EL RACIONALISMO DE GASTON BACHELARD

 

 

En Gutiérrez-Pantoja, Gabriel (1986): Metodología de las Ciencias Sociales. Vol. II. México: Harla  


 

Muchos autores ponderan al racionalismo como uno de los factores básicos de la actividad humana. El iluminismo, en su momento, se abanderó con esta idea. Pero los impugnadores que califican al racionalismo de idealista, lo han desacreditado lo suficiente para que, de forma prejuiciada, se ataque su proposición. Ante esas condiciones se hizo necesario buscar fundamentos que devolvieran al concepto "racionalismo" su valor, y esto solamente podía lograrse sustentándolo en el proceso de conocimiento, máxime si esta sustentación está basada en la investigación de ciencias con una larga tradición como la física y la química.

Es Gaston Bachelard quien se aboca al rescate del concepto. Antes de la primera conflagración mundial Bachelard cursaba la licenciatura en matemáticas y trabajaba como empleado de correos y telégrafos en la estación del Este de la capital francesa, actividad que suspendió durante el conflicto; cuando éste hubo concluido fue designado como profesor de física y química en el colegio de Bar-sur-Aube, su ciudad natal.

En 1930, dos años después de haberse doctorado en letras, se incorporó a la Universidad de Dijon donde impartió durante diez años la cátedra de filosofía, para después trasladarse a la universidad de la Sorbona a impartir cursos sobre historia y filosofía de las ciencias. A partir de 1936 publica sus primeros temas sobre epistemología con sus apuntes sobre "El nuevo espíritu científico" que se desprendieron de sus tesis "Ensayo sobre el conocimiento aproximado" de 1928 y se continuaron hasta 1953 con el texto "El materialismo racional".

La preocupación de Bachelard sobre la epistemología deriva de su percepción sobre el paralelismo existente entre ciencia y filosofía, ya que la ciencia no tiene la filosofía que merece, pues la primera es dinámica, activa, creadora; y la segunda es lenta, oblicua, compleja. El autor afirma que: "Si un filósofo habla del conocimiento, lo quiere directo, inmediato, intuitivo. Se acaba convirtiendo a la ingenuidad en una virtud, en un método.... Si un filósofo habla de la experiencia, ocurre lo mismo, se trata de su propia experiencia, del desarrollo tranquilo de un temperamento. Se acaba por describir una visión personal del mundo como si encontrara ingenuamente el sentido de todo el universo y la filosofía contemporánea es así una borrachera de personalidad, una borrachera de originalidad. Y esta originalidad pretende ser radical, arraigada en el propio ser, afirma una existencia concreta, crea un existencialismo inmediato."[1] Para Bachelard, las generalidades de la filosofía impiden el conocimiento fáctico, el conocimiento de los hechos en su particularidad.

El conocimiento científico supera la nebulosidad de la filosofía, porque identifica las particularidades de los objetos, lo cual hace más complejo ese conocimiento. En palabras del autor: "El pensamiento científico no encuentra tan fácilmente la cohesión de una existencia. Pero, en cambio, el pensamiento científico se designa como una evidente promoción de existencia.... en vez de una existencia en la raíz del ser, en el reposo de una natural perseverancia en el ser, la ciencia nos propone un existencialismo en el extremo del ser pensante. El pensamiento es una fuerza, no una substancia."[2] A diferencia del conocimiento filosófico que, según el autor, es especulativo, el pensar científico es un pensamiento dirigido hacia un objeto; en este sentido, el pensamiento es una fuerza porque actúa y no una substancia que sólo existe.

Así entendida la ciencia, puede ser verificada, contrastada en la evolución histórica de la humanidad. Según Bachelard " .... la ciencia es uno de los testimonios más irrefutables de la existencia esencialmente progresiva del ser pensante. El ser pensante piensa un pensamiento conocedor. No piensa una existencia."[3]

Hechas las reflexiones sobre el paralelismo existente en su momento, entre la ciencia y la filosofía, Bachelard busca relacionarlas con una finalidad complementaria, y sobre ello se pregunta: "¿Qué será pues, entendida en un estilo moderno, la filosofía de las ciencias? Será una fenomenología del hombre estudioso, del hombre concentrado en su estudio y no, únicamente un balance difuso de ideas generales y de resultados adquiridos. Nos hará asistir al drama cotidiano del estudio cotidiano, nos hará describir la rivalidad y la cooperación, del esfuerzo teórico y de la investigación experimenta¡, nos colocará en el centro del perpetuo conflicto de métodos que es el carácter manifiesto, la tónica de la cultura científica contemporánea."[4] La filosofía de la ciencia debe ser esa continua reflexión sobre el quehacer científico, es decir, la filosofía de la ciencia no se debe ocupar de la actividad científica, del conocimiento científico directo, sino ocuparse de la reflexión sobre la actividad científica.

