En Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus. Alianza Editorial, Madrid.
1. El mundo es todo lo que acaece.
1.1 El mundo es la totalidad de los hechos, no de
las cosas.
1.11 El mundo está determinado por los hechos y
por ser todos los hechos.
1.12 Porque la totalidad de los hechos determina lo
que acaece y también lo que no acaece.
1.13 Los hechos en el espacio lógico son el mundo.
1.2 El mundo se divide en hechos.
1.21 Cualquier cosa puede acaecer o no acaecer y todo el
resto permanece igual.
(3.32 El signo es lo perceptible en el símbolo.)
3.323 En el lenguaje corriente ocurre muy a menudo que la
misma palabra designe de modo y manera diferentes —porque pertenece a
diferentes símbolos— o que dos palabras que designan de modo y manera
diferentes se usen aparentemente del mismo modo en la proposición.
Así, la palabra ‘es’ se presenta como cópula, como signo
de igualdad y como expresión de la existencia; ‘existir’, como un verbo
intransitivo, lo mismo que ‘ir’; ‘idéntico’ como adjetivo; hablamos de
algo, pero también de que algo sucede.
(En la proposición ‘Verde es verde’ —donde la primera
palabra es un nombre y la última un adjetivo—, estas palabras no sólo tienen
diferente significado, sino que son también símbolos diferentes).
3.324 Así nacen fácilmente las confusiones más
fundamentales (de las cuales está llena toda la filosofía).
3.325 Para evitar estos errores debemos emplear un
lenguaje de signos que los excluya, no usando el mismo signo en símbolos
diferentes ni usando de manera aparentemente igual aquellos signos que designen
de modo diverso. Un lenguaje de signos, pues, que obedezca a la gramática lógica,
a la sintaxis lógica.
(La notación lógica de Frege y Russell es un lenguaje tal,
aunque no exento aún de todo error).
4. El pensamiento es la proposición con significado.
4.001 La totalidad de las proposiciones es el lenguaje.
4.002 El hombre posee la capacidad de construir lenguajes
en los cuales todo sentido puede ser expresado sin tener una idea de cómo y qué
significa cada palabra. Lo mismo que uno habla sin saber cómo se han producido
los sonidos singulares.
El lenguaje corriente es una parte del organismo humano, y no
menos complicada que él.
Es humanamente imposible captar inmediatamente la lógica del
lenguaje.
El lenguaje disfraza el pensamiento. Y de tal modo, que por la
forma externa del vestido no es posible concluir acerca de la forma del
pensamiento disfrazado; porque la forma externa del vestido está construida con
un fin completamente distinto que el de permitir reconocer la forma del cuerpo.
Las convenciones tácitas para comprender el lenguaje corriente
son enormemente complicadas.
4.003 La mayor parte de las proposiciones y cuestiones
que se han escrito sobre materia filosófica no son falsas, sino sin sentido. No
podemos, pues, responder a cuestiones de esta clase de ningún modo, sino
solamente establecer su sinsentido.
La mayor parte de las cuestiones y proposiciones de los filósofos
proceden de que no comprendemos la lógica de nuestro lenguaje.
(Son de esta clase de cuestiones de si lo bueno es más o menos
idéntico que lo bello).
No hay que asombrarse de que los problemas más profundos no
sean propiamente problemas.
4.0031 Toda la filosofía es “crítica del lenguaje”
(pero no, en absoluto, en el sentido de Mauthner). Es mérito de Russell haber
mostrado que la forma lógica aparente de la proposición no tiene
necesariamente que ser su forma real.
4.11 La totalidad de las proposiciones verdaderas es la
ciencia natural (o la totalidad de las ciencias naturales).
4.111 La filosofía no es una de las ciencias naturales.
(La palabra ‘filosofía’ debe significar algo que esté
sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales).
4.112 El objeto de la filosofía es la aclaración lógica
del pensamiento.
Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son “proposiciones filosóficas”,
sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los
pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y oscuros.
(6.4. Todas las proposiciones poseen igual valor)
6.41 El sentido del mundo debe quedar fuera del mundo. En
el mundo todo es como es y sucede como sucede: en él no hay ningún valor, y si
lo hubiera no tendría ningún valor.
Si hay un valor que tenga valor, debe quedar fuera de todo lo
que ocurre y de todo ser-así. Pues todo lo que ocurre y todo ser-así son
casuales.
