http://www.geocities.com/CollegePark/5025/mesa4d.htm

 

Red Nacional de Investigadores en Comunicación

III Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y prácticas"


Significaciones imposibles

Alejandro Raiter

Instituto de Lingüística - UBA

La producción social de sentido puede caraterizarse dentro de una red de referencias sociosemióticas (Sigal y Verón, 1985); ya que este sistema de referencias, expresado en el discurso dominante (Raiter, 1993) es el que califica los discursos posibles en función de la distancia que esas apariciones significativas establecen con él. Esta calificación forma parte de la significación de cada discurso porque se activa en el momento de la recepción, ya que el sistema de referencias está alojado en la memoria de los receptores/destinatarios. La reconstrucción del dd es tarea del analista para formular hipótesis sobre la significación en la recepción; es decir avanzar en la determinación del sistema de creencias de cada hablante en ese momento virtual, para establecer qué condiciones son las que determinarán a su vez la interpretación del estímulo lingüístico.

Un discurso crea un efecto de campos posibles; esto es, la determinación del significado no es controlable por el emisor del discurso en cada receptor, y tampoco por el analista. Estos campos posibles están determinados precisamente por el dd; conociéndolo, el analista puede establecer qué lecturas son posibles. Su presencia en el sistema de creencias/ memoria de largo plazo (v. Dijk, 1984, 1987 y otros) de un oyente permite que una interpretación/ una hipótesis del sentido de un texto sea posible.

Además el dd nos permite entender, negativamente, qué lecturas no pueden hacerse de un texto, entendido él también como portando un significado (o varios) posibles en el momento de la evaluación/ representación. Avanzaremos ahora en mostrar los mecanismos discursivos que limitan las posibles interpretaciones a un número calculable.

1.

El discurso dominante, al quedar definido como un sistema de referencias social e inconscientemente aceptado, funciona como mecanismo de regulación de la circulación de significados posibles, es decir, funciona como límite y apertura de las posibles interpretaciones que pueden realizarse a partir de textos- estímulo. Sobre la mente de los receptores no solo actúan los signos ideológicos presentes en el estímulo, portando el valor que adquieren por su posición sintagmática en el texto, sino que además el d.d. es el que otorga los valores posibles que un signo puede tomar. En este sentido podemos decir que funciona como un verdadero aparato ideológico, de existencia no institucional, ya que limita la representación social de sentido; no es aparato represor ya que no impide (consciente y abiertamente) la producción y utilización de signos ni el otorgamiento y/o cambio de su valor en cada emisión concreta.

2.

Es cierto que un discurso crea un efecto de campos posibles: la indeterminación relativa del sentido expresa concretamente que el emisor no puede controlar qué interpretará el receptor, ni de qué modo puede variar durante la circulación el sentido original, el pensado en el momento de la emisión, el sentido del hablante, en palabras de Searle (1969, 1973 y otros). Sin embargo, esta variación no solo es relativa sino además limitada, no cualquier sentido puede ser evocado a partir de cualquier estímulo: el d.d. es el que establece los estrechos límites a la labor de interpretación/ construcción de una representación.

No es sencillo determinar por el analista qué quiere decir un discurso, indagar sobre su significado en el momento en que el receptor realiza un proceso mental inconsciente (de modo no voluntario) para construir una representación a partir de un estímulo particular; sin embargo, al ser el d.d. socialmente definible y sociohistóricamente determinable, sí puede establecerse qué interpretaciones no son posibles en un momento histórico concreto. Parafraseando a de Saussure podemos decir que si bien no podemos determinar qué significado preciso tiene un texto - estímulo, sí podemos afirmar qué no puede significar. Así un mensaje periodístico en el que el actual ministro del área invitara a una mayor eficiencia por parte del sistema educativo no es interpretable como que debe abocarse a erradicar el analfabetismo y semianalfabetismo: sólo puede ser interpretado como alguna forma de "mejoramiento" de la utilización de los recursos, tendiente a la disminución del gasto.

3.

Watzlawick (1981) ya había comentado la posibilidad de invención de la realidad: comenta, por ejemplo, el caso en que dos periódicos de Los Ángeles anunciaron que escasearía la nafta en esa zona. Las autoridades, sin embargo, no pudieron procesarlos por difundir información falsa: efectivamente, como profecía autocumplida, las colas ante surtidores, de automovilistas ansiosos por llenar sus reservas, provocaron el anunciado desabastecimiento...

