Stahl, Gerold (1997): Estructura y Conocimiento Científico. Paidos: Buenos Aires. Capítulo I. Pp. 9-40.

 

CAPITULO I

ESTRUCTURA Y CONOCIMIENTO CIENTIFICO

1. Introducción

La palabra “estructura" tiene muchos significados diferentes, tanto en castellano como en otros idiomas. Con un significado especial se ha transfor­mado en término de moda, que aparece en diversas doctrinas reunidas bajo el nombre “estructuralismo”. Estas doctrinas filosóficas, etnológicas, lingüísticas, etc., además de referirse a estructuras, desa­rrollan temas específicos de sus campos que a veces no tienen mucho que ver con las estructuras. El presente análisis no se ocupa de esos temas espe­cíficos ni entra en los detalles de las consideracio­nes estructuralistas propiamente tales en estos cam­pos. Intentará, en cambio, dar una visión general del tipo de estructuras que suelen utilizarse en ma­temática y lógica matemática y extender luego es­tas ideas a la teoría del conocimiento científico en general.

Dada la posicióa señalada, es dudoso que el pre­sente trabajo pueda calificarse de estructuralista. Sin embargo, teniendo en cuenta que muchos es­tructuralistas sufrieron la influencia directa o indi­recta del término "estructura" en el significado matemático, tal vez pueda interesar a partidarios y opositores  del estructuralismo.

2. ¿Qué es una estructura?

 

Las estructuras, en el sentido en que queremos tratarlas aquí, son un tipo especial de k‑tuplo, donde por k‑tuplo se entiende una secuencia de k‑miembros, o sea, k miembros puestos en fila, uno en el primer lugar, uno en el segundo, etc., y finalmente uno en el k‑ésimo lugar. Frecuentemente los k‑tuplos se simbolizan de la siguiente manera:

<...>

 

colocándose en lugar de los puntos suspensivos los símbolos de los diferentes miembros en el orden establecido. Así el triple cuyo primer miembro es d, el segundo a y el tercero e se simbolizaría por:

 

<d, a, e>

 

Vimos que no todos los k‑tuplos son estructuras. Las estructuras tienen una forma muy especial. Co­mo primer miembro figura una clase (una colección) que tiene por lo menos un elemento. Esta clase se simbolizara por “V” y sus elementos se llamarán “individuos”; los individuos en este tra­tamiento son objetos cualesquiera no necesariamente reales, de modo que el primer miembro de los k‑tuplos es una colección de objetos reales o imaginarios. Los demás miembros de una estructura son subclases de V o relaciones entre los elementos de V.

Conviene mencionar que hay relaciones no sólo entre dos individuos (llamadas "relaciones biposicionales"; por ejemplo: ... es el doble de. . . ) sino también entre tres individuos (llamadas “relaciones triposicionales”; ejemplo: . . . es la suma de ...y de . . . ), entre cuatro individuos, etcétera. En lugar de hablar de relaciones biposicionales, tripo­sicionales, etc., hablaremos también de funciones proposicionales biposicionales, triposicionales, etc.

Las subclases de V, por ejemplo todos los ele­mentos de V que están hechos de yeso ( . . . está hecho de yeso) o todos los elementos de V que mi­den menos de 30 cm ( ... mide menos de 30 cm.), pueden tratarse como funciones proposicionales uniposicionales; pues por analogía con las funcio­nes proposicionales biposicionales que tienen dos lugares libres (representados por dos huecos con puntos suspensivos), las subclases tienen un lugar libre (representado por un hueco con puntos sus­pensivos).

En consideración de lo anterior podemos decir que en el k‑tuplo detrás de la clase V figuran fun­ciones proposicionales que se refieren a los elemen­tos de V y que pueden ser uniposicionales o bipo­sicionales, etc. Estas funciones proposicionales se simbolizaran aquí por "F", “G”, "H", "K", etc., de modo que las estructuras  se simbolizarían por:

<V, H, K, . . . >

Con todo esto ya pueden verse algunas caracterís­ticas del tratamiento estructural en general. Por de pronto no se consideran objetos (individuos) aisla­dos. Tampoco se trabaja con puras clases o totali­dades sin más; una clase V por si sola, por pobre o rica que sea en individuos no constituye una estruc­tura. Únicamente si V se presenta junto con una o más funciones proposicionales, las que a su vez se refieren exclusivamente a los individuos de V, entonces podemos hablar de una estructura. Esta com­binación de una clase con funciones proposicionales que se refieren a los individuos de la clase es uno de los puntos fundamentales del tratamiento estruc­tural.

Para dar un ejemplo, consideremos el triple cuyo primer miembro V es la clase de los números enteros (los positivos, 0 y los negativos), F es la función proposicional triposicional . . . es la suma de . .  y de . . . y G es la función proposicional biposicio­nal . . . es el doble de . . . Vemos que no nos in­teresan aquí ni determinados números enteros ni la clase de los números enteros, sino los números en­teros junto con las funciones proposicionales de la suma y del doble, o sea todas las conexiones que rigen entre los números enteros gracias a estas dos funciones.

En todo el tratamiento estructural las funciones de los k‑tuplos se aplican únicamente a los indivi­duos de la clase V respectiva (en el ejemplo, a los números enteros). Si uno desea trabajar con fun­ciones proposicionales más amplias, que además se aplican a otros individuos, no hay impedimento. Simplemente, se forma una nueva estructura con una clase V más amplia y con funciones proposiciona­les más amplias que se aplican ahora exclusivamen­te a los individuos de la nueva clase V. En mate­mática y lógica matemática las ampliaciones de estructuras constituyen un tema muy interesante; por ejemplo, se desea ver cuáles características de la antigua estructura se guardan respecto de la nue­va estructura ampliada.

Ejercicio 2.1) Señalar algunas estructuras, indicando con subíndices si las funciones proposicionales son uniposicionales, biposicionales, etc. Ejemplo: <est, Mod1, Pers1, Vec2, Ex2>, donde est es es la clase de las estaciones ferroviarias de una re­gión; las Mod son aquellas que están modernizadas según un criterio determinado, las otras pertenecen automáticamente a ‑Mod; las Pers son las que están destinadas al transporte de personas; Vec es la re­lación biposicional de vecindad entre dos estacio­nes y Ex la relación biposicional de estar conectado por trenes expresos directos.

