En: Bertucelli, Marcela (1996): Qué es la Pragmática. Buenos Aires: Paidós, pp. 257-260

 

 

El modelo de De Beaugrande-Dressler

 

 

 

 

 

El análisis del texto propuesto por De Beaugrande-Dressler 1981 se sitúa declaradamente en el ámbito de los estudios sobre el uso del lenguaje. Para los autores, el texto es el resultado de un proceso comunicativo que no puede prescindir ni de los aspectos más estrictamente lingüísticos ni de los aspectos relativos al contexto de producción. Dicho proceso comunicativo está encaminado a comprender las actitudes de quien lo produce y de quien lo recibe, así como el marco comunicativo.

El estudio de las unidades para el análisis del texto es una cuestión central en la investigación. Sin embargo, ésta no presenta el fin primordial del planteamiento de Beaugrande y Dressler en la lingüística general. Esto no significa que la lingüística textual pertenezca necesariamente al dominio de la ejecución, si por ejecución se entiende la sistematicidad y exclusividad que caracterizan a los eventos comunicativos concretos. Al contrario, la investigación de los principios generales y de procesos mentales subyacentes a la producción y recepción del texto nos conduce a una "competencia de la ejecución", que en la ejecución encuentra su propia actualización.

El texto se define como una unidad comunicativa que satisface siete criterios de textualidad: a) cohesión, b) coherencia, c) intencionalidad, d) aceptabilidad, e) informatividad, f) situacionalidad, g) intertextualidad.

De ellos, los dos primeros se centran en el texto, (c) y (d) están orientados hacia el hablante/escritor y el oyente/lector; (e) y (f) emplazan el texto en la situación comunicativa y (g) hace referencia a la definición de los diversos TIPOS textuales.
1. La cohesión concierne al modo en que los elementos del texto están relacionados entre sí "en superficie", tal como los percibimos. El grado de cohesión textual se manifiesta en la sintaxis superficial del texto: la repetición de algunos elementos en forma de pronombres, las paráfrasis, la unidad temporal-aspectual, los paralelismos son todos ellos fenómenos que garantizan la cohesión del texto (el estudio más completo sobre fenómenos de cohesión es obra de Halliday y Hasan 1976). Desde la perspectiva de estudio de Beaugrande y Dress-ler, tiene sentido preguntarse cuál es la función cognitiva de la cohesión textual. La mente humana tiene una capacidad limitada de retener en la memoria operativa (o de trabajo) los elementos que percibe por vía óptica o acústica. Estos elementos se organizan provisionalmente según su distribución superficial y la importancia que les atribuye la sintaxis. No se analizan en relación con los conocimientos del mundo depositados en la memoria humana. Los instrumentos que garantizan cohesión al texto son medios que contribuyen a la economía de la operación y permiten analizar de la forma más rápida posible el texto en cuestión.

Así, por ejemplo, la distribución de los artículos determinado e indeterminado ayuda al lector/oyente a buscar respectivamente atrás o adelante la información a la que se refieren, mientras las distintas formas de anáfora referidas al sujeto gramatical de la primera frase del texto siguiente permiten identificarlo como tema constante:

113. "Sobrevino de repente un elefante. El paquidermo avanzaba lentamente hacia nosotros, que lo teníamos a poca distancia. Sólo cuando lo vimos dar media vuelta no nos sentimos completamente a salvo. Un animal de esas dimensiones siempre produce respeto".

2. La coherencia se manifiesta en un nivel más profundo mediante la continuidad de sentido que caracteriza un texto. Esta continuidad afecta a la estructura semántica y, en términos cognitivos, a la estructura lógica y psicológica de los conceptos expresados.

Los conceptos que van apareciendo en el texto se elaboran en función del fin que se persigue con ese texto, pero globalmente la elaboración procede de la investigación de "centros de control", de los puntos estratégicos más importantes que nos permiten entender la unidad y la continuidad del texto. Los centros de control más probables son los conceptos primarios como objetos, situaciones, acontecimientos y acciones. Después están los conceptos secundarios como el estado, el agente, el objeto de la acción, la relación, el tiempo, el atributo, la localización, el movimiento, el instrumento, la causa, la cantidad, la modalidad, etc.

Existen también esquemas que funcionan como centros de encuadramiento de determinados conocimientos y que, por su alta frecuencia, se memorizan y permiten efectuar alguna previsión sobre el sentido que deben recibir algunos conceptos introducidos en el texto. Se trata de los "marcos" (por ejemplo, "fiesta de cumpleaños") en los que se indican algunas relaciones típicas aunque no su frecuencia, los guiones (por ejemplo, "en el restaurante") o también los esquemas fijos que contienen información sobre determinadas secuencias de acontecimientos. Si un texto proporciona un sentido mediante la interacción entre los conocimientos introducidos y los conocimientos memorizados, el estudio de la coherencia textual se relaciona con el estudio de la psicología del conocimiento y revela la naturaleza del texto como producto de actividades cognitivas.

3. El tercer criterio de textualidad propuesto por De Beaugrande y Dressler, la intencionalidad, se refiere a la actitud de quien produce un texto coherente respecto a los objetivos que persigue o a la realización de un proyecto determinado.

4. El cuarto criterio, la aceptabilidad, se refiere al receptor; éste recibe un texto claro y coherente, elaborado con una intención determinada, en un contexto sociocultural concreto; si no sucede así, la comunicación resulta afectada. La aceptación del receptor prevé: una tolerancia en determinadas alteraciones comunicativas, así como la búsqueda de una cohesión y una coherencia allí donde éstas parecen faltar.

Intencionalidad y aceptación son conceptos también presentes en el Principio de cooperación formulado por Grice en 1975, según el cual un oyente es más propenso a buscar significados implícitos que a juzgar un texto oscuro e incoherente.

5. El quinto criterio de textualidad es la informatividad. Con este término se hace referencia al grado de predicción o probabilidad de determinados elementos o informaciones que aparecen en el texto. La informatividad está vinculada cognitivamente a la atención: los textos con mayor carga informativa requieren una atención mayor que los textos fácilmente predecibles. Por otra parte, la elaboración de un texto rico en información nueva exige mayor esfuerzo y resulta más interesante; como consecuencia, en un texto de este tipo la coherencia y la cohesión requieren una cierta cantidad de repeticiones (de la información introducida) para que la comprensión no resulte dificultosa.

La estructuración de un texto está regida por un equilibrio justo entre informaciones nuevas e informaciones conocidas.

6. La situacionalidad es el sexto criterio de textualidad y se refiere a la importancia de un texto en el interior de una situación comunicativa concreta.

7. Finalmente, la intertextualidad pone en relación el texto con los demás textos con los que establece relaciones de significado. Este criterio permite reconocer el texto como perteneciente a un tipo determinado (por ejemplo, crónica deportiva, ensayo crítico, entrevista, etc.).

Estos criterios se definen como principios constitutivos de la comunicación por medio de textos: si no se satisfacen uno o más criterios, si la comunicación resulta comprometida, el texto se considera un no-texto.

Existen también tres principios regulativos que no definen, sino controlan, la comunicación textual:

1) la eficiencia, que depende del grado de compromiso que el texto exige a los participantes;

2) la eficacia relativa a la capacidad del texto de crear una impresión en el receptor y de favorecer el cumplimiento de un fin;

3) la propiedad, que es consecuencia de la relación entre el contenido expresado y los modos en que se satisfacen las condiciones de textualidad.