En Padrón, José (2004): Epistemología y Ética Política a la luz de Noam Chomsky (artículo para la revista de lingüística de la UPEL - Maturín, en prensa), disponible en http://padron.entretemas.com/Chomsky1.htm.


 

1. Noam Chomsky: caracterización a partir de una relación entre los conceptos de Estilo de Pensamiento y Enfoque Epistemológico (EPàEE).

Chomsky podría describirse como un individuo signado por una excepcional orientación al pensamiento analítico y al razonamiento, más que a las observaciones sensoriales (orientadas al mundo externo), por una parte, y a las vivencias íntimas (orientadas a la conciencia interna), por otra. Tanto su vida y su obra como los testimonios de quienes lo han tratado de cerca conducen a suponer que se trata de una personalidad cuyo modo de interpretar el mundo se vale más de los recursos de la razón que de los datos provenientes de las apariencias sensoriales y de las impresiones anímicas.

Es lo que en diferentes trabajos se ha concebido como un cierto ‘Estilo de Pensamiento’ (EP), sobre la base de una hipótesis según la cual las personas se diferencian entre sí, entre otras cosas, por una cierta personalidad cognitiva, por un cierto sistema de patrones estratégicos en el procesamiento de la información y en la resolución de problemas. Uno de los primeros trabajos en este sentido fue el de Sternberg (1985), quien planteó que las personas se diferencian entre sí por diferentes “perfiles de inteligencia” [3]. Ilustró esta idea con la metáfora narrativa de tres estudiantes de la Universidad de Yale (Alice, Barbara y Celia) y postuló un criterio de diferenciación basado en tres elementos: a) el mundo exterior del individuo, b) su mundo interior y c) la experiencia, que opera como un mecanismo relacionador entre a y b. De acuerdo a la predominancia que ejerza cualquiera de esos tres elementos en el modo en que las personas resuelven problemas, tendríamos tres clases de personalidades cognitivas o tres “perfiles de inteligencia”: los ‘a’ (Alice, estrategias inductivo-sensoriales), los ‘b’ (Barbara, estrategias introspectivo-vivenciales) y los ‘c’ (Celia, estrategias deductivo-racionales). Según esto, Chomsky estaría claramente en el perfil ‘c’.

Desde entonces, la noción de EP (Estilos de Pensamiento) se extendería profusamente en la psicología cognitiva (históricamente fijada, para la mayoría de los reseñadores, en los trabajos de Miller, Newell, Simon y, precisamente, Chomsky). En Venezuela, en el programa de trabajo de linea-i (http://www.lineai.org), se aprovechó ampliamente el concepto de EP sobre la base de un criterio que coincide con Sternberg (1985), pero que en realidad es tradicional y clásico (en el siglo XX puede verse en el triángulo semiótico de Odgens-Richards y en el triángulo isomórfico de los tres mundos de Popper): a) estrategias cognitivas orientadas al mundo externo, perceptible sensorialmente, b) estrategias cognitivas orientadas al mundo interno, comprensibles introspectivamente y c) estrategias cognitivas orientadas a la propia mente, manejables racionalmente[4]. Dos de los aprovechamientos más importantes de esta noción de EP en el programa investigativo de linea-i fueron sus aplicaciones a una teoría del Discurso de los procesos de investigación científica (Hernández Rojas, 2000) y la búsqueda de las correlaciones entre los diversos tipos de EP y sus estructuras discursivas específicas (o sea, el modo en que típicamente ‘habla’ cada persona según su particular EP: Correa, 2000)

Lo importante de estos desarrollos de linea-i en Venezuela es que se incorporaron a ciertas orientaciones dentro de la epistemología genética, explorando la posibilidad de analizar muchos aspectos epistemológicos a la luz de la psicología ordinaria. Fue así como el concepto filosófico de ‘Enfoque Epistemológico’ (EE) se estudió como una derivación del concepto cognitivo de EP. Efectivamente, el EE es un concepto que permite explicar las distintas variaciones en los patrones de trabajo de los científicos y se refiere a un sistema de convicciones de fondo respecto a qué es la realidad, cómo se le conoce, cómo se justifican los conocimientos y los métodos, etc. (Padrón, 1992). Pero, mientras este concepto se definió siempre con un carácter emergente dentro de los límites exclusivos de la Epistemología (con cierta ambigüedad con respecto al término ‘Paradigma’), los trabajos de linea-i explican los EE como una derivación o transformación que ocurre en el plano de la Ciencia y la Investigación Científica pero que se genera a partir de los EP de la psicología ordinaria, con lo cual esas variaciones en los patrones de trabajo científico resultarían explicadas desde el ángulo de la psicología ordinaria y reducidas al concepto de EP (ver detalles en Rivero, 2000). Entonces, lo que explicaría el EE Racionalista subyacente a los patrones de trabajo de Chomsky en lingüística (así como el mismo enfoque en Descartes, Leibnitz, Darwin, Mendeleiev, Einstein, etc., en otras áreas) es justamente un particular EP, una cierta personalidad cognitiva que es típica del individuo antes que del científico. Cuando el individuo se hace científico, entonces tiende a trasladar su propio EP (su estilo psicológico ordinario de resolver problemas) a las operaciones y tareas de la investigación científica.