Ejercicio 2.2) Frecuentemente se presentan es­tructuras con una o más relaciones de orden total (como la relación menor entre números enteros) o de orden parcial (como la relación es divisible por entre números enteros positivos). Indicar estructu­ras con relaciones de este tipo. Ejemplo: <el, Mas1, Ed2, Pes2>, donde el es la clase de los elefantes de un jardín zoológico; Mas son los de sexo mas­culino; Ed es la relación de tener más edad y Pes la relación de tener más peso.

Ejercicio 2.3) Estructuras con un numero re­ducido de individuos y funciones proposicionales (si éstas son sólo uniposicionales o biposicionales) pue­den presentarse de la siguiente manera: los indivi­duos se simbolizan por pequeñas cruces. Con sig­nos agregados a las cruces se marca la pertenencia a las diversas funciones uniposicionales y con fle­chas de diverso tipo (flecha entera, flecha inte­rrumpida, etc.) entre las cruces se indican las funciones biposicionales. Representar gráficamente una estructura formada según los ejercicios 1 o 2. Para dar un ejemplo, supongamos que haya tres elefantes (“a”, "b", "c") 1 uno de ellos de sexo masculino señalado "®". La relación Ed se representa por ­­­­­"®" y Pes por “‑ ‑ ‑‑>”.   Podríamos tener entonces (suponiendo que a y c sean de la misma edad, aunque no del mismo peso):

 


 

 

Puede ocurrir que el individuo a esté en relación consigo mismo (caso que se presenta siempre con la relación de identidad, de mucha importancia en las estructuras matemáticas). Esta situación se representa gráficamente por:


 

 

Puede ocurrir que a esté en relación F con b y vice­versa (caso que se presenta siempre con las relacio­nes Vec y Ex). Representación gráfica:

 

a X                                             Xb

 

Ejercicio 2.4) Para formar estructuras con indivi­duos de dos tipos diferentes, como personas y obje­tos físicos o números enteros y conjuntos de números enteros se elige como clase V la que contiene los individuos de las dos especies y se introduce luego una función uniposicional para hacer la distinción entre los individuos. Ejemplos: <pob, Pers1, . . . >, donde pob contiene personas y objetos físicos, los Pers son aquellos individuos que son personas (los objetos físicos serían en este caso automáticamente ‑Pers). <enc, En1, . . . >, donde enc contiene los números enteros y los conjuntos de números enteros, los En son aquellos individuos que son números enteros (los conjuntos de números enteros serían automáticamente ‑En). Análogamente se procede cuando hay individuos de tres o más especies. Se­ñalar algunas estructuras de este tipo.

Ejercicio 2.5) Frecuentemente se presentan es­tructuras en que una subclase de V contiene un solo individuo. Indicar una estructura de este tipo. Ejem­plo: <enp, Baj1, . . . >, donde enp es la clase de los números enteros positivos y Baj es formado por aquellos que son mas o igualmente bajos que todos (hay uno solo que, es 1).

3. Los sistemas

Para profundizar el análisis de las estructuras hay, que hablar un poco de expresiones y clases de ex­presiones, pues ciertas clases de expresiones están íntimamente ligadas a las estructuras.

Para los lógicos matemáticos las expresiones no son más que secuencias de signos tipográficos[1]; por ejemplo, la expresión “hace calor" es la letra "h” seguida por la "a”, seguida por la "c", seguida por la "e", seguida por el espacio en blanco, segui­da por la "c", etc. Un ejemplo matemático sería "x+y=y+x".

Se pueden formar clases de expresiones y algunas de estas clases que cumplen con determinadas condiciones se llaman «sistemas». Las expresiones que son elementos de un sistema dado se llaman «teo­remas» del sistema en cuestión. El procedimiento habitual para formar un sistema es, en líneas gene­rales, el siguiente: por de pronto se descartan todas las expresiones que no se consideran significativas para el sistema que se desea construir. En lógica matemática esto se hace mediante reglas en forma tan rigurosa que no queda ninguna expresión dis­cutible, o sea, ninguna expresión de la que no se puede determinar en forma rutinaria si es o no es significativa. Entre las significativas respectivas que quedan hay, en los casos normales, algunas que son teoremas del sistema y otras que no lo son. Para determinar los teoremas se señalan algunas expre­siones significativas que se llaman "teoremas bási­cos” o “axiomas” del sistema. Además, por medio de ciertas reglas explícitamente señaladas se establece un mecanismo llamado «procedimiento de­mostrativo» que permite introducir uno por uno nuevos teoremas. La clase de todos los teoremas respectivos, los básicos y los introducidos por de­mostración, constituye luego el sistema en consi­deración.

Aunque sólo ciertos sistemas tienen un interés practico, en principio cualquier clase de expresiones, formada según los criterios indicados, pero por lo demás con plena arbitrariedad, es un sistema.

Actualmente se utiliza un gran número de siste­mas, especialmente en matemática, pero también para partes de la física, biología y economía. Entre los sistemas que tratan sectores de la matemática hay varios que se refieren a conjuntos, otros a números naturales, a números reales, etcétera. Hay sistemas geométricos, por ejemplo, de la geometría euclidiana, y muchos sistemas más. Habitualmente todos ellos se construyen de tal manera que tienen un fondo lógico común. Este fondo lógico a su vez constituye un sistema que se llama “sistema funcio­nal básico”.

En las expresiones de los sistemas mencionados figuran ciertos signos o secuencias de signos que se llaman "símbolos”. De interés especial para lo que sigue son los símbolos individuales que simbolizan individuos determinados (se refieren a individuos determinados) y los símbolos funcionales (simboli­zan funciones proposicionales determinadas).

4. Modelos y sistemas apropiados

Tomando como base las secciones anteriores pue­de señalarse ahora una conexión fundamental entre sistemas y estructuras. Para ello conviene proceder en dos etapas.

