INCONMENSURABILIDAD

 

[Nexos: planteamiento de la ciencia unificada; problema de la Inconmensurabilidad de las “lógicas” propias de distintos contextos – y sistemas sociales de conocimiento – en Gotthard Günther y Niklas Luhmann]

Terminología y usos científicos del concepto

Etimología: el término 'inconmensurable' se deriva del latín: commetiri = comparar; y tiene por tanto el sentido de lo no-comparable.

Originariamente se empleó en referencia a un problema matemático: al comparar ciertas longitudes era imposible relacionarlas según proporciones expresables en numeros enteros o en fracciones, es decir, según números "racionales". Esto es, se da una "inconmensurabilidad" entre dos longitudes a y b cuando no es posible encontrar una unidad de longitud u, con la que puedan medirse tanto a como b. Esto equivale a afirmar que el cociente a/b no representa un número racional; pues si a=n*u  y b=m*u tendríamos a/b = n*u / m*u = n/m, es decir, un número racional. Un ejemplo de número irracional es el de la raiz cuadrada que según Pitágoras mide la diagonal de un cuadrado:  a*2^1/2.

Eudoro de Knidos, a partir de esta doctrina pitagórica, creó luego la teoría de las proporciones que equivale a la moderna teoría de los números reales.

En la física cuántica, se llama inconmensurables a dos magnitudes cuando es imposible medirlas simultáneamente, es decir, cuando entre ellas existe una relación de indeterminación (principio de Heisenberg/Schrödinger) que impide medir a la vez, por ejemplo, el impulso o velocidad de una partícula elemental y el lugar en que se encuentra.

 

Introducción al problema de la inconmensurabilidad en la Teoría de la Ciencia

La discusión actual en el campo filosófico sobre la inconmensurabilidad comienza con el trabajo de T.S. Kuhn (1962) sobre las revoluciones científicas. Según Kuhn, a lo largo de la evolución de las ciencias se van sucediendo tales cambios en la forma de comprender y estructurar sus teorías que resulta imposible compararlas con conceptos comunes. Esto supone que entre esas teorías existe la misma imposibilidad de comparación, respecto a los valores de verdad y falsedad, que la que impide ver unos números como reducibles a proporciones de otros, que es lo que dio lugar a la creación de los números irracionales. Esos cambios se darían cuando los investigadores científicos emplean nuevos métodos y criterios de racionalidad que no son reducibles a los anteriores.

En la concepción de Kuhn, un "paradigma" es el concepto opuesto a la concepción según la cual, el científico procede de acuerdo a un conjunto de reglas metódicas (principios, postulados, reglas de inferencia y similares) que se presupone son comunes a toda actividad racional humana. Es decir, la idea de los paradigmas niega hasta la universalidad de la lógica (como a él le parecía se había presupuesto acríticamente en todo el Empirismo Lógico).

El estudio de los "paradigmas" no trata pues de los objetos o campos de problemas observados y analizados (como se hace generalmente en la Teoría de la Ciencia de corte neopositivista y en la Filosofía Analítica orientada al análisis lógico), y tampoco trata de las "comunidades de ciencia" que estudia la sociología de la ciencia. La misma distinción entre el ámbito de los "contenidos" (lógicos, cognitivos) y de los sistemas sociales (las "scientific communities") es considerada como inadecuada por ser una observación basada en la diferencia interno/externo. Con ello también queda problematizada la tradicional división de tareas entre:

-         una Teoría de la Ciencia concebida como trabajo orientado "estructuralista" (análogo a lo que en la Lingüística moderna sucedió con el Estructuralismo francés, que prescindía de los aspectos diacrónico-históricos para analizar sólo las relaciones entre elementos del sistema-lenguaje), y

-         una Historiografía de la Ciencia o una Sociología de la Ciencia (predominantemente orientada según el funcionalismo de T. Parsons).

Kuhn intenta con su concepto de "paradigma" posibilitar una nueva forma de observación de lo científico desde el "esquema-desarrollo histórico", que le permita ir más allá del estilo de consideración anterior.

