Chacín, Migdy y Briceño, Magally (2000): Cómo Generar Líneas de Investigación. 2a Edición, formato electrónico, DVD. Caracas: UNESR, LINEA-I.

 

SECCIÓN III
 

PLANIFICACIÓN DE UNA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN


 

  La Sección III describe los elementos iniciales que deben ser considerados al generar una línea de investigación y las discusio­nes a nivel de abstracción teórica que deben ser tomadas en cuenta para homogeneizar criterios comunes que orienten su planificación y desarrollo.

 


 

Acerca del Entorno

  Las líneas de investigación, como subsistemas estratégicos organizativos, no están a referidas a instrumentaciones, fórmulas da­das ni a requisitos exigidos. Se entienden como verdaderas estrategias ideológicas o de “tipo sombrilla” (Mintzberg y Quinn, 1993).

Las estrategias son conceptualizadas como guías para la acción o como los resultados a posteriori de un comportamiento decisorio real. Mintzberg y Water (1985) clasifican las estrategias entre delibe­radas y emergentes. En ellas, como deliberadas; incluyen a las ideoló­gicas y las de tipo sombrilla. Las primeras son aquellas donde

 

(...) las intenciones se dan o aparecen formando la visión co­lectiva de todos y cada uno de los miembros de la organización. En las de tipo sombrilla el liderazgo de la organización define los objetivos estratégicos, pero existe la suficiente flexibilidad para maniobrar y desarrollar patrones dentro de los parámetros establecidos (p. 270).

 

        Se infiere del planteamiento anterior que en las líneas de investi­gación juega un papel fundamental el compromiso mutuo, aún de tipo psico-social, que existe entre sus integrantes, así como la moviliza­ción, los objetivos y la visión compartida y la contrastación de intere­ses y necesidades con los colegas o pares que participan de las mismas inquietudes frente al hecho educativo, pero que pueden visualizarlo desde diversos ángulos en la búsqueda de soluciones que conlleven a un beneficio común reflejado en el bienestar de la sociedad.

La arquitectura de una línea se conforma mediante un conjunto de “claves” que son decisorias para su planificación. La figura 1 repre­senta esa arquitectura inicial a la cual hicimos referencia en el párrafo anterior. En ella se resalta el entorno, la organización y la naturaleza de las líneas como claves fundamentales en su construcción y planifi­cación (ver figura Nº 1).  

Dentro del entorno se considera la necesidad social como la ge­neradora de los requerimientos de investigación cuya incidencia puede contribuir al bienestar de la sociedad. Así mismo, se reflexiona en tor­no a las expectativas, la actitud y credibilidad del mismo con relación a la organización como un todo, es decir, con sus ideas rectoras: objeti­vos, contexto, supuestos y criterios, elementos éstos que constituyen la misión y visión de la institución en la cual se va a desarrollar la línea de investigación.

Los conocimientos previos enunciados van a incidir en la natu­raleza de la línea de investigación, sus calificativos, concepción, reali­dad circundante y propósitos.

Esta arquitectura conceptual es lo que determinara la homegenización de la organización dentro de una comunidad y la cons­titución de grupos o equipos de investigación identificados no sólo con los objetivos propios de la institución sino con la actividad investigativa, capaces de “encarnar procesos interculturales de indivi­duación y socialización”.

        Lo que hemos denominado hasta ahora claves en la arquitec­tura de una línea de investigación se convierte en una suerte de cam­po fecundo para las ideas rectoras que le darán sentido y orientación. Las claves también generarán la fundamentación teórica y metodoló­gica y una reflexión acerca del logro de una infraestructura cónsona con la relevancia y compromiso social de las líneas de investigación.

Este  razonamiento  pudiera  igualarse al denominado “triangulo de la arquitectura organizacional” que plantean Senge y Otros (1995). Este representa el esfuerzo hacia la generación de conocimientos y hacia el ideal explicito de cambios y bienestar social, lo cual determina la pertinencia y valoración de la línea de investigación (ver figura Nº 2).  

 

El esfuerzo sistemático realizado por las líneas de investigación cohesiona a la institución como comunidad educativa, dándole un sen­tido colectivo a los procesos de investigación y reforzando la misión de la universidad como productora y generadora de conocimientos mediante procesos reflexivos y comprensión permanente frente a los fenómenos, lo cual genera nuevos horizontes hacia el campo de la investigación.

Esta cohesión institucional lleva implícito el aprender colectiva­mente, es decir, una necesidad compartida de intervención favorable al entorno, donde nuestro autodominio y autoconocimiento debe impli­car, también, mirar hacia afuera para conocer a los demás en términos de alinearse con ellos hacia el logro de las metas propuestas.