Primera etapa: tengamos, por un lado, un siste­ma S. Sea C la clase de todos los símbolos indi­viduales que figuran en las expresiones S. Supon­gamos, además, que en las expresiones de S figuran sólo (con muchas repeticiones) dos símbolos fun­cionales, uno de función proposicional uniposicional y uno de función proposicional triposicional. Tengamos, por otro lado, una estructura E, por ejemplo <V, F, G> con F uniposicional y G triposicional. Ahora hacemos corresponder a cada símbolo indi­vidual de C un individuo de V, al símbolo funcional uniposicional la función F y al símbolo funcional triposicional la función G. Esta correspondencia po­dría considerarse como un tipo de simbolización o denotación, de modo que los símbolos individuales de C simbolizarían ciertos individuos de V y los símbolos funcionales, las funciones F y G.

Resumiendo, tenemos por un lado un sistema, una entidad que puede considerarse como algo lingüístico, y por otro, una estructura, algo que normalmente no tiene nada de lingüístico. Tenemos, por un lado, símbolos individuales y funcionales, y por otro, individuos y funciones. Finalmente he­mos logrado establecer un tipo de relación de sim­bolización entre los símbolos, por un lado, y los individuos y funciones proposicionales, por otro.

La relación de simbolización puede establecerse sólo si la estructura E es lo suficientemente rica; es decir, si en el sistema S hay símbolos funcionales n‑posicionales, debe haber, en la estructura E por lo menos una función proposicional n‑posicional. Esta exigencia es bien razonable, pues de otro modo ¿a que función de E se refiere el símbolo funcional? En cambio no se exige que diferentes símbolos in­dividuales o funcionales simbolicen siempre dife­rentes individuos o funciones; es perfectamente ad­misible que, por ejemplo, "IV" y “4" simbolicen un mismo individuo, y lo mismo ocurre con las fun­ciones proposicionales. Aunque así dos o mas sím­bolos pueden simbolizar lo mismo, sin embargo, un símbolo del sistema que se considera simboliza un solo individuo o una sola función de una estructura, de modo que respecto de un sistema y una estruc­tura dados no hay ambigüedad posible.

Segunda etapa: en lo que sigue se tratará sólo de la conexión entre sistemas y estructuras si es posible establecer una relación de simbolización tal como ha sido señalada en la primera etapa. Podría ‘ocurrir entonces que lo afirmado por un teorema de S rige en la estructura E. Por ejemplo, podríamos tener en S el teorema “5 > 3" y podría ocurrir que en la estructura E 5 es mayor que 3 (o sea, la relación biposicional mayor rige entre 5 y 3). Hasta podría presentarse el caso de que lo afirmado por todos los teoremas de S rige en la estructura E. Entonces decimos que la estructura E es un modelo de S o, a la inversa, que S es un sistema apropiado de E.

Una representación gráfica de esta conexión sería:

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Una estructura es científicamente interesante sólo si el hombre de ciencia dispone de un sistema apro­piado para la estructura o esta empeñado en cons­truir uno. Si tiene un sistema apropiado entonces automáticamente lo que dice un teorema rige en la estructura; conocer teoremas significa ser capaz de señalar conexiones entre los elementos de la estructura.

Para demostrar concretamente que un sistema es apropiado basta probar que lo afirmado por los axiomas rige en la estructura. Con esto afirma­do por los demás teoremas del sistema también rige en la estructura, siempre que se trate de los siste­mas aquí considerados, basados en el sistema funcional básico. Así la demostración de que un sis­tema es apropiado es más fácil que lo que aparece a primera vista.

Lo afirmado por algunos teoremas rige en todas las estructuras. Son aquellos teoremas que perte­necen al fondo lógico común, o sea, al sistema fun­cional básico. Por lo tanto este sistema es apro­piado para todas las estructuras o, a la inversa, todas las estructuras son modelos del sistema fun­cional básico.

Ejercicio 4.1). Para ilustrar la relación de sim­bolización se podrían pegar objetos pequeños en una hoja de papel y escribir una o más letras mi­núsculas latinas al lado de cada uno, pero de tal modo que ninguna letra este al lado de dos o más objetos. Desgraciadamente este procedimiento no es aplicable a todos los individuos, sea por su tama­ño (elefante), su carácter abstracto (el número 7), etc. Menos aún es aplicable a las funciones proposicionales. Así, en general, conviene proceder en forma abstracta, ejemplo: la cifra 0 simboliza el número 0, la cifra ‘1’ simboliza el numero 1, . . ., la expresión Par” simboliza la clase de los números pares, el signo "<" simboliza la relación menor, et­c. Hacer una lista de símbolos individuales y funcionales e indicar (en palabras) lo que símbo­lizan.

Ejercicio 4.2) Indicar en castellano algunos teo­remas generales tales que lo afirmado por ellos rige en todas las estructuras. Ejemplos: “Algún indivi­duo pertenece a F o no es el caso que algún indi­viduo, pertenece a F, “Si todos los individuos que pertenecen a la subclase F pertenecen también a G y todos los que pertenecen a G pertenecen a H, entonces todos los que pertenecen a F pertenecen a H».

Ejercicio 4.3) Indicar en castellano algunos teo­remas específicos tales que lo afirmado por ellos rige en una de las estructuras indicadas en los ejer­cicios de la sección 2. Ejemplos posibles: "Todas las estaciones destinadas al transporte de personas es­tán modernizadas", "Algunas estaciones no son ve­cinas de todas las estaciones", "Algún elefante no está en relación Ed con algún elefante".

5. Completitud e isomorfía

Se puede demostrar que, dada una estructura, existen siempre infinitos sistemas apropiados para ella. Es tarea del científico, especialmente del matemático, encontrar uno y ojalá uno que proporcione mucha información, porque (según la definición un indicada) hay sistemas apropiados constituidos úni­camente por teoremas que no proporcionan infor­mación específica sobre la estructura (ejemplo, el sistema funcional básico). Lo ideal sería un siste­ma apropiado que proporcione el máximo de infor­mación, o sea que, para cada conexión, simple o compleja, que rige en la estructura, haya un teo­rema del sistema que la exprese. Hay una defini­ción formal de "sistema que proporciona el máxi­mo de información"; el sistema que lo hace se llama "sistema completo respecto de la validez".

Para ciertas estructuras hay sistemas completos, para otras hay sistemas apropiados mas y más informativos, pero no hay uno que proporcione el máximo de información, porque se puede demos­trar que siempre hay otros con más información todavía.

