana.
Es del todo natural esperar que el interés por el lenguaje será central para el estudio de la naturaleza humana, tal como ha sido en el pasado. Cualquiera interesado en el estudio de la naturaleza humana y de las capacidades humanas debe de algún modo aferrarse al hecho de que todos los seres humanos normales adquieren el lenguaje, mientras que la adquisición aun de sus más simples rudimentos está más allá de las capacidades de un simio que tiene otro tipo de inteligencia, hecho que ha sido destacado de un modo totalmente correcto en la filosofía Cartesiana
(Chomsky, 1968: 69. Trad. propia)
Esta consecuencia es importante, porque los ‘objetos pensables’ de la ciencia no son sólo una cuestión de ampliación arbitraria de los criterios de inventario de objetos científicamente legítimos, sino, sobre todo, una cuestión de reajuste inter-teórico y de redimensionamiento interdisciplinario, que es donde se definen los criterios para la inserción de esos ‘objetos pensables’ (los investigadores ‘cualitativistas’ hablan de esto como ‘holismo’, suponiendo que es un concepto original de la investigación ‘cualitativa’, pero ya vemos, por un lado, que es más antiguo de lo que se hace ver[12] y, por otro, que el holismo y la interdisciplinariedad no pueden ser subjetivos o arbitrarios, sino marcados por criterios de segmentación y de agrupación inter-teórica).
Otro rasgo importante de este tipo de ‘objetos pensables’, relacionado con el anterior, es su universalidad. Chomsky, buscando en el pasado, orientado a una continuación de “programas” o “tradiciones” de investigación, se interesa en las “ideas innatas” de Descartes. ¿Qué hace que un niño normal, sin ningún entrenamiento específico, aprenda a hablar a un cierto momento de su desarrollo (siempre más o menos el mismo) tan rápida, fácil y homogéneamente, con independencia de sus circunstancias, aun cuando sus padres no se dediquen a enseñarlo a hablar? ¿Por qué un niño (y cualquier persona) es capaz de emitir frases totalmente nuevas, que jamás antes había oído? (de hecho, la literatura se basa en la propiedad de escribir cosas nuevas[13]). ¿Por qué, llegado a un cierto punto de su desarrollo, cualquier niño sabe, por ejemplo, que si ‘a’ es mayor que ‘b’ y ‘b’ mayor que ‘c’, entonces ‘a’ es mayor que ‘c’? Si las teorías conductistas fueran acertadas y si todas estas respuestas se siguieran de la relación estímulo-respuesta, no habría tanta uniformidad: cada niño aprendería todas estas cosas en dependencia de la cantidad y calidad de los ‘estímulos’, que sabemos que no son siempre los mismos (los niños nacidos durante la masacre norteamericana en Irak y en Afganistán tienen estímulos bien diferentes a los de los hijos de los vendedores norteamericanos de armas y, sin embargo, aprenden a hablar bajo las mismas pautas). Para la década de los ’50, cuando Chomsky formuló aproximadamente esas mismas interrogantes, impresionó a un gran cantidad de académicos y público en general, pero fue acusado de ‘innatismo’ por sus opositores (el término es más de sus críticos que de su propia teoría). Pero, en el fondo, lo que Chomsky pretendía era relacionar la noción de ‘facultad del lenguaje’ con la noción de ‘especie’ y ubicar la teoría del lenguaje dentro de una visión evolutiva e internalista del ser humano (aludió a Clocks and Clouds de Popper). Es decir, apuntaba a una universalidad de los objetos de estudio en la teoría lingüística. Ahora que se sabe más de genética, quedó claro que la especie progresa más allá de los individuos, sobre la base de ciertos estándares biológicos, incluyendo la ‘facultad del lenguaje’:
Los animales superiores obtienen información por herencia biológica o por aprendizaje. La herencia biológica puede ser genética nuclear o no nuclear. La herencia genética nuclear de un animal está constituida por la información que le ha sido transmitida genéticamente a través del núcleo de los gametos que dieron lugar al cigoto originario de ese animal, y que está codificada en su genoma, repetido en (los cromosomas de) cada una de sus células. Esta codificación toma la forma sintáctica de un texto sobre un alfabeto de cuatro letras, los cuatro nucleótidos cuya secuencia forma las tiras de DNA que constituyen los cromosomas. La información genética nuclear procede tanto del padre como de la madre. La herencia biológica no nuclear de un animal está constituida por la información que le ha sido transmitida a través del citoplasma (y en especial por la información genética del DNA de las mitocondrias del óvulo materno cuya fecundación dio lugar al cigoto originario de ese animal. Esta información procede sólo de la madre (…) El aprendizaje es un proceso de adaptación individual de la conducta del organismo al medio. Qué contenidos concretos aprenda el individuo depende de su propia experiencia individual. Pero qué tipos de cosas pueda aprender y con qué mecanismos de aprendizaje cuente es algo que depende de la experiencia colectiva del linaje biológico al que pertenece ese individuo, plasmada en la información genéticamente heredada de sus ancestros y contenida en su genoma.
