José Padrón G., 

en Chacín, M. y Padrón, J. (1994): Investigación y Docencia. Caracas: Publicaciones del Decanato de Postgrado, USR

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Qué es ‘teoría’ 

1. Los diferentes usos del término

El término ‘teoría’ es altamente polisémico: con él suelen designarse muchas cosas, a veces notoriamente diferentes entre sí. Considérese el conjunto de las siguientes citas, todas referidas a la palabra ‘teoría’ y donde intervienen escritores, artistas, filósofos, etc.

Una corazonada con credenciales académicas.  J. A. Carter

Esas preciosas flores que alivian lo gris de nuestra existencia y que ayudan a que el escenario humano valga la pena. Morris R. Cohen

Una generalización imperfecta, atrapada por una predisposición.  James A. Froude

Una posesión para toda la vida.  William Hazlitt

(Algo) capaz de cohesionar el tiempo suficiente para conducirte a una mejor teoría.  Donald O. Hebb

Un tipo de pensamiento, cuyo derecho a coexistir es coextensivo a su poder de resistir a los intentos de extinción por parte de sus rivales.  Thomas Henry Huxley

Algo usualmente asesinado por los hechos.  Anon.

Esta plurivocidad o polisemia del término depende de su uso en tres esferas, por lo menos: en la esfera de la vida cotidiana, se aplica a cosas distintas según la situación de habla. En la esfera de la ciencia, el significado varía según ciertas funciones operativas dentro del proceso de producción de conocimientos. Y, en la esfera de la epistemología o filosofía de la ciencia, las aplicaciones del término varían según el enfoque, postura o paradigma desde el cual se hacen los análisis y en atención al cual se buscan prescripciones o normativas para regular los procesos de investigación, entendidos como ideal de acción. Revisemos estas variaciones del término ‘teoría’ dentro de cada una de estas esferas.

En el habla cotidiana (que de algún modo podría considerarse el área de los preconceptos con respecto al uso técnico-académico de la palabra), esta palabra parece tener siete significados estables, tal como puede verse en las expresiones que siguen:

‘Teoría’ como suposición:

(1) “La policía trabaja la teoría de que el secuestrador del niño está en su misma familia”

‘Teoría’ como verborrea y falta de concreción:

(2)  “Me gustan esos monólogos de Cantinflas en que se pone todo teórico

‘Teoría’ por oposición a Práctica:

(3) “La gente de sociales es muy teórica. Prefiero a los de agronomía porque son prácticos

‘Teoría’ como Norma:

(4) “Teóricamente, la luz amarilla es para prevenir la parada en el semáforo. Lo que pasa es que aquí la gente hace lo contrario: pisan el acelerador”.

‘Teoría’ como creencia colectiva:

(5) “Eso de que Irene es un mujerón es pura teoría. No, hombre..., mujerón es Fedra López...”

‘Teoría’ como opinión o postura frente a un problema:

(6) “En el programa de ayer, el Doctor X sostuvo que la delincuencia disminuiría si se la ataca drásticamente, con todo el peso de la ley, mientras que la Dra. W fue de la opinión de que el mejor remedio contra la delincuencia está en la educación y en un mejor nivel de vida. ¿Con cuál de esas teorías está Ud. de acuerdo?”

‘Teoría’ como especulación:

(7) “¿Tú no crees en la teoría de la reencarnación?”

Si hiciéramos un análisis de los usos implícitos en las expresiones 1-7 (que parecen ser usos típicos), notaríamos que, en general, el factor semántico común es el carácter mental, no factual, de las teorías. En ese sentido, para el habla cotidiana ‘teoría’ es algo que no se encuentra en el mundo de los hechos, sino en el de los pensamientos, las actitudes, las ideas, las representaciones, las palabras, etc. En 1, por ejemplo, ‘teoría’ se usa para designar una posibilidad, un esquema mental según el cual el secuestrador es un familiar de la víctima, cosa que no se considera un hecho hasta que las evidencias lo decidan (si tal esquema quedara demostrado, ya dejaría, probablemente,  de ser llamado ‘teoría’). Igual ocurre en 7, donde la palabra ‘teoría’ se usa para designar un esquema mental de acuerdo al cual las personas vuelven a nacer en otro cuerpo después de morir. En 2 y 3 se alude también a la caracterización de ciertas personas cuya acción se orientan más al mundo de las representaciones simbólicas (ideas y pensamientos, en el caso de “la gente de sociales” y sólo-palabras en el caso de Cantinflas) antes que al mundo de los hechos palpables. En 4, 5 y 6 también ocurre lo mismo: tanto los conductores precavidos frente a la luz amarilla, como las dotes de Irene y los dos modelos de solución a la delincuencia constituyen datos estrictamente mentales.

