Dijk, Teun, Van (2000): "El surgimiento de los estudios del discurso", en Dijk, T. Van (2000) (Comp.): El Discurso como Estructura y Proceso. Barcelona: Gedisa . Pp. 53-61


 

Bajo diferentes nombres, este estudio moderno del discurso, tal como lo describimos anteriormente surgió en la década de 1960 más o menos al mismo tiempo en diversas disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales. Por supuesto, el texto y el discurso habían sido analizados con anterioridad, por ejemplo en los estudios literarios, en el campo de la historia y de la comunicación de masas, y cuando menos desde que la antigua retórica proporcionó una formulación detallada de las propiedades de la oratoria.

Etnografía

Sin embargo, fue sólo a mediados de la década de 1960 que empezó a tomar cuerpo la idea de un enfoque transdisciplinario más sistemático y explícito. La antropología preparó el terreno con los primeros estudios etnográficos de "sucesos comunicativos" o "mane­ras de hablar" en sus contextos culturales. Puso de relieve el hecho de que los hablantes de una lengua no sólo conocen su gramática, sino que poseen además una competencia comunicativa mucho más am­plia como miembros de una cultura. Los hablantes también compar­ten el conocimiento cultural de las reglas acerca de cómo hablar entre ellos de modo apropiado, por ejemplo, para advertir a alguien de un peligro, contarle una historia o participar de controversias o debates políticos.

Estructuralismo y Semiótica

Inspirado en los formalistas y otros estudiosos rusos de las décadas de 1920 y 1930, el estructuralismo aportó un marco más amplio para el estudio de la narrativa, los mitos, la literatura, las películas cinematográficas y otras prácticas semióticas, primero en Francia y luego en otros países. Estos enfoques tuvieron una gran influencia sobre los análisis estructuralistas de ámbitos que iban más allá de los textos literarios o historias, por ejemplo, el estudio de los medios. Pero habitualmente dichos estudios no daban cuenta de los procesos cognitivos ni de la interacción o las estructuras sociales.

Gramática del discurso

Algunos lingüistas, especialmente los que no pertenecían a la corriente generativista predominante, advirtieron entonces que el estudio del lenguaje excedía la definición de gramáticas formales de oraciones aisladas. Comenzaron a pensar en términos de gramáticas del texto o del discurso y otros enfoques lingüísticos que apuntaban especialmente a la semántica y las relaciones funcionales entre las oraciones. Estudiaron, por ejemplo, en qué reside la coherencia de un texto y cómo se distribuye la información o el foco dentro de los textos. Tal como había ocurrido con los enfoques estructuralistas (literarios, semióticos), de nuevo se dejó de lado el uso concreto del lenguaje y, por consiguiente, las dimensiones sociales del discurso. Sin embargo, estas gramáticas del discurso sí establecieron relaciones con ideas que provenían del procesamiento del discurso en la psicolingüística y la psicología cognitiva.

Sociolingüística y pragmática

Al mismo tiempo, las ciencias del lenguaje dieron origen a dos nuevas líneas de investigación: la sociolingüística y la pragmática. Se publicaron trabajos dedicados al estudio de la naturaleza discursiva del uso del lenguaje, los actos de habla y la interacción verbal. Tal como sucedió en la "etnografía de la comunicación" que mencionamos anteriormente, los nuevos enfoques no se conformaban con una descripción formal de las estructuras del discurso, sino que subrayaban la necesidad de estudiar el lenguaje concreto en sus contextos sociales y culturales variables.

Etnometodología

A fines de la década de 1960, surgió una nueva rama de la microsociología fenomenológica denominada "etnometodología" que comenzó a estudiar el riquísimo campo de la interacción cotidiana, especialmente en la conversación. Analizaba en detalle fenómenos tan evidentemente cotidianos como el cambio de turnos en una conversación y el tipo de interacción social implícito en tal conversa­ción. Este enfoque estaba llamado a tener una influencia extraordi­naria en muchas otras disciplinas: el análisis de la conversación pasó a ser uno de los campos principales de la nueva transdisciplina de los estudios del discurso. En este enfoque se establecieron pocos vínculos con la lingüística formal y los estudios de la cognición del texto o la conversación y se mantuvo cierta distancia con respecto a otros enfoques (macro) sociológicos clásicos que intentaban dar cuenta de la estructura social.

