LOS 7 PECADOS CAPITALES DE
José Padrón Guillén[*]
Introducción
Estas
notas tienen la intención de promover debates en torno al tema planteado. Lo
que se afirma aquí va, por el formato del documento, sin un respaldo empírico
completo, por lo que, tal como está presentado, no es definitivamente creíble.
Sin embargo, un trabajo más extenso, y de formato investigativo, podría proveer
fácilmente ese respaldo. Por ahora, estas notas sólo podrían tomarse como
suposiciones que podrían ser ciertas y que, en todo caso, pueden ser evaluadas.
La intención es provocar respuestas, las cuales hacen falta para arrojar alguna
luz sobre este tema. Lo del título, la alusión a los “Siete Pecados Capitales”,
es una metáfora rayada que sólo sirve para ubicar estas ideas en el mismo
estándar de otros documentos de crítica que usan esa misma expresión (entre
otros, véase “Los 7 Pecados Capitales de
1. La desarticulación y fragmentación (
Los
trabajos de investigación no suelen tener nada que ver unos con otros. Si Ud.
revisa cualquiera de los compendios de resúmenes de investigaciones que se
suministran en las jornadas de investigación de las universidades, difícilmente
conseguirá en ese compendio dos investigaciones que tengan algún parentesco
entre sí. Es algo así como la construcción de
Si
algo en este mundo debe estar interconectado es precisamente la producción de
conocimiento científico. Este tipo de producción se da en forma de
constelaciones y redes, que van progresando hacia delante y engrosando en
espiral, cada vez más complejas y abarcantes. Pero la investigación
universitaria tercermundista es tartamuda y esquizofrénica, terriblemente
fragmentada: no sólo no progresa en forma de constelaciones sino que ni
siquiera tiene trayectoria alguna de desarrollo en el tiempo. Los trabajos de
investigación nacen y mueren dentro de los límites de las circunstancias de un
momento y de una persona. Cada quien decide qué problema va a resolver y cada
estudiante anda por allí mendigando entre profesores y asesores algún tema de
estudio interesante para su propio trabajo de grado o de ascenso.
Pero
esta desarticulación ocurre también con respecto a la misma universidad.
Pregunte Ud. a las autoridades universitarias cuántos investigadores tienen y
lo saturarán con cifras y gráficos de barra. Pero pregúnteles qué problemas
científicos ha ido resolviendo su universidad a través del tiempo y obtendrá un
silencio incómodo o una respuesta desviada.
La
cultura predominante es la de la época de los mecenas, donde el investigador
hace lo que le venga en gana, mientras que la ganancia de la universidad está
en pregonar la cantidad de investigadores que alberga, sin importar y sin estar
enterados de qué hace cada uno. Así, las universidades se convierten en mecenas
y los investigadores en artistas. De por medio está la idea de que hacer
investigación es como hacer carrera en Hollywood, en pos de un Oscar (léase
PPI, en Venezuela), que es esencialmente diferente a la idea de que hacer
investigación es como cumplir la labor de una abeja en la construcción de un
panal o el rol de un jugador en un equipo de fútbol.
2. El Individualismo (el ‘yo’
por encima del ‘nosotros’)
La
investigación universitaria tercermundista está enfocada bajo una concepción
individualista de la universidad, derivada de una visión también individualista
de la sociedad. La visión individualista es opuesta a una visión colectivista.
Las diferencias entre ambas visiones pueden describirse como sistemas
antagónicos de creencias, de las cuales los siguientes pares de proposiciones
(a-d) son representativos:
a1)
En la visión individualista: La felicidad de una sociedad es igual a la suma
de las felicidades individuales
a2)
En la visión colectivista: La felicidad de una sociedad es mucho más que la
suma de las felicidades individuales
b1)
En la visión individualista: Cada quien puede ser feliz, aunque los demás no
lo sean
b2)
En la visión colectivista: Nadie puede ser feliz si los demás son infelices
c1)
En la visión individualista: El Bienestar del individuo depende no sólo de su
propio progreso sino también del retroceso o estancamiento de los demás
c2)
En la visión colectivista: El bienestar del individuo depende del bienestar
de los demás; el retroceso de los demás impide el progreso propio
d1)
En la visión individualista: Ante la brecha entre pobres y ricos, se trata
de esforzarse por pertenecer a la clase de los ricos
d2)
En la visión colectivista: Ante la brecha entre pobres y ricos, se trata de
esforzarse por reducir esa brecha.