Ahora bien, las muestras 2, 4 y 5 nos llevan a advertir que ‘teoría’ designa datos mentales, pero con independencia de que correspondan o no a los hechos. Así, mientras en 1, 3, 6 y 7 se trata de representaciones cuya correspondencia con los hechos no está decidida, en cambio en 2, 4 y 5 se trata de representaciones cuya correspondencia con los hechos aparece expresamente negada: tal es el caso del palabrerío de Cantinflas, alejado no sólo de la realidad sino de cualquier sentido; o el caso del semáforo, donde lo teórico es contrario a lo que sucede; o el caso de las dotes de Irene, que no son tales con respecto a otras. Sin embargo, para el habla cotidiana siguen siendo ‘teorías’.

Desde otro punto de vista, sólo las muestras 6 y 7 revelan una aplicación universal amplia, en el sentido de que se refieren a clases invariantes de hechos y no a eventos singulares o coyunturales, adscritos a unas coordenadas espacio-temporales, como ocurre en las muestras 1, 2 y 5. En 1, ‘teoría’ se aplica a un suceso singular que vincula a personas particulares en un lugar particular y en un momento también particular. Igual cosa ocurre en 2 y en 3, donde se aplica a personas con nombre propio. Las muestras 3 y 4 revelan clases de hechos de universalidad intermedia: aunque la “gente de sociales” y de “agronomía”, así como la luz amarilla de los semáforos, existen en casi todas partes, sin embargo no constituyen clases completamente universales de hechos (hubo largos períodos históricos -y probablemente los volverá a haber- sin semáforos ni especializaciones en sociales o agronomía). Todo esto significa que ‘teoría’, en el habla cotidiana, se aplica por igual a clases universales de hechos, a clases de mediana universalidad y a casos particulares.

Finalmente, notemos que el término se aplica por igual a datos mentales explicativos del mundo (como en 1, 6 y 7) como a datos mentales descriptivos (como en 2, 3 y 5) y a datos mentales regulativos o prescriptivos (como en 4). Por otra parte, el hecho de que la especulación (enunciado no comprobable) sea uno de los significados de ‘teoría’ indica que dicho término se aplica también indistintamente para juicios contrastables y no contrastables.

Examinemos ahora los usos del término en el terreno de la ciencia. Como dijimos arriba, las variaciones de significado obedecen aquí a las distintas instancias operativas del proceso de producción de conocimientos.

En la instancia más general o abarcante de dicho proceso, la palabra se usa para designar el conjunto global de los logros de trabajo. Así, suele decirse que la ciencia está constituida por ‘teorías’ y es en ese sentido en que oímos expresiones como “teoría del motor eléctrico”, “teoría de conjuntos”, “teoría de la célula”, “teoría de las especies”, etc., en que se alude al tipo de trabajo global considerado como ‘ciencia’, es decir, las construcciones mentales de carácter sistemático-socializado. ‘Teoría’, entonces, viene a ser sinónimo de ‘producto científico general’, sin distinguir el carácter descriptivo, explicativo o aplicativo que pueda tener.

En una instancia intermedia del trabajo científico, ‘teoría’ tienen el sentido de hipótesis o suposición. En un sentido muy laxo, la aplicación del término no suele distinguir entre el carácter particular o universal de las hipótesis: dentro de esta acepción gruesa son teoría tanto las hipótesis particulares usadas aisladamente en el control experimental como las hipótesis generales que encabezan los sistemas deductivos. Pero en un sentido más estricto, son sólo las hipótesis sistemáticamente concebidas, aquéllas que se enmarcan en un sistema de enunciados, las que pueden llamarse ‘teoría’. Más exactamente, entonces, podemos decir que esta palabra es usada corrientemente para hacer referencia a los cuerpos hipotéticos, bien sea a alguno de sus enunciados constitutivos, bien sea a todo el conjunto completo de enunciados.