(Mosterín, 1994: 27-29. Sbdo. mío)
Esta capacidad innata para el lenguaje fue concebida como una “Gramática Universal”, aquella que está al fondo de cualquier idioma específico y de cualquier circunstancia socio-contextual particular. Ya desde sus primeros escritos (Chomsky, 1955, 1956) introduce la noción de “Gramáticas Transformacionales”, para referirse a un sistema abstracto que hace corresponder las realizaciones lingüísticas (oraciones, frases, palabras…) con “estructuras superficiales” que, a su vez, se corresponden con “estructuras profundas”. Otros mecanismos relacionales, tales como reglas de estructura de frase y reglas transformacionales, son los responsables de las proyecciones o correspondencias de un nivel a otro. Para esa época Chomsky concebía estas estructuras profundas como manifestaciones de la Gramática Universal. Aunque en sucesivas versiones de la teoría quedó eliminada esta distinción entre estructuras superficiales y profundas, se mantuvo la noción de Gramática Universal, de carácter básico y profundo y, además, típica de la estructura bio-cerebral de la especie humana. En sus más recientes versiones, conocidas como “Programa Minimalista” (Chomsky, 1995), donde se elimina por completo la teoría de “estructura de frase” y se busca una mayor economía de todo el modelo, se insiste más que nunca en la nociones de “Gramática Universal” y de “Facultad del Lenguaje”. Algunos años antes, en la versión conocida como P&P (Principles and Parameters) se enfatiza que las estructuras de la Gramática Universal son completamente fijas e innatas, de modo que las variaciones entre los diferentes idiomas dependen de configuraciones de “parámetros” en el cerebro, algo así como conmutadores que pueden estar unas veces en posición ‘off’ y otras en posición ‘on’ (un ejemplo es el switch “pro-drop”, que permite [on] o prohibe [off] la eliminación del pronombre: en español [on] puede decirse llegó hoy, pero en inglés [off] no puede decirse came today):
“El aprendizaje del lenguaje, entonces, es el proceso de determinación de valores de los parámetros que la Gramática Universal deja no especificados. Es el proceso de configurar los switches que hacen que la red funcione, para usar la metáfora que mencioné antes. A partir de allí, quien aprende a hablar tiene que descubrir los elementos lexicales del lenguaje y sus propiedades. En gran medida, esto es como averiguar qué etiquetas se corresponden con conceptos preexistentes (…) No significa que el ambiente sea irrelevante. El ambiente determina el modo en que los parámetros de la gramática universal son configurados de acuerdo a las particularidades de cada idioma.” (Chomsky, 1988: 134. Trad. propia).
