Publicado en Rebelion.org
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José Padrón G. Abril, 2006 |
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LOS ATAQUES A LOS MEDIOS |
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Con enemigos así, ¿quién quiere amigos? Dicho popular, invertido. |
3. ¿Por qué esta lista anterior puede verse como clases de errores fatales o como estrategias fatalmente erróneas? Básicamente porque, lejos de lograr su objetivo, fortalecieron al gobierno mediante la consolidación de un pensamiento crítico que ahora plantea una grave amenaza a la influencia de los medios sobre la opinión pública. Es un hecho que el índice de credibilidad de los medios privados en Venezuela está tocando un piso histórico. Ocurre que, por tendencia natural, el ser humano (y aun todo organismo vivo) busca proveerse de información acertada sobre el medio que lo rodea. Esta tendencia hace que el individuo rechace, por propia naturaleza social, la información falsa o distorsionada o de mala calidad. En el caso de las sociedades evolucionadas, los individuos aspiran que los medios masivos les satisfagan, al menos parcialmente, esa necesidad de información. De allí también nace el derecho a la información y luego, estrictamente en función de este derecho, nacen las libertades de expresión y de “prensa”. Éstas no son un beneficio gratuito de los medios sino una obligación estrictamente correlativa y condicionada al derecho a la información de las sociedades, de modo que cada vez que dichas libertades crezcan desproporcionada y disociadamente de aquel derecho, serán rechazadas por las personas., por tendencia natural. Para que se produzca este rechazo sólo hace falta que se rompa el equilibrio entre el grado de madurez de la gente (el pensamiento crítico) y el grado de encubrimiento o de elaboración en la manipulación de la información. Toda manipulación mediática, para que sea eficiente, debe tener tal grado de elaboración que sus mecanismos manipuladores pasen desapercibidos ante la capacidad crítica de los destinatarios. Y fue aquí, justamente, donde la política comunicacional oficial puso su énfasis. Mientras en una primera fase, aquella de la permisibilidad de torpezas, el gobierno dejó que los medios cometieran a sus anchas todas las clases de errores mencionadas en la lista anterior, en esta segunda fase se ocupó de desmontar los mecanismos de base de esos errores. Más adelante mostraré ejemplos de esta respuesta del gobierno en esa segunda fase. El hecho es que resultó un golpe tan fuerte para los medios, que, cuando se quejan de los ataques del gobierno, se están refiriendo precisamente a esta irreverencia que los deja al desnudo y bajo una total pérdida del respecto público en el cual habían fundamentado tradicionalmente su rol social y su autoridad moral e intelectual. Al final volveré sobre esta idea, que en realidad es la hipótesis de respuesta a los planteamientos iniciales de este papel. No quiero decir que esta lista de equivocaciones haya resultado directamente en más apoyo al gobierno, sino en más independencia de las personas con respecto a los medios y en más rechazo a la manipulación, o sea, en un mayor crecimiento humano, lo cual, indirectamente, ha llevado a muchos a pasarse “al otro bando”. Esto debería favorecer al gobierno si éste resultara al final un gobierno honesto y realmente dedicado a las clases mayoritarias. Si no, esto mismo sería un resultado fatal también para el gobierno. Quiero decir que el ideal de una sociedad comienza por el pensamiento crítico e independiente. Pero ocurre que una de las trabas para una verdadera oposición crítica a los desaciertos de Chávez ha estado en esa lista de errores de los medios de comunicación masiva. En la medida en que Chávez haya acertado y los medios se hayan equivocado, en esa misma medida habrá Chávez para rato. Y en la medida en que ambos, Chávez y los medios, se hayan equivocado, todavía quedará la esperanza de una opinión pública autónoma e independiente que alguna vez, más temprano que tarde, logrará encontrar su vía de acceso al propio control y al propio diseño de su destino. En todo caso, siempre tendremos que agradecerle a los medios privados por esos errores. 