Así como para cada estructura hay infinitos sis­temas apropiados, también a la inversa, para cada sistema del tipo aquí considerado que está libre de contradicción hay infinitas estructuras que son sus modelos.

Puede suceder que muchas de estas estructuras tengan cierto parecido especial entre si, parecido que en matemática se llama "isomorfía". Para acla­rar un poco este parecido consideremos dos estruc­turas E y E’, más explícitamente:

<V,F,G>

<V',F',G'>

 

Supongamos que se puede establecer una corres­pondencia biunívoca entre V y V', o sea que a cada elemento de V puede asignarse exactamente uno de V' y viceversa.

 


 

Si a, b, c, etc., son elementos de V, entonces simbo­lizamos por "a' ", "b' ’, "c' ", etc., los elementos co­rrespondientes de V'. Supongamos que siempre cuando F rige entre a y b entonces F' rige entre a' y b’ y algo análogo respecto de G y G' y lo mismo para todos los elementos de V en general y sus co­rrespondientes de V'. En este caso decimos que E y E’ son isomorfos.

Utilizando palabras simples, diremos que isomor­fía significa que se puede establecer una corres­pondencia biunívoca entre las clases V de tal modo que los elementos correspondientes satisfagan siem­pre las funciones proposicionales correspondientes.

La isomorfía es fundamental para la matemática actual y en general para el tratamiento estructural. Al analizar un campo se determina una de sus estructuras y se aprovechan luego los resultados ob­tenidos respecto a esta estructura no sólo en el cam­po mismo sino además en todos aquellos campos, tal vez muy lejanos, donde hay estructuras isomor­fas con la primera. Para usar la isomorfia no importa cuáles son los elementos de V, ni cuáles las funciones proposicionales; lo único que importa es que estén relacionados de la misma manera.

Según la definición indicada cada estructura es isomorfa consigo misma, y si E es isomorfa con E' también E' es isomorfa con E. Además, si E es isomorfa con E' y E’ con E”, entonces E es isomorfa con E”. Si E es modelo del sistema S y E' es iso­morfa con E, entonces E' también es modelo de S (se cambia correspondientemente la relación de simbolización; por ejemplo, lo que antes era sím­bolo de F es ahora símbolo de F').

A veces no se hace distinción entre estructuras isomorfas, y se tratan como si fueran una sola es­tructura; pero según la terminología de este trabajo, E y E', aunque isomorfas, son diferentes, a me­nos que la clase V y las funciones proposicionales de E sean idénticas a las de E'.

Ejercicio 5.1) Indicar una secuencia S, S’, S”, etc., de sistemas apropiados de una estructura, donde S’ es más informativo que S, S'' más infor­mativo que S’, etc. Ejemplo respecto a la es­tructura <el, Mas1, Ed2, Pes2> del ejercicio 2.2: S es la clase de los teoremas del sistema funcional básico con Mas1, Ed2 y Pes 2; S’ tiene además “Al­gún elefante es masculino” y todo lo que se puede deducir a partir de este axioma; S'' tiene, aparte de los teoremas de S y S’, el axioma “Algún elefan­te no es masculino” y todo lo que se puede deducir de esta expresión, etc.

 

Ejercicio 5.2) Indicar una estructura donde los individuos son los personajes principales de un drama o cuento; como mínimo conviene que la es­tructura tenga una función uniposicional y dos bi­posicionales. Ejemplo: <ham, Veng1, Mat2, Res2>, donde ham es la clase de los personajes principales de HAMLET, o sea, Hamlet (h), el rey Claudio (c), la reina Gertrudis (g), Polonio (p), Laertes (l) y Ofelia (o); Veng es la clase de los que planean una venganza, Mat es la relación de matar (físicamente) y Res es la relación de ser indirectamente responsa­ble de la muerte. La representación gráfica sería:

 

 


Los círculos marcan aquellos que planean una ven­ganza.

Ejercicio 5.3) Describir una situación que cons­tituya una estructura isomorfa a la del ejer­cicio 5.2, pero de un campo muy alejado. Hay que demostrar punto por punto que las dos es­tructuras son isomorfas. Ejemplo: En una pieza hay dos lámparas, encendidas (h' y l') que se ilu­minan mutuamente. Además, la primera lampara (h’) ilumina una silla (p') y una mesa (c'). So­bre la mesa está puesta la lampara h' y en uno de sus cajones el libro (g'). En el tubo de la lámpara está puesto un resorte (o') que permite subir y bajar la lampara. Tenemos así la estruc­tura <pi, Lam1, Il2, Pu2>, donde los individuos son los objetos de la pieza, es decir, h', c', g', p', l', o'; Lam es la clase de las lámparas, Il la relación ilumina a y Pu la relación tener puesto encima o adentro. Utilizando las letras del ejercicio 5.2 con primas (“h' ”, etc.) se ve que hay una correspondencia biunívoca entre ham y pi (h ‑h', cc', etc.). Mientras que h y l pertenecían a la clase Lamp. Donde había la relación Mat ("®")  hay ahora la relación Il y donde había la relación Res (“‑ ‑ ‑‑>”) hay ahora la relación Pu. Tenemos la misma repre­sentación gráfica que en el ejercicio 5. 2, sólo hay que cambiar las letras simples (“h”, etc.) por las letras correspondientes con primas (“h' ”, etc.).

6. Clases de estructuras

 

En la sección 5 vimos que para cada sistema li­bre de contradicción hay infinitas estructuras que son sus modelos. Muchas de estas estructuras pue­den ser isomorfas entre si, pero los sistemas ha­bituales tienen también siempre, como modelos, estructuras no isomorfas entre si.

La clasificación más usada de las estructuras se efectúa justamente por hacer referencia a los siste­mas de que son modelos. Concretamente, a una clase pertenecen todas las estructuras que son modelos del sistema S1, a otra, todas las estructuras que son modelos de S2, y así sucesivamente.

Por de pronto, la clasificación mencionada da clases mucho más amplias que una clasificación por isomorfismo. Pero ella no es exclusiva. Por ejem­plo, una estructura E puede ser modelo tanto del sistema S1 como también del sistema S2 y tal vez también de S3 y de otros (vimos que toda estructura es modelo del sistema funcional básico). A pesar de la falta de exclusividad, se prefiere en el tratamiento estructural dentro y fuera de la mate­mática la clasificación respecto de sistemas a toda otra clasificación posible.