A partir de que se tiene conciencia de esto, la filosofía toma otra connotación; es una filosofía científica, una filosofía dinámica, una filosofía que se desprende de la ciencia. Bachelard dice sobre ello: "La ciencia crea filosofía. Ésta debe, por lo tanto, hacer flexible su lenguaje para traducir al pensamiento contemporáneo su agilidad y movilidad. Debe también respetar esta extraña ambigüedad que desea que todo pensamiento científico sea interpretado, simultáneamente en lenguaje realista y su lenguaje racionalista.... la filosofía de la ciencia es una filosofía que se aplica, no puede conservar la pureza y unidad de su filosofía especulativa. Fuere cual fuere el punto de partida de la actividad científica, esta actividad no puede convencer plenamente sino abandonando el dominio básico: si experimenta, hay que razonar; si razona, hay que experimentar. Toda aplicación es trascendencia."[5]

La filosofía de la ciencia, como filosofía científica, determina la creación de lo que Bachelard llama "el nuevo espíritu científico", mismo que lleva a la ciencia a la reflexión y a la filosofía a la concreción. Al negar la especulación filosófica, el autor descarta la contradicción entre el realismo y el racionalismo, puesto que lo real científico está dialécticamente relacionado con la razón científica. En expresión de Bachelard: " ... desde el momento en que se medita sobre la acción científica, nos percatamos que el realismo y el racionalismo intercambian consejos sin cesar. Ni uno ni otro, aisladamente, son suficientes para constituir la prueba científica; en el reino de las ciencias físicas no hay lugar para una intuición del fenómeno, que designe de un solo golpe los fundamentos de lo real; tampoco hay lugar para una convicción racional -absoluta y definitiva- que imponga categorías fundamentales a nuestros métodos de investigación experimentales. Lo que hay ahí es una razón de novedad metodológica que habremos de sacar a la luz; las relaciones entre la teoría y el experimento son tan estrechas que ningún método, experimental o racional, asegura la conservación de su valor. Se puede, incluso, ir más lejos: un método excelente termina por perder su fecundidad si no renueva su objeto”.[6]

En estas frases se puede resumir la posición epistemológica de Bachelard, frente a las ideas filosóficas existentes en su tiempo; en lugar de antagonizar las concepciones se deben complementar. Tanto el realismo como el racionalismo forman parte de la acción científica y la acción científica como tal, requiere de una constante renovación metodológica.

Es ahí donde puede entenderse el nuevo espíritu científico, el espíritu renovado que debe trascender los lastres de la polémica inútil. "Es, por lo tanto, en la encrucijada de los caminos donde debe colocarse el epistemólogo: entre el realismo y el racionalismo. Es aquí donde se puede captar el nuevo dinamismo de estas filosofías contrarias, el doble movimiento por medio del cual la ciencia simplifica lo real y complica la razón. Se acorta, así, el trayecto que va de la realidad explicada al pensamiento aplicado."[7]

El nuevo espíritu científico que propone Bachelard debe ser dinámico, tener un ímpetu inagotable en el que las herencias, las tradiciones, los esquemas, los métodos, no se asuman como dogmas, sino que se rechacen, modifiquen o adecuen, de conformidad con el proyecto particular sobre el objeto investigado. “... El mundo científico es entonces verificación. Por encima del sujeto, más allá del objeto inmediato, la ciencia moderna se funda sobre un proyecto. En el pensamiento científico, la meditación del objeto por el sujeto toma siempre la forma del proyecto”. [8]

El proyecto es el a priori intelectivo, para que el científico se involucre con el objeto particular de su atención. Por tanto, cada proyecto responde a un objeto y de cada objeto se debe hacer una investigación particular. De acuerdo con Bachelard: "Los conceptos y los métodos, todo es función del dominio de experimentación; todo el pensamiento científico debe cambiar frente a un experimento nuevo; un discurso sobre el método científico siempre será un discurso de circunstancias, no describirá una constitución definitiva del espíritu científico. Esta movilidad de los métodos equilibrados debe ser inscrita en la base misma de toda psicología del espíritu científico, puesto que éste es estrictamente contemporáneo del método explicitado. Cuando se observa no hay que confiar nada a los hábitos. El método es un cuerpo con su aplicación. Incluso en el plano del pensamiento puro, la reflexión sobre el método debe permanecer activa."[9]

De principio, el autor rechaza los métodos generales, únicos, ya que son contrarios a la formación del nuevo espíritu científico, el cual siempre se mantiene alerta, vigilante sobre el equilibrio adecuado entre método usado y objeto estudiado, y esto debe convertirse en una norma. Frente al discurso del método científico, debe crearse una metodología del método particular, esto es, a todo discurso de método que indique cómo hacer la investigación se debe anteponer una metodología que promueva la configuración de métodos particulares. Esta sería una metodología de ruptura con las formas de conocimiento dogmáticas y tradicionales.

En palabras de Bachelard, la metodología de la ruptura se explica de la siguiente manera: “Llegamos entonces a preguntar si la psicología del espíritu científico no es pura y simplemente una metodología consciente. La verdadera psicología del espíritu científico sería así, cerca de una psicología normativa, una pedagogía en ruptura con el conocimiento usual. De manera más positiva, se captará la esencia de la psicología del espíritu científico en la reflexión por medio de la que las leyes descubiertas en las experiencias se piensan bajo la forma de reglas aptas para descubrir hechos nuevos. Así las leyes se coordinan y la deducción interviene en las ciencias inductivas. A medida que los conocimientos se acumulan, tienen menos lugar, pues se trata verdaderamente del conocimiento científico y no de erudición empírica; es siempre en tanto que método confirmado que el experimento se piensa... en los intentos experimentales se empieza por lo que se cree lógico. A partir de entonces un fracaso experimental es tarde o temprano, un cambio de lógica, un cambio profundo de conocimiento."[10]

En síntesis, la propuesta de Bachelard se funda en el principio del cambio psicológico del científico, quien como norma debe tener un espíritu cambiante para que se adecue el objeto investigado. Enunciada su posición frente a la tradición científica, elabora una propuesta epistemológica para estimular el nuevo espíritu científico.