La preocupación de nuestro autor, referida a la labor de psiquiatras y psicoanalistas, funciona alrededor de cómo creemos los seres humanos en la veracidad referencial de los estímulos lingüísticos ante la imposibilidad de contrastación empírica con la realidad extradiscursiva; creencia que se extiende a los casos en que esta contrastación sería posible pero inútil, ante la fuerza de la invención presente en un discurso. Para nosotros el problema radica en que esta contrastación sí se realiza en realidad, solo que dentro del sistema referencial (creencias) presente en las mentes de los miembros de la comunidad lingüística. Este sistema es lo suficientemente fuerte y definido como para no necesitar contrastación alguna con la realidad extradiscursiva (no inventada) y aun para determinar, en todo caso, qué búsqueda sería necesaria. Sistema de creencias en cuanto a su funcionamiento mental, el d.d. puede hacer estéril cualquier intento de salir de él, ya que todo nuevo estímulo será indefectiblemente con él conectado para favorecer una representación mental en particular. También podemos afirmar que este análisis de la recepción es solo la mitad de la historia: dado que este sistema también funciona en el momento de la producción en la mente del emisor, también funcionará como mecanismo de autocensura.

4.

Tenemos en la Argentina en este momento una gran posibilidad de elaboración y producción discursiva sin que el aparato represor del Estado intervenga activamente impidiendo la circulación ni la emisión de signos. Múltiples editoriales, diarios, revistas, radios de diferente potencia, canales de TV con diferente alcance compiten por la audiencia, con la sola limitación de su autofinanciación. Confundiéndose con cualquier otra empresa o iniciativa estatal o privada, ofrece sus productos para un mercado consumidor ávido, que devora, en la medida de sus posibilidades, los productos escasos que se le ofrecen. Sin embargo esta aparente libertad de oferta tiene serias limitaciones, la diversidad de hechos mostrados y la cantidad de relatos ofrecidos no presenta pararrealidades discursivas diferentes: el mercado atiende el consumo de los habitantes, no sus necesidades. Obviamente el funcionamiento actual del dd está relacionado con esta conversión de los usuarios/ ciudadanos en consumidores: lo que pretendemos mostrar aquí es un aspecto, la limitación discursiva que imponen las condiciones de circulación de signos ideológicos.

4.1. Durante la dictadura militar los hablantes - receptores podíamos esperar, entre temerosos y confiados, ya que atribuíamos la escasez de signos y la autorreferencialidad permanente de los discursos presentes en los medios como producto de la censura a la producción, o a la necesidad de autopreservación física de los emisores. Como consumidores, en realidad, ya que la posibilidad de comportarnos como ciudadanos estaba fuera de este circuito comunicativo (como de otros) nos empeñábamos por encontrar en alguna emisiones veladas manifestaciones del dialogismo, que luego demostramos como analistas que el propio sistema impedía.

Más tarde, en los primeros momentos de la apertura democrática, nos preocupamos por lo que suponíamos manipulación de un grupo de periodistas, comunicólogos y políticos profesionales, de los signos que nos ofrecían. Entendíamos manipulación como una actividad teleológica: la conformación de un relato con el objetivo preestablecido de lograr que los receptores nos formáramos una determinada representación de la realidad, independientemente de los hechos que simultáneamente nos presentaban.

Vayamos por partes

5.

En la medida en que el país soportaba la dictadura, sin analizar la comunicación durante ese periodo, que ha sido abundantemente tratada, el analista se conformaba con analizar las características del discurso autoritario, atribuyendo a la censura la disociación entre la pararrealidad construida en los medios, y los datos que conocía por otras fuentes, ya que, como es sabido, no circularon libremente los signos ideológicos durante ese periodo.

En el periodo inmediato posterior, atribuíamos a la manipulación, a la permanencia dentro de los sistemas de difusión y de comunicación de personajes/ comunicadores del periodo anterior, cuando entendíamos que la disociación antes mencionada se mantenía. Por otro lado, la lucha por el poder decir se daba por la posesión, por el control de determinados medios, y de ellos decíamos que tenían diferente orientación. En las distintas Facultades, como finalización de cursos de comunicación y análisis del discurso en particular, pulularon las monografías que intentaban demostrar la diversa "ideología" entre diferentes medios, y, por supuesto, entre comunicadores. Diferencia que podíamos expresar básicamente por el diferente material contenido, por la importancia relativa que otorgaban en tiempo de emisión o centímetros a diferentes "hechos".

