Echeverría, Javier (1989): Introducción a la Metodología de la Ciencia. Barcelona: Barcanova.

 

La tesis del tercer mundo

 

En su obra Conocimiento objetivo, Popper propone la siguiente distinción:

Sin tomar las palabras ‘mundo’ o ‘universo’ muy en serio, podemos distinguir los siguientes tres mundos o universos: primero, el mundo de los objetos físicos o de los estados físicos; segundo, el mundo de los estados de conciencia o de los estados mentales, o quizá de las disposiciones conductuales para actuar; y tercero, el mundo de los contenidos objetivos del pensamiento, especialmente del pensamiento científico y poético y de las o las de obras de arte.

Las leyes y teorías científicas, en particular, pertenecerían a este tercer mundo, que el propio Popper pone en relación con la teoría platónica de las ideas y con la teoría hegeliana del espíritu objetivo, si bien para diferenciarse netamente de ambos filósofos. Por el contrario, tanto Bolzano como Frege son aceptados como precedentes directos de esta tesis popperiana. Al afirmar la existencia objetiva de este tercer mundo, Popper se va a manifestar contrario a toda forma de convencionalismo, así como a las concepciones que consideran los conceptos, las leyes y las teorías científicas como entidades lingüísticas, como estados mentales subjetivos o como disposiciones para la acción.

La metodología de la ciencia adquiere con ello una vertiente ontológica: ¿qué tipo de entidad poseen las construcciones creadas por los científicos a lo largo de la historia, y sobre las cuales reflexionan en este siglo los metodólogos y los filósofos de la ciencia? La tesis popperiana del tercer mundo tiene al menos el mérito de haber abierto esta discusión, devolviendo a la teoría de la ciencia toda su envergadura conceptual, que había salido bastante malparada tras las simplificaciones neopositivistas. Por otra parte, el debate abierto por Popper ha sido amplio y de gran interés, por lo cual conviene detenerse un momento en la presentación que Popper hace de su tesis.

El punto de partida de la misma es la distinción entre teoría del conocimiento y epistemología. Para Popper, la teoría del conocimiento tradicional, y concretamente la tradición empirista de Locke, Berkeley, Hume y Russell, ha centrado su análisis en el conocimiento subjetivo, ligado al individuo. La epistemología, por el contrario, debe ocuparse del conocimiento científico, que él concibe sin sujeto. La tesis del tercer mundo, y por consiguiente de la existencia objetiva de las teorías científicas, va ligada a su propuesta de una epistemología sin sujeto. En lugar de centrarse en las creencias del científico o en la singularidad de sus invenciones, el epistemólogo debe investigar los problemas, las conjeturas, los libros, las revistas científicas, etc. La ilustración popperiana de dicho tercer mundo son las librerías y las bibliotecas, así como los laboratorios y los experimentos científicos que tienen lugar en ellos. La epistemología subjetivista es irrelevante, y además, así como una epistemología objetivista que estudie e investigue ese tercer mundo puede aportar muchísima luz al estudio del segundo, el de los estados mentales o de conciencia, la influencia recíproca no es cierta. Aunque nosotros actuemos continuamente sobre ese tercer mundo, modificándolo y corrigiéndolo, es sin embargo considerablemente autónomo. En apoyo de sus tesis Popper ofrece una argumentación biológica. No sólo hay que estudiar las conductas o los actos de producción de los seres animales, incluidos los hombres, sino que debemos investigar también las estructuras conforme a las cuales dichas acciones tienen lugar, incluidas las estructuras materiales del cuerpo animal. Y, lo que es más, debemos estudiar el efecto de retroacción (feedback relation) que las propiedades de las estructuras producen sobre la conducta de los animales. Lo que está en cuestión, por consiguiente, es la existencia independiente y objetiva de las estructuras mismas, por ejemplo neuronales o genéticas, que serían los objetos por excelencia de ese tercer mundo. Por supuesto, también en las acciones humanas, incluidas las obras de arte, cabe discernir ese tipo de entidades. Pero el tercer mundo no sólo surge de las acciones humanas. Un libro de logaritmos, dice Popper, puede haber sido escrito por un ordenador, y sin embargo expresa determinadas estructuras pertinentes en ese tercer mundo. En el caso de las matemáticas , es claro que Popper se aproxima a lo que tradicionalmente se ha llamado platonismo, por lo que se refiere a la existencia de los objetos matemáticos.

Miguel Ángel Quintanilla , comentando estos pasajes de la obra de Popper, afirma:

La teoría del tercer mundo no sólo supone una concepción formalista cuyo complemento habría de ser una ideología individualista, sino que el formalismo se presenta aquí como una auténtica metafísica idealista de estilo platónico.

Pero las teorías popperianas sobre la ciencia también han sido adscritas, siguiendo en esto las afirmaciones del propio Popper, a una concepción realista. Así, Rivadulla habla del realismo conjetural de Popper y califica su epistemología asimismo como realista. También la escuela de Helsinki (Tuomela, Niiniluoto, etc.) ha revitalizado las tesis realistas de Popper, por lo cual habremos de detenernos en este punto, resumiendo lo esencial del debate.