Según dicho esquema de interpretación, la génesis y evolución de una disciplina científica atravesaría:

1)      Una fase pre-paradigmática, en que no se han configurado todavía los elementos de un marco de referencia preciso y donde podrían coexistir incluso aspectos paradigmáticos, que en el fondo serían incompatibles. Lógicamente, tampoco sería posible aquí utilizar una metodología unificada para realizar el trabajo de investigación.

2)      La segunda fase sería la de la ciencia normalizada en que ha desaparecido la anterior pluralidad de marcos de referencia a favor del monopolio de un marco conceptual y metodológico. Pero aquí podrían agudizarse ciertos problemas o anomalías internas al cuerpo doctrinal, es decir, a los contenidos de esa ciencia.

3)      Cuando las contradicciones internas superan cierto nivel, y se percibe la posibilidad de tomar otro marco distinto de referencia, es decir, un marco conceptual alternativo, se produce la fase de revolución. Pero la decisión entre dos "paradigmas" no se toma a partir de procesos racional-argumentativos, pues es la misma "racionalidad" la que se comprende en formas inconmensurables.

En una consideración general puede decirse, que en esta forma de plantear la cuestión se implica un abandono de la idea según la cual existiría un concepto universal de lo que es la racionalidad y, también, de las pautas consecuentes para todo razonamiento científico (Mittelstrass 1985). Es claro que esto hace realmente imposible un diálogo entre esta posición y las, por ejemplo, posiciones del Empirismo Lógico que presume precisamente la posibilidad de identificar y formular tales pautas del comportamiento racional.

Ante las numerosas críticas recibidas, Kuhn (Postcript 1969) propuso sustituir el concepto de paradigma por el de "matriz" disciplinar.

Esta matriz contaría con los siguientes componentes:

(1)     generalizaciones simbólicas: son la componente formal del lenguaje científico común; por ejemplo, afirmaciones formuladas en forma de leyes (como las leyes exactas de la física clásica);

(2)     modelos ontológicos: reconocibles por las analogías y metáforas empleadas;

(3)     juicios de valor metodológicos y de otro tipo: por ejemplo, en lo que concierne a la sencillez, plausibilidad, exactitud, exigidas a una solución;

(4)     ejemplos modelo: es decir, soluciones a problemas concretos dadas desde esa ciencia.

 

 

El entorno de la concepción de Kuhn y concepciones similares a la de los "paradigmas"

La idea de los paradigmas de Kuhn surgió en un entorno en que había ya una serie de trabajos que en cierto modo él ha reelaborado, y que, en primer lugar, suponen las primeras posiciones críticas ante la llamada "received view" del Positivismo Lógico.

J. Piaget había tratado el tema de la evolución del conocer en el niño desde un punto de vista general, que supera el tratamiento psicológico y llega a configurar una "epistemología genética".

B. L. Whorf investigó las interdependencias entre lenguaje humano y formas de comprender y ver la realidad.

W.V.O. Quine criticó lo infundado de la diferencia analítico-sintético planteada en la Teoría de la Ciencia.

L. Wittgenstein introdujo su concepto de la "semejanza familiar" (Familienänhlichkeit), una idea vinculada a la de los "juegos de lenguaje", que cuestiona, a un nivel de consideración de las convenciones (en visión de la dimensión pragmática, es decir, a partir de la facticidad de la conducta humana), los presupuestos y toda la misma metodología del Empirismo Lógico que él mismo había desarrollado en su Tractatus. 

Especialmente relevantes son los trabajos desde el punto de vista historiográfico, como el de L. Fleck (1935) sobre el origen y desarrollo de los llamados hechos científicos.

En realidad, K. R. Popper ya había definido como un problema central en la teoría de la ciencia del Empirismo Lógico, el de la determinación de los criterios metódicos para evaluar el avance del conocimiento científico. En el Racionalismo Crítico se consideraban básicos para la investigación una serie de estándares de racionalidad (que denominan "factores internos") - con lo que se anticipa en cierto modo la idea del paradigma como marco conceptual que condiciona la forma de construir una ciencia. Esos estándares o factores internos al mismo modo de ver los fenómenos de un campo científico son contrapuestos a los factores sociales o psíquicos cuya relevancia destacaría en cambio Kuhn.