La situación, algunos años después, con más reflexión, pero también con más, muchos más emisores, nos permite avanzar en este "mapeo" comunicacional. Por un lado muchos de los emisores que criticaban la actuación de algunos de los locutores, en el momento de tener en sus manos (en su voz) la capacidad de enunciar, repitieron el mismo sistema de referencias que utilizaban aquéllos a quienes criticaban, por otro, criticando a otros emisores o a interpretaciones presentadas de sus dichos, en ningún momento los nuevos comunicadores sociales que permitió la democracia pudieron tener la iniciativa discursiva, siempre la propuesta de ejes/ tópicos y los enfoques de los temas en discusión/ circulación vino desde otro lado.

6. Los hechos

Los hechos de la realidad, y por supuesto entendemos los enunciados como tales, no entran en contacto con las neuronas de nuestro cerebro en forma directa, sino a través de los sentidos. Más allá de discusiones epistemológicas acerca de las posibilidades concretas que tenemos los seres humanos de conocer la realidad y la verdad, los hechos, los enunciados, no entran en una mente o cerebro neutra y vacías como tales, no es una simple transposición, traslado o traducción de hechos a representaciones mentales, sino que para formar parte de esas representaciones debe producirse primero una mediatización, es decir que la incorporación se produce a partir de lo que Verón llama su semiotización: la incorporación de por sí es significativa.

En un momento determinado, tomado como un corte, un estímulo cualquiera será procesado por nuestra mente a partir y a través de un sistema de creencias ya formado, ya que la incorporación (en la memoria semántica o de largo plazo) no se produce por simple acumulación de acuerdo a un orden de llegada, sino que las representaciones están ordenadas y jerarquizadas. Menuda tarea será entonces poder realizar una taxonomía de los estados mentales que corresponden a otras tantas creencias para determinar con exactitud qué es lo que corresponde a un sistema concreto de uno o varios individuos en un momento concreto. En cambio sí puede demostrarse que los hechos por sí solos no pueden desmentir ni confirmar las creencias ya que esta confrontación se produce a través de un filtro que los mismos sistemas establecen.

7.

En la campaña electoral de 1989, y a modo de ejemplo, varios medios se entretenían en parte de sus enunciados en remarcar la contradicciones de uno de los candidatos, el actual presidente Carlos Menem. Este señor, quien solía usar patillas y poncho, y que provocaba hilaridad y simpatía en estos mismos medios, no fue tomado muy en serio hasta que derrotó en la elección interna del PJ a Antonio Cafiero y la renovación democrática y presentable del peronismo. Independientemente de las apariciones en los medios que, insistimos, machacaban sus contradicciones, incoherencias, e incompletitudes de sus dichos y actitudes, se impuso con bastante holgura en las elecciones nacionales, y su popularidad fue en constante ascenso en los primeros tiempos de su gobierno, renovó su éxito electoral con más del 50% de los votos en 1995, sin que haya disminuido sensiblemente hasta ahora.

Se ensayaron varias explicaciones en ese entonces, como su carácter farandulero, mujeriego y jodón para explicar su capacidad de penetración e instalación definitiva como posible, creíble, en los sistemas de creencias a pesar de sus contradicciones. Nuestra hipótesis es que estas supuestas contradicciones no fueron percibidas como tales en absoluto, precisamente porque formaba (y forma) parte de una significación imposible, para, por ejemplo, nuestro actual sistema de creencias.

6.1 Excurso

Por supuesto que cuando hablamos de sistemas de creencias, sentido común, imaginarios sociales y otras frases nominales que utilizamos como sinónimos, estamos utilizando conceptos que no refieren a sistemas homogéneos, aunque pueda parecer así en la argumentación que estamos realizando. Ya hemos explicado en otro lugar (Raiter, 1992) que necesariamente deben ser heterogéneos, retomando, por otra parte, la gran tradición en la literatura filosófica y politológica existente.

6.2

¿De qué contradicción podríamos estar hablando? ¿De la existente entre la promesa de que "..con la democracia se come, se cura y se educa.." y el primer plan de ajuste de la era democrática, el Plan Austral? ¿O de la existente entre la CONADEP y los anuncios de los proyectos de ley del punto final y la obediencia debida? ¿Por qué serían más percibibles las (mucho más abstractas y para el futuro posible) de Menem? Por otro lado entre dos posibilidades, una que prometía más ajuste, la de Angeloz, candidato radical, y otra que no lo prometía, lo que se eligió es una opción, más vaga, que lo criticaba.