Así, en matemática tenemos la clase de las es­tructuras que son modelos de sistemas como el de los grupos, el de los anillos, el de las álgebras de Boole[2] y otros. Aquellas estructuras que son mo­delos del sistema de los grupos (que pertenecen a la clase correspondiente de estructuras) se lla­man simplemente “grupos”; las que son modelos del sistema de los anillos se llaman «anillos»; las que son modelos del sistema de las álgebras de Boole se llaman "algebras de Boole”, etc. Te­nemos de este modo una larga lista de estructuras matemáticas con nombres especiales[3]  y nada nos impide extender este tipo de clasificación a otros campos.

Para dar un ejemplo matemático, sea V la clase de los números enteros, F la función proposicional biposicional de igualdad y G la función proposicio­nal triposicional de suma; luego <V, F, G> es (en­tre otras cosas) un grupo, porque para esta estruc­tura rige lo afirmado por los axiomas (y demás teoremas) del sistema de los grupos. Hay infini­tos otros grupos, algunos de ellos isomorfos con <V, F, G>, otros no.

7. Estructura y realidad

 

Hasta el momento se correlacionó algo no lingüístico, que son las estructuras, con algo lingüístico, que son los sistemas. Hay una sola excepción­; son aquellas estructuras en que la clase V a su vez está constituida entera o parcialmente por expre­siones, de modo que ya la estructura misma tiene algo de lingüístico. En este caso se atribuye un carácter especial a los sistemas apropiados; se dice, en terminología logicomatemática, que están formulados en "Ienguaje de segundo nivel", o en "metalenguaje”, de modo que las estructuras (par­cialmente) lingüísticas estarían correlacionadas con sistemas metalingüísticos.

Volviendo a aquellas estructuras que son entes no lingüísticos (y de las cuales las recién señaladas no se distinguen fundamentalmente), uno puede preguntarse si, o hasta qué punto, constituyen la realidad. ¿Son, por lo menos en parte, el mundo objetivo?

La respuesta es más bien negativa, pero toda la problemática es muy compleja. Por de pronto hay que ver las estructuras como construcciones menta­les elaboradas por hombres de ciencia, como pro­ductos de la actividad racionalizadora humana, que tal vez reflejen mas o menos fielmente ciertos as­pectos de la realidad. Más no se puede pretender. No se sabe siquiera si la realidad tiene un carácter estructural. Además hay diferentes estructuras que corresponden a un sistema o a sistemas igualmente bien apoyados en la experiencia. Es posible que en estos casos la realidad excluya todas las estruc­turas, excepto una. Sin embargo, también es po­sible que varias estructuras reflejen igualmente bien ciertos aspectos de la realidad; pues hay que tener en cuenta que todo trabajo científico constituye una simplificación y que en esta simplificación una es­tructura puede reflejar, hasta cierto punto, los as­pectos A y otra los aspectos B de la realidad.

Aunque no podemos afirmar que una estructura sea la realidad o parte de la realidad o una copia fiel de la realidad, no por eso las estructuras están totalmente desvinculadas de la realidad. Si los sis­temas apropiados correspondientes están apoyados ,directa o indirectamente en la experiencia, enton­ces las estructuras modelan o simulan la experiencia ya obtenida y posiblemente futuras experiencias, por lo menos con cierta aproximación. De este modo la razón y la experiencia juntas nos guían en la pre­selección de estructuras, nos ayudan en su cons­trucción por etapas y nos hacen descartar algunas estructuras a favor de otras.

Pero todo esto no constituye una justificación su­ficiente para hablar de estructuras naturales (inde­pendientes de los hombres teoretizantes) que se encuentran en las cosas.’ Por otro lado, la pregunta por la existencia de una tendencia mental especial de formar estructuras o de preferir ciertas estructu­ras a otras, pertenece al campo de la psicología y no se tratará aquí.

Ejercicio 7.1) Indicar una estructura puramente lingüística donde ex es una clase determinada de expresiones y se consideran relaciones como ser ex­presión más  larga (con más signos) y ser sinónimo..

Ejercicio 7.2) Señalar (en metalenguaje) algunos teoremas de la estructura del ejercicio 7. 1

8. Análisis estructural de objetos y entidades simples

Es de interés aplicar las consideraciones estruc­turales no sólo a campos más o menos extendidos del saber, sino también a objetos que se presentan como algo simple a los sentidos, tales como una pie­dra, una manzana, una melodía o a entidades no muy complejas, como una familia.

En algunos casos especialmente simples, hasta un análisis conjuntivista es suficiente, mientras que en otros un análisis estructural es más provechoso. Por ejemplo, para una colección dada de estampillas puede ser suficiente considerar cuáles son las estam­pillas que pertenecen a la colección y cuáles no. Tal vez no interesa el orden en que las estampi­llas están pegadas en el álbum, ni cuál estampilla es una variante de otra, cuál es más valiosa que otra, etcétera. En este caso basta un análisis con­juntivista; la ‘colección se trata simplemente como la clase o el conjunto de las estampillas. Si, en cambio, se desea tener en cuenta las relaciones arri­ba mencionadas u otras similares habría que con­siderar una estructura como <est, Ant, Var, . . . >, donde est (o sea V) sería la clase de las estampi­llas, Ant la relación biposicional figurar con ante­rioridad en el álbum, Var la relación biposicional ser una variante de, etc.

En muchos otros casos el análisis conjuntívista es de antemano insuficiente; no hasta tratar una pa­red como una clase de ladrillos, una piedra como una clase de moléculas, una manzana como una clase de células o de moléculas, una melodía como una clase de sonidos. En todos estos casos debe considerarse un determinado número de funciones proposicionales, aparte de la clase que se elige para formar la base de la estructura respectiva.