La recepción y la discusión crítica de la obra de Kuhn

La primera recepción de las ideas de Kuhn tuvo lugar en el marco de los estudios historiográficos sobre la evolución de las ciencias. N.R. Hanson adaptó el concepto redefinido como "esquemas de investigación-descubrimiento" (patterns of discovery). S. Toulmin lo adaptó en su concepto de lo que llama "ideal of natural order". M. Polany lo reinterpreta también en su concepción sobre el conocimiento implícito.

El influjo de la obra de Kuhn más destacable ha sido el haber despertado una serie de trabajos de investigación sobre las evolución de la ciencia. Ahí destaca toda la actividad de la "sociología de la ciencia".

Se han señalado diversas imprecisiones y la casi imposibilidad total de operacionalizar el concepto de paradigma para el trabajo de investigación histórica o de clarificación epistemológica de lo que ha sido realmente la evolución de las ciencias. M. Masterman distingue así 21 inconsistencias conceptuales en la idea de Kuhn.

Entre esos puntos críticos más importantes destaca el siguiente: según Kuhn, esos paradigmas no pueden ser observados como campos de fenómenos empíricos, sino son algo previo a esas observaciones. Esto los sitúa a un nivel también distinto del de los fenómenos directamente observables, pero entonces resulta difícil hablar de ellos como de algo históricamente constatable. Kuhn escapa a esta dificultad, por así decirlo, ablandando los límites del mismo concepto de paradigma, que por un lado se comprende como concepto metafísico y por otro como concepto historiográfico o epistemológico, lo que permite aplicarlo en distintos contextos de argumentación. Pero ¿puede hablarse así de "un" concepto de paradigma?

La crítica se dirige pues, en primer lugar, contra el uso de esta idea como de una "hipótesis de explicación de la historia de la ciencia". Para Popper, la misma distinción kuhneniana entre ciencia normal y ciencia revolucionaria podría ser acertada en una consideración meramente descriptiva. Sin embargo, la idea de Kuhn sobre lo que es una ciencia "normal" impediría, por definición, cualquier falsación de sus hipótesis, e impediría así todo progreso en el conocimiento.

Pero el mayor fallo de esta idea estaría en la indefinición de lo que es el grado de anomalías que hace pasar al estado revolucionario del saber.

 

A pesar de la debilidad conceptual de la idea de paradigma elaborada por Kuhn, en el debate posterior a Kuhn (Andersson 1994; Feyerabend 1975, 1980, 1987; Lakatos/Musgrave 1970; Laudan et al. 1986; Radnitzky/Andersson 1978; etc.) se intenta, aunque con constatable imprecisión y vaguedad al establecer el nexo de las propias ideas con las de Kuhn,  llegar a múltiples formas de comprender el mismo concepto de racionalidad.

Así se ha llegado a negar que el mismo concepto de lo "racional" tenga sentido o sea posible su construcción. Pero en general, la interpretación de la tesis de la inconmensurabilidad se ha configurado en referencia al concepto de "paradigma", un modo de enfocar y plantear los problemas según determinadas constelaciones de criterios compartidos por una comunidad de investigadores; pero no por otros grupos o escuelas teóricas.

 

I. Lakatos ha desarrollado una idea con claros vínculos de parentesco conceptual a la del paradigma:la idea de los "programas de investigación".

En esta concepción, Lakatos une la crítica de Kuhn al "falsacionismo" de Popper (un caso de falsación de una hipótesis no es suficiente para que un científico abandone sus planteamientos teóricos básicos), con la idea de una racionalidad situada a un nivel meta-científico o metateórico.

P.K. Feyerabend también continúa en la crítica al Falsacionismo popperiano mostrando como, fácticamente, las teorías no fueron nunca abandonadas por un razonamiento "falsacionista", o por mostrarse sus dificultades lógicas o matemáticas.

Junto a un principio de persistencia de las teorías habría también que considerar un principio de proliferación que favorece la aparición de teorías alternativas en que manifiestan además las dificultades de las formulaciones teóricas anteriores.

J.D. Sneed y W. Stegmüller han desarrollado, en cierto modo, en continuación con la intuición de Kuhn, su "non-statement view" sobre las teorías científicas con lo que se evita interpretar el concepto de paradigma de modo tal que se caiga en el irracionalismo o en un relativismo sociológico.