Es muy común hablar de la importancia del contexto en el momento de realizar un análisis de la significación de un discurso, pero no es tan común tenerlo realmente en cuenta cuando los realizamos. Los dichos (hechos) del, en ese momento, candidato eran procesados, mediatizados por el sistema de creencias, como parte del espectáculo político, lugar donde el término lógico contradicción (a es igual a b, y a no es igual a b) no existe, no puede ser interpretado. En efecto, dentro de los sistemas de creencias no es lícito, dada su organización jerárquica, cambiar arbitrariamente las cosas de lugar, y así como nuestro discurso igualitario y democrático en público es compatible con una actitud machista y discriminatoria en lo privado, que son esferas diferentes, lo político no está en la misma esfera que lo cotidiano, y desplantes que no toleraríamos a nuestro hermanito menor, podemos tolerarlos y valorarlos más o menos positivamente en un político.

En los actos de "promesa de la bandera", los niños de 4to grado siguen cumpliendo con el ritual utilizando la vieja fórmula que incluye aquello de que "..no fue jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor.."; dado que la mayoría de los niños no se convierte en esquizofrénica, y estando presente la memoria histórica de Malvinas, debemos concluir que el significado victorioso que supuestamente tendría el enunciado citado de la fórmula, en realidad no lo tiene, hay una significación imposible: después de todo muchas cosas que se dicen en la escuela no tienen mayor importancia en la vida práctica.

Estos ejemplos no pretenden ahondar en los diferentes juegos en que entramos los hablantes utilizando el aparentemente homogéneo lenguaje, sino mostrar con claridad que lo que llamamos significados imposibles existe, que es real y no virtual, y que conociendo adecuadamente la instancia de la enunciación (real/ posible), el dd, es determinable para un enunciado con claridad qué es lo que no puede jamás significar, con gran precisión, sin ambigüedades de ningún tipo, aunque no pueda determinarse con la misma precisión qué es lo que sí significa.

8.

Esta delimitación nos permitiría abordar de otro modo y con mayor seguridad los estudios sobre el significado de los enunciados, y avanzar en importantes aspectos cognitivos de la comprensión del lenguaje.

Si aceptamos, junto con v. Dijk y Kintsch, que los primeros pasos en la comprensión de un discurso por parte de un oyente cualquiera, es aprehender la situación comunicativa en que se halla, captar la superestructura (convencional), y así sucesivamente para eliminar posibilidades de interpretación (sabemos que nadie nos pregunta realmente si "estamos en condiciones de pasarle la sal"), será más fácil aceptar que cognitivamente las mentes, y a través del sistema de creencias, descartan significados, valorizan signos, establecen determinadas conexiones y no otras.

Tarea del analista es estudiar cómo se forman estos sistemas, qué los refuerza y fija, qué hechos (y enunciados) con relativa independencia del valor que pudieran tener intrínsecamente (al margen del evento comunicativo o cognitivo en particular) y al margen del dd, serán interpretados de una manera y no de otra. A modo de ejemplo, cuando leemos acerca de la explotación que sufren los trabajadores inmigrantes sin documentos establece como imposible alguna interpretación que dijera que todos los trabajadores en realidad, son explotados.

9

Trabajar sin este conocimiento en tareas docentes o de propaganda, por ejemplo, se hace realmente muy difícil, En efecto, al estar determinadas significaciones bloqueadas, pero dado que todo enunciado que actúe como estímulo recibirá una interpretación, la determinación del sentido que quiso impeler el emisor será totalmente diferente en el momento de la recepción.

Un ejemplo muy importante, presente en los medios en forma permanente, y agudizada en momentos electorales, es el referido a las denuncias de corrupción. Los escándalos sacuden permanentemente al gobierno y, a veces, nos preguntamos cómo es posible que este desprestigio no se traduzca en votos negativos, o alguna sanción social. Los medios que más insisten con estas denuncias son los que más se preocupan por este motivo. Dejando de lado que, de todos modos, la denuncia es solo una parte de la información, los hechos, que el medio presenta, y que todos los enunciados que el medio porta son interpretados en forma conjunta, de acuerdo a una estructura semántica y jerárquica (v. Dijk, 1988), podemos responder a esta pregunta de modo muy sencillo: dado que la significación de un cambio de gobierno provocado por episodios de corrupción comprobados está, en principio, bloqueada, estas denuncias son interpretadas de otro modo, que como dijimos es difícil de establecer, pero no el de "cambio en puerta". Al insistir con las denuncias, solo se logra reforzar la idea del no cambio, de lo inevitable de la situación.