Psicología cognitiva

Unos años más tarde, a principios de la década de 1970, como respuesta a interrogantes que se planteaban sobre el aprendizaje y la adquisición de conocimiento, la psicología cognitiva y la educativa iniciaron sus exitosas e influyentes investigaciones acerca de los procesos mentales involucrados en la comprensión de textos. Dentro del marco de lo que luego sería la "ciencia de la cognición", se hicieron estudios que recurrían a la simulación en ordenador del proceso de comprensión de textos y se comenzó a investigar el papel del conocimiento en el campo de la inteligencia artificial. Como dijimos antes, algunos de estos trabajos integraban conceptos e intuiciones prove­nientes de la lingüística textual.

Psicología social y psicología discursiva

Sorprendentemente retrasada, pese a la atención que había prestado a muchos fenómenos pertinentes al discurso (como la socia­lización, la persuasión y la atribución), la psicología social sólo se incorporó a estos estudios a fines de la década de 1980. Sin embargo, en razón de la importancia obvia del discurso en la interacción social y en la construcción de representaciones sociales, algunos psicólogos sociales desarrollaron una "psicología discursiva" propia, especial­mente en Gran Bretaña. Partiendo del paradigma cognitivo predomi­nante e inspirados en los principios de la etnometodología, destacaron en particular la realización interactiva de fenómenos psicológicos como la comprensión, la explicación, las opiniones y las ideologías.

Estudios de la comunicación

Lentamente, a lo largo de las décadas de 1970 y 1980, en las diversas ramas de los estudios de la comunicación fue creciendo la conciencia sobre la utilidad del análisis detallado del discurso tal como este aparecía en los mensajes de los medios masivos y en las comuni­caciones interpersonales, interculturales y comerciales. De hecho, cabe esperar que la superposición actual entre los temas de interés propios del estudio del discurso y de la comunicación se resolverá en el futuro en una integración más cabal, incluso en una fusión de estos distintos enfoques de la comunicación y el uso del lenguaje.

Otras disciplinas

Observaciones similares pueden hacerse acerca del surgimiento del análisis del discurso en otras disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales. Así, es interesante hacer notar que el estudio de la interacción en los tribunales convocó la atención no tanto de los estudios legales sino de la sociología y la psicología social de la conversación y de la interacción. Por otra parte, apenas era necesario recordar a los historiadores la índole textual de la mayor parte de sus fuentes, así como los aspectos narrativos de la historiografía, o el caso de la teología, que estudia la Biblia y otros textos sagrados. De hecho, en esta larga lista de disciplinas que se ocupan del discurso, sólo la ciencia política parece estar sistemáticamente ausente. No obstante, casi no es necesario decir que el texto y la conversación son partes centrales y constitutivas del proceso político. En lugar de un análisis detallado del discurso político, existe en cambio una rica tradición de estudio de la comunicación y la retórica en la política, tradición que se remonta por lo menos a la retórica de Aristóteles y otros autores de la retórica clásica.