Un último rasgo que vale la pena mencionar a propósito del tipo de ‘objetos pensables’ al que se orienta la investigación chomskyana es su carácter ‘generativo’, pero no en el mismo sentido del nombre de la teoría (“generativo-transformacional”), sino en el sentido más general de un cierto tipo de modelos en la ciencia que imitan el modo en que, a partir de una entrada, se desarrolla un mecanismo que produce o ‘genera’ unos ciertos resultados de salida. Estos modelos son distintos a aquellos otros, por ejemplo, que contienen los factores o las condiciones que funcionan como variables independientes para un cierto efecto. En las explicaciones empiristas-inductivistas resultan típicas las teorías en forma de ecuaciones de la forma de los condicionales lógicos, donde, a la izquierda, se definen los elementos que determinan o inciden en unos determinados efectos, los cuales aparecen a la derecha de la ecuación. En cambio, los modelos generativos se conciben como modelos de variabilidad: dado un conjunto infinito o no-numerable de casos empíricos, el modelo define un número finito y determinado de mecanismos a partir de los cuales se generan todas las posibles variaciones concretas, observables, del hecho bajo estudio, que se hayan producido en el pasado y que se habrán de producir en el futuro. Esta particularidad de que a partir de un conjunto finito de recursos se genere un conjunto infinito de realizaciones es, precisamente, la base del principio de ‘Creatividad’ del lenguaje, en lo cual Chomsky tanto ha insistido. Lo que él concibe como creatividad lingüística es en realidad también una de las propiedades esenciales de los modelos de este tipo, de modo que, cuando él atiende a esta característica del lenguaje humano, en el fondo está concibiendo su problema de investigación en términos de este tipo de ‘objetos pensables’. Esto podría ser apenas un detalle del marcado Estilo de Pensamiento deductivista-abstracto de Chomsky, según lo dicho en la sección 1 de este papel.
Las capacidades de explicación, retrodicción y predicción de los modelos generativos se fundamentan no tanto en la definición de los factores responsables de una cierta varianza, sino más bien en la imitación del proceso que genera una cierta clase de hechos (lo cual, por supuesto, incluye las capacidades de los modelos anteriores). De hecho, aun en el área de la lingüística se habían ya diseñado modelos de este tipo, como, por ejemplo, el modelo “generativo-aplicativo” de Shaumjan en la antigua Unión Soviética. Aun el mismo ‘análisis de constituyentes inmediatos’ de los estructuralistas norteamericanos (“cajas de Hockett”) viene a ser también un modelo generativo, si la aplicación de sus reglas se concibe en un sentido inverso, del núcleo a la oración, como de hecho lo redefinió Chomsky en la “gramática sintagmática” o de “estructura de frase”, (para una reseña general, ver Padrón, 1984).
Con las recientes versiones del “Programa Minimalista” (Chomsky, 1995 y 2000), que se ubica todavía dentro de la misma versión del “Programa P&P”, antes mencionado, Chomsky se esfuerza de modo particular en algo que es esencial para los modelos generativos: dado que la cantidad de recursos del modelo debe ser finita (pero sin menoscabo de su capacidad para generar una cantidad infinita de casos observacionales), entonces la eficiencia del modelo se determina también por su economía[14]. Mientras más simple y económico sea el modelo, mientras más se reduzca su "carga computacional", mayor su grado de adecuación formal. En Chomsky (1995), el reajuste minimalista se orienta básicamente en dos direcciones: la minimización de los niveles lingüísticos y la reducción de eventuales redundancias en los principios de derivación y representación del modelo (según lo previsto en el principio meta-lógico de ‘independencia’, al lado del de ‘consistencia’ y ‘completitud’). A continuación se transcriben algunas líneas que resultan excelentes como pista inicial para la comprensión global (aunque no técnica ni, mucho menos, completa) de las más recientes convicciones teóricas y epistemológicas de Chomsky, lo cual nos ayuda a formarnos una mejor idea de los rasgos de esta clase de ‘objetos pensables’ a que se ha estado haciendo referencia en esta sección:
“El lenguaje y su uso han sido estudiados desde distintos puntos de vista. El enfoque que se asume aquí toma el lenguaje como una parte del mundo natural. El cerebro humano proporciona un conjunto de capacidades que participan en el uso y entendimiento del lenguaje (la facultad del lenguaje), que parecen estar en gran medida especializadas en esa función y que forman parte del acervo humano común por encima de una muy amplia variedad de circunstancias y condiciones. Uno de los componentes de la facultad del lenguaje es un procedimiento generativo (un lenguaje-1, en adelante lenguaje) que genera descripciones estructurales (DE), cada una de las cuales es un complejo de propiedades que incluye las comúnmente llamadas ‘semánticas’ y ‘fonéticas’. Estas DE son las expresiones del lenguaje. La teoría de una lengua particular es su gramática. La teoría de las lenguas y las expresiones que generan es la Gramática Universal (GU). La GU es una teoría del estado inicial S0 del componente relevante de la facultad del lenguaje. Podemos distinguir el lenguaje del sistema conceptual y del sistema de competencia pragmática. (…) Una suposición estándar es que la GU especifica ciertos niveles lingüísticos, cada uno de los cuales es un sistema simbólico a menudo llamado “sistema representacional”. Cada nivel lingüístico proporciona los medios para presentar cierta información sistemática acerca de la expresiones lingüísticas. Cada expresión lingüística (DE) es una secuencia de representaciones, una por cada nivel lingüístico.”