Así tendríamos para una pared determinada hecha sólo de ladrillos, sin argamasa, algo como <lad, Tar, Tis, . . . >, donde lad seria la clase respectiva de los ladrillos, Tar la relación biposicio­nal topar en el plano por arriba, Tis, topar en el plano por la izquierda, también con relaciones como topar en una línea, topar en un punto y tal vez otras mas. Aplicando el mismo tratamiento a todo lo que, en principio, uno está dispuesto a consi­derar como pared de ladrillos, se pueden formar en general las estructuras correspondientes. No es di­fícil construir un sistema llamado tal vez “teoría de las paredes de ladrillos” que señala, mediante axiomas y teoremas demostrados, las característi­cas comunes de todas estas estructuras en un sen­tido muy amplio (incluyendo, por ejemplo, las es­tructuras isomorfas con ellas). Los modelos del sistema serían, luego, paredes de ladrillos (trata­das como estructuras) y estructuras isomorfas con paredes de ladrillos, todo en plena analogía con los grupos, anillos y áIgebras de Boole.

Consideraciones similares, aunque más comple­jas, se aplican a piedras, manzanas, etc., se construyen sistemas correspondientes y se conside­ran luego los modelos de estos sistemas.

Una determinada melodía ejecutada (es decir, interpretada tal día y a tal hora)    podría tratarse, en un análisis muy primitivo, como <son, Ant, . . . >, donde son seria la clase de los sonidos respectivos (que a su vez son complejos e incluyen también la falta de sonido, o sea, el silencio), Ant, la relación de anterioridad y algunas relaciones más, según el grado en que uno quiere profundizar el análisis. Un musicólogo probablemente procedería en forma di­ferente; por un lado, no partiría de son sino de una clase de sonidos en algún sentido básicos; por otro, no analizaría melodías ejecutadas sino melodías de tipo general que son comunes a una varie­dad de ejecuciones. Estos detalles, aunque en sí muy interesantes, no son esenciales para un trata­miento general de las estructuras. En cualquier caso se procede, luego, a la construcción de los sis­temas correspondientes, lo que permite, posterior­mente, analizar los modelos de estos sistemas.

También una familia o un regimiento son más que una clase de personas, al igual que un bosque es más que una clase de árboles. Para una familia determinada en sentido biológico (sin considerar aspectos legales) tenemos algo como <pers, Mas, Pam, Cop, Cos, . . . >, donde pers es la clase de los integrantes de la familia, Mas la función uni­posicional ser de sexo masculino, Pam la relación biposicíonal ser padre o madre de, Cop la relación biposicional ser primer cónyuge (en orden tempo­ral) de, Cos la relacion biposicional ser segundo cónyuge de. Análogamente un regimiento deter­minado puede tratarse tal vez como <pers, Sa, Ten, . . . >, donde, pers es la clase de los integran­tes del regimiento, Sa, la relación biposicional ser sargento de, Ten, la relación biposicional ser te­niente de. Sin dificultad se forman los sistemas correspondientes que tienen por modelos fami­lias (regimientos) y estructuras isomorfas con familias (regimientos),

En el caso de los bosques un tratamiento sim­plificado sería limitarse a los árboles y a las rela­ciones entre ellos. Naturalmente nada nos impide profundizar el análisis incluyendo en la clase V las demás plantas del bosque, los animales y otros objetos que, según la opinión del que realiza el análisis, tienen importancia. Una vez tomadas las decisiones previas respecto de V y las funciones proposicionales, se forman las estructuras y el sis­tema correspondiente.

Lo que se señaló aquí para objetos y entidades simples (muy simplificadas en estas paginas) pue­de extenderse también a casos mas complejos, como estados psíquicos, lenguajes, economías y sociedades. Pero entonces el grado de dificultad aumenta enormemente, a menos que uno se limite a tomar en cuenta sólo unas pocas funciones proposicionales.

9. Parte y entero

La relación parte ‑ entero es un problema intere­sante de la lógica. Ha sido analizada a fondo en algunos casos especiales como el de subclase ‑ clase y de subestruetura ‑ estructura. En cambio la rela­ción entre lo que aquí se llamará «estructura par­cial” y la estructura entera no ha sido tratada en forma especial, que yo sepa (véase, por ejemplo, [8] y [4] en la bibliografía).

Tengamos un triple <V, F, G> que es un grupo, o sea una estructura que cumple con las condicio­nes señaladas en los, axiomas de la teoría de los grupos. Formemos, además, un triple <V’, F’, G'>, donde V' es una subclase (no vacía) de V y F' y G' con restricciones de F y G a V' (son F y G apli­cadas sólo a los elementos de V). Supongamos que <V’, F’, G'> también sea un grupo. En este caso decimos que <V’, F', G'> es un subgrupo de < V, F, G>. Por ejemplo, los números enteros (po­sitivos, 0 y negativos) forman, respecto de la igual­dad y la suma, un grupo <ent, Ig, Su>. Lo mis­mo hacen los números pares (positivos, 0 y nega­tivos) respecto de igualdad y suma restringidas a los números pares. Así <par, Ig’, Su'> es un sub­grupo de <ent, Ig, Su>.

Exactamente las mismas consideraciones pueden aplicarse a cualquier estructura, de modo que po­demos hablar de subparedes de ladrillos, de sub­piedras, submanzanas, submelodías, etc.

Se exige que V' sea una subclase de V, en otras, palabras, que todos los elementos de V' sean ele­mentos de V. Puede ser que también todos los elementos de V sean elementos de V' (en este caso se dice que V’ es subclase impropia de V) o que en V haya elementos que no figuran en V’ (en este caso se dice que V' es suclase propia de V). Apli­cando la definición de “subestructura” a las sub­clases impropias, se ve que cada grupo es subgrupo de si mismo, cada piedra subpiedra de si misma.

Sin embargo, estos casos triviales en que V' es una subclase impropia de V interesan menos que los casos en que V' es una subclase propia de V (así, en el ejemplo, par es subclase propia de ent).

Muchos grupos tienen subgrupos propios, como es fácil de ver. Dada una pared de ladrillos de cierta extensión, se puede encontrar una subpared propia, o sea, una subclase propia de lad cuyos ele­mentos cumplen, respecto de las relaciones Tar‘, Tis’, etc., con las condiciones características de las paredes de ladrillos. Algo análogo vale también para las piedras de cierto tamaño. En cambio, la única submanzana de una manzana dada es esta manzana misma, porque no hay una subclase propia de las células de modo que los elementos de esta subclase cumplan, respecto de las funciones propo­sicionales correspondientes, con las condiciones características de las manzanas (por lo menos en el caso ideal de las manzanas a las que no les faltan partes).