 

LA EPISTEMOLOGÍA DE GASTON BACHELARD

Las críticas de Bachelard. no son simplemente polémicas para antagonizar las propuestas sobre el conocimiento científico de su tiempo, sino que sirven de base para establecer una serie de postulados que forman una epistemología conceptual innovadora.

El autor establece como primer postulado las condiciones de la observación científica, sobre ello dice: "La observación científica es siempre una observación polémica; confirma o refuta una tesis anterior, un esquema previo, un plan de observación; muestra demostrando; jerarquiza las apariencias; trasciende de lo inmediato; reconstruye lo real tras haber reconstruido sus esquemas. Naturalmente, desde el momento en que se pasa de la observación a la experimentación, el carácter polémico del conocimiento se hace más claro todavía. Entonces es necesario que el fenómeno sea escogido, filtrando, depurando, colando en el molde de los instrumentos, producido en el plano instrumental."[11]

La posición polémica de la observación científica se debe mantener en forma constante, bajo la vigilancia de la razón. 'Tara la ciencia contemporánea no es la memoria la que se ejerce en la enumeración de las ideas, es la razón. No se trata de cansar las riquezas, sino de actualizar un método de enriquecimiento."[12]

El científico, al tener como parámetros a la polémica de la ciencia, a la razón, debe superar su afán de formular preguntas, frente a la posibilidad de establecer resultados constantes, es decir, en vez de hacer las amplias consideraciones sobre el cómo se realiza la investigación y se obtienen resultados, se necesitan determinar el porqué de la investigación y de su objeto. Según el autor: "La ciencia de la realidad no se conforma ya con el cómo fenomenológico: ella busca el porqué matemático."[13] Esto es, lo aparencial, lo inmediato debe ser trascendido por lo histórico, lo concreto, y con ello, el criterio de la cientificidad adquiere una precisión indiscutible.

El avance hacia esa precisión, se puede desprender del rompimiento que se realice frente al conocimiento tradicional y al conocimiento inmediato. En principio, todos esos conocimientos serán considerados erróneos, ya que su veracidad debe ser comprobada y su comprobación se debe situar en el entorno histórico social que le corresponde. Según el autor: "... el epistemólogo... debe subrayar, entre todos los conocimientos de una época, las ideas fecundas. Para él, la idea debe poseer más que una prueba de existencia, debe poseer un destino espiritual. No titubearemos, pues, en inscribir entre los errores -o a cuenta de la inutilidad espiritual, que no está muy lejos de ser la misma cosa- toda verdad que no sea la pieza de un sistema general, toda experiencia, aún justa, cuya afirmación quede desvinculada de un método general de experimentación, toda observación, por real y positiva que sea, que se anuncie en una falsa perspectiva de verificación. Un método tal de crítica exige una actitud expectante, casi tan prudente frente a lo conocido como a lo desconocido, siempre en guardia contra los conocimientos familiares, y sin mucho respeto por las verdades de escuela”.[14]

La observación científica tiene la obligatoriedad de soslayar el conocimiento inmediato, tradicional, y abocarse al conocimiento específico, para ello es necesario establecer el límite del conocimiento científico. Para ello Bachelard sugiere la determinación de "el concepto de límite del conocimiento científico". El hacer es determinación, facilita el tener claridad sobre las fronteras epistemológicas, es decir, sobre los límites que deben establecerse para determinar el alcance del objeto de conocimiento seleccionado.

En dicho alcance, el objeto debe ser concreto, experimentable, verificable, en cuya particularidad recaiga la acción del sujeto y se evitará la posibilidad del pensamiento intuitivo. En palabras del autor: "... para demostrar que el conocimiento científico es limitado... Será necesario poder circunscribir totalmente el campo del conocimiento, trazar un límite continuo infranqueable, marcar una frontera que afecte realmente el terreno limitado. Sin esta última precaución, se puede decir que la cuestión de la frontera del conocimiento científico no tiene interés alguno para la ciencia”.[15]

Ahora, si entendemos que el conocimiento científico no acepta la esquematización, el establecimiento de una frontera no significa la imposibilidad de que ésta pueda ser desplazada en caso de que científicamente se demuestre su improcedencia. Sobre esto el autor afirma que: "Sólo la propia ciencia está capacitada para trazar sus propias fronteras. Sin embargo, para el espíritu científico, trazar claramente una frontera, significa franquearla. La frontera científica es más una zona de pensamiento particularmente activo, un terreno de asimilación, que un límite... Científicamente, la frontera del conocimiento sólo parece señalar una detención momentánea del pensamiento. Sería difícil dibujarla objetivamente. Parece que la limitación del pensamiento científico es más aceptable en términos de programa que de obstáculo absoluto, en términos de posibilidad que de imposibilidad”.[16]

La tarea de la ciencia, y del científico en especial, es organizar su actividad de tal manera que constantemente busque la precisión en el conocimiento, pero esta búsqueda no es simple, existe siempre una serie de complicaciones que desvirtúan el esfuerzo realizado. A esto Bachelard le ha puesto la denominación de "obstáculo epistemológico". El obstáculo epistemológico, son las dificultades a que se enfrenta la ciencia en el curso de su desarrollo, pero éstas no son externas sino que nacen de su mismo desarrollo.