Pero ocurre que el trabajo de la investigación científica no es individual, sino que tiene lugar en términos de grupos y ‘comunidades’ científicas, a diferencia de la resolución de problemas en la vida cotidiana, que suele tener lugar de modo individual. Sucede entonces que unas veces el EP individual del investigador coincide con el EE adoptado por la comunidad científica en términos de esquemas grupales teórico-metodológicos (en términos de ‘Paradigma’, al modo de Kuhn: ver Camacho, 2000), con lo cual no hay ningún conflicto. Pero otras veces son diferentes e incompatibles el EP individual del investigador y el EE adoptado ‘paradigmáticamente’ por la comunidad científica de ese particular momento histórico. Aun en este caso no hay mayores conflictos si el individuo sacrifica su propio EP individual y se adapta al EE de la comunidad a la que ingresa como científico. Pero sí tienen lugar grandes conflictos (las célebres “Revoluciones Científicas” de Kuhn) cuando el individuo no cede en su EP, lucha por imponerlo y además cuenta con capacidades y talento especiales, con circunstancias socio-contextuales que le son favorables y con méritos teóricos, intrínsecamente epistemológicos. Si el individuo Científico tiene éxito, se producen los grandes hitos en la historia de la Ciencia, las grandes rupturas del tipo cíclico descrito por Kuhn (ciencia normal1 ® crisis- revolución ® ciencia normal2 ® ...). Esto fue, precisamente, lo que ocurrió con Chomsky y la ‘ciencia normal’ lingüística desde finales de los ’50 y durante toda la década de los ‘60.

Todo lo anterior permite caracterizar y explicar el trabajo de Chomsky partiendo de la idea de un individuo ordinario, nacido en Filadelfia en 1928, hijo de William y Elsie, etc., pero con un cierto EP radicalmente incompatible con los estándares científicos del EE de la época, lo cual en principio fue irrelevante, porque este individuo ordinario estaba interesado originalmente en cuestiones sociales y políticas y no en la Ciencia ni en la lingüística:

“En realidad yo llegué a la lingüística más o menos por accidente, por medio de contactos con amigos radicales, uno de los cuales daba la casualidad de que era profesor de lingüística. En una época en que yo estaba más o menos pensando en salirme de la universidad, ese contacto político con él me interesó por accidente en el trabajo que estaba haciendo. De manera que el problema, en mi caso, no es cómo el lingüista se hizo radical, sino más bien lo contrario. Fue el estudiante radical quien se hizo lingüista accidentalmente.(…) Todas mis tías y tíos eran parte de esa inteligentsia judía radical de Nueva York. La mayoría eran del Partido Comunista, pero a los doce o trece anos, yo había superado ya esa fase y... un tío que murió hace poco era activista de la izquierda antibolchevique. Es decir, había en aquel momento pequeños grupos separatistas que criticaban el bolchevismo desde la izquierda y había ciertos marxistas que criticaban a los bolcheviques, considerándolos como una desviación, de tendencia derechista, del marxismo tradicional... y correcto, como quien dice. Conocí parte de esa literatura y algunas de sus ideas y simplemente me interesé en todo ello”.

(Editores Black Rose, 1974: http://ttt.inf.upv.es/~pausalvi/Noam_Chomsky/conv_Chomsky1.htm. Sbdos. míos).

Podría ser en este plano, el de la relación EPàEE, donde habría que examinar sus elecciones personales y profesionales, sus posibles aciertos y errores dentro de ese rango de elecciones y, por tanto, su inclinación a los temas a los cuales se dedicó a estudiar y sobre los cuales se dedicó a producir. No es, de base, un lingüista ni es, de base, un luchador social, aunque de hecho fue eso lo que ocurrió. Pudo también haber sido un físico o un biólogo o cualquier científico teórico y pudo también haber sido un político o un empresario fuera de serie, pero difícilmente habría sido un técnico, un artesano, un iluminista, una estrella de cine... Ocurrió que fue un lingüista y un luchador social del tipo que resultó ser porque un conjunto de circunstancias se montó sobre la base de su personalidad cognitiva, en la que predominó siempre una orientación a lo abstracto y una visión hacia las estructuras suprasensoriales y supraemocionales de fondo. En síntesis, es un individuo marcado por un cierto “Estilo de Pensamiento” orientado hacia las estructuras universales de fondo que tiene el mundo, asociado a una instrumentación argumentativa, de razonamientos y de encadenamientos lógicos. Sobre la base de ese estilo de pensamiento se montó su vida personal, se asociaron sus antecedentes familiares y se estructuraron sus circunstancias anecdóticas.

