http://espanol.geocities.com/gruposer_cl/criticaalsicologismo.htm
(Husserl Gegen den
Psychologismus)
Trad. Dr. Raúl Velozo
Farias
Los términos relativismo, escepticismo y subjetivismo comprenden un amplio conjunto de teorías y tendencias intelectuales diversas, que sin embargo tienen un parentesco subyacente. A pesar de las múltiples diferencias específicas tienen una característica común. Todos ellos consideran a la razón como dependiente de alguna manera de algo que es de carácter no-racional. Esto es lo esencial de lo que Husserl denominó psicologismo. En su época se concebía el organismo humano, es decir, el objeto de la psicología, como la fuente no-racional de la razón. Desde la época de Husserl, los filósofos “empiristas” han concebido a la psicología o ciencia de la “naturaleza humana”, como la ciencia fundamental a la que son relativos todas las demás ciencias. Por cierto Husserl adoptó el nombre de Psicologismo para la tendencia a relativizar la razón o a hacerla dependiente de algo distinto de ella misma. De hecho, sin embargo, esa polémica se dirige contra un conjunto de teorías mucho más amplio de lo que a primera vista sugeriría este término. De este modo, incluye específicamente, las varias fuentes “idealistas” de la racionalidad: “Verstand”, “Vernunft”, “Bewasstsem”, incluso “Bewasstsein überhampt” (L.U I, p. 124)[1], cualquier cosa o substancia o absoluto que se afirma que determina o influye o “incluye” los actos intencionales de la razón. Afirmar la dependencia de la razón de cualquier entidad no racional es ser posible el Psicologismo en el sentido de Husserl.
En los capítulos III a X del primer volumen de las L.U Husserl no se interesa en varias aberraciones metafísicas con las que está indisolublemente unido. Se limita a un examen del estatuto lógico de la doctrina, cualquiera que sea la forma particular que adopte.
a)
Las
consecuencias del psicologismo
El intento de
afirmar el relativismo de la razón, conduce a consecuencias que son no tanto
falsas cuanto sin sentido, es decir que no tienen la capacidad de ser verdaderas
o falsas.
En primer
lugar, hablar de lo que es verdad para una cierta especie o género de seres
implica que el mismo contenido es falso para una especie o género de seres.
Pero el mismo contenido no puede ser a la vez ambas cosas, es decir,
verdadero y falso. Por lo tanto, la tesis del relativista contradice el sentido
de las palabras que utiliza para afirmarla. Tal tesis es, hablando en estricto
rigor, algo sin sentido. En segundo lugar, hacer a la verdad dependiente de la
constitución o conformación de cierta especie es basarla sobre un hecho temporal
e individualmente determinado. Por supuesto, la verdad acerca de un hecho no
debe ser confundida con el hecho. Pero es aún más absurdo confundir la verdad
en general con ciertos hechos o acontecimientos individuales. Lo que es
significado por el juicio 2+2= 4 no debe ser confundido con el acto temporal
mediante (o por) el cual juzgamos que 2+2= 4. Hacerlo es un
absurdo. En tercer lugar, si la verdad es esencialmente determinada o
cualificada esencialmente por la constitución humana se sigue que si
esta constitución fáctica cesase de existir, cesaría también de existir la
verdad. Esto equivale a sostener que es verdad que no hay verdad. Y esta
conclusión es un puro non – sense.
Sin embargo, el antecedente es lógicamente posible. Puede ser falso, pero
ciertamente no es un absurdo, el que la especie humana, o cualquier otra especie
constituida fácticamente, pudiera cesar de existir. De aquí que toda esta
argumentación hipotética sea un absurdo lógico, porque junta un antecedente
lógicamente posible con una conclusión lógicamente imposible.
En cuarto
lugar, si la existencia fáctica de una especie, por ejemplo, el hombre, causa su
propia existencia verdadera, estamos forzados a concluir que este ser fáctico es
causa sui. El
absurdo de una tal afirmación aparece mucho más clara si consideramos la verdad
(posible con respecto a cualquier ser fáctico) que ya no existe. En este caso
nos veríamos
b)
Las fuentes
inmediatas (o próximas) del Psicologismo
Estos
absurdos surgen primaria u originariamente de una tendencia, profundamente
asentada, a confundir estructuras intencionales, de un carácter puramente
formal, con los actos psicológicos individuales (o particulares)
mediante los cuales (o por los cuales) dichas estructuras son
intencionadas. Hay tres tipos fundamentales de argumentos que se utilizan
habitualmente para tratar de justificar esta confusión de la lógica con
la psicología.
En primer
lugar, se ha sostenido erróneamente, incluso por aquellos firmemente dispuestos
a defender la autonomía de la lógica, que los principios lógicos sólo son
“normas” o reglas que gobiernan el pensamiento “válido o “legítimo” y lo
distinguen del pensamiento “no válido” o “ilegítimo”.
Prima facie,
esto parecería proporcionarnos un medio de combatir el psicologismo. De hecho,
esta posición está entregándose, sin darse cuenta, en manos del Psicologismo.
La “norma” como tal, es considerada o mirada psicológicamente para ser utilizada
como una guía psicológica. En la medida en que el estatuto riguroso y exacto de
tales normas permanezca sin ser aclarado, es natural suponer que son simplemente
características más o menos accidentales de la constitución fáctica de ciertos
individuos o ciertas especies. Una de las secciones más valiosas de las
Logische Untersuchungen
(pp. 154 de la
edición alemana) muestra con una claridad muy convincente
En segundo
lugar, puede plantearse la cuestión acerca de si el contenido de la lógica no
consiste en juicios, pruebas, conclusiones, verdad, probabilidad, necesidad,
etc. ¿Cómo podríamos considerar todo esto sino como sucesos o acontecimientos
psíquicos? Juzgar, probar y concluir son formas de actividad psíquica. ¿Acaso
la verdad, la probabilidad, la necesidad no deben ser vividas y experimentadas
psíquicamente? Sin duda esta es la fuente fundamental del psicologismo, un caso
de la falacia de conversión de accidente a dicto
secundum quid ad dictum simpliciter.
Los actos intencionales especiales, mediante los cuales la forma y
la estructura son intencionadas humanamente se confunden con aquello que
es intencionado mediante ellos. Esta distinción entre el acto intencional y
aquello que es intencionado fue reconocida por la filosofía clásica (Cfr. p.g.
Santo Tomás S. Th.
I, Q 85, art.
II) pero fue desconocida por los pensadores modernos. Como
señala Husserl, está completamente ausente en Hume y de toda la tradición
“empírica” que proviene de él. En el principio de Berkeley
ese est percipi,
el olvido de esta distinción está en la raíz del idealismo. Como indica Husserl
es difícil, aún para la más superficial descripción de los procedimientos
matemáticos, pasar por alto la distinción entre los procesos psíquicos de
contar, sumar, multiplicar y dividir y las sumas, productos y cuocientes
intencionados por dichos actos. Esta estructura intencional es discernible en
todo tipo de conocimiento. En todo caso el acto de intencionar es distinto de
aquello que es intencionado y en modo alguno es el primero una “causa”
del segundo.
[1]
“Entendimiento”, “razón”, “conciencia”, “conciencia en general”.