Lo que lo hace no casual no puede quedar en el mundo, pues de
otro modo sería, a su vez, casual.
Debe quedar fuera del mundo.
6.42 Por lo tanto, tampoco puede haber proposiciones de
ética. Las proposiciones no pueden expresar nada más alto.
6.421 Es claro que la ética no puede expresarse.
La ética es transcendental.
(Ética y estética son lo mismo).
6.422 El primer pensamiento que surge cuando se propone
una ley ética de la forma “tú debes”, es: ¿y qué si no lo hago? Pero es
claro que la ética no se refiere al castigo o al premio en el sentido común de
estos términos. Así pues, la cuestión acerca de las consecuencias de una acción
debe ser irrelevante. Al menos, estas consecuencias no pueden ser
acontecimientos. Pues debe haber algo justo en aquella interpelación. Sí que
debe haber una especie de premio y de castigo ético, pero deben encontrarse en
la acción misma.
Y esto es también claro, que el premio debe ser algo agradable
y el castigo algo desagradable.
6.423 De la voluntad como sujeto de la ética no se puede
hablar.
Y la voluntad como fenómeno sólo interesa a la psicología.
6.43 Si la voluntad, buena o mala, cambia el mundo, sólo
puede cambiar los límites del mundo, no los hechos. No aquello que puede
expresarse con el lenguaje.
En resumen, de este modo el mundo se convierte, completamente,
en otro. Debe, por así decirlo, crecer o decrecer como un todo.
El mundo de los felices es distinto del mundo de los infelices.
6.431 Así pues, en la muerte el mundo no cambia, sino
cesa.
6.4311 La muerte no es ningún acontecimiento de la vida.
La muerte no se vive.
Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita,
sino la intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente.
Nuestra vida es tan infinita como ilimitado nuestro campo visual.
6.4312 La inmortalidad temporal del alma humana, esto es,
su eterno sobrevivir aun después de la muerte, no sólo no está garantizada de
ningún modo, sino que tal suposición no nos proporciona, en principio, lo que
merced a ella se ha deseado siempre conseguir. ¿Se resuelve quizás un enigma
por el hecho de que yo sobreviva eternamente? Y esta vida eterna ¿no es tan
enigmática como la presente? La solución del enigma de la vida en el espacio y
en el tiempo está fuera del espacio y del tiempo.
(No son de la ciencia natural los problemas que hay que
resolver.)
6.432 Cómo sea el mundo es completamente indiferente
para lo que está más alto. Dios no se revela en el mundo.
6.4321 Los hechos pertenecen todos sólo al problema, no
a la solución.
6.44 No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea.
6.45 La visión del mundo sub specie aeterni es su
contemplación como un-todo-limitado.
Sentir el mundo como un todo limitado es lo místico.
6.5 Para una respuesta que no se puede expresar, la
pregunta no puede tampoco expresarse.
No hay enigma.
Si se puede plantear una cuestión, también se puede responder.
6.51 El escepticismo no es irrefutable, sino claramente
sinsentido si pretende dudar allí en donde no se puede plantear una pregunta.
Pues la duda sólo puede existir cuando hay una pregunta; una
pregunta, sólo cuando hay una respuesta, y ésta únicamente cuando se puede
decir algo.
6.52 Nosotros sentimos que, aun cuando todas las posibles
cuestiones científicas hayan sido respondidas, el problema de nuestra vida no
ha sido penetrado aún. Desde luego que no queda ya ninguna pregunta, y
precisamente ésta es la respuesta.
6.521 La solución del problema de la vida está en la
desaparición de este problema.
(¿No es ésta la razón de que los hombres que han llegado a
ver claro el sentido de la vida no sepan decir, después de mucho dudar, en qué
consiste ese sentido?)
6.522 Hay, ciertamente, lo inexpresable. Se muestra a sí
mismo: es lo místico.
6.53 El verdadero método de la filosofía sería
propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir, o sea, las
proposiciones de la ciencia natural —algo, pues, que nada tiene que ver con la
filosofía—; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico,
demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones.
Este método dejaría descontentos a los demás, pues no tendrían el
sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía, pero sería el único
estrictamente correcto.
6.54 Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo:
que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que
el que comprenda haya salido de ellas a través de ellas. (Debe, pues, por así
decirlo, tirar la escalera después de haber subido.)
Debe superar estas proposiciones. Entonces tiene la justa visión
del mundo.
7. De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.