Diversidad e integración

Tal como ocurre en otros nuevos campos del estudio académico, como la bioquímica o la ciencia cognitiva, los esfuerzos interdisciplinarios a menudo producen formas muy interesantes de renovación teórica. Del mismo modo, los entusiastas descubrimientos relativos al fascinante mundo del discurso y su contexto sociocultural acaecieron en las fronteras de las disciplinas establecidas, allí donde la fertilización cruzada teórica y metodológica es más intensa.
Sin embargo, como resultado de las distintas filosofías, enfoques y métodos propios de las "disciplinas madre", los diversos avances en el análisis del discurso casi no dieron origen a una empresa unificada. Es verdad que los gramáticos del texto y los psicólogos de la cognición lograron entenderse y trabajar juntos. Y que pronto ocurrió lo mismo con la microsociología, la sociolingüística y la etnografía. Pero existían, no obstante, vastas zonas del estudio del discurso que permane­cían aisladas, como fue el caso de la estilística, la retórica y los estudios de la argumentación.
No se establecieron vínculos evidentes, como el que se verifica entre la mente y la interacción, de modo que la mayor parte de los enfoques psicológicos y sociales del discurso se mantuvieron separa­dos entre sí hasta el día de hoy. En los estudios de la coherencia en las conversaciones, se dejaron de lado ciertas ideas relativas a la coherencia de los textos escritos y viceversa. En el estudio de textos escritos a menudo no se tuvieron en cuenta las estrategias de interacción en la conversación en situación. Nociones fundamentales, como la de "sentido", se abordaban de manera totalmente distinta en la semán­tica del discurso, en la psicología cognitiva y en la sociología y etnografía de la interacción.

Hubo otras lamentables formas de fragmentación debidas a las barreras idiomáticas, especialmente las que separaban el análisis del discurso en el mundo de habla inglesa y en el de habla francesa. Más tarde o más temprano, algunos famosos autores estructuralistas y postestructuralistas franceses se dieron a conocer en inglés e incluso se pusieron de moda internacionalmente, en especial en las ramas más literarias y filosóficas de los estudios del discurso. Los trabajos provenientes de Italia, España y América Latina siguieron inicialmente la orientación de los enfoques franceses. La orientación más analítica y empírica propia de la mayor parte de los estudios escritos en inglés ejerció poca influencia en el mundo latino. A la inversa, los que escribían en inglés raramente leían trabajos escritos en francés, alemán o ruso. Así, en buena parte sin proponérselo, los investigadores en los Estados Unidos o Gran Bretaña expresaron y reprodujeron la hegemonía cultural de la tradición académica en inglés. Lamenta­blemente, ocurre lo mismo con este libro.
No obstante, pese a esta diversidad en el vasto territorio "transdisciplinario" de los estudios del discurso, se pueden observar en la última década muchos intentos de integración. En el caso del estudio del "aspecto mental" del discurso, la ciencia de la cognición aportó un marco unificado para la integración y mutua inspiración de los enfoques lingüísticos, cognitivos, neurológicos, lógicos y filosóficos formales. En el aspecto sociocultural, el interés común por la interacción social y la conversación situadas exigió una síntesis y estimuló un interés mutuo entre los estudiosos que trabajaban en el campo de la pragmática, la sociolingüística, la sociología y la etnografía.

Algunos investigadores jamás aceptaron la honda división que se hacía entre la cognición por una parte y la interacción, la sociedad y la cultura por la otra y promovieron el estudio de la antropología cognitiva y de la cognición social como base del análisis del discurso que, para ellos, entrañaba una dimensión sociocultural y otra cognitiva.

En síntesis, por un lado los estudios del discurso reprodujeron parcialmente las bien conocidas limitaciones propias de las disciplinas especializadas o las divisiones arbitrarias propias del trabajo y las esferas de interés de los investigadores (como las que separa a los psicólogos cognitivos de los psicólogos sociales o a los sociólogos de los etnógrafos). Por otro lado, definieron un dominio de estudio que por sí mismo promovió la influencia y la integración transdisciplinaria. Por consiguiente, pese a la especialización habitual, cabe esperar en el futuro una mayor integración de las diversas orientaciones de los estudios del discurso. Esta será la situación especialmente cuan­do los investigadores jóvenes ya no estén formados tan sólo en una de las disciplinas madre que hemos mencionado, sino en el análisis del discurso como disciplina independiente. Para ellos, definir gramáti­cas, analizar la cognición o estudiar la interacción o las estructuras sociales no serán ya tareas correspondientes a distintos campos, sino, simplemente, diferentes aspectos de una única empresa académica compleja: describir y explicar el discurso.