De conformidad con las ideas del autor, el surgimiento del obstáculo es constante, veamos: “Cuando se investigan las condiciones psicológicas el progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la convicción de que hay que plantear el problema del conocimiento científico en términos de obstáculos. No se trata de considerar los obstáculos extremos, como la complejidad o la fugacidad de los fenómenos, ni de incriminar a la debilidad de los sentidos o del espíritu humano: es en el acto mismo de conocer, íntimamente, donde aparecen, por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones. Es ahí donde mostraremos causas de estancamiento y hasta de retroceso, es ahí donde discerniremos causas de inercia que llamaremos obstáculos epistemológicos."[17]

Los obstáculos epistemológicos son los conocimientos mal adquiridos, ya sea por la superficialidad con que se asimilaron o por la imprecisión de los mismos, para identificar el obstáculo es necesario tener siempre una pregunta en torno al objeto, y además dar la respuesta.

Los obstáculos epistemológicos que comúnmente se presentan son: la experiencia u observación básica, el conocimiento general, el verbalismo, el conocimiento unitario y pragmático, el sustancialismo. Veamos una descripción somera de cada uno de ellos.

 

La experiencia u observación básica, está considerada por Bachelard como el primer obstáculo para la cultura científica. Las bases para determinar porqué la observación básica es un obstáculo epistemológico se encuentran especialmente en la expresión siguiente: "¡Es tan cómodo, para la pereza intelectual, refugiarse en el empirismo, llamar a un hecho un hecho, y vedarse la investigación de una ley! Aún hay, todos los malos alumnos del curso de física 'comprenden' las fórmulas empíricas. Ellos creen fácilmente que todas las fórmulas, aún aquellas que provienen de una teoría sólidamente organizada, son fórmulas empíricas. Se imaginan que una fórmula no es sino un conjunto de números en expectativa que es suficiente aplicar en cada caso en particular."[18]

Según esta crítica, el empirismo se ha establecido como la reproducción de ideas y teorías propuestas, que en el momento de su proposición tuvieron una verificación empírica en el objeto experimentado, pero a partir de ahí, lo único que se reproduce es la experiencia adquirida por el sujeto experimentado, sin que ello implique una experiencia o una verificación personal.

Para superar este obstáculo hay que proceder a la ruptura epistemológica (concepto que explicaremos posteriormente), pasando de la observación a la experimentación directa. Bachelard sugiere que: "Es necesario que el pensamiento abandone al empirismo inmediato. El pensamiento empírico adopta, entonces, un sistema. Pero el primer sistema es falso. Es falso, pero tiene por lo menos la utilidad de desprender el pensamiento alejándolo del conocimiento sensible; el primer sistema moviliza al pensamiento. Entonces el espíritu, constituido en sistema, puede volver a la experiencia con pensamientos barrocos pero agresivos, interrogantes, con una especie de ironía metafísica muy marcada en los experimentadores jóvenes, tan seguros de sí mismos, tan dispuestos a observar lo real en función de sus propias teorías."[19]

Otro de los obstáculos epistemológicos es el conocimiento general. Bachelard considera que los conocimientos generales van normalmente en detrimento de la ciencia, y este tipo de conocimientos se cultivan en la filosofía, en palabras del autor: "Nada ha retardado más el progreso del conocimiento científico que la falsa doctrina de lo general que ha reinado desde Aristóteles a Bacon inclusive, y que aún permanece, para tantos espíritus, como una doctrina fundamental del saber ... la filosofía tiene una ciencia que le es propia, es la ciencia de la generalidad... esta ciencia de lo general, es siempre una detención de la experiencia, un fracaso del empirismo inventivo."[20]

 

Para ejemplificar cómo se hacen las generalizaciones filosóficas del conocimiento, Bachelard indica lo siguiente: "Con frecuencia, con el fin de indicar de una manera sencilla cómo el raciocinio inductivo llega a la ley científica general sobre la base de un conjunto de casos particulares, los profesores de filosofía describen rápidamente la caída de diversos cuerpos y concluyen: todos los cuerpos caen. Para disculparse por esta trivialidad, ellos pretenden mostrar que un ejemplo semejante les ofrece todo lo que necesitan para señalar un progreso decisivo en la marcha del pensamiento científico. En efecto, es este caso, el pensamiento moderno se presenta frente al pensamiento aristotélico como una generalidad rectificada, como una generalidad ampliada. Aristóteles enseñaba que los cuerpos livianos, humos y vapores, fuego y llama, encontraban en el empíreo su lugar natural, mientras que los graves buscaban naturalmente la tierra. En cambio nuestros profesores enseñan que todos los cuerpos caen sin excepción. He ahí fundamentada, creen ellos, la sana doctrina de la gravitación. "[21]

En la idea de Bachelard, el conocimiento transmitido se asimila de una forma superficial, y por tanto, general. No hay una reflexión previa, ni especificación de objetos, todo se expone de manera absoluta. En la frase todos los cuerpos caen, se utiliza el término "cuerpos" sin medida, y así expuesto puede representar a sólidos, líquidos, gases, etc. lo cual es falso en sí mismo y por lo tanto se convierte en un obstáculo epistemológico.

El obstáculo verbal se presenta como otro de los principales impedimentos al conocimiento científico. El verbalismo es la explicación mediante la palabra misma que pretende ser reflejo del objeto de conocimiento, de su sustancia. Pero al exponerse la palabra se expone sólo una imagen, las cuales constituyen en sí mismas toda una explicación del objeto.