Las líneas de investigación pueden surgir como un resultado de esa visión compartida o como consecuencia de análisis de tipo regio­nal o por solicitud de organizaciones sociales.

La pertinencia y viabilidad de una línea de investigación en una determinada región debe estar fundamentadas en los resultados que se obtengan del análisis o diagnóstico de necesidades de dicha región.

Estos resultados permitirán identificar las amenazas y debilida­des que afectan a la organización, las soluciones posibles para estas amenazas y la problemática o elementos que requieren ser abordados para atender las necesidades especificas de investigación, esto último expresado en sectores de problematización, temas y proyectos.

Este   análisis   de   factibilidad  permitirá   crear  un  espacio  para  la reflexión y la crítica acerca de las funciones claves que deben realizarse en la línea, en términos de los objetivos propuestos, de la adecua­ción de sus estrategias y de la valoración de sus resultados. Lo anterior permitirá clarificar y articular de manera coherente:

1. Los cambios del entorno externo que pongan en peligro a la línea de investigación como subsistema estratégico (amenazas).

2. Las oportunidades de este entorno que generen condiciones favora­bles para la efectividad funcional de la línea.

3. La infraestructura con que se cuenta; abordando dentro de los re­cursos humanos sus calificaciones, competencias, iniciativas e inclina­ciones hacia el trabajo colectivo y otros.

4. Las decisiones y acciones relativas a la elección de los medios y a la articulación de los recursos con miras a lograr su objetivo.

Todo lo anterior, representado en la figura Nº 3, nos lleva a una evaluación que permite consolidar las funciones de la línea y confor­mar una plataforma que la oriente hacia un desarrollo exitoso.

Los resultados obtenidos, como se dijo en párrafos anteriores, permitirán identificar los sectores de problematización, temas o proyec­tos que pudieran ser abordados a través de las líneas de investigación.

Estos proporcionarán datos a partir de los cuales se atenderán las expectativas de los miembros de la comunidad relacionada y las condiciones particulares del entorno, lo cual permitiría, así mismo, que el análisis se realice multi e interdisciplinariamente.

Las ventajas del análisis multi e interdísciplinarío pueden apre­ciarse en estudios hechos por la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, 1972), por intermedio de su Centro para la Investigación e Innovación en la Enseñanza (CERI) y, más reciente­mente, por autores como Durán Acosta (1994), quien plantea lo si­guiente:

Es muy útil para entender como ciertos aspectos importantes del desarrollo   humano   que   mueven  a  interesarse  por  suconocimiento, no pueden ser reclamados como el objeto de es­tudio de una determinada disciplina (...). Es decir necesitan ser pensados desde muchas disciplinas las cuales, en estas con­diciones, no pueden mantenerse independientes unas de otras y sí necesitan afectar mutuamente sus estructuras conceptuales y generar una combinación de metodologías (p.17).

La identificación de los sectores de problematización conlleva a una organización por áreas y líneas de investigación que guardan rela­ción con la política y orientación de las instituciones universitarias involucradas y permitirá, al combinarlas con un enfoque sistémico, no sólo resolver problemas específicos sino extender las fronteras del conocimiento científico y de la tecnología o de buscar nuevos méto­dos, técnicas y procedimientos en los sectores de problematización que han sido detectados.

Definidas estas áreas y líneas de investigación que surjan del entorno y de las expectativas propias de los integrantes (directivos, profesores, estudiantes, representantes), es importante clarificar los requerimientos institucionales para desarrollar la investigación. Esto, implica no sólo que la escuela y la universidad propicie y apoye la formación de equipos cooperativos e interdisciplinarios entre esas organizaciones, sino que brinde el soporte necesario (tiempo, recursos humanos, materiales y financieros) para respaldar el desarrollo de pro­yectos e investigaciones.

Además de lo anterior, será necesario interrelacionar dichas lí­neas con las expectativas de los integrantes. Esto acrecentará sus nive­les de compromiso, de trabajo y de responsabilidad, incidiendo en el fortalecimiento de ellas como espacio de construcción de saberes.

  Acerca del Concepto

        El término línea de investigación ha sido objeto de análisis y elaboración por    parte   de    diferentes    autores.   Para   Barrios   (1990),   la línea de investigación es considerada como:

el eje ordenador de la actividad de investigación que posee una base racional y que permite la integración y continuidad de los esfuerzos de una o más personas, equipos o instituciones com­prometidas en el desarrollo del conocimiento en un ámbito específico (p 5).