Una vez que entra a la investigación científica por la “puerta trasera” de la lingüística, como él mismo dice, el EE de las comunidades académicas de entonces era radicalmente diferente a su EP individual. En una entrevista con Naomi F. Chase, de la oficina de prensa del MIT, Chomsky describe el estándar científico de la época del siguiente modo:

“(Entré a la lingüística) por una puerta trasera. El trabajo que yo hacía como graduado en realidad no se consideraba lingüística. La lingüística era parte de la ciencia del comportamiento, lo que se llamaba ‘estructuralismo’: usted tenía un arreglo de datos y varios métodos para descubrir patrones estructurales en los que encajaran esos datos (…). La tarea de un graduado normal consistiría en ir a alguna comunidad indígena, registrar algunos textos y luego tratar de determinar, a partir de esos textos, si los sonidos aparecían de acuerdo a algún patrón de regularidad. Dos sonidos fonéticamente distintos podían corresponder a un mismo elemento en los patrones estructurales del lenguaje. Primero, había que encontrar los fonemas, los sonidos significativos del lenguaje. No se trataba sólo de fonética, sino de palabras y de algo más entre ellas. Luego, uno debía intentar descubrir secuencias significativas de fonemas, llamadas morfemas, y, después, regularidades de aparición. Esto se hace esencialmente mediante técnicas taxonómicas que reducen el comportamiento, según esos textos, a patrones organizados y significativos. Siendo estudiante, yo traté de refinar esas técnicas. Pero al mismo tiempo venía trabajando por mi propia cuenta en algo que no tenía realmente un espacio académico.”
(Chase, 1992.  Sdos. míos. Traducción propia).

Nótese en la última expresión una alusión directa a lo que puede entenderse como la actitud rebelde de Chomsky desde la incompatibilidad de su propio EP (“venía trabajando por mi propia cuenta”) con el EE estándar de la comunidad científica de esa época, lo cual también aparece maravillosamente sintetizado en las expresiones anteriores, equivalentes en realidad a una descripción del EE empirista-inductivista que se había impuesto desde las esferas del Círculo de Viena en la década de los ‘20. Las diferencias entre sus intereses personales, adscritos a un cierto EP, y los intereses propios de la ‘Academia’ de entonces se revelan con una metáfora muy sencilla, pero elocuente: “algo que no tenía realmente un espacio académico” (…had no real academic home). Y, en esa misma entrevista, describe así su proyecto científico personal, basado en su propio EP, asociado a su vez a otro EE que siglos atrás había tenido el control de las comunidades científicas y que para los ’50, en el área de la lingüística, estaba aparentemente muerto[5].  Nótese la orientación eminentemente racional-deductivista en esta descripción:

“Yo estaba intentando  usar el lenguaje para obtener una comprensión teórica de lo que ocurre en la mente del hablante.¿Qué capacidades tienen el hablante o el oyente que los capaciten para desarrollar ese comportamiento y cuáles son las capacidades fijas de las especies que hacen posible el desarrollo de esas capacidades individuales? Eso no tenía relación alguna con lo que suele llamarse ‘lingüística’.” (ibidem) (Trad. propia).

Dentro del esquema EPàEE, Chomsky está al lado de Descartes, Popper, Leibnitz, Einstein…., frente a San Agustín, Derrida, Lyotard… y frente a Saussure, Skinner, Locke… Protagonizó una crisis paradigmática que echó por tierra los cánones del EE empirista-inductivista e impuso los estándares del EE racionalista-deductivista, no sólo en língüística sino también en psicología.


[3] Años más tarde, el mismo Sternberg (1997) introduciría el término de ‘Estilos de Pensamiento’ (thinking styles), pero variando los criterios de clasificación y, por tanto, aumentando a 13 los tipos resultantes. Sin embargo, mantuvo el fondo conceptual de los “perfiles de inteligencia”. En efecto, ya Sternberg (1985) basaba su hipótesis en la idea de “autogobierno mental” (mental self-government) y después, en Sternberg (1997), mantiene ese mismo fondo conceptual: “My research on thinking styles has been motivated primarily by my theory of mental self-government, according to which the forms of government we have in the world are not arbitrary, but rather are external reflections of ways in which we can organize our thinking. These forms of government are reflected in styles of thinking, or preferred ways of using our abilities…”

[4] Una de las dificultades de los criterios de Sternberg es el privilegio implícito que se les atribuye a los ‘c’. Mientras los ‘a’ y los ’b’ son perfiles simples (no relacionales), el ‘c’ tiene capacidades relacionales complejas (parece absorber a las otras dos), con lo cual ‘a’ y ‘b’ serían intelectualmente inferiores a ‘c’, lo cual contradice el postulado de que, en principio, se trata de inteligencias paralelamente potentes, aunque diferenciales (se confundiría ‘clasificación’ con ‘discriminación’).