Para melodías no demasiado cortas hay submelodías propias, y lo mismo vale para familias más o menos numerosas. También hay subregimientos propios (por ejemplo un regimiento después de los combates en relación con el regimiento antes de los combates) e, igualmente, hay subbosques propios.

Tenemos, así, un tipo de relación parte ‑ entero que ha sido ampliamente investigado, por lo me­nos en el caso de las álgebras tradicionales, como grupos, anillos y álgebras de Boole. Se vio que la extensión de este tratamiento a paredes, piedras y otros objetos no ofrece dificultades en principio.

Sin embargo, hay casos en que la relación parte-­entero no está comprendida en el tratamiento de subestructuras. Así un cuarto de manzana no es una manzana, una tajada de pan no es un pan. En todos estos casos no se trata de subestructuras, por­que las células del cuarto de manzana o las mo­léculas de la tajada de pan no cumplen, respecto de las funciones proposicionales correspondientes, con las condiciones características de las manzanas o de los panes, respectivamente.

Por otro lado, las células del cuarto de manzana cumplen con algunas condiciones características de las manzanas. En otras palabras, aunque <cel', F', G', . . . > no es una submanzana de <cel, F, G, . . . >, los elementos de cel’ cumplen, respecto de F', G', etc., por lo menos con algunas de las con­diciones señaladas en los axiomas y demás teore­mas del sistema que podría llamarse «teoría de las manzanas”. Habría que indicar cuáles son las con­diciones que se desean conservar y, eventualmente, cuáles son las condiciones adicionales cuyo cumpli­miento se exigirá para las partes de manzanas. Una vez hecho esto, se construye sin dificultad un sis­tema tal vez llamado «teoría de las partes de man­zanas”. Uno de sus modelos sería entonces <cel', F', G', . . . >; si, además, cel' es una subclase de cel y si F', G', etc., son restricciones de F, G, respecto de aquellas condiciones que se conservan, entonces <cel', F', G', . . . > podría considerarse como parte de <cel, F, G, . . . >.

La relación parte de manzana ‑ manzana seria en­tonces un nuevo tipo de relación parte ‑ entero. Exac­tamente el mismo tratamiento puede aplicarse a la relación tajada de pan ‑pan y a muchos otros casos. El nuevo tipo de partes podría llamarse “es­tructuras parciales” (respecto de las estructuras ori­ginales).

Hay muchas diferencias entre las subestructuras, por un lado, y las estructuras parciales, por otro. Así, para cualquier estructura queda establecido en prin­cipio cuáles son sus subestructuras (estructura y subestructuras respectivas son de la misma clase). En cambio, en cada caso hay que fijar de nuevo cuáles son las estructuras parciales de una clase dada de estructuras; por ejemplo, se debe fijar qué es una estructura parcial respecto de las manzanas, qué es una estructura parcial respecto de los panes, etcétera.

Vimos antes que cada estructura es subestructu­ra de si misma. En cambio una estructura no es necesariamente estructura parcial de si misma (no lo es si para las estructuras parciales respectivas se fijan condiciones adicionales que no se cumplen en las estructuras originales).

Una pregunta interesante se refiere a la parte de la parte. ¿Es a su vez parte del entero? Respecto de las subestructuras tenemos (según ‑la definición de «subestructura») el resultado de que una subes­tructura de una subestructura de una estructura es también directamente subestrura de la estruc­tura.

Tampoco aquí tenemos lo mismo para las estruc­turas parciales. Supongamos que una miga de pan sea estructura parcial de una tajada de pan (cum­ple con las condiciones características de las partes de tajadas de pan y hay la relación de subclase entre las V respectivas y de restricción entre las funciones proposicionales). Supongamos, además, que la tajada a su vez sea estructura parcial de un pan entero (cumple con las condiciones caracterís­ticas de las partes de panes y hay la relación de subclase y de restricción). No por eso la miga es necesariamente estructura parcial del pan entero, ya que no cumple automáticamente con las condi­ciones características de las partes de panes. De­pende del sistema de las partes de panes elegido si, además de las tajadas, también las migas se con­sideran partes de panes. Aunque así, en resumen, E1 (la miga) es estructura parcial de E2 (de la tajada) y E2 es estructura parcial de E3 (del pan entero), no por eso E1 es automáticamente estruc­tura parcial de E3.

Los análisis recién señalados nos proporcionaron algunos datos básicos sobre dos relaciones bien di­ferenciadas, la de subestructura y la de estructura parcial. Ambas pueden tratarse rigurosamente y son, hasta cierto punto, representativas de la rela­ción informal parte ‑ entero.

Ejercicio 9.1) Hacer una lista de ejemplos en­tero ‑ parte, subrayando aquellas expresiones de par­tes que simbolizan subestructuras.

Ejercicio 9.2) Indicar teoremas que rigen para una estructura y no para una de sus estructuras parciales y viceversa (señalando previamente la es­tructura parcial). Ejemplo respecto a manzanas y partes de manzanas (con Pul1, ser célula de la pulpa y Ex1, ser célula que está en contacto con el exte­rior): “Ninguna célula de Pul es Ex".

10. El tiempo en el tratamiento estructural

 

Se señaló en la introducción que este trabajo, aunque dedicado a las estructuras, no está dentro de la línea estructuralista, Así, el estructuralismo generalmente trata las estructuras haciendo abstrac­ción del tiempo, o bien las enfoca en un determinado punto temporal, sin tener en cuenta, de este modo, los cambios temporales, o sea, el desarrollo. En cambio, desde el punto de vista logicomatemá­tico no hay razón alguna para excluir los factores temporales, si estos son de interés para el campo respectivo. Tampoco existen dificultades en prin­cipio que impidan un tratamiento temporal.