Las
universidades tercermundistas fueron diseñadas como mecanismos de ascenso
social dentro de ese esquema piramidal de progreso que es típico de la visión
individualista, donde no todos pueden llegar a la cima, sino sólo algunos, no
necesariamente los mejores, sino los más hábiles en empujar a los demás hacia
abajo. Es así como más del 80% de los egresados universitarios tercermundistas
son personas que ascendieron desde un origen marginal, nacidos en una familia
de pobreza extrema, hacia un estatus de clase media (de allí, viven en la
esperanza de que, así como saltaron de la base al sector intermedio de la
pirámide social, podrán también alguna vez llegar al vértice, olvidando aquella
verdad matemática que repetían nuestros abuelos: “los ricos están contados”,
verdad que constituye la regla básica de toda geometría piramidal; de allí su
rechazo a todo lo que huela a marginalidad y a pobreza, a todo aquello que les
recuerde su propio origen; de allí también que, cada vez que se planteen
conflictos entre pobres y ricos, casi invariablemente se pongan de parte de
éstos). Y, al mismo tiempo que todo eso ocurría, las grandes masas poblacionales
quedaban fuera del sistema educativo, fuera de este mecanismo de ascenso
social. ¿Por qué? Porque las estructuras individualistas son geométricamente
piramidales, mientras que las estructuras colectivistas son geométricamente rectangulares
o cuadradas.
Como
resultado global de todo esto, las sociedades tercermundistas están integradas
por un mínimo grupo ubicado en el vértice, dotado de todos los privilegios
posibles, por una numerosísima masa estancada y agonizando en la gran base y,
en el medio, por una clase profesional que está al servicio del grupo de la
pirámide, sustituyendo así a los esclavos de otras épocas, pero ahora con un
título universitario.
En
esa misma secuencia de hechos, la investigación universitaria, que es uno de
los componentes internos de ese mecanismo de ascenso individualista, también
está basada en la misma concepción y su configuración es estrictamente
isomórfica. Es por eso por lo que muchos investigadores utilizan su función
científica para ascender en estatus y para “superarse”, en términos piramidales
individualistas. Es por eso por lo que la máxima aspiración de muchos investigadores
tercermundistas no es resolver problemas científicos en beneficio de los
sectores más amplios de la sociedad, aquellos que sobreviven en la base de la
pirámide, sino en la minúscula idea de ver publicado su reporte de trabajo en
una revista indizada, preferiblemente del exterior y, mejor, en inglés, aunque
sólo sea una triste réplica al servicio de algún científico de algún centro de
investigación internacional prestigioso. Mientras allá no pasarían de ser
oscuros asistentes de investigación, secretarios o ayudantes de equipaje, aquí
se muestran como eminencias de la investigación científica, merecedores de todo
tipo de financiamiento institucional y de prebendas.
Esta
configuración, por otra parte, es promovida por los mismos organismos oficiales
(los modernos mecenas) a través de un sistema de estímulos que premia a los
individuos y no a las soluciones gestadas por las constelaciones o redes de
investigación. En Venezuela, por ejemplo, los organismos oficiales otorgan
diferentes grados de estatus académicos y económicos, como PPI y CONABA,
exclusivamente a las individualidades, mientras no contemplan ningún estímulo a
las respuestas investigativas ubicadas en redes de trabajo y derivadas de esfuerzos
colectivos. Esto hace que nuestros pobre profesores universitarios anden
constantemente a la caza de credenciales y constancias que les permitan
ascender en la pirámide individualista del mecenazgo investigativo: algunos
solicitan a sus amigos que los citen en algún artículo próximo a publicarse o
que les publiquen algún trabajo o que les expidan certificaciones que puedan
incrementar sus opciones al premio…, y muchas otras situaciones que sacrifican
la dignidad de un académico en aras de un reconocimiento por parte de los
mecenas y, por tanto, de sus posibilidades de escalar en la pirámide
individualista. Muchos investigadores se niegan, por ejemplo, a facilitar sus
trabajos para que sean difundidos desde sitios web de carácter
científico-académico (es decir, a que tengan un impacto masivo grande) sólo por
el hecho de que en ese caso su trabajo ya no podría ser aceptado por las
revistas indizadas, las cuales exigen originalidad y primicia. En otras palabras,
prefieren el reconocimiento de sus mecenas antes que el impacto beneficioso que
su trabajo podría tener en las grandes masas de lectores. Visto así, los sistemas
como los del tipo PPI y CONABA de Venezuela, vienen a ser una increíble
aberración del modelo individualista y toda una perversión de la actividad
científica.