Los principios del análisis del discurso

Una vez expuestas las distintas propiedades del discurso y los correspondientes dominios del análisis del discurso, es necesario hacer un resumen de los principios básicos de nuestra "práctica". Pese a la enorme diversidad de enfoques y métodos utilizados, todas las disciplinas, incluso las ciencias transdisciplinarias como el estudio del discurso, se ajustan a ciertas normas que los investigadores deben atender para que sus trabajos sean "apropiados" en ese dominio. Algunas de estas normas surgieron como reacción crítica en contra de los paradigmas dominantes en las respectivas disciplinas madre. Lo que implica que estas normas son históricas y pueden cambiar. Si bien cada uno de los principios normativos que expondré a continuación exigiría una larga explicación, me limitaré aquí a resumirlos y remitir al lector a los capítulos correspondientes de este mismo libro donde podrá encontrar una exposición pormenorizada y los ejemplos pertinentes. En algunos casos, sin embargo, indico brevemente mi propia posición (crítica) frente a los principios en boga en la actualidad.

1. Texto y conversación naturales. Tal vez la actitud omnipresente en los estudios del discurso sea el interés prácticamente excluyente por la conversación y los textos tal como estos ocurren natural­mente. A diferencia de las investigaciones de la lingüística formal y la filosofía, se evitan aquí los ejemplos inventados o construidos (co­mo los que presenté en este capítulo) y se prefieren ejemplos o corpora de "datos reales", como grabaciones de vídeo o audio de conversaciones o textos concretos extraídos de los medios masivos de comunicación o del ámbito educativo. En principio, los datos no se corrigen ni se "higienizan": se estudian "como son", es decir, en estrecha relación con su apariencia o utilización concreta en los contextos originales.

2. Contextos. El discurso debería estudiarse como parte constitutiva de sus contextos local y global, social y cultural. En la conversación y en los textos hay muchas indicaciones de su pertinencia contextual, lo que obliga a observar y analizar en detalle las estructuras del contexto también como consecuencias posibles del discurso: las situaciones, los participantes y sus papeles comunicativos y sociales, sus metas, el conocimiento social pertinente, las normas y valores, las estructuras institucionales u organizativas, etc. Pese a que todos reconocen en general la importancia del análisis contextual, se trata de un principio más pregonado que practicado concretamente.

3. El discurso como conversación. Mientras que la mayor parte de los estudios tempranos del discurso, como los realizados en la literatura o los medios, se interesaba en los textos escritos, la mayor parte de los estudios contemporáneos del discurso se orienta hacia el análisis de la interacción verbal tal como se presenta en las conversaciones informales y en otros diálogos más formales o institucionales. En efecto, a menudo se considera que la conversación es la forma
básica o primordial del discurso. Por otro lado, si bien esta nueva orientación de los estudios del discurso fue una reacción ante el olvido en que quedó relegada la conversación cotidiana y mundana, esto no debería llevar a un abandono similar del vasto dominio de los textos escritos (a veces igualmente mundanos y cotidianos) en la sociedad.

4. El discurso como práctica social de los integrantes de un grupo. Tanto el discurso hablado como el escrito son formas de la práctica social en un contexto sociocultural. Los usuarios del lenguaje participan del discurso no sólo como personas individuales, sino también como miembros de diversos grupos, instituciones o culturas. Así, a través del discurso, los usuarios del lenguaje pueden realizar, confirmar o desafiar estructuras e instituciones sociales y políticas más amplias.

5. Las categorías de los miembros de un grupo. Una de las prácticas más difundidas, especialmente en el análisis de la conversación, es la de no "imponer" nociones ni categorías preconcebidas propias de los analistas sino (también) respetar las maneras como los mismos miembros de un grupo interpretan, orientan y categorizan las propiedades del mundo social y su conducta dentro de este mundo, incluido el discurso. Evidentemente, este principio no debe interpretarse en el sentido de que los analistas no van más allá de las categorías del sentido común de los usuarios del lenguaje, ni tampoco en el sentido de que no deben desarrollar teorías que den cuenta sistemática y explícitamente del discurso como práctica social.