4. La contraofensiva (u “ofensiva”, si Ud. Prefiere) del gobierno con respecto a la acción de los medios privados puede ser dividida, como ya dije, en dos fases: la de permisibilidad, dejar hacer, y la de desmontar los mecanismos de manipulación. Sobre todo en esa segunda fase, la contraofensiva ha ido evolucionando muy lentamente (cualquiera puede sospechar que también la primera fase haya evolucionado desde un primer momento pasivo, de simple ‘dejar hacer’, hasta un momento activo, más refinado, de ‘hacer que hagan’, o sea, de tender trampas informativas a los medios, de modo que éstos cometan errores convenientes). Durante los primeros meses de su gobierno, Chávez asumió personalmente la estrategia, sin mucho orden y sin ninguna técnica. Se limitaba, en sus programas “Aló Presidente”, a llevarse un ejemplar de algún periódico, a leer la noticia del caso y a desenmascararla, casi siempre con buenas evidencias que los medios no lograban contra-argumentar. Claro, el Presidente no se quedaba, ni mucho menos, en un análisis informacional, sino que solía cerrar el asunto con ciertos calificativos del tipo de “mentirosos”, “la canalla mediática”, “irresponsables” y otros por el estilo. Se puede decir que era una estrategia en tres partes: a) seleccionar y citar la información, b) mostrar evidencias en contra y c) calificar o caracterizar. Muchos creyeron que esta parte ‘c’ obedecía a la intención discursiva de simplemente insultar o injuriar. De hecho, los medios, como no tenían contra-argumentaciones a la parte ‘b’, soslayaban eso y centraban sus quejas en ‘c’, considerándola un insulto. Pero se trataba en realidad de una caracterización, algo así como desbautizar a los medios de su prestigio tradicional y rebautizarlos como manipuladores. Al menos, si esto no fue así dentro de los procesos mentales de Chávez, sí lo fue en sus efectos: en sus seguidores y admiradores esta parte ‘c’ de la estrategia no funcionó como un insulto sino como una nueva tipificación de lo que antes era considerado muy prestigioso y casi sagrado. Y toda la estrategia, en sus tres partes, resultó además algo novedoso, ya que todos estábamos acostumbrados, a lo sumo, a las políticas de retaliaciones y chantajes de los anteriores presidentes con respecto a los medios (recuérdese los casos Ibáñez-Lusinchi, Matos-CAP, OpusDei-Caldera…), pero no habíamos visto en el país a un gobernante encarar de modo sistemático, pública y directamente, la manipulación noticiosa en sí misma, desmontarla con argumentos y luego concluir en una caracterización del verdadero rol de los medios y de su cara oculta. Quienes desde mucho antes de la aparición de Chávez ya sabían de esta cara oculta de los medios, quienes estaban cansados de su diario irrespeto a través de programaciones mediocres e indignas y quienes repugnaban sus constantes tendencias amarillistas y mercenarias, en general se sintieron reivindicados con esta estrategia de Chávez. Quienes desde muchos años antes ya entendían las relaciones de opresión y conocían la función de los medios masivos privados dentro de esas relaciones, no pudieron menos que aplaudir. Por supuesto, los medios sólo resaltaban esa parte ‘c’ de la estrategia, pero tampoco lo hacían con argumentaciones, sino con las consabidas y gratuitas cantaletas de “ataques a la libertad de expresión”, “el tirano”, “la dictadura”, etc. Pero no se daban cuenta (y todavía para este momento no parecen haberse percatado) de que en las masas iba surgiendo una actitud cada vez más crítica ni de que estaban quedando cada vez más desnudos ante la vista de las mayorías. Después de esa estrategia inicial, que sólo estaba a cargo del propio Chávez (recuérdese que sus primeros equipos gubernamentales brillaron por su ineptitud en materia comunicacional y parecían estar tan engañados por los medios como las propias masas analfabetas), poco a poco, tal vez demasiado lentamente, comenzaron a proliferar en el bando del gobierno distintas iniciativas dedicadas a lo que en el fondo era un “análisis del discurso” de los medios. No me estoy refiriendo a los mecanismos de lo que llaman “contra-información” o “comunicación alternativa” (entre ellos, la Web “Aporrea.org” debe ser reconocida, especialmente durante los días del golpe de estado y del paro petrolero). Aunque estos mecanismos han venido cumpliendo un papel importante, en realidad se trata la mayoría de las veces de un papel proselitista y de defensa directa del gobierno. Me refiero, en