(Chomsky, 1995:81-82)
En la segunda parte de este trabajo se discutirán otros tópicos epistemológicos importantes, como el de las supuestas diferencias entre ciencias naturales y humanas (o ‘del espíritu’, al decir de la fenomenología) y el de la evolución teórica de Chomsky a la luz de los conceptos de núcleo y cinturón protector (Lakatos). También se discutirán las implicaciones ético-políticas de todos estos aspectos epistemológicos, a partir del “socialismo libertario” de Chomsky.
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[1] Recuérdese el Symposium on Information Theory, en el MIT, el 11-09-56, en el que se hicieron célebres tres papers: Logic Theory Machine (Newell y Simon), The Magical Number Seven… (Miller) y Three Models of Language (Chomsky). Esta documentación suele tomarse como el inicio oficial de las Ciencias Cognitivas.
[2] Un hecho curioso es que en los recientes encuentros venezolanos de Lingüística han sobreabundado los trabajos empíricos de análisis del discurso del Presidente Chávez, de Venezuela, la mayoría de los cuales no trascienden hacia un plano teórico ni resuelven problema lingüístico alguno, limitándose a un ejercicio, a menudo escolarizado, de simple aplicación de conceptos del Análisis del Discurso a un caso aisladamente considerado (sin ni siquiera una visión transdiscursiva de fondo), lo cual hace más bien sospechar en la posibilidad de que sus autores, más que como investigadores, se comporten como víctimas de un proceso semiótico amplio que los arropa y que ellos mismos no vislumbran (en el mismo sentido del “rebaño perplejo” de Lippman/Chomsky: ver detalles en Padrón, 2004). En todo caso, la explicación a hechos como este debe tener que ver con las deficiencias de formación epistemológica a que se hace referencia arriba.
[3] Años más tarde, el mismo Sternberg (1997) introduciría el término de ‘Estilos de Pensamiento’ (thinking styles), pero variando los criterios de clasificación y, por tanto, aumentando a 13 los tipos resultantes. Sin embargo, mantuvo el fondo conceptual de los “perfiles de inteligencia”. En efecto, ya Sternberg (1985) basaba su hipótesis en la idea de “autogobierno mental” (mental self-government) y después, en Sternberg (1997), mantiene ese mismo fondo conceptual: “My research on thinking styles has been motivated primarily by my theory of mental self-government, according to which the forms of government we have in the world are not arbitrary, but rather are external reflections of ways in which we can organize our thinking. These forms of government are reflected in styles of thinking, or preferred ways of using our abilities…”
[4] Una de las dificultades de los criterios de Sternberg es el privilegio implícito que se les atribuye a los ‘c’. Mientras los ‘a’ y los ’b’ son perfiles simples (no relacionales), el ‘c’ tiene capacidades relacionales complejas (parece absorber a las otras dos), con lo cual ‘a’ y ‘b’ serían intelectualmente inferiores a ‘c’, lo cual contradice el postulado de que, en principio, se trata de inteligencias paralelamente potentes, aunque diferenciales (se confundiría ‘clasificación’ con ‘discriminación’).
[5] Pero no así en Física, donde con Einstein ya había ocurrido exactamente lo mismo. Es por eso por lo que muchos hablan de la influencia sobre Chomsky de los nuevos estándares racionalistas liderados por Einstein.
[6] “Aspects of the Theory of Sintax” ocupa el 5º lugar, “The Sound Patterns of English” ocupa el lugar 17 y “Syntactic Structures” ocupa el lugar 35, lo cual está muy por encima de la gran mayoría de los autores célebres en el área.
[7] A la expresión “construcción social de la realidad”, Searle (1997) contrapone la de “construcción de la realidad social”, lo cual tiene más sentido. Otros dicen que el sujeto construye su conocimiento, lo cual es una verdadera redundancia.