En una instancia más detallada del trabajo científico, ‘teoría’ es un modelo universalmente explicativo, o sea, una construcción semiótica (cognitiva y simbólica) que representa una relación de interdependencia entre dos o más clases universales de hechos y que tiene el poder de retrodecir y predecir cualquiera de los hechos particulares abarcados dentro de esa clase universal. Como veremos más adelante, este sentido de la palabra se refiere a una estructura de respuesta a un por qué, cuyos componentes consisten en ‘clases’ universales de hechos y no en simples hechos singulares. Abbagnano (1987: 1129) sintetiza este sentido del término en tres operaciones básicas:

a) ‘Teoría’ implica la construcción de un “esquema de unificación sistemática”, dotado de alto “grado de comprensividad”, lo cual se traduce en su universalidad, en su potencia de cobertura con respecto a los eventos singulares. Es en este sentido en que se interpreta la famosa expresión de Einstein: The grand aim (...) is to cover the greatest number of empirical facts by logical deduction from the smallest number of hypotheses or axioms. Los hechos de la experiencia se nos presentan como separados entre sí por el tiempo y el lugar, hasta el punto de que, a simple vista, podríamos creer que son radicalmente diferentes unos de otros (la caída de una manzana, el deslizamiento de unas rocas por una pendiente, los giros de la luna, etc.). Las teorías, en cambio, tienen la virtud de subsumir grandes colecciones de hechos bajo un mismo esquema representacional (la gravitación de Newton, por ejemplo, logra unificar en un único esquema todas las ‘caídas de cosas’ junto a las órbitas celestes; la relatividad de Einstein logra unificar aun muchos otros hechos, además de ésos).

b) ‘Teoría’ implica la definición de un “conjunto de medios de representación conceptual y simbólica” que permita transitar entre el esquema explicativo y los hechos singulares. Es decir, implica la formulación de un lenguaje caracterizado por su economía de recursos: simple, claro y eficaz.

c) ‘Teoría’ implica la construcción de un “conjunto de reglas de inferencia que permitan la previsión de los datos de hecho”. En otras palabras, la elaboración de teorías exige definir aquellos medios por los cuales sus usuarios pueden derivar enunciados muy específicos, correlacionados con los datos de la experiencia, partiendo de los enunciados generales del sistema.

Estos son, muy resumidamente, los distintos usos de la palabra ‘teoría’ dentro del proceso de producción científica. Vemos que, en general, el sentido científico de esa palabra coincide con el sentido cotidiano sólo en su carácter representacional, en cuanto que toda teoría designa una entidad sin existencia factual (las teorías no se ven ni se sienten ni se perciben), estrictamente limitada al mundo del pensamiento y del razonamiento. Por lo demás, y a diferencia del lenguaje ordinario, en el terreno científico sólo se considera ‘teórico’ aquello que es sistemático y socializado y, en sus usos más especializados, el término queda restringido a los enunciados corroborables (contrastables) que forman parte de un sistema y que, además, tienen alcance explicativo y universal.

Pasemos ahora a considerar el uso del término ‘teoría’ en la esfera de la filosofía de la ciencia, evitando las distinciones pormenorizadas y ubicándonos más bien en una visión esquemática y globalizadora. En primer lugar, dentro de lo que podríamos llamar la ‘filosofía general’ o  no-especializada (el caso de la filosofía de la ciencia, por ejemplo, es ya un área especializada), ha sido muy extendido el uso de la palabra ‘teoría’ en contraposición al de ‘práctica’ o ‘praxis’. Aristóteles, ya en su tiempo, había utilizado la palabra para referirse a la abstracción de cualquier práctica y al principio del que se sigue o del que procede la práctica. En este sentido amplio, el binomio ‘teoría/práctica’ viene a ser sinónimo del binomio ‘conocimiento/acción’, en el cual hemos insistido varias veces en anteriores temas de este Seminario. Algunos filósofos (especialmente dentro del marxismo ortodoxo; véase, por ejemplo, Rosenthal y Iudin, 1984: 451 ), al usar el término ‘teoría’ como polo relacional alterno a ‘práctica’, lo conciben estrictamente dentro del dominio del conocimiento científico, mientras que otros lo conciben dentro del dominio del conocimiento en general, incluso el de tipo técnico, artesanal o cotidiano: así, por ejemplo, reconocemos a un buen sastre o a un buen zapatero por las tareas específicas que son capaces de cumplir (‘práctica’), pero no serían eficientes si no dispusieran en su mente de un sistema informacional relativo a la confección de ropa o de calzados (‘teoría’): tipos y características de las telas y cueros, función de los instrumentos de trabajo, esquemas operativos, etc.