3. Investigar por
investigar (el proceso y no el producto)
La
universidad tercermundista, en general, no se interesa en productos de
investigación, sino en procesos de investigación. No les importa lo que se
produzca, sino sólo aquellos elementos que puedan llevar a pensar que se hace
investigación. Aquí radica una de las más graves contradicciones desde el punto
de vista de cualquier teoría de la acción racional: el interés radica en
promover la investigación, en destacar que se hace investigación, en convocar a
eventos sobre investigación y miles de cosas más orientadas a la investigación
como proceso, pero jamás en atender a los productos ni al modo en que tales
productos puedan ser aprovechados o utilizados. En efecto, pregúntese sólo lo siguiente:
¿sabe Ud. a dónde van a parar los resultados de la investigación universitaria
tercermundista? ¿Sabe Ud. para qué sirven? ¿Sabe Ud. a quiénes va dirigida,
quiénes son sus usuarios y beneficiarios?
Los
centros u órganos de gestión, financiamiento y promoción de la investigación en
nuestras universidades tercermundistas se preocupan por los formatos de
solicitud de financiamiento, junto a múltiples detalles de carácter
burocrático, pero no les pasa por la mente preguntarse cómo se utilizarán sus
resultados ni en qué sector de la sociedad podrían ser ubicados. Se contentan
sólo con saber que habrá una investigación y que ésta se llevará a cabo de
acuerdo a los cánones burocráticos.
Lo
absurdo de esta situación puede verse con claridad si lo comparamos con una
industria de producción de salchichas, por ejemplo. Imaginemos que alguien
monta una industria de ese tipo y que contrata toda la maquinaria, todo el
personal y toda la infraestructura y permisología que se requiere. Contrata a
los proveedores de la carne, los molinos y máquinas procesadoras, las
envolturas, los condimentos, las empacadoras, los expertos, los obreros, los supervisores,
etc. Bien, al final tenemos una enorme cantidad de salchichas producidas, todas
ellas muy bonitas y apetecibles, pero apiladas en un rincón o en unas neveras,
sin que nos preocupemos por decidir a dónde van las salchichas producidas. Y,
aunque no sepamos cuál es el destino del producto, nos alegramos y celebramos y
premiamos a todo el personal por su insigne habilidad en la producción de
salchichas. Designamos como PPI nivel
Pues
bien, por más que este ejemplo parezca una película surrealista, esa es
exactamente la tendencia general de la producción de investigaciones en
nuestras universidades tercermundistas. Ni más ni menos. En nuestras universidades
duermen el sueño de los justos miles y miles de investigaciones valiosas, que
no tienen nada que envidiar a las de los países primermundistas. Sin embargo,
no sólo no han sido gestionadas como producto, sino que ni siquiera sabemos que
están allí. Nadie las lee. Ningún núcleo de tomas de decisión las usa. Se
descompusieron, igual que las salchichas del ejemplo, aunque sus autores tengan
buenos incrementos de sueldo a raíz del trabajo realizado. La pregunta obvia
es: ¿cómo puede hablarse de “gerencia”, “gestión” u “organización” de la
investigación mientras sólo se considere el proceso y se olvide por completo el
producto y sus mercados?
4. Dependencia y colonialismo (imitación,
réplica y subordinación)
Las
relaciones entre las esferas nacional e internacional en lo concerniente a
producción de conocimiento científico es una perfecta réplica de esas mismas
relaciones en lo concerniente a producción económica global y a regulaciones de
dominación socio-política. Así como somos países tercermundistas, colonizados y
dominados desde un punto de vista político-económico, así también somos
investigadores tercermundistas, colonizados y dominados desde un punto de vista
científico-tecnológico e investigativo.
