1.
LAS RAÍCES MARXISTAS DE LA SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA
La sociología
de la ciencia es, desde luego, una rama de la sociología del conocimiento, como
lo son, y también de importancia, las de la tecnología, la medicina, el arte y
la religión. Karl Mannheim ([1929] 1936), discípulo de Max Weber y estudioso
de Marx fuertemente influido por George Lukács ([1923] 1971), es considerado
como el padre fundador de la sociología del conocimiento, por haber inventado
esa denominación (en alemán, Wissensoziologie), además de Denkstil,
estilo de pensamiento. Pero al revés de sus predecesores Weber y Durkheim,
Mannheim no efectuó ninguna investigación especializada, ni elaboró teoría
detallada alguna. Básicamente, se limitó a destacar el condicionamiento social
de las ideas, y por ende, la importancia de la sociología del conocimiento como
anexo de la historia y de la filosofía del conocimiento. Puesto que nunca llegó
a sostener que todas las ciencias tienen contenido social, es a menudo criticado
por los exponentes de las nuevas orientaciones, quienes afirman que los hechos
sociales son "constitutivos" de la ciencia, y no tan sólo factores
"contingentes" que la influencien desde afuera.
En realidad,
la moderna sociología del conocimiento no es creación de Mannheim. Fue en
principio esbozada por Karl Marx y Friedrich Engels, y cultivada mucho después,
en forma sistemática, por Emile Durkheim y por Max Weber (quienes dedicaron
principal interés a la sociología de la religión), Max Scheler, John D.
Bernal y su círculo, Robert K. Merton y sus colaboradores y discípulos, y
varios investigadores más. Dado que Merton fue el último miembro eminente de
la escuela clásica, y por haberse atenido al método científico y no ser, en
consecuencia, ni constructivista ni relativista, los sociólogos de la ciencia
de nuevo estilo lo han convertido en blanco de sus saetas y han dado en llamarse
"posmertonianos", pretendiendo haber ido mucho más allá que él.
Marx y Engels
son los abuelos de la moderna sociología de la ciencia, habiendo sido los
primeros en sostener las siguientes tesis, harto conocidas:
1. "No
es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, al contrario, su
ser social el que determina su conciencia" (Marx 1859, en Marx y Engels
1986, 182; las bastardillas son mías, MB).
2.
"Sobre las diferentes formas de propiedad, sobre las condiciones sociales
de la existencia, se levanta toda una superestructura de distintos sentimientos,
ilusiones, modos de pensar y concepciones de la vida formados de manera
peculiar. La clase, en su totalidad, los crea y los forma a partir de sus
fundamentos materiales y de las correspondientes relaciones sociales. El
individuo los recibe a partir de la tradición y de la educación" (Marx
1852, en Marx y Engels 1986, 118-119; las bastardillas son mías MB).
3. La ciencia
social tiene un compromiso ideológico. Promueve los intereses materiales de
alguna clase social dada. En tiempos modernos, hay una ciencia social burguesa y
otra proletaria. No obstante, mientras que la primera está repleta de errores y
de ilusiones -al ser deformada por la ideología-, la segunda es objetivamente
verdadera, puesto que el proletariado representa los intereses de la humanidad
como un todo.
Estas ideas
eran por cierto audaces a mediados del siglo XIX, y cada una de ellas encierra
un grano de verdad. En primer lugar, la psicología del desarrollo y la psicología
social han demostrado que el ambiente social condiciona la mentalidad del
individuo. Pero no la determina por entero, por cuanto el genoma y el sistema
nervioso, lo mismo que la acción individual, que a menudo va contra la
corriente, tienen, sin exagerar en absoluto, una gran influencia en la materia
(en la sección 5 de este trabajo figuran otras consideraciones al respecto).
En segundo
lugar, como en una sociedad estratificada cada persona nace en alguna clase
social, cuyos miembros comparten entre sí ciertos intereses, valores,
creencias, expectativas, y así sucesivamente, la pertenencia a una clase
influye desde luego sobre la actitud del especialista en ciencia social, pero
esto no significa que el mismo no pueda superar tales límites, o que su clase
social sea la que piensa por él. No deja de ser curioso que un materialista
sostenga que una clase social, carente de cerebro, pueda pensar. Y es
sencillamente falso que todas las ideas, hasta las de índole matemática, sean
creadas a partir de las bases económicas de la sociedad. Volveremos a examinar
este asunto en la sección 5.
En tercer
lugar, es cierto que algunas ramas de la ciencia económica y política,
particularmente las que se relacionan con la gestión de la economía y con el
Estado, están contaminadas por los intereses de las clases dominantes. Basta
con recordar las economías políticas neoclásicas, la doctrina de la disuasión
recíproca y el leninismo. Sin embargo, desde que se ha instituido el estado de
bienestar, en gran parte de los estudios sobre economía y politología se da
por supuesto que el Estado, lejos de actuar como instrumento de las clases hegemónicas,
debe hacer las veces de árbitro en la lucha de clases y distribuir parte del
excedente en forma equitativa. Además, hasta en tiempos de Marx y Engels se
realizaban estudios sociales objetivos, y muchos fueron utilizados por ambos
para describir y condenar el capitalismo. En síntesis, la ciencia social básica
o descriptiva es muy a menudo imparcial, por más que los estudios sociales
prescriptivos o normativos sean con frecuencia partidarios.
Es notable
que las opiniones de Marx y Engels sobre el condicionamiento social del
conocimiento y la parcialidad de la ciencia social hayan sido tan influyentes,
pues se trataba de puntos de vista esquemáticos, asistemáticos y no demasiado
claros. ¿Qué significa exactamente la palabra "determina" en la
frase "el ser social determina la conciencia"? ¿Quiere decir que la
sociedad, en su conjunto, causa los procesos mentales, o que la posición social
y el comportamiento del individuo ejercen una fuerte influencia sobre la forma
en que piensa? Es obvio que la ambigüedad inherente al lenguaje ordinario se
presta a múltiples interpretaciones.