En términos del equipo docente del Postgrado de la Universidad Simón Rodríguez, la línea constituye el esfuerzo sistemático de carác­ter institucional y académico realizado por grupos de directivos, profe­sores y alumnos, con la finalidad de abordar, cooperativa e in­terdisciplinariamente, un área del conocimiento o para contribuir a la solución de un problema que afecte a una región o grupo social, de acuerdo con las expectativas e intereses de la comunidad educativa relacionada.

Bayley (1995) acoge los términos área-líneas, indicando que las líneas se localizan dentro de un área y que ellas son:

Niveles de concreción y especificidad que señalan problemas concretos (teóricos y prácticos) cuya necesidad de ser resueltos es evidente y de alguna manera requerida por un sector del entorno (científico, social, educativo, empresarial, etc) y para el cual aún sino se tiene todo el personal formado será necesa­rio buscar vías para lograrlo (...) Una línea se plasma en uno o varios proyectos o en un proyecto o fases continuas y tal vez crecientes y progresivas (p.49).

Ruiz Bolívar, Becerra y otros (1994) fundamentan el concepto de línea de investigación en la propia concepción de la investigación. En este sentido plantean que:

La investigación, en tanto proceso, es prácticamente un autén­tico vector pues tiene magnitud, sentido y dirección: se hace en una determinada cantidad posee un significado cognoscitivo para algún investigador y sigue un curso determinado por el desarrollo del dominio de la clase de problemas que se trate, entonces el uso de la expresión: “líneas de investigación “, ha de poseer un pleno sentido epistémico y, por lo visto, pareciera referirse a la cantidad de investigaciones que se lleva a cabo en direcciones de desarrollo cognoscitivo, práctico o material, cuando se trata de resolver un conjunto homogéneo de proble­mas (s/p).

Briceño y Chacín (1988) señalan que una línea de investigación es una estrategia que permite:

(...) diagnosticar una problemática en el campo de la práctica educativa. La misma genera la conformación de grupos de investigadores y co-investigadores que apoyados mutuamente de­sarrollan inquietudes y necesidades e intereses en la búsqueda de alternativas y soluciones efectivas en el campo educativo (p.1).

Morles, Rojas y Vivas (1991) consideran una línea de investiga­ción como “un cuerpo de problemas que se ubican en torno a un eje temático común y que demandan respuestas obtenidas mediante la investigación”.

Becerra (1994), en el establecimiento de una taxonomía con­ceptual para fundamentar el concepto de líneas de investigación, la relaciona con el concepto de problema, argumentando que sin una aprehensión de éste, ningún tipo de investigación tiene sentido. Así, define la línea de investigación como “el conjunto de proyectos en una o más temáticas de investigación, que permiten el estudio de problemas de diversa índole” (s/p).

Para las autoras, la Línea de investigación constituye un subsis­tema estratégico organizativo, de denominación logística, el cual es necesario delimitar tomando en consideración que, en una misma or­ganización, pudieran existir diferentes connotaciones (campo, área, proyecto, núcleo, programa), que le restaría consistencia en términos de los requerimientos institucionales y sociales (1995).

Lo anterior justifica precisar el ámbito o connotación en térmi­nos, no sólo de los problemas, sino de la división del conocimiento. Ambas apreciaciones son válidas y merecen un espacio en las discu­siones previas para la planificación de una línea de investigación. Más aún cuando se amplían a nivel de controversia conceptos tales como campo, núcleo, área, disciplina, línea, proyecto de investigación, pro­blema, tema, área, y como lo indica Barrios (1990), se combinan con calificativos como amplio, general, disciplinario, interdisciplinario, homogéneo-heterogéneo entre otros.

Estos podrían integrarse, además, con prefijos que dan la idea de niveles internos o estructuras en relación de complejidad, globalidad o jerarquía: subnúcleo, núcleo, meso, etc.

Así mismo, es importante no dejar de lado el alcance, acciones y fundamentos de esas denominaciones como elementos válidos de ca­racterización.

Es importante corroborar una vez más que todos los términos enunciados constituyen expresiones convencionales que, por acuerdo, se utilizan en las organizaciones para hacer referencia a cuestiones vinculantes a criterios institucionales.

En el desarrollo de este Manual se ha concordado con la idea de línea de investigación como una construcción mental fundamentada en aspectos organizativos y con una intencionalidad netamente práctica. En este sentido, a partir de las claves iniciales señaladas en párrafos anteriores y después de precisar sectores de problematización, se deter­mina la inserción lógica y estructurada de la línea en esa problemática y en el cuerpo de conocimientos que permiten su explicación. En esa medida la línea tendrá un alto grado de valoración por sus respuestas oportunas.

