Verdad
(del latín veritas, que traduce el griego G8Z2,4", alétheia, compuesto de
negación y la raíz del verbo lanthano, estar oculto; por tanto «lo que está
patente»)
Es la conformidad entre lo que se dice, piensa
o cree y la realidad, lo que es o lo que sucede. Así se ha entendido
tradicionalmente la verdad interpretada como correspondencia, o coincidencia,
entre la mente y la realidad o los enunciados y los hechos. En sentido estricto
es la correspondencia de una proposición o enunciado con los hechos. Por ello
decimos que un enunciado es verdadero si describe los hechos como son y que es
falso si no los describe como son. En consecuencia, la verdad es, ante todo, una
propiedad del discurso declarativo; lo verdadero o lo falso pertenece a los
enunciados o proposiciones y no a los hechos. Es, pues, un concepto puramente
epistemológico. Así lo ha entendido fundamentalmente la tradición, desde
Aristóteles, para quien la verdad consiste en afirmar lo que es y en negar lo
que no es, y la Escolástica medieval, que la define como la «adecuación entre el
entendimiento y las cosas» (Tomás de Aquino), hasta los lógicos modernos, entre
ellos Tarski, que ha aceptado este concepto de verdad como correspondencia y lo
ha liberado de todas las connotaciones metafísicas, construyendo la denominada
teoría semántica de la verdad.
Sin embargo, no todos los enunciados verdaderos lo son por su correspondencia
con los hechos. «Mañana lloverá o no lloverá» nada tiene que ver con la realidad
y, sin embargo, es un enunciado verdadero: es una verdad lógica. Esto último
hace plausible la denominada teoría de la coherencia de la verdad. La teoría de
la adecuación o correspondencia debe complementarse con la de la coherencia, y
aún con la teoría pragmática de la verdad.
HISTORIA
No siempre se ha dado al concepto de verdad
esta consideración simplemente epistemológica Las distintas acepciones de verdad
a lo largo de la tradición filosófica occidental se deben a influencias de la
tradición bíblica y de la primera filosofía griega. En los comienzos de esta
última, aparece ya en el poema de Parménides, la noción de verdad (alétheia)
opuesta a la de simple opinión (doxa), como ligada a la del ser (on) y a la del
decir (logos), de modo que el pensar y el ser han de ser lo mismo (ver texto ).
La idea de verdad como relación simétrica de coincidencia se presenta por vez
primera explícitamente en Platón, aunque este autor no desarrolla ninguna teoría
específica al respecto. Según Platón, el discurso (logos) que manifiesta la
realidad es verdadero. Aristóteles interpreta esta relación como el juicio que
une o separa lo que en la realidad está unido o separado, es decir, el juicio
que expresa la realidad tal como es (ver texto ); son los comienzos de la
llamada teoría de la coincidencia o correspondencia. En el Nuevo Testamento la
verdad se refiere ante todo a la «fiabilidad» o fidelidad de Dios, a la palabra
de Dios, al Evangelio y, sobre todo, a Jesucristo en quien se sustantiva: Dios o
Jesucristo son «la Verdad». El neoplatonismo unirá los dos caminos: el griego y
el bíblico, de modo que, para Agustín de Hipona, la verdad es tanto el nous (la
inteligencia) neoplatónico como el logos (la Palabra) del Nuevo Testamento. Con
ello la verdad adquiere un rango ontológico: es algo que la mente descubre;
existen la Verdad (Dios), las verdades eternas (las ideas de la mente divina) y
la verdad que el alma conoce, adentrándose en sí misma, por cierta iluminación
interior (ver texto ). La Edad Media hace de la verdad uno de los
trascendentales del ser, una de las propiedades que todo ente tiene: lo que es,
por el mero hecho de ser, es verdadero, esto es, inteligible, siendo Dios la
razón última de la verdad o inteligibilidad de todo ente. Con Guillermo de Occam
y el nominalismo de la crisis de la Escolástica, los trascendentales medievales
se convierten en meros nombres o conceptos, con lo que empieza a hablarse
simplemente de la verdad epistemológica y de la verdad lógica.
Con la filosofía moderna, la verdad pierde su status ontológico y pasa a ser
definitivamente una cuestión epistemológica: en Descartes, la verdad se
convierte en el problema de la certeza, o de la evidencia, si bien Dios continúa
siendo todavía el garante de este criterio de certeza, de la misma forma que
Leibniz habla aún del entendimiento divino como fuente de las verdades eternas.
En cambio, para otros empiristas y racionalistas, como Hobbes, Spinoza y Locke,
la verdad es sólo propiedad del enunciado. En Kant, la verdad es «trascendental»
en un nuevo sentido, esto es, se refiere a las condiciones a priori, existentes
en el sujeto humano, que hacen posible la concordancia del entendimiento con su
objeto. Debido a la revolución copernicana de los planteamientos kantianos, la
verdad es la conformidad de la experiencia con los conceptos puros del
entendimiento o categorías (ver texto ). El concepto kantiano de verdad es
interpretado dialécticamente en el idealismo alemán como relación de identidad
del sujeto, el entendimiento, con el objeto, la idea. Hegel hace del «todo», de
la idea, sujeto y objeto a la vez, el portador histórico de la verdad. La
«izquierda» hegeliana, por obra de Feuerbach y Marx, sobre todo, invierte el
idealismo hegeliano, de modo que la verdad es la «existencia», o el «hombre», y
así deja de ser una cuestión de la teoría para serlo de la praxis. El carácter
histórico de la verdad es puesto de relieve principalmente por el
existencialismo de Heidegger, quien también da a la verdad una condición
ontológica, al considerarla propiedad del ser y no de la mente, y por la
denominada filosofía hermenéutica; que la verdad tenga una interpretación
histórica lleva a la cuestión no sólo del carácter relativo de lo verdadero, y
por tanto a la definición de qué es verdad, qué significa que un enunciado sea
verdadero, sino también a la cuestión del criterio de verdad: cómo sabemos que
un enunciado es verdadero. El neopositivismo sustituye la cuestión de la verdad
por la del sentido y la verificación de un enunciado; la verdad o el sentido de
un enunciado consisten en su verificabilidad. Karl R. Popper, que hablando de
las teorías científicas prefiere referirse al concepto de «verosimilitud», o
proximidad a la verdad, más que al de «verdad», acepta la noción tradicional de
verdad como correspondencia, sobre todo en la versión que de ella da la teoría
semántica de la verdad, de Tarski (ver cita).
En la actualidad, las principales explicaciones sobre el sentido de la verdad se
deben a la teoría de la correspondencia, o teoría semántica de la verdad, la
teoría de la coherencia y la teoría pragmática de la verdad. En todas ellas se
mantiene la idea básica de que la verdad consiste en una relación, difiriendo
sólo en la determinación de los términos de dicha relación: relación de una
proposición con los hechos; relación de una proposición con un conjunto
establecido de proposiciones y relación de una proposición con la práctica, la
acción o la utilidad.
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.