El
liderazgo en las producciones teóricas está en manos de los países
industrializados, mientras que en nuestros países nos limitamos a investigar
sobre las huellas trazadas a partir de ese liderazgo. Allá se hacen las teorías
y aquí se hacen los chequeos, las seguidillas, las imitaciones y las
aplicaciones. Nuestras investigaciones no suelen ser bien vistas si no citamos
a los ‘grandes’ autores, que, por supuesto, no son autores criollos: nuestros
propios jurados y evaluadores a menudo consideran poco interesante cualquier
trabajo que construya teorías propias con independencia de las teorías de los
grandes centros investigativos de los países industrializados, de modo que
nuestra única opción consiste en producir conocimientos y tecnologías
obedientes a las pautas y lineamientos de la investigación del primer
mundo. Es en los grandes centros investigativos internacionales donde se arma
el piso académico de control científico y de influencia al cual sólo acceden
los autores que ejercen ese control.
Ha
sido así cómo en el área de las Ciencias Sociales, por ejemplo, numerosísimos
estudios de gran valor científico producidos en los países subdesarrollados han
muerto en el anonimato total, mientras que abundantes trivialidades y
grandilocuencias de ciertos autores han recorrido el mundo como todo un boom
intelectual (recuérdense los planteamientos de Sokal y Bricmont, el llamado
“caso Sokal”). Preguntémonos si hay algún investigador tercermundista que sea
internacionalmente reconocido sin haber salido de su país y sin haberse
inscrito en alguno de los centros académicos internacionales influyentes. O preguntémonos
si hay en el tercer mundo algún centro de producción científica que tenga el
mismo rango de influencia y prestigio que el estándar de los centros
científicos de los países del primer mundo.
Algo
de esto fue sugerido hace años por Thomas Kuhn. Lástima que éste no llegó al
fondo del asunto, al de las relaciones socio-políticas de dominación y al de la
filosofía del individualismo, que es la misma filosofía de la ley de la selva.
En
el tercer mundo muchos investigadores “bailan al son que toquen” los
investigadores del primer mundo. Cuando en el primer mundo se hablaba, por
ejemplo, de “Conductismo”, aquí nos vimos obligados a estudiar e investigar
sobre lo que escribían Skinner, Bloom, Gagné, etc. y toda la planificación
educativa para nuestros pobres pueblos se fundamentó absolutamente en los
diseños instruccionales conductistas. Después cayó el conductismo y se impuso
el mal comprendido “Cognitivismo” y entonces todos en el tercer mundo tuvimos
que seguir a Ausubel y compañía. Después vino el inefable “Constructivismo”, el
gran enredo, y entonces nos perdimos en una gran estopa intelectual y ahora nos
hallamos mucho más enredados que nunca con el Postmodernismo y
Este
gran pecado capital no radica en el ventajismo de los poderosos ni en su
ejercicio de dominación. La culpa es menos de ellos y mucho más de quienes son
sus víctimas. Es más bien la falta de nacionalismo a la hora de abordar la
ciencia y la investigación, la falta de visión de los horizontes de dominación
dentro de los cuales se manipula la ciencia y la investigación. Lo malo no está
sólo en las ansias de sometimiento del poderoso sino también en la sumisión del
oprimido quien, en vez de buscar liberarse y fortalecerse, se empeña en
parecerse al dominante. He aquí el gran pecado capital: al vernos sometidos y
dominados, no buscamos liberarnos mediante nuestras propias fortalezas, sino
que admiramos al dominante e intentamos negociar con él e imitarlo, buscando
pasarnos a su propio bando. Ese parece ser el esquema de la llamada “superación
personal” dentro de esa filosofía individualista y subdesarrollada que domina
también casi todo el panorama de la investigación científica en nuestros países
tercermundistas.