         Las reflexiones previas inducen a pensar que no existe un con­cepto uniforme en torno a “Líneas de Investigación”. 

                       En consecuen­cia, al iniciar la planificación de una línea de investigación, se hace necesario propiciar un nivel de discusión que permita establecer estra­tegias, parámetros o referentes que las identifiquen y caractericen en el contexto de su implantación. Así mismo, es imprescindible precisar el concepto con miras a organizar la investigación en las instituciones, justificando así la actividad que se realiza en las líneas en términos de su actividad y de los recursos en los que se apoya.

Organización del Conocimiento por Áreas

 

La generación de líneas de investigación, al hacer referencia a la realidad del entorno, se ha basado esencialmente en la importancia de la información como una herramienta estratégica clave, particularmente con el desarrollo de las bases de datos y con las expectativas que ha generado la estructuración del Sistema Nacional de Información Documental, bajo la responsabilidad de la Biblioteca Nacional, y el Proyecto Platino, que orienta la OCEI.

Platino consistirá en una infraestructura integral de redes de comunicaciones, bases de datos y servicios automatizados, que cubrirá todo el territorio nacional y permitirá el acceso a redes internacionales, para colocar en una amplia variedad de usuarios, el poder que significa disponer de información opor­tuna, de alta calidad y confiabilidad (Cordiplan 1995: 185-186).

        La Tecnología de la Información tendrá, sin duda, un gran im­pacto en la planificación, ejecución y desarrollo de las líneas de inves­tigación y en la Organización del Conocimiento, tanto en las áreas conocidas, como en el surgimiento de nuevas. Estas nuevas áreas sur­girán progresivamente, al combinar multi e interdisciplinaridad con un enfoque sistémico aplicado al binomio docencia-investigación y con el uso de una táctica como problematización de las dificultades halladas, las cuales estarían relacionadas directamente con los sectores identi­ficados. Este procedimiento también podría aplicarse en el caso contrario, o sea, cuando en este proceso de generación de las líneas de investigación, se represente el espectro de la totalidad del conocimien­to, es decir, un ámbito especifico reconocido y jerarquizante con el esquema de las divisiones sucesivas del conocimiento o un conjunto o subconjunto de ellas que facilite la ubicación en el ámbito existente actualmente para la organización del conocimiento por áreas.

Las discusiones previas para la planificación de una línea deben considerar la naturaleza del concepto en el cual subyace la división del conocimiento expresada en denominaciones como campo, área, línea, programa y proyecto.

González y otros (1994) identifican dos sectores direccionales en los cuales se mueven estos términos y que permiten definir sus rela­ciones, a saber: un vector deductivo y uno inductivo. Estas dos orien­taciones vectoriales pueden expresarse en las jerarquizaciones ya men­cionadas y que son representadas en las figuras Nº 4, Nº 5 y Nº 6.

La figura Nº 4, muestra el conocimiento como totalidad (S) re­afirmando su amplitud y su delimitación dentro de una consideración definida (Cn) basada en el conocimiento como tal y en las experiencias existentes Cn = C1, C2, C3 y C4.

 

 

La figura Nº 5 indica cómo el conocimiento humano (S) se pue­de dividir en campos de investigación (Cn) y éstos, a su vez, podrían subdividirse y hasta regionalizarse en áreas de investigación. (A1, A2, A3, A4 y A5). En este sentido, y de acuerdo con González y otros (1994), esas áreas quedarían definidas con base en algún criterio técni­co, práctico, teórico o conceptual de otros conjuntos generales de investigación.

 

Concluyen estos autores afirmando que las líneas son subconjuntos de las áreas de investigación y los proyectos son parte de ellas. La línea le da direccionalidad o ubicación específica al quehacer investigativo que se expresa en lo concreto mediante los proyectos. Estos abordan problemas generados por el entorno o contexto institucional reflejados en demandas, carencias, necesidades, inquietu­des teóricas o conceptuales.

La figura Nº 6 representa las relaciones con direccionalidad inductiva entre contexto, problema, proyecto, línea, área y campo. Se parte del contexto real o del fenómeno, se problematiza y se consolida en un proyecto de investigación que se constituye en génesis de una línea de investigación. Estas podrían conformar áreas y generar a la vez campos de investigación. El conjunto de líneas de investigación constituirían una categoría previa a las áreas que se establecerían en los programas de investigación.