Al hacer una exposición verbal, las dudas y discusiones se hacen sobre esa expresión verbal, sin que sea el objeto el punto de meditación. Se discute sobre el concepto, no sobre el objeto, lo cual es un obstáculo epistemológico. Este, según Bachelard, nos conducirá a otro más difícil: el sustancialismo, pero antes de describirlo veamos el obstáculo que plantea el conocimiento unitario y pragmático.

En el capítulo titulado "El conocimiento unitario y pragmático como obstáculo para el conocimiento científico", el autor plantea que las generalizaciones que se realizan en los obstáculos descritos, se incrementan considerablemente cuando se pasa del pensamiento empírico al pensamiento filosófico, al pensamiento totalizador que no se particulariza en un solo objeto, sino en una multiplicidad de ello. Poéticamente, Bachelard dice: "Un dulce letargo inmoviliza ahora a la experiencia; todas las cuestiones se sosiegan en una vasta Weltanschaweng; todas las dificultades se resuelven ante una visión general del mundo mediante una simple referencia a un principio general de la naturaleza."[22]

La reflexión filosófica no se detiene en particularidades, se orienta hacia la realización de visiones cosmogónicas en las que se encuentran inmersos todos los aspectos de objetos sensoriales inabarcables, pero que conceptualmente forman la unidad. A esta forma de conocimiento, Bachelard la califica como precientífica.

Sobre esto el autor afirma que: "Para el espíritu precientífico la unidad es un principio siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. No hace falta más que una mayúscula. Las distintas actividades naturales se convierten as! en manifestaciones variadas de una única y misma Naturaleza. No se puede concebir que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en compartimientos. Lo que es la verdad para lo grande debe ser verdadero para lo pequeño e inversamente. Frente a la menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de unidad plantea una cantidad de falsos problemas.”[23]

Esa idea entiende al universo como algo armónico, homogéneo, único, no acepta las discordancias, la diversidad, lo heterogéneo, por lo cual, según Bachelard, este criterio estrecho se puede identificar como precientífico. "... la creencia en esta unidad armónica del mundo conduce a plantear una supradeterminación de la mentalidad precientífica."[24]

 

El defecto de estas generalizaciones es que impiden el conocimiento directo de la percepción sensorial y la razón aplicada, así como de la vinculación con los objetos por la mediación de los conceptos. La exhortación en este caso, tiene como finalidad evitar las generalizaciones que se constituyan en obstáculos epistemológicos.

Finalmente, veamos el obstáculo sustancialista. Tal y como lo habíamos enunciado anteriormente, el sustancialismo se apoya en el obstáculo verbal: "El obstáculo verbal nos conducirá bastante naturalmente al examen de uno de los obstáculos más difíciles de superar, porque está apoyado en una filosofía fácil. Nos referimos al sustancialismo, a la monótona explicación de las propiedades por la sustancia.”[25]

Este obstáculo es considerablemente complejo, pues posee una multiplicidad de aspectos. Bachelard dice: "El obstáculo sustancialista, como todos los obstáculos epistemológicos es polimorfo. Se compone de la reunión de las instituciones más alejadas y hasta de las más opuestas. Por una tendencia casi natural, el espíritu precientífico centra sobre un objeto todos los conocimientos en los que ese objeto desempeñe un papel, sin preocuparse por las jerarquías de los papeles empíricos. Une directamente a la sustancia las distintas cualidades, ya sea una cualidad profunda como una cualidad superficial, ya sea una cualidad manifiesta como una cualidad oculta."[26]

Debido a las diversas fases de la sustancia cuya complejidad impide que se identifique exclusivamente como una unidad se quiere definir su contenido y al hacerlo, el sentido de este enunciado se diluye, lo cual pretende remediarse con la acumulación de adjetivos. El autor afirma que: "Uno de los síntomas más claros de la seducción sustancialista, es la acumulación de adjetivos para un mismo sustantivo: las cualidades se ligan a la sustancia tan directamente que pueden yuxtaponerse sin mayor preocupación por sus relaciones mutuas. Hay en esto un tranquilo empirismo muy lejos de suscitar experiencias. Cree que realiza esfuerzos multiplicando sinónimos... Es una tendencia general, de la cual por otra parte se encontrarían rastros en sectores no muy alejados del pensamiento científico, como la psicología y la literatura: cuando menos precisa es una idea tanto más se encuentran palabras para expresarla. En definitiva, el progreso del pensamiento consiste en disminuir el número de adjetivos que convienen a un sustantivo y no en aumento. Se piensa científicamente en los atributos jerarquizándolos, más no yuxtaponiéndolos."[27]

Esta enunciación sustancialista penetra en todos los campos del saber, como se enunció en el párrafo anterior. A esto no escapa la idea de sustancia en el humano. De acuerdo con Bachelard: "El ser humano es naturalmente un factor privilegiado de interiorización. Pareciera que el hombre pudiera sentir y conocer directamente las propiedades íntimas de su ser físico. La obscuridad del yo siento, priva sobre la claridad del yo veo. El hombre, a través de su cuerpo sobrecogido por un vago sentimiento, tiene conciencia de ser una sustancia.”[28]

En resumen, el sustancialismo es uno de los obstáculos que más se oponen al conocimiento científico, pues en él se ocultan un sin fin de particularidades, las cuales se desconocen por estar encubiertas bajo esa ilusión.

