Inducción
En un
sentido general, ya desde la antigüedad clásica, encierra la idea de dirigirse
uno mismo o dirigir a los otros hacia un concepto general o hacia una verdad
universal, a partir de casos menos generales o universales. En la práctica
supone creer que del conocimiento de los hechos, directamente conocidos, podemos
pasar al conocimiento de hipótesis, leyes o teorías. En un sentido estricto, tal
como la define la lógica, es una forma no deductiva de razonar o inferir,
empleada en la ciencia y en la misma vida cotidiana, que se caracteriza porque
la conclusión contiene más información que la que contienen las premisas, por lo
que, aun siendo verdaderas sus premisas, la conclusión puede ser falsa. Se
caracteriza, por tanto, como:
1) un razonamiento en el que las premisas
no transmiten su verdad a la conclusión: no preserva la verdad de las premisas
(por consiguiente es un razonamiento inválido);
2) un razonamiento, cuya
conclusión contiene más información que las premisas (amplía el
conocimiento).
La primera característica pone en evidencia la debilidad
de la manera inductiva de argumentar: utilizamos en realidad razonamientos en
los que no nos parece contradictorio admitir la verdad de las premisas, pero no
la de la conclusión. La segunda característica pone de manifiesto el interés que
ofrece este tipo de argumentación en la ciencia y en la vida práctica: a
diferencia del razonamiento deductivo (deducción), aumenta el conocimiento. Los
razonamientos inductivos, pese a ser inválidos, desde la perspectiva de la
lógica deductiva, no carecen de interés e importancia, porque de alguna manera
son característicos de la ciencia empírica
Ejemplo
1
El 95 por ciento de los italianos son católicos
Ana es
italiana
____________________________________
Ana es
católica
Ejemplo 2
Smith fue asesinado en su casa con un revólver
del calibre 38 propiedad de Jones
Jones necesitaba urgentemente dinero para
pagar sus deudas de juego
Jones odiaba a Smith desde hacía años
Jones
tenía un romance amoroso con la mujer de Smith, la cual cobraría un seguro de
vida en caso de muerte de su marido
Dos testigos fiables vieron a Jones
dejar la casa de Smith unos 10 minutos después de ocurrir el crimen
En el
revólver se hallaron las huellas de Jones
La esposa de Smith testificó haber
conspirado con Jones para matar a su
marido
__________________________________________
Jones mató a
Smith
Ejemplo 3
Poco después de la invención del microscopio,
se descubrieron microorganismos en líquidos putrescibles, como caldo de carne o
agua azucarada con fermentos. Algunos científicos afirmaban que los
microorganismos surgían por «generación espontánea», pero Louis Pasteur lanzó la
hipótesis de que se introducían en los líquidos por el aire utilizando como
vehículos partículas de polvo suspendidas en él, que entraban en contacto con
los líquidos.
(W. Gustason, Reasoning from Evidence, Macmillan College
Publishing Company, Inc., Nueva York 1994, p. 9.)
En cada uno de estos
casos, la conclusión no se sigue necesariamente de las premisas y, por más
razonables que puedan aparecer las conclusiones, pueden ser falsas: Ana puede
pertenecer al 5% restante de población que no es católica; Jones puede ser
simplemente la víctima de un complot y no el asesino y, en el momento de lanzar
la hipótesis Pasteur, bien podría haber sido cualquier otro el medio por el cual
los microorganismos entraran en los líquidos. Pero nadie dudaría por ejemplo de
la razonabilidad de una condena por asesinato contra Jones. La razonabilidad de
estos argumentos se basa en que, si bien la verdad de la conclusión no está
garantizada por las premisas, éstas hacen muy razonable creer en la verdad de la
conclusión. En un razonamiento deductivo la verdad de la conclusión está
garantizada por su forma lógica (si las premisas son verdaderas), mientras que
en un razonamiento inductivo la verdad de la conclusión depende de la fuerza de
las evidencias o de las pruebas contenida en las premisas. Por esta razón, la
fuerza inductiva de un razonamiento puede ser mayor o menor, esto es, el
razonamiento puede ser más o menos probable. Con todo, un razonamiento
inductivamente sólido puede tener una conclusión falsa, incluso en el caso de
que las premisas sean verdaderas. La razón está en que, en un argumento
inductivo, la conclusión va más allá de las premisas y añade información no
contenida en ellas; el conocimiento que proporcionan no está ya contenido en las
premisas, sino sólo apoyado por ellas. El apoyo que éstas confieren puede ser
más o menos fuerte o débil.
La noción básica de fuerza inductiva de una
argumentación (el grado de verdad con que se impone la conclusión) se suele
explicar mediante el concepto de probabilidad: si una determinada inferencia
inductiva es un buen argumento (goza de mucha fuerza inductiva), existe una
probabilidad elevada de que la conclusión sea verdadera. Esta probabilidad
inductiva admite grados y viene a ser la medida con que se valora la fuerza
inductiva de un razonamiento. Se caracteriza como un concepto condicional («la
probabilidad de P a condición de que Q»), compuesto por dos enunciados, de los
cuales uno lo constituye la conclusión y el otro las premisas o la conjunción de
premisas del argumento inductivo «Es muy probable que Pablo no haya querido
venir», es un enunciado probabilitario que puede interpretarse como conclusión
de «Pablo suele ser puntual» y «Pasa media hora del tiempo convenido».
En
el ejemplo (2), llamando a las premisas A y a la conclusión B, podemos decir:
que «la Pr (B/A) es elevada», o que «es muy probable que Jones mató a Smith».
Esta probabilidad suele expresarse, cuando es posible, numéricamente. Tras
lanzar una moneda al aire, podemos suponer que es probable que «la moneda cae de
cara» (conclusión: B), puesto que sabemos que «es simétrica, bien construida y
ya la hemos lanzado muchas veces y hemos visto que las posibilidades se reparten
por igual» (premisas: A); la probabilidad de la conclusión se expresa
numéricamente como: Pr (B/A)=0,5.
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright ©
1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados.
ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez
Riu.