La
investigación medicional, de base probabilística, que prevaleció en nuestros
países hasta hace alguna década, es un ejemplo adicional de este pecado
capital: nuestros investigadores y epistemólogos siempre creyeron que ese era
el modelo de investigación “positivista”: chequear las relaciones entre una
variable independiente y un determinado efecto, mediante procedimientos
correlacionales o causales de mecánica estadística y cuantitativa. No se dieron
cuenta de que en realidad ese no era el modelo positivista sino apenas el
esquema parcial de la fase contrastivo-experimental de todo el programa de
investigación, que comenzaba en planteamientos generales diseñados en los
grandes centros de liderazgo investigativo. Nadie vio a Skinner, por ejemplo,
haciendo análisis de varianza ni regresión múltiple. Él y su equipo diseñaban
ciertas suposiciones y luego toda una pléyade de sus propios estudiantes y seguidores
inmediatos allá mismo, más los investigadores tercermundistas de acá,
realizaban el trabajo mecánico de chequeo medicional que luego retornaba a la
cúpula líder de la investigación, que era donde estaba el control de todo el
asunto y que se aprovechaba del trabajo de las hormiguitas. Éstas, por su
parte, jamás se enteraron de que existía la noción de “programa de investigación”
ni, mucho menos, fueron capaces de diseñar alguno de esos programas dentro de
su propia región. Nuestros profesores de metodología de esa época se encargaron
de hacernos creer que investigar era medir relaciones entre variables: la
“operacionalización del problema”, la “delimitación del problema”, las
“variables”, las “muestras”, etc., constituyeron las claves de esa enseñanza. Es
decir, no nos enseñaron a investigar, sino a hacer el trabajo de hormiguitas
que se solicitaba en el mundo industrializado.
Y
luego, más recientemente, con el auge de la mal llamada “investigación
cualitativa”, se nos quiere hacer ver que aquel era el nefasto modelo
positivista, ocultándonos que era más bien el nefasto modelo de dominación
científica, con lo cual algunos de los “nuevos paradigmas” se hacen pasar por
avances epistemológicos cuando en realidad repiten ese mismo modelo de
dominación, esta vez con un disfraz más colorido y variopinto. Ahora enseñan a
nuestros investigadores a trabajar para los mismos patronos, pero con un cierto
“nuevo” esquema que, por cierto, también es totalmente importado.
El
hecho es que continuamos sin diseñar grandes programas de investigación que
cohesionen nuestros esfuerzos individuales en función de unos objetivos de
investigación autónomos, líderes en sí mismos, ajustados a nuestras propias
necesidades de conocimiento y que puedan competir y penetrar en los centros
mundiales de la ciencia. Mientras eso no ocurra seguiremos, como
investigadores, siendo colonia del imperio y seguiremos deslumbrándonos con los
espejitos que nos traen los conquistadores. Por lo pronto, en el caso de las
Ciencias Sociales, estamos embelezados con los espejitos del postmodernismo y
de los paradigmas “emergentes”.
Se
entiende cuando Bunge sostiene que el ‘Nacionalismo’ no aplica a
5. Orfandad epistemológica (la
falta de raíces y de visiones amplias)
En
nuestros países no se suele profundizar en qué es la investigación, qué es lo
que estamos haciendo, por qué trabajamos del modo en que trabajamos ni a qué
obedecen o sobre qué se fundamentan las tomas de decisión dentro de la
actividad de investigar. Simplemente aprendemos un cierto modo de hacer las
cosas, una cierta rutina, y continuamos por ese camino como si tuviéramos
gríngolas. Por encima de todo eso están nuestros inefables y nunca bien ponderados
profesores de Metodología, la mayoría de los cuales raras veces investiga, pero
sí se empeña en decirnos cómo tenemos que investigar.
Esto
ocurre de dos modos diferentes: en unos casos se ignora que detrás de la acción
investigativa (y, en general, detrás de toda acción racional) hay todo un
trasfondo sobre cuya base se legitiman y validan todas nuestras posibles
operaciones y opciones de trabajo. Esto sucede cuando los investigadores ignoran
todo respecto a las Teorías de
En
un segundo tipo de casos, se asumen ciertas posturas investigativas sobre la
base del proselitismo epistemológico que ejercen ciertos líderes
primermundistas y descartamos toda otra opción sin conocerla y sin analizarla.