Para ello introducen el concepto de la "disposición sobre una teoría" de modo que una teoría sea comprendida como par ordenado de:

Ahora bien, ese dominio A no es definido por su extensión (conjunto de objetos), ni por su intensión (contenidos, propiedades de un concepto); sino por un listado de casos o ejemplos - en que evidentemente es posible insertar nuevos ejemplos y dejar de lado otros (esto equivaldría pues a la dimensión empírica de la teoría).

El núcleo teórico deberá contener una ley fundamental y una serie de condiciones (lo que equivale a la dimensión lógica de la teoría).

Si una teoría se mantiene igual a lo largo de la evolución de las ciencias, esto significa que:

-         o se ha conservado su núcleo teórico pero ampliándolo para poder asimilar nuevos fenómenos

-         y/o se ha modificado la misma clase de los casos de aplicación.

De este modo podríamos reconstruir un progreso en la ciencia, que vaya más allá de meras modificaciones triviales, y que, por otra parte, mantenga inalterado ese núcleo de contenidos que definen la ciencia en cuestión. Pero además, así podrá compatibilizarse el que, manteniendo la inmunidad de la teoría en su conjunto, sin embargo también sea posible mostrar la falsedad de posibles hipótesis hechas desde ese núcleo.

Los cambios en las teorías, como "revoluciones científicas", pueden así ser comprendidos como rechazo a una teoría por el advenimiento de otra nueva teoría. Pero, dado que la "falsación" sólo afecta a hipótesis y no a teorías enteras, esos cambios no podrán ser comprendidos como si se hubiera mostrado la "falsedad" de una teoría con la afirmación de su teoría alternativa.

Al considerar estas distintas críticas y alternativas de desarrollo de la idea de los paradigmas se manifiesta un nuevo nivel de diversidad e "inconmensurabilidad" de las mismas meta-perspectivas sobre los paradigmas que impediría pues hasta la misma comunicación entre esas escuelas por no poder referirse a conceptos o pautas comunes.

Una reflexión que tenga en cuenta estos aspectos deberá elevarse a un nivel de meta-lógica.

Una propuesta en este sentido se encuentra en la idea de la "inconmensurabilidad" comprendida como una relación con tres polos: es decir, un tipo de relación no entre los mismos objetos observados, sino entre los "sistemas de orientación" que condicionan la misma forma de considerar y enfocar los problemas (Lueken 1991, 1992; Sagal 1972; Scherer/Dowling 1995).

No se trataría aquí de constatar simplemente la facticidad de teorías científicas irreducibles a aspectos comunes (es decir, la renucia a buscar algo así como un denominador común de contenidos conceptuales), sino de definir lo que Lueken (1991) denomina sistema de orientación que es pues algo más que un mero marco, frame, de referencia conceptual pues consta de un conjunto (borroso) de reglas y estructuras modos de acción (dimensión pragmática), de percepción (dimensión semántica) y de formulación (dimensión semántico-sintáctica), pero también de "valores", intereses o esquemas de preferencias insertos en una determinada "cultura".

La inconmensurabilidad se predicaría aquí de las relaciones entre distintos sistemas de orientación, y a su vez, esa inconmensurabilidad debería observarse en referencia a ciertas pautas o reglas que evidentemente tienen que encontrarse a otro nivel que al de la configuración de los modos de estructurarse visiones teóricas o modelos etc.

El predicado "inconmensurable" se aplicaría pues cuando se cumplen las siguientes condiciones:

(1)   Existe una diferencia radical (irreductibilidad) entre varios sistemas de orientación (a nivel semántica).

(2)   Se da una relación de competición o conflicto entre esos sistemas lo que hace necesario decidirse cuando hay que tomar una forma de actuar (referencia a la dimensión pragmática).

(3)   Aunque la inconmensurabilidad que requiere como condición necesaria el pluralismo de perspectivas; en la medida en que actúan como estándares aceptados para tomar decisiones racionales entre alternativas que compiten mutuamente, no presente ningún problema serio; sí encontramos un problema no-trivial (de complejidad real) cuando lo problemático es encontrar o definir tales estándares de sistemas orientadores (es entonces cuando la crisis de valores es rea: no por tener que elegir entre valores alternativos, sino por no saber siquiera si existen tales alternativas valorativas).