Hasta aquí hemos descrito algunos de los principales obstáculos que se oponen al conocimiento científico. ¿Cuáles son las alternativas para superarlos? Esto nos lleva a otro de los conceptos de la metodología bachelardiana: la ruptura.

El concepto de ruptura se ubica en el contexto de la superación que, de conformidad con el autor, debe existir entre el conocimiento inmediato, conocimiento empírico y el conocimiento científico. Si bien la ruptura no recibe por parte de Bachelard la importancia y el amplio argumento explicativo que le da al obstáculo si la constituye en una de las principales premisas que permiten identificar el conocimiento científico.

La ruptura tiene como finalidad superar los obstáculos epistemológicos, refutando a las ideas inmediatas o conocimiento común; a la no ciencia. Esto nos permite especificar el criterio de la objetividad científica; de la cual afirma Bachelard que: "En nuestra opinión, hay que aceptar para epistemología el siguiente postulado: el objeto no puede designarse de inmediato como 'objetivo'; en otros términos, una marcha hacia el objeto no es inicialmente objetiva. Hay que aceptar, pues, una verdadera ruptura entre el conocimiento sensible y el conocimiento científico. En efecto en el transcurso de nuestras críticas creemos haber puesto de manifiesto que las tendencias normales del conocimiento sensible, totalmente animados como están de pragmatismo y de realismo inmediatos, no determinan sino un falso punto de partida, sino una falsa dirección. En particular, la adhesión inmediata a un objeto concreto, captado como un bien, utilizado como un valor, ata demasiado fuertemente al ser sensible; es la satisfacción íntima; no es la evidencia racional."[29]

En síntesis, la función de la ruptura es superar el conocimiento sensible, inmediato, pragmático, para ponderar el conocimiento científico, objetivo. La diferencia entre el conocimiento del objeto sensible es que: "el objeto científico es siempre un objeto nuevo, se comprende de inmediato que las primeras determinaciones sean casi fatalmente inadecuadas. Son necesarios largos estudios para que un fenómeno nuevo haga aparecer la variable conveniente.”[30]

La identificación del objeto nuevo nunca es inmediata, esta creencia obstaculiza el conocimiento objetivo. Antes de pensar que con nuestro trabajo describimos y aportamos un conocimiento nuevo, debemos considerar la posibilidad del error. Según Bachelard: " ... no hay proceso objetivo sin la conciencia de un error íntimo y básico, debemos comenzar las lecciones de objetividad por una verdadera confesión de nuestras fallas intelectuales. Confesemos nuestras tonterías para que nuestros hermanos reconozcan las propias, y reclamemos de él la confesión y el servicio recíprocos ... murmuremos a toda la vida intelectual: error, tú no eres un mal.”[31] El error es necesario, y el reconocimiento del error, indispensable para el conocimiento objetivo.

La objetividad del conocimiento exige que se reconozca el error cuando se tiene contacto inmediato con el objeto, pero además, una vigilancia en el proceso espistemológico para evitar que la inmediatez se introduzca como objetividad, esta vigilancia es la que mantiene el dinamismo y vivacidad del intelecto en el mantenimiento de la objetividad. Según el autor “... la objetividad científica sólo es posible si s , e ha roto con el objeto inmediato, si se ha rehusado la seducción de la primera elección, si se han detenido y contradicho los pensamientos que nacen de la primera observación. Toda objetividad debidamente verificada, desmiente el primer contacto con el objeto. En primer lugar debe criticarlo todo: la sensación, el sentido común, incluso la práctica más constante, la etimología en una palabra, ya que el verbo, hecho para cantar y seducir, encuentra raramente el pensamiento. Lejos de maravillarse, el pensamiento objetivo debe ironizar. Sin esta vigilancia malévola, nunca tomaremos una actitud realmente objetiva.”[32]

Con el conocimiento objetivo, Bachelard introduce su concepción sobre el método. Si bien para el autor no existe un método, puesto que la especialización de las disciplinas ha generado una gran cantidad de métodos, éstos no son definitivos. Sobre ello dice: “ ... los métodos científicos se desarrollan al margen -a veces en oposición- de los preceptos del sentido común, de las calmas enseñanzas de la experiencia común. Precisamente todos los métodos científicos activos se aguzan. No son el resumen de costumbres ganadas en la prolongada práctica de una ciencia ... En otras palabras, un método científico es un método que busca el riesgo. Seguro de lo adquirido se arriesga en una adquisición. La deuda está delante de él y no detrás como en la vida cartesiana. Por lo cual puede decir sin grandilocuencia que el pensamiento científico es un pensamiento comprometido. Sin cesar pone en juego su constitución misma... Pero hay otra razón que acentúa el valor de los métodos múltiples, otra razón que a pesar del movimiento de sus métodos da la ciencia moderna una feliz estabilidad. Toda crisis profunda en el método es inmediatamente una conciencia de la reorganización del método.”[33]

Y más adelante Bachelard hace una caracterización del método, cuando dice: “No se trata de una prudencia intelectual adquirida. El método es verdaderamente una astucia adquirida, una estratagema nueva, útil para la frontera del saber.”[34]

Este último párrafo, es el complemento de lo que anteriormente se había descrito como la frontera del conocimiento. Recordemos que el autor habla del establecimiento y franqueo de la frontera del conocimiento, los cuales aparecen como antagónicos pero son complementarios. La frontera es el límite del objeto estudiado, su franqueo es la posibilidad de rebasar ese límite cuando el conocimiento científico lo exija. La frontera epistemológica es la especificación del conocimiento concreto que delimita un objeto hasta los límites de espacio y tiempo necesario. Esto significa que la frontera es correlativa al objeto estudiado y al método utilizado.