[8] En matemática y en teoría de modelos suele distinguirse entre modelos ‘caja-negra’ y modelos ‘caja-blanca, según la cantidad de información disponible a priori para el diseño del modelo. En los ‘caja-negra’ se dispone de poca o ninguna información y en los ‘caja-blanca’ se dispone de toda la información requerida. Pero ambos términos no forman una variable discreta ni remiten a tipos puros. Los modelos son más o menos ‘caja-negra’ o ‘caja-blanca’. La distinción solo tiene un valor heurístico. Por su parte, Chomsky (1956) usa el concepto de ‘caja-negra’ (black-box) relacionándolo con tres tipos epistemológicos clásicos: caja-negra como ‘descubrimiento’ (sólo ‘datos’ a la entrada), como ‘decisión’ (‘datos’ y ‘teoría’ a la entrada) y como evaluación (‘datos’ y al menos 2 teorías a la entrada).
[9] ¿Con qué se ‘come’ el Universo?, habría dicho un cierto político venezolano que en el momento aparentaba no saber la respuesta, pero que, tiempo después, reveló que la sabía de sobra.
[10] Nótese que, durante todos los siglos anteriores, se consideró que los objetos ‘pensables’ estaban destinados sólo a la Filosofía. Quizás por eso la Filosofía ha ido perdiendo a través de la historia cada vez más objetos propios, en la medida en que tales objetos iban dejando de ser meramente especulativos en virtud del perfeccionamiento de la Ciencia, la cual los iba absorbiendo poco a poco. Un ejemplo es la Psicología, que fue terreno de la Filosofía hasta cuando comenzaron los estudios experimentales. Por eso, una concepción diacrónica y pragmatista llevaría a sostener que el objeto de estudio de la Filosofía es todo aquello que todavía no puede ser tratado según correlatos empíricos. Es interesante notar que, mientras duró el dominio del EE empirista-inductivista, fue mucho más rígido el control de las migraciones de objetos desde la Filosofía hacia la Ciencia, debido a la estrechez de los criterios de demarcación (objeto observable-experimentable). El cambio en estas migraciones es significativo a partir de la reaparición del racionalismo en el s. XX y del consecuente reajuste de esos criterios. Esto no significa que se hayan abierto de par en par las compuertas y que haya migraciones masivas (como pretenden algunos fenomenólogos), ya que se mantienen las condiciones de evaluación, aunque los mecanismos de diseño teórico se hayan ampliado gracias al avance instrumental de la lógica y la matemática.
[11] Como veremos en la Parte II de este trabajo, en Chomsky (2000) la expresión “como órgano biológico” se cambia por la expresión “como objeto natural”, contrapuesto a los objetos artificiales (como la cultura, por ejemplo) y susceptible de ser estudiado por la física. Todo el capítulo 5 está dedicado a esto: “Language as a natural object”.
[12] El término “holismo” en referencia a la tesis de Quine sobre la evaluación del lenguaje del conocimiento y de las teorías en general (a propósito de la falsación ‘discreta’ de Popper), tesis según la cual la evaluación de dicho lenguaje no puede ser aislada ni descontextualizada, sino asumida en conjunto, en la medida en que la teoría o el sistema de lenguaje responde como un todo a la estructura empírica (también se habló de “holismo semántico”).
[13] Alguien dijo: el primero que escribió ‘tus lágrimas son perlas’ fue un genio; pero el que lo diga ahora es un imbécil.
[14] No es nada improbable que una de las motivaciones teóricas de Chomsky al formular la versión “minimalista” haya estado en la gran proliferación de maquinarias teóricas superfluas que los lingüistas de su propia ‘línea de investigación’ habían estado proponiendo sobre la base del programa generativo-transformacional. Por lo demás, el término “minimalista” aparece por primera vez aplicado a la música, hace más de 30 años (como alternativa al ‘serialismo’) y luego se extendió al arte en general. Actualmente es una moda muy extendida (incluso alguien ha hablado de teorías minimalistas del aprendizaje), pero en realidad el minimalismo en ciencia no es más que el criterio de ‘independencia’ formal, una de los tres criterios meta-lógicos o meta-teóricos de evaluación de teorías (ver Tarski, 1969, especialmente las secciones “Eliminación de axiomas superfluos” e “Independencia de los axiomas del sistema simplificado”, pp. 231-235).