cambio, a esos otros mecanismos de análisis discursivo, aunque no sean nada técnicos, que tienen la virtud pedagógica de ir formando el pensamiento crítico y las capacidades de razonamiento, incluso si sus efectos alguna vez pudieran volverse un boomerang contra eventuales desmanes del mismo gobierno. En esta línea, un caso conocido, polémico y controvertido es el programa “La Hojilla”. No creo que puedan negarse muchas de sus debilidades (sobre todo en el plano de la moderación y del uso del razonamiento), pero, por otra parte, tampoco puede negarse que la sola reposición comentada de muchos de los segmentos previamente transmitidos por los medios privados y cargados de manipulación informativa ha sido de por sí suficiente para neutralizar esa carga. Por más enemigos que tenga, aun en el seno del chavismo, este programa ha logrado dejar en evidencia el engaño y la distorsión proveniente de los más groseros y vulgares programas de opinión de los medios privados (digo esto porque, precisamente, una de las acusaciones contra “La Hojilla” es la de ser ‘grosero’ y ‘vulgar’, acusación que a menudo surge de una cierta actitud del tipo que podría llamarse ‘la Urbanidad de Carreño’, que sólo atiende a los formalismos ‘educados’ y no a las cuestiones de fondo). En todo caso, no se trata aquí de defender o impugnar ese programa, sino de mostrarlo como un caso de alto impacto de esos mecanismos de desmontaje discursivo que han ido surgiendo en el seno de los seguidores del gobierno. Otro ejemplo, que no ha sido tan atacado por su inelegancia, fue el de “Los Roberto”, con un análisis discursivo de cierta técnica, aunque enmarcado siempre en un fondo humorístico-burlesco. En las emisoras oficialistas de radio (especialmente en RNV) hay muchos ejemplos más de estos mecanismos basados en la estrategia de reposición y desmontaje de segmentos transmitidos por los medios opositores. En este sentido, hace más de sesenta años, en un libro titulado Signos, Lenguaje y Conducta (publicado por Losada de Buenos Aires en 1962, p. 264), Charles Morris ya había previsto que Cuando el individuo hace frente a los signos que se le presentan con un conocimiento de cómo operan los signos, le es más fácil defenderse contra la explotación por parte de los demás, así como está mejor capacitado para colaborar con ellos, cuando tal cooperación se justifica. Si se pregunta qué especie de signo le sale al paso, con qué propósito se lo emplea, qué pruebas hay de su verdad y adecuación, su actuación se transformará de respuesta automática en conducta crítica e inteligente. |
6. ¿Quiénes quedan? ¿Quiénes todavía están seriamente convencidos de que se ha cercenado la “libertad de expresión”, que los medios privados están permanentemente amordazados y que el gobierno no cesa en su agresión a los medios? ¿Quiénes todavía a estas alturas se atreverían con sincera convicción a salir a la calle exhibiendo pancartas del tipo “con mis medios no se metan”? Según parece, sólo quedan aquellos que renunciaron a su derecho biológico a estar informados, aquellos que negociaron ese derecho a cambio del derrocamiento de un gobierno elegido por las mayorías, pisoteando así las intenciones de las grandes masas. Quedan aquellos que renunciaron también a sus capacidades de observación y de argumentación. Quedan también aquellas mentes enfermas que no pueden vivir sin sintonizar Globovisión o sin leer El Universal y, en síntesis, sin vivir su día sin despotricar contra Chávez, ya convertido en obsesión. En fin, queda sólo la irracionalidad y el viscero-pensamiento. No es nada nuevo. Entre muchas otras cosas, ya un viejo bolero, sumamente acertado como toda sabiduría popular, había cantado lo que parece ser la actitud hacia los medios por parte de quienes todavía creen en ellos, por parte de quienes renunciaron a su derecho a la información verdadera: Voy viviendo ya de tus mentiras, / sé que tu cariño no es sincero / sé que mientes al besar / y mientes al decir "te quiero" / me conformo porque sé / que pago mi maldad de ayer. / Siempre fui llevado por la mala / y es por eso que te quiero tanto, / mas si das a mi vivir / la dicha de tu amor fingido / miénteme una eternidad / que me hace tu maldad feliz. / ¿Y qué más da? / La vida es una mentira; / miénteme más / que me hace tu maldad feliz.
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