Como complemento, podemos decir que según la idea de Bachelard: “Científicamente, la frontera del conocimiento sólo parece señalar una detención momentánea del pensamiento. Sería difícil dibujarla objetivamente. Parece que la limitación del pensamiento científico es más aceptable en términos de programa que de obstáculo absoluto, en términos de posibilidad que de imposibilidad.”[35] En resumen, la frontera no es un obstáculo, es la posibilidad de obtener el conocimiento científico mediante una intención concreta, específica, de descubrir y reconocer la realidad.

El obstáculo, la ruptura, el método y la frontera epistemológica, sólo son partes del proceso histórico de la ciencia, pero ese proceso histórico se determina por la actividad humana racional, por el racionalismo. El concepto racionalismo se transforma así en la punta de lanza de la acción científica en la epistemología bachelardiana.

Si bien el racionalismo ha tenido en el desarrollo de la historia de la ciencia y de la filosofía, una diversidad de connotaciones, para Bachelard, este concepto tendrá un valor específico cuando supera las visiones limitadas o regionales para constituir una visión general de las propuestas racionalistas con la finalidad de crear un racionalismo integral.

En palabras del autor: “Este racionalismo integral o integrante, debería ser instituido a posteriori, después de haber estudiado los diversos racionalismos regionales, tan organizados como fuera posible, contemporáneos a la relación entre sí de los fenómenos que obedecen a tipos de experiencia bien definidos... El racionalismo integral debe ser, pues, un racionalismo dialéctico que decida en qué estructura debe incorporarse el pensamiento... No se trata ya, por tanto, de definir un racionalismo general que recogiera la parte común de los racionalismos regionales. Por este camino sólo encontraríamos el racionalismo mínimo utilizado en la vida corriente. Se borrarían las estructuras. Se trata, por el contrario, de multiplicar y afinar las estructuras, lo cual, desde una perspectiva racionalista, debe expresarse como una actividad estructuradora, como una determinación de la posibilidad de múltiples axiomáticas que se enfrenten a la multiplicación de las experiencias.”[36] El racionalismo integral no acepta esquemas o modelos del objeto, es un racionalismo que verifica constantemente cada una de las partes del objeto en su individualidad y en su totalidad, en su relación dialéctica. El concepto de dialéctica se extiende ampliamente en el objeto, según la afirmación de Bachelard: “Creemos que la dialéctica se desarrolla en dos direcciones muy diferentes -en comprensión y en extensión bajo la substancia y junto a la substancia- en la unidad de la substancia y en la pluralidad de las substancias.”[37]

La concepción de Bachelard sobre la dialéctica, no se separa de la concepción contemporánea en cuyos orígenes está la proposición hegeliana, pero en su conceptualización le da énfasis al racionalismo aplicado, como base esencial de su epistemología: “Ya no se trata de confrontar un espíritu solitario y un universo indiferente. En adelante es necesario situarse en el centro, allí donde el espíritu conocedor está determinado por el objeto preciso de su conocimiento y donde en sustitución determina con mayor precisión su experiencia. En esta posición central es en donde la dialéctica de la razón y la técnica encuentra precisamente su eficacia. Intentaremos instalarnos en esta posición central donde se manifiesta tanto un racionalismo aplicado como un materialismo instruido. Insistiremos, además, en el poder de aplicación de todo racionalismo científico, es decir, de todo el racionalismo, que demuestre su fecundidad hasta en la organización del pensamiento técnico. El racionalismo conquista sus valores objetivos a través de sus aplicaciones. Ya no se trata pues, para juzgar el pensamiento científico, de apoyarse en un racionalismo formal, abstracto, universal. Hay que conseguir un racionalismo concreto, solidario con experiencias siempre particulares y precisas. Es necesario también que este racionalismo sea lo suficientemente abierto para recibir nuevas determinaciones de la experiencia.”[38]

El racionalismo aplicado es un racionalismo definido, histórico, adecuado a cada uno de los objetos, no es un modelo racional, es una razón personal y social, una razón para cada objeto y para cada parte del objeto. La razón o racionalismo aplicado es un espíritu dinámico, cambiante, pertinente al objeto. Según el autor: “El espíritu tiene una estructura variable a partir del momento en que el conocimiento tiene una historia. En efecto, la historia humana puede, con sus pasiones, sus prejuicios, con todo lo que revela impulsos inmediatos, ser un eterno reconocimiento. Pero hay pensamientos que no vuelven a empezar; son los pensamientos que han sido rectificados, ampliados, completados.”[39]

El racionalismo aplicado, como racionalismo histórico, incide en la apariencia y en la esencia del conocimiento, en la técnica y en el método. El método, como los otros elementos, no es absoluto, si particular, propio del objeto. Hablar de método en general es hablar en el vacío, de acuerdo con Bachelard, el método corresponde al objeto: “Hay que conocer... el método de conocimiento para alcanzar el objeto del conocimiento, es decir, en el reino del conocimiento metodológicamente valorizado, el objeto susceptible de transformar el método de conocinúento.”[40] El método de conocimiento no lo es por sí mismo, sino que lo es debido al objeto de conocimiento. En el racionalismo aplicado, el método de conocimiento se transforma de conformidad con el objeto de conocimiento, de otra manera el método estaría explicando la realidad con base en su modelo, y no en el objeto, es decir, la realidad.