Como ejemplo sencillo se señalará el caso de las familias. Vimos que sin consideraciones tempora­les una familia puede presentarse como k‑tuplo de la forma <pers, Mas, Pam, Cop, Cos, . . . >. En esta estructura queda establecido quién es tío de quién, al igual que en un árbol genealógico; pero no se toma en cuenta que el tío y el sobrino hayan o no hayan vivido como contemporáneos durante un tiempo, ni quién de. los dos haya nacido o muerto antes.                  i

Para tratar ahora ciertos aspectos temporales, consideremos una familia durante un tiempo determi­nado, supongamos un siglo. Efectuamos un corte temporal siempre que un integrante de la familia haya nacido, se haya casado, haya muerto y tal vez haya intervenido en otros ‑acontecimientos que se consideren importantes. Supongamos que el nume­ro total de los cortes temporales sea 80, aparte de las fechas claves que son el principio y el fin del siglo. El siglo se descompone entonces en 81 tre­chos temporales.

Supongamos que el nacimiento de Jonás haya marcado el principio del trecho 17 y su muerte el fin del trecho 60 (el principio del trecho 61). En vez de considerar a Jonás como un único elemento de pers, trataremos ahora a Jonás17, a Jonás18, ... a Jonás60 como elementos de una clase pert, o sea, de una clase cuyos elementos se llamarán "personas temporales". Se procede de un modo análogo con los demás integrantes de la familia. Así pert tiene muchos más elementos que pers (en vez de un solo Jonás tiene 44 Jonás). Ahora, pert nos servirá de clase básica para una estructura en que aparte de Mas *, Fam *, Cop *, Cos * (las funciones propo­sicionales de la estructura original atemporal modi­ficadas correspondientemente para referirse ahora a los elementos de pert), figuran numerosas funciones proposicionales como presentarse en el mismo tre­cho temporal que (por ejemplo, Jonás22 y Pablo22), estar conectado evolutivamente con (por ejemplo, Jonás22 con Jonás47), etc.

Consideraciones análogas pueden aplicarse a to­das las estructuras, por ejemplo, a las piedras o, para mencionar un caso donde el tiempo es de impor­tancia, a los núcleos de átomos durante un lapso determinado, usando en este caso como clase bá­sica las partículas y resonancias temporalmente li­mitadas (en analogía a Jonás17, etc.).

La lógica y la matemática tienen muchas otras maneras de considerar el tiempo, por ejemplo, in­cluyendo entre los individuos de la clase V los pun­tos temporales.

Todo esto nos permite ver que tiempo, desarrollo e historia son perfectamente compatibles con el tratamiento estructural.

 

Ejercicio 10.1) Supongamos que tenemos los siguientes individuos de pert: Carlos1, Carlos2, Julia2, Carlos3, Julia3, Carlos4, Julia4, Sonia4, Julia5, Sonia5, Sonia6. Supongamos, además, que sabemos que sólo nacimiento, casamiento y muerte de una de las tres personas inician o terminan un corte temporal. Escribir la historia de la familia. Ella comenzaría así: Nace Carlos (el primer trecho co­rresponde a la vida de Carlos antes de que Julia haya nacido), nace Julia... .


Ejercicio 10.2) Una representación gráfica de los individuos del ejercicio 10. 1 con la relación Ser actualmente padre o madre de seria:

Representar (con otros tipos de flechas) las rela­ciones presentarse en el mismo trecho temporal y estar conectado evolutivamente.

Ejercicio 10.3) Tengamos un pión negativo (p‑), este se desintegra en un muón negativo (m‑) y un neutrino (n), luego el muón se desintegra en un electrón (e‑), otro neutrino (n') y un antineu­trino (`u). a) Indicar la clase part de las partículas temporales. b) Representar gráficamente la estruc­tura <part, Noc1, Des2, Ev2>, donde Noc es la cla­se de aquellas partículas (temporales) que no tienen carga eléctrica (es decir, las partículas temporales que corresponden a los dos neutrinos y al antineu­trino), Des es la relación ser producto directo de la desintegración de y Ev la relación estar conec­tado evolutivamente (entre partículas temporales que corresponden a una misma particula).

11. Conclusión

Si prescindimos de consideraciones especulativas y nos limitamos a un tratamiento estructural del tipo aquí indicado, vemos que éste constituye un método muy fructífero. En el estado actual de las ciencias tiene aplicación universal, o sea, el trata­miento estructural puede imponerse, con más o menos ventaja, a todo campo teórico (se construye la clase V, se establecen las funciones proposicionales que son de interés, luego se forma el k‑tuplo, etc.) Sin embargo, no se debe sobrevalorar este tratamiento en forma unilateral ni olvidar que hay otros métodos que pueden ser igualmente fructíferos.

 

Bibliografía

1. Carnap, R.: The Logical Structure of the World Pseudo‑problems in Philosophy. Berkeley, Los Angeles, 1969.

2. Piaget, J.: Le structuralisme. Paris, 1968.

3. Pingaud, B.  y otros: Lévi‑Straws: Estructuralismo y dialéctica. Buenos Aires, 1968.

4. Rescher, N.: Axioms for the Part Relation, Philosophical Studies, vol. 6. Minneapolis, 1955, págs. 8‑11.

5. Robinson, A.: Introduction to Model Theory and the Metamathematics of Algebra. Amsterdam, 1963.

6. Stahl, G.: Elementos de metamatemdtica, Santiago, 1973.

7. -----: “Linguistic Structures Isomorphic to Object Structures”. Philosophy and Phenomenological Research, vol. XXIV, 3, 1964, pAgs. 339‑344.

8. ------‑ “Termes temporals dans des systèmes fonctionnels”, Revue Philosophique de la France et de l’étranger, Pa­ris 1974, 3, págs. 293‑303.

9. Tarski, A. Foundations of the Geometry of Solids, en Logic, Semantics, Metamathematics, Oxford, 1956, págs. 24‑29.

 

 

 



[1] Aquí nos limitamos a las secuencias finitas de signos tipográficos.

[2] En vez de hablar de “sistema de los grupos”, “sistema de los anillos”, se habla frecuentemente de “teoría de los grupos”, “teoría de los anillos”.

[3] En esta sección y en las anteriores vimos que la cien­cia matemática se ocupa de distintos sistemas y de diversas estructuras. Esta concepción moderna no tiene nada de extraordinario si uno la compara, por ejemplo, con la zoología que se ocupa de diversos animales.