Este es, sobre todo, el caso de las epistemologías del “Paradigma Emergente”,
los “Nuevos Paradigmas”, etc., donde se comienza por una acusación y desprecio
hacia todo lo que ellos llaman “Positivismo” (donde en un mismo saco se mezclan
indiscriminadamente tanto las posturas del empirismo-inductivista como las
posturas del racionalismo-deductivista, sin que se sepa qué son ambas cosas) y
se termina en una gran ceremonia de alabanzas y rituales al “sujeto
cognoscente”, a la “relatividad del conocimiento”, a la “conciencia
introspectiva”, a las “limitaciones de la razón”, a la “construcción de la
realidad”…, y muchas otras etiquetas del género.
Mientras
la inconsciencia epistemológica en el primer tipo de casos podría calificarse
de rutinaria o ciega, la del segundo tipo podría calificarse de anárquica
(incontrolada) y prejuiciada (desde el momento en que se desechan otras
opciones epistemológicas sin conocerlas).
Hace
unos diez años, la situación más corriente era la del primer tipo y aun en las
escuelas de medicina o de agronomía o zootecnia, por ejemplo, todavía hoy en
día se mantiene: los investigadores juran y perjuran que investigar es única y
exclusivamente eso mismo que ellos hacen. Las gríngolas no les permiten
imaginar que de lo que se trata es de resolver un problema o de responder una
pregunta y que para ello hay infinitas maneras de operar, hay múltiples
sistemas estratégicos, siempre con la máxima rigurosidad, sistematización y
eficiencia, y que, además, la creatividad y la inventiva son elementos
íntimamente ligados a las propias formas de resolver problemas y de responder
preguntas. Pero no: ellos fueron educados en la convicción de que ‘Creatividad’
e ‘Investigación’ son cosas excluyentes, de que ‘Imaginar’ y ‘Hacer Ciencia’
son cosas opuestas y de que una cosa es el ‘Científico’ y otra cosa es el
‘Humanista’. Olvidan que también en las cuestiones ‘humanas’ existen preguntas
que responder y problemas que resolver y, por tanto, también allí existe la
‘Ciencia’. Si se hubieran respetado siempre estas absurdas convicciones, jamás
habríamos tenido a un Einstein ni a un Chomsky, por sólo citar a dos
científicos, uno de “Ciencias” y otro de “Humanidades”, cuyos éxitos
científicos se basaron precisamente en imaginar formas diferentes de resolver
problemas y de responder preguntas.
Pero
recientemente, sobre todo en Ciencias Sociales, la situación más corriente es
la del segundo tipo, aquella que presume de la máxima sabiduría epistemológica
con un discurso grandilocuente acerca de la “Epistemología”, los
“Saberes”, “el Fracaso de
En
ambos casos, el fondo es el mismo: un punto de vista según el cual investigar
es un patrón dictado por alguna autoridad y no una forma genuina y autónoma de
aproximarse a la solución de un problema bajo los métodos que resulten más
diáfanos y eficientes y bajo interminables pruebas y críticas a esos métodos.
La
única diferencia en la polémica entre la investigación “positivista”,
“medicional” o “cuantitativa” y la investigación del “new age”, el “paradigma
emergente” y la “investigación cualitativa” está en una orfandad Epistemológica,
en el sentido de desconexión de una verdadera Teoría de
La
base de todo esto es que no existe una sola forma de investigar ni existe la
mejor manera de investigar ni existe ningún “paradigma emergente” al que todos
debamos someternos. En realidad, a estas alturas de la historia humana y a este
punto de la evolución del conocimiento humano, nadie está en capacidad de
imponer el mejor método ni nadie puede pensar que la especie humana debió
esperar tanto tiempo por este supuesto momento de lucidez infinita en que
finalmente aparecieron los “nuevos paradigmas”. Todo eso es ilusorio y
propagandístico. La verdad es que los seres humanos se diversifican entre sí
por sus distinto modos de interpretar la realidad, que esos modos siempre han
existido y siempre existirán, que no hay modos nuevos sino evoluciones y
repeticiones en espiral y que, en consecuencia, la única opción está en
colocarse por encima de todos esos enfoques, en asumir una supra-postura y en
trabajar
6. Desconexión de las demás Funciones Universitarias (autismo universitario)
La
investigación tercermundista sigue un camino divorciado de
Existen métodos para crear conocimiento
y métodos para transmitir conocimiento. A lo mejor, y en ausencia de más
información, resulta que el mejor método para transmitir un cierto conocimiento
es el mismo que se ha utilizado para crearlo. Es muy posible incluso que la
idea de pedagogía, entendida como un conjunto de técnicas destinadas a
transmitir cualquier tipo de conocimiento, sencillamente no tenga sentido (en http://www.gva.es/publicaciones/revista/rvea23/Museos-6.html)
Dicho
de paso, esto implica que los contenidos curriculares no son verdades
definitivas, no es información necesariamente correcta, debido a que son
productos investigativos y, como ya se ha demostrado, de esa clase de productos
sólo podríamos descubrir sus errores, pero jamás podríamos estar seguros de su
verdad. Esto contrasta con la firmeza y seguridad con que nuestros docentes les
transmiten esos contenidos a sus estudiantes, así como la compulsión con que
les exigen su ‘aprendizaje’, más allá de toda oportunidad para la duda y la
crítica.