En este sentido, el método no es un modelo o un esquema, el método es la dificultad, o el reto que se presenta al investigador. En palabras del autor: “Las dificultades... tienen sus causas en la diversidad de métodos, en la especialización de las materias, especialmente en el hecho de que los métodos científicos se desarrollan al margen, a veces en oposición de los principios del sentido común, de la simples enseñanzas de la experiencia. Todos los métodos científicos, están precisamente en auge. No son el resumen de las costumbres adquiridas en la larga práctica de una ciencia. No se trata de sabiduría intelectual adquirida. El método es realmente una trampa de adquisición, una estratagema nueva, útil en la frontera del saber... un método científico es un método que busca el riesgo. Seguro de su conocimiento se arriesga en una adquisición. La deuda está ante él y no detrás como en la vida cartesiana. Por eso puede decir, sin grandilocuencia, que el pensamiento científico es un pensamiento comprometido. Constantemente pone en juego su propia constitución.”[41]

En síntesis, para Bachelard no existe el método científico como método único, exclusivo, absoluto; existen los métodos científicos que responden a los diversos objetos de estudio. Puede haber un método que presente generalidades adecuadas para cualquier objeto, pero si no se adecua a un objeto en particular, su validez y rigurosidad se pierden. En un congreso Bachelard dijo sobre el método: “Ya no recuerdo el nombre del científico... que ha dicho que nos apartamos de buena gana de un método fecundo con demasiada regularidad. Este método acaba por pasar de la condición de método de descubrimiento a la condición de simple método de enseñanza... el método sólo podría ser una rutina y, utilizando todavía una frase de Goethe: Cualquiera que persevere en una investigación se ve obligado, tarde o temprano a cambiar de método.”[42]

El método que en un momento fue la base de la investigación, de una investigación en particular sólo puede exponerse en las enseñanzas como experiencia de esa investigación específica: “Cuando se pretende utilizar ese método para otra investigación, el método entra en crisis, lo que provoca la revisión de dicho método.” Hay otra razón que acentúa el valor de los métodos múltiples, otra razón que, a pesar del movimiento de sus métodos, da a la ciencia moderna una feliz estabilidad. Es el hecho de que cualquier crisis profunda en el método es inmediatamente una conciencia de la reorganización del método... Cambiando de métodos, la ciencia se convierte en cada vez más metódica. Estamos en el estado de racionalismo permanente”.[43]

El método debe ser, de acuerdo con Bachelard, específico para cada investigación, por lo cual habrá tal multiplicidad de métodos como investigaciones. El método solamente puede reproducirse en la enseñanza, cuando se explique cómo se hizo la investigación, fuera de este ámbito un método de una investigación seria inaplicable a otra, ese método entraría en crisis.

Hasta aquí hemos descrito las generalidades de las propuestas epistemológicas de Bachelard -en las que mantiene un punto de vista riguroso sobre el conocimiento científico-, ante los obstáculos epistemológicos cabe efectuar una ruptura que supere el pensamiento inmediato, una vigilancia que preserve la objetividad y realizar una racionalidad dialéctica aplicada al objeto y un método particular para el objeto estudiado. Todo esto es un acto epistemológico que indica la cosmovisión bachelardiana.

Toda esta serie de expresiones son básicas para influir en otros autores, especialmente en los estudiosos de las Ciencias Sociales, los que, con algunas variantes, reproducen estos conceptos en esa área de estudio.

 


 

[1] Bachelard, Gaston: Epistemología. Textos escogidos por Dominique Lecourt. Barcelona: Anagrama. P. 9

[2] Ibidem

[3] Ibídem, p. 21

[4] Ibídem, p. 21

[5] Bachelard, G. (1981): El Nuevo Espíritu Científico. México: Nueva Imagen.

[6] Ibídem, p. 16

[7] Ibídem, p. 16

[8] Ibídem, p. 17-18

[9] Ib., p. 121-122

[10] Ib., p. 122

[11] Bachelard, Gaston (1981): El Nuevo espíritu Científico. México: Nueva Imagen. P. 18

[12] Ibídem, p. 128-129

[13] Bachelard, G. (1983): La Formación del espíritu Científico. México: Siglo XXI. P. 8

[14] Ibíd., p. 14

[15] Bachelard, G.: Epistemología. Textos escogidos por Dominique Lecourt. Barcelona: Anagrama. P. 22-23

[16] Ib., p. 24

[17] Bachelard: La Formación..., p. 15

[18] Ib., p. 35

[19] Ib., p. 23

[20] Ib., p. 66

[21] Ib., p. 67

[22] Ib., p. 99

[23] Ib., p. 103

[24] Ib., p. 105

[25] Ib., p. 24

[26] Ib., p. 115

[27] Ib., p. 133

[28] Ib., p. 152

[29] Ib., p. 282

[30] Ib., p. 248

[31] Ib., p. 285-286

[32] Bachelard: Epistemología... P. 147

[33] Bachelard, G. (1973): El Compromiso Racionalista. México: Siglo XXI. P.39

[34] Ib., p. 40

[35] Bachelard: Epistemología... P. 24

[36] Ib., p. 130-131

[37] Ib., p. 94

[38] Ib., p. 137

[39] Ib., p. 141

[40] Ib., p. 154

[41] Ib., p. 155

[42] Ib., p. 156

[43] Ib., p. 158-160