Filosofía de la cultura

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«Ley de desarrollo inverso» de la evolución cultural
 

Para el tratamiento de la cuestión de las relaciones entre «culturas particulares» y la «cultura universal» utilizaremos un modelo ideal dibujado sobre líneas lógico materiales (una matriz). Ésta nos permitirá formular una «ley de desarrollo» de las culturas (o de las «civilizaciones») en su conjunto. Un modelo de desarrollo de las culturas ha de comenzar por las culturas humanas ya constituidas. El desarrollo del «todo complejo» representado en la matriz podría cifrarse en el proceso de transformación de un estado inicial que, a través de un número indeterminado de estadios intermedios, nos lleve a un estado final. La interpretación que cabe dar al estado inicial es la de una distribución discreta de culturas humanas (esferas o círculos culturales) adscritas a zonas determinadas de la superficie habitable e independientes, «termodinámicamente», entre sí. La independencia no implica aislamiento respecto del medio natural, sino aislamiento o ausencia de contacto energético significativo mutuo entre las esferas adaptadas a su medio, aunque no ausencia de cualquier tipo de contacto, por ejemplo, bélico. Tampoco se excluyen intercambios comerciales, siempre que éstos se mantengan con balance cero en cuanto al «trueque de calorías por calorías». El estado inicial ha de entenderse como estado constituido por culturas humanizadas, y no meramente como un estado constituido por culturas animales u homínidas. Como criterio de humanización tomamos la normalización [235] de las pautas culturales; éstas implican lenguaje fonético y representación de estadios anteriores sociales. Como criterio diferencial, en las culturas humanas, tomaremos las tres capas (subjetual, intersubjetiva y material) en las que hemos considerado agrupados los rasgos o notas sometidos a normas (y, por tanto, las normas susceptibles de ser incumplidas). Los sistemas morfodinámicos (las culturas) distribuidos, por el hecho de mantenerse o reproducirse en un intervalo temporal amplio, demuestran su «adaptación al medio» (constituyen sistemas en equilibrio dinámico con su entorno, cuyas partes atributivas habrán de entenderse dadas siempre en función de la dependencia inmediata del medio). La cultura es un concepto ecológico que es el que utiliza la Antropología cultural en su sentido más estricto. Pero este concepto pierde su fuerza en el momento en el que tales «culturas distribuidas» (salvajes, bárbaras, arcaicas) comienzan a enfrentarse, no ya con su medio, sino con otras sociedades o culturas que se regulan por normas incompatibles, desde un punto de vista práctico, con las normas de estas sociedades primitivas; tal es el caso de las sociedades «civilizadas» y, entre ellas, el de las sociedades industriales «universales», es decir, aquellas que han desbordado el estado de distribución [242]. El tamaño de estas esferas irá aumentando; lo que significa que el número de esferas de un determinado rango superior irá disminuyendo. El límite está dado por el estado final de la matriz: su estructura apunta a una «refundición» de las esferas individuales en una única esfera universal (transformación de la «clase distributiva de las culturas» en una clase unitaria), simultánea a la constitución de categorías objetivas (α estructurales) que llegan a segregar enteramente las operaciones del homo faber que las generaron [227-232]. Podríamos analizar este proceso acogiéndonos al formato tradicional de una ley: «Ley del desarrollo inverso de la evolución cultural: La Cultura, en cuanto todo complejo que reúne a todas las culturas humanas, tomada en su estado inicial, reconocible ya como humano, evoluciona de suerte que el grado de distribución (dispersivo) de sus 'esferas' (o 'culturas') disminuye en proporción inversa al incremento del grado de atribución (disociativa) constitutivo de sus categorías». {MC 187-195, 199}

 
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Pelayo García Sierra · Biblioteca Filosofía en español · http://filosofia.org/filomat

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