6. Secuencialidad. Tanto en la producción como en la comprensión de la conversación y el texto, la práctica del discurso es fundamentalmente lineal y secuencial. Esto implica que, en todos los niveles, las unidades estructurales (oraciones, proposiciones, actos) deben describirse e interpretarse en relación con las precedentes, como ocurre, evidentemente, en las diversas formas de coherencia. Esta relatividad del discurso supone además funcionalidad: los elementos que aparecen más tarde pueden cumplir funciones especiales con respecto a los que aparecen primero. También implica que, tanto en el plano mental como en el interaccional, los usuarios del lenguaje operan de un modo "en línea" o "permanente", es decir, de manera tentativa, posiblemente errónea, pero siempre con la oportunidad de reinterpretar o reparar las actividades e interpretaciones previas.

7. Constructivismo. Además de secuencial, el discurso es constructivo en el sentido de que sus unidades constitutivas pueden utilizarse, comprenderse o analizarse funcionalmente como elementos de unidades superiores y más amplias, proceso que da origen a estructuras jerárquicas. Esto es válido para las formas, así como para el sentido y la interacción.

8. Niveles y dimensiones. Los analistas del discurso suelen analizarlo en diversas capas, dimensiones o niveles y relacionar estos niveles entre sí. Estos niveles representan distintos tipos de fenómenos como los sonidos, las formas, los sentidos o la acción. En cambio, los usuarios del lenguaje operan estratégicamente con varios niveles o dimensiones del discurso al mismo tiempo.

9. Sentido y función. Tanto los usuarios como los analistas del lenguaje persiguen el sentido. En los procesos de comprensión y de análisis formulan preguntas como estas: "¿Qué quiso decir aquí?" o "¿Qué sentido tiene tal cosa en el contexto en cuestión?" Como ocurre con otros principios, este tiene implicaciones funcionales y explicativas: "¿Por qué se dice/se significa tal cosa en este momento?"

10. Reglas. Se supone que el lenguaje, la comunicación y el discurso están gobernados por reglas. La conversación y el texto se analizan como manifestaciones o implementaciones de reglas gramaticales, textuales, comunicativas o interaccionales. Al mismo tiempo, sin embargo, el estudio del discurso concreto se concentra en cómo se pueden violar, pasar por alto o modificar esas reglas y qué funciones discursivas o contextúales cumplen tales transgresiones reales o aparentes.

11. Estrategias. Además de aplicar reglas, los usuarios del lenguaje también conocen y emplean estrategias mentales e interaccionales expeditivas en el proceso de comprensión o producción del discurso y en el proceso de consecución de sus metas comunicativas o sociales. La relevancia de las estrategias puede compararse con el juego del ajedrez: para poder jugar, los ajedrecistas deben conocer en primer lugar las reglas, pero también recurren a tácticas, estratagemas y movidas especiales dentro de una estrategia global destinada a defenderse o a ganar.

12. Cognición social. No menos importante, aunque menos reconocido, es el papel fundamental que desempeña en la producción y comprensión del texto y la conversación la cognición, es decir, los procesos y representaciones mentales. Muy pocos aspectos del discurso (sentido, coherencia, acción, etc.) pueden comprenderse y explicarse como corresponde sin remitirnos a la mente de los usuarios del lenguaje. Además de los recuerdos y experiencias personales de
sucesos (modelos), las representaciones socioculturales compartidas (conocimientos, actitudes, ideologías, normas, valores) de los usuarios del lenguaje como miembros de un grupo también desempeñan un papel fundamental en el discurso, así como en su descripción y explicación. De hecho, en muchos sentidos, la cognición constituye una interfaz entre el discurso y la sociedad.