Relevancia del tratamiento del tema de la "inconmensurabilidad" para los estudios de organización

La discusión metateórica sobre el pluralismo, la incompatibilidad de paradigmas o la "inconmensurabilidad" de enfoques teóricos ha influido también sobre los planteamientos en teoría de la organización.

Para algunos, esa discusión ha llevado a un callejón sin salida cuando se ha planteado más emocional que racionalmente en controversias que producen el efecto de una "paradigm war" (Jackson/Carter 1993).

Clarificar los conceptos empleados, es decir, seguir la metodología de la Filosofía Analítica, puede ser la primera tarea que permita depurar este debate de posiciones y esfuerzos inútiles para luego poder concentrar el análisis en aquellos aspectos que realmente contribuyan al avance del conocimiento en este campo.

La pluralidad de perspectivas, teorías y modelos sobre los problemas y conceptos de la organización ha llevado a cuestionar la misma unidad o identidad de una teoría de la organización. Por otra parte, bajo el influjo del pensamiento filosófico denominado Postmodernismo también se ha emitido el veredicto de una muerte o final de las meta-narrativas implicadas en las distintas concepciones teóricas sobre la organización.

Aquí debe tenerse en cuenta, que no es sólo la teoría de la organización la que es sometida estas críticas, o a análisis deconstructivos (a lo Derrida), sino también otras áreas de conocimiento como el marketing, la teoría de la gestión estratégica, o la del management internacional.

La conceptualización de ese pluralismo teórico con ayuda de la categoría de la “inconmensurabilidad” es relativamente reciente.

Burrell y Morgan (1979) consideraban que las distintas escuelas de pensamiento sobre las organizaciones eran “inconmensurables” – como lo son realmente las metáforas con que buscamos comprender campos de fenómenos todavía opacos a partir de los conocimientos que poseemos sobre otras áreas de problemas.  Serían pues posiciones irreconciliables tgeóricamente.

Los intentos de clasificar las teorías sobre la organización, como el de Astley y Van de Ven (1983), operan sobre la base de que hay distintos paradigmas irreconciliables desde los que se configuran esos distintos modelos teóricos, que además pueden incluso estar en conflicto unos con otros (McKinley 1995; Scherer/Dowling 1995). Así la tesis de la irreconciliabilidad de los paradigmas se desarrolla como tesis sobre el aislacionismo de las teorías.

Constructivismo, Inconmensurabilidad y Pluralismo (teórico, conceptual)

Una teoría-evolucionante tiene como características distintivas su constructivismo, la dinámica que produce los desplazamientos de sentido en sus conceptos básicos, el pluralismo y la "inconmensurabilidad".

La posición básica constructivista de la teoría dnámica de la organización resulta de la misma configuración de la epistemología constructivista, tanto la de la escuela del "constructivismo radical" como la que hemos llamado Epistemología de la Complejidad.

Ésta niega el modelo de conocimiento por representación (teoría de la verdad como correspondencia entre una "imagen" y lo real) y afirma que aquello sobre lo que pensamos y comunicamos (hablamos de...) se configura como "constructos" de una actividad humana al mismo tiempo de observación y de comunicación (en la comunidad o sistema social de saberes - del tipo que sean).

El ser humano sólo puede hablar de lo que percibe (observa) o de lo que se habla (continuando el flujo incesante de la comunicación en que él mismo ha aprendido a hablar y a ver la realidad).

En el "Constructivismo Radical" (Maturana y Varela, Watzlawick etc) esta forma de comprender la construcción de la realidad no se refiere, como antes en la obra de Luckmann/Berger al sistema social, sino a un acoplamiento entre el sistema psíquico-biológico individual y el sistema social.  En el sistema biológico-psíquico la "percepción" del exterior acontece a través de la transformación de las señales captadas en los órganos de sensación, que deben ser reelaboradas  internamente (en mecanismos de sinapsis neuronales etc.) para dar lugar así a un proceso interno "cognitivo" (emocional e inteligente) en que emergen los distintos "constructos" a su vez vinculados a otras señales como son las del lenguaje. El pensar es así esencialmente algo "lenguajeado". Sólo sobre la base de este proceso constructivo bio-psíquico puede el sujeto humano interaccionar con su entorno físico o comunicar con su entorno social.