Pero
lo importante del hecho de que todo contenido curricular es un producto
investigativo es que en la universidad tercermundista ese contenido viene
importado de los grandes centros académicos del primer mundo y no del trabajo
que podría realizarse dentro de
Al
final, tenemos una Docencia cuyos contenidos curriculares están en los libros
de la colección Schaum de
Un
dato curioso para ilustrar esta desconexión de
7. El dominio de
En
todas las universidades hay dos tipos de personajes claramente definidos: los
Burócratas y los Académicos. Ya sabemos que en toda organización, definida por
unos procesos que conducen a unos productos terminales,
Las
dificultades empiezan cuando
En
nuestras universidades tercermundistas, el Burócrata casi invariablemente
pertenece al rango de la perversión. El Académico es todavía mucho menos
contaminado, pero en todo caso tiende a ser víctima del Burócrata y, con el
tiempo, tiende a pervertirse. El Burócrata, así entendido, es un individuo que
trabaja en la sombra y en la oscuridad de los ataques por sorpresa, de los
arreglos inesperados y de los chantajes, que dedica sus días y sus noches a
planificar cómo hacer caer o hacer subir a alguien dentro del sistema
organizacional, siempre en función de sus intereses de poder. No le interesa la
universidad, sino su propio ascenso dentro de la misma, pero no por méritos
académicos, para los cuales suele ser totalmente incapaz, sino por mecanismos
burocráticos perversos, en los cuales desarrolla sus experticias. En efecto, en
buena parte de los casos el Burócrata es prácticamente un analfabeta en
investigación. Muchos de ellos suelen ser universitarios que nunca leen, porque
no entienden los contenidos científicos. Pero con sus progresivos incrementos
de poder a través del tiempo, van escalando posiciones y desarrollando cada vez
mejores tácticas de chantaje y control.
En
general, apartando las muchas y honorables excepciones, el Burócrata llega a
ser rector, vice-rector, decano, director de escuela… y coordinador de
investigación. O, dicho al revés, una buena parte de nuestros rectores,
vice-rectores, decanos, directores de escuela… y coordinadores de
investigación, con las muchas excepciones ya consideradas, son básicamente
Burócratas y controlan la producción investigativa en las universidades, lo
cual explica parte de la ineficiencia y subdesarrollo de la misma en los países
del tercer mundo.
Conclusión
La
investigación universitaria tercermundista es una muestra más del subdesarrollo
por efecto del colonialismo e imperialismo y de la opresión que se ejerce sobre
nuestros pueblos por parte de los dominantes, en todos los niveles, macros y
micros. La erradicación del efecto de la exclusión social, de la pobreza y de
la marginalidad es condición indispensable para el progreso de la investigación
universitaria. Si eso no se cambia, no podremos seguir hablando de cosas como
Metodología, Epistemología y Organización de la investigación universitaria.
[*] Estas notas fueron
motivadas por las preguntas y comentarios de los asistentes a la conferencia
central para la cual fui invitado en el Curso-Taller “Introducción a las
Gestión de