En segundo lugar, y también dentro de la filosofía general, la palabra ‘teoría’ es usada a menudo para designar alguna ‘doctrina’ de pensamiento. No es extraño oír hablar (o leer), por ejemplo, de la ‘teoría creacionista’ (según la cual el universo se debe a un creador) o de las ‘teorías’ socialcristiana o socialdemócrata, etc.

Pero, hablando propiamente en el terreno de una epistemología o filosofía de la ciencia, el término varía según las ‘jergas’ correspondientes a los distintos paradigmas o enfoques. Para el empirismo lógico, por ejemplo, ‘teoría’ es representación generalizada verídica (verificable) de una realidad externa, con la cual se correlaciona mediante mecanismos de enlace entre un lenguaje teórico y un lenguaje observacional (fisicalismo). Para el racionalismo crítico, las teorías son “redes que lanzamos al mundo” con la intención de acceder más fácilmente a su funcionamiento y a su manejo o control, pero no mediante referencias ubicadas en el mismo mundo (objetivas), sino mediante esquemas socialmente compartidos (intersubjetivos), del mismo modo en que se comparten los esquemas de la lengua o de la interacción personal. Para el pragmatismo, las teorías no son propiamente una representación del mundo acerca de la cual se pueda afirmar su verdad o falsedad, sino una construcción inteligente, acerca de la cual sólo se puede afirmar su ‘eficiencia’ o ‘ineficiencia’ y cuyo valor radica en la utilidad que demuestren frente a los problemas y necesidades de la humanidad. Para la fenomenología de Husserl y el sociohistoricismo de Dilthey, el término adquiere un sentido diferente para el caso de las “Ciencias del Espíritu”, donde lo que importa es la “comprensión” y ya no la “explicación”, como es el caso en las ciencias de la naturaleza. A partir de allí, los representantes de la Escuela de Frankfurt postulan el carácter de “crítica social” que han de tener las teorías, al tiempo que las corrientes influidas por Schutz (interaccionismo simbólico, etnometodología, investigación-acción, observación participante, etc.) desechan el carácter universal de las teorías para centrarse en la interpretación de los casos y “escenarios”, llegando incluso a postular una “teoría de lo singular”.

En general, la filosofía de la ciencia de corte ‘analítico’ (cuyo ideal es la absoluta interdisciplinaridad entre cualquier tipo de ciencia, tanto de la naturaleza como del espíritu) usa la palabra ‘teoría’ en el sentido de representación abstracta, universal, explicativa, sistemática, socializada y contrastable (susceptible de crítica y de rechazo) de algún tipo de realidad que, aunque no esté en el mundo de las cosas independientemente de la actividad del sujeto cognoscente, sí está, por lo menos, en el mundo de los esquemas supraindividuales, más allá y al exterior de las conciencias personales subjetivas. En cambio, dentro de la filosofía de la ciencia de corte fenomenológico y sociohistoricista (cuyo ideal es la comprensión vivencial-experiencial de los significados simbólico-culturales, por vías y métodos alejados de las ciencias formales y materiales), la palabra ‘teoría’ se aproxima más al sentido de reflexión, ensayo libre, interpretación socio-psicológica, etc. Aun cuando buena parte de los investigadores ubicados en estas tendencias insisten en una libertad metodológica responsable (comprometida ante los demás), que sea capaz de producir teorías en el sentido de conocimiento confiable y creíble, muchos otros propugnan un abierto solipsismo y una completa anarquía, según lo cual lo único que vale es la conciencia interior del sujeto individual, personal. En este último caso, la palabra ‘teoría’ es cualquier cosa y, precisamente por eso, no significa nada.