Junto a esta dimensión "individual" en el proceso cognitivo, y en el de la comunicación, hay que tener en cuenta la otra dimensión esencial, la "social". No sólo el lenguaje, sino muchos de los contenidos o "temas" transmitidos en su Medium, son de origen social; han surgido por procesos en que mutuamente nos hemos ido "asegurando", como colectivos, de que tales y tales cosas o presuposiciones funcionan, nos sirven de instrumentos para nuestra acción etc.

La epistemología constructivista no es individualista (como un pre-constructivista, Kant, pudo suponer) sino es esencialmente "social".

Una teoría dinámica de la organización debe verse en este marco del Constructivismo, y sus conceptos y categorías centrales también serán constructivistas.

De ahí la importancia que tiene el concepto de "observación" en una teoría dinámica del organizar.

Una observación no sólo introduce una "diferencia" entre lo indicado y lo que se deja fuera, sino se realiza siempre en sobre un transfondo u horizonte (categoría instroducida por Husserl) que es el del contexto de comprensión y de acción; es decir, como ya vió Witttgenstein al tratar de los "juegos de lenguaje", toda observación se realiza, en cuanto parte de un "juego de lenguaje" enmarcada en una "forma de vida" (el Lebenswelt, el mundo de la vida abarca indefinidas variantes de estas formas de vida). La pluralidad de las formas de vida (ancladas ellas mismas en distintas "culturas", lenguajes, tradiciones etc.) plantea el problema de la inconmensurabilidad.

Esa "inconmensurabilidad" es comprendida, al nivel de observación más abstracta, es decir, al de la Metalógica de la comunicación, como "imposibilidad" de relacionar entre ellos distintos marcos o contextos; es decir, imposibilidad de reducir a un común denominador elementos diversos (como si realmente, en el fondo la variedad sólo fuera algo superficial y a un nivel más profundo existiera, ontológicamente, una "unidad" bajo la pluralidad).

En último término, es muy probable que la misma fundamentación metateórica del principio de la "libertad" (principio que funda a su vez las libertades cívicas) tenga ahí su raiz. No es que haya que aceptar que existe sólo una moral o sólo una verdad religiosa, política o económica, aunque luego tengamos que ser "tolerantes" con quienes (por ejemplo por estar alejados del faro del Magisterio eclesiástico se pierden en las nieblas de la incredulidad y actúan como "perplejos"), sino el principio metateórico de la Inconmensurabilidad plantea el problema a un nivel más profundo: el de negar que tenga sentido siquiera "hablar" de tal "Unidad" tras la pluralidad. No es que los que creen poseer la verdad (desde su propio paradigma) tengan que ser tolerantes, sino hay que empezar por cuestionar el mismo concepto de "posesión de una verdad". Y al menos, en cuanto los paradigmas son inconmensurables no tendrá sentido tampoco medir el grado de acercamiento a la verdad en un paradigma desde otro.

Como el hyper-escéptico Wittgenstein (Investigacionies Filosóficas) apuntaba ya, podemos hablar de que uno se equivoca de camino, porque otros han (o hemos) acertado con el camino otras veces. Pero, si nunca hubiéramos encontrado el camino, si nunca hubiéramos solucionado un problema ¿podríamos siquiera "hablar" de que hay un camino, o que hay una solución?

Pero, en una concepción "dinámica" de las teorías que venga unida a la meta-observación de su carácter "practico" (ésta ha sido precisamente la aportación de los filósofos del Pragmatismo), esa pluralidad e inconmensurabilidad de los contextos será referida a posibilidades de acción.

Con la metáfora del proyector luminoso, podemos decir, que en cada paradigma tenemos un foco de luz propia que permite reconstruir no sólo relevancias temáticas, sino también posibles nexos entre dichos complejos de sentido, en primer lugar en referencia a la decisión y la acción. Los distintos contextos iluminados así desde posiciones distintas se refieren todos ellos al contexto de la acción. Y es en referencia, no a las ideas, sino a la acción o decisión donde se intenta normalmente (es lo que se ha hecho siempre históricamente en los imperios plurinacionales y pluriculturales) realizar "traducciones" de uno a otro paradigma.

La misma teoría "dinámica" de la Organización podrá así aprovechar entonces el pluralismo de los paradigmas (enfoques teóricos tan diversos) para enriquecer, a nivel de aplicación a la praxis esa misma inconmensurabilidad teórica (de suyo, esto es lo que tantas veces hemos visto realizado en coaliciones de partidos democráticos que, a pesar de sus ideologías contrapuestas, llegan a programas prácticos suficientemente coherentes, y donde el mismo conflicto en ideas es germen de nuevas soluciones - como ya vió Dahrendorf al señalar la función constructiva de los conflictos). Los distintos enfoques no tienen entonces que imponerse violentamente (por así decirlo, no tienen que "violar") a los otros. El caso contrario, ciertamente ha sido históricamente lo sucedido cuando una fe o creencia religiosa no se ha contentado con convivir con otra (el mejor ejemplo de convivencia de los contrarios: el Panteón romano), sino ha intentados con medios violentos acabar con toda disidencia. La  argumentación, "sólo ellos poseían la verdad", presupone ella misma, para justificarse su propia verdad.

Ahora bien, el "Pluralismo" implica también presuposiciones temáticas sobre el mismo campo de objetos de la teoría. Si admitimos una Teoría plural (no sólo dinámica) de la Organización, lo que estamos presuponiendo es que también se da una básica pluralidad no sólo de culturas, lenguajes, o formas de ver la realidad, sino una indefinida pluralidad de "formas de vida" y que esa actividad social en que emergen los "sistemas sociales organizados" se realiza inmersa y condicionada por tal pluralidad de formas de vida y de comunicación.

Esto puede ser decisivo para valorar la aportación de teorías parciales del Organizar, por ejemplo, una teoría de la "dirección" tendrá muy distinta configuración de sus nudos cognitivos según se construya en un contexto o paradigma de tipo objetivista (con su epistemología positivista de verdad-correspondencia etc.) o en un contexto constructivista como el descrito en los párraafos anteriores.

Por tanto, el "lamento" ante la dispersión de teorías, ante esa "jungla" de las teorías, debería realmente dar paso a una valoración más optimista. En lugar de quedarnos apresados en los frascos de vidrio de esas teorías y sus lenguajes (el lenguaje no sólo es vehículo o soporte del pensar, sino también rail o cadena) - por eso la exigencia de Wittgenstein: "Hay que arar el lenguaje" (función terapéutica del filosofar).

La pluralidad de las teorias, una vez se la comprende como factor relativizador y liberador, abre pues el horizonte a la meta-observación teórica, pero también al desarrollo de nuevos planteamientos.

Si la "Scientific community" se atreviera a admitir la inconmensurabilidad de los enfoques teóricos, entonces también podría entrar en el flujo de la teoría dinámica donde las diferencias de enfoque no son nunca algo definitivo, sino van dando lugar a nuevas diferencias (a otro nivel, en otro contexto), y donde las distintas aportaciones (evidentemente valorables como inútiles para quien presupone que sólo hay un planteamiento válido por haberse acercado a la verdad "objetiva") son vistas como meros puntos de arranque en el macro-proceso-de-comunicación científica.

Bibliografía

Becker, O. (ed.)(1965): Zur geschichte der griechischen Mathematik. Darmstadt: 271-307.

Fritz, K. v. (1945): The Discovery of Incommensurabilit by Hippasos of Metapontum. Ann. Mathemat. 48: 242-264).

Hasse, H./Scholz,H. (1928): Die Grundlagekrisis der griechischen Mathematik. Berlin.

Knorr, W.R. (1975): The evolution of the Eucliden Elements. A Study of the Theory of Incommensruable Magnitudes and Its Significance for Early Greek Gemetry. Dordrecht/Boston.

Knorr, W.R, (1981): Aristotle and Incommensurability. Some Further Reflections. Archive Histor. Ex. Sciences. 24: 1-9.

Kuhn, T.S. (1962): The Structure of Scientific Revolutions. Chicago.

Scherer, Andreas Georg/Horst Steinmann: Some Remarks on the Problem of Inconmensurability in Organizational Studies; Organization Studies 20(3): 519-544.