En: http://rehue.csociales.uchile.cl/antropologia/positivismo.htm

 

¿Qué es Positivismo Lógico?


Conferencia dictada al Magíster en Antropología y Desarrollo de la Universidad de Chile el 26 de abril de 1999 por Francisco Osorio (Antropólogo Social, Magíster en Filosofía y Doctor © en Filosofía)


En la conferencia pasada abordábamos las ideas básicas del empirismo según Hume. Corresponde ahora examinar una de las epistemologías a las que dio lugar: el empirismo lógico. Lo primero que tal vez llame la atención es que el título de la conferencia dice positivismo lógico, pero en la frase anterior ocupé el término empirismo lógico. ¿Existe alguna diferencia? El término positivismo lógico es más conocido y usado que el de empirismo lógico (lo cual no ayuda mucho). Según el filósofo Richard Boyd (1991) las personas que adhieren al movimiento se denominan a sí mismas empiristas lógicos, en cambio aquellos que los critican los denominan positivistas lógicos. Dado que este último término es el más usado, entonces podemos inferir que es un movimiento filosófico en muy mala condición hoy en día.

Ocupemos otra estrategia metodológica. Si ellos se denominan empiristas lógicos, entonces podemos preguntar ¿cómo es esto de unir el empirismo con la lógica? Dado que el empirismo ya lo abordamos, entremos por los caminos de la lógica y, después, trataremos de hacer una síntesis con el objetivo de responder la pregunta inicial.

En el comienzo del prólogo a la segunda edición de la Crítica a la Razón Pura dice Kant: "Que la lógica ha tomado [el] camino seguro desde los tiempos más antiguos es algo que puede inferirse del hecho de que no ha necesitado dar ningún paso atrás desde Aristóteles, salvo que se quiera considerar como correcciones la supresión de ciertas sutilezas innecesarias o la clarificación de lo expuesto, aspectos que afectan a la elegancia, más que a la certeza de la ciencia. Lo curioso de la lógica es que tampoco haya sido capaz, hasta hoy, de avanzar un solo paso". Situación que cambió con Gottlob Frege (1848–1925), quien en 1892 publicó el ensayo "Sobre Sentido y Denotación", dando inicio a la lógica contemporánea. En este texto Frege se pregunta qué diferencia existe entre las proposiciones a=a y a=b. Por ejemplo, si realizamos un juicio acerca del lucero de la mañana cuando salimos de nuestras casas a trabajar y posteriormente, cuando regresamos, realizamos un juicio sobre el lucero de la noche antes de cerrar la puerta de nuestra casa, ¿estamos hablando de la misma estrella? El lucero de la noche y el lucero de la mañana es el planeta Venus, luego deberíamos afirmar que estamos hablando de lo mismo, sin embargo, ¿no son acaso dos expresiones totalmente diferentes? Si son diferentes, ¿qué las hace disímiles? La tesis de Frege es que a un signo va ligado, además de lo designado, que puede llamarse la denotación del signo, aquello que se puede llamar el sentido del signo y que contiene su modo de darse. Es decir, la denotación de "lucero de la mañana" y de "lucero de la tarde" es la misma, pues ambas se refieren al planeta Venus, designan el mismo objeto. Pero aún cuando el significado es el mismo, el sentido es diferente. El sentido contiene el modo de darse. ¿Cómo podemos entender esta expresión? Mediante los chistes. Por ejemplo, cuando se dice que no es lo mismo una viuda negra que una negra viuda. Aquí la idea es hacernos sonreír mediante el cambio de sentido de la misma denotación, de hecho el chiste sólo puede funcionar si viuda negra=negra viuda (a=a) y, al mismo tiempo, viuda negra=negra viuda (a=b). Volviendo al ejemplo de Frege, podemos decir que no es lo mismo para un enamorado "el lucero de la noche" que "el lucero de la mañana", el sentido es diferente.

Otra gran desarrollo importante de la lógica es la obra de Bertrand Russell (1872–1970), de quien me interesa destacar en forma muy simple su teoría de los tipos. Una buena manera de ejemplificar esta tesis es examinar la paradoja del mentiroso. Imaginemos una persona que asevera "yo siempre miento". Si esta persona dice la verdad, entonces está mintiendo. Pero si esta persona dice una mentira, entonces está diciendo la verdad. Invito a los lectores de la conferencia a elaborar una solución al problema de la paradoja del mentiroso. Mientras tanto, puedo decir que el propósito que está en la base de Russell (así como también en Frege) es elaborar un lenguaje científico libre de paradojas, para así dar consistencia a las proposiciones del lenguaje lógico y científico. También el problema filosófico que esta asociado al respecto es cuáles son los límites del lenguaje científico. Precisamente este será uno de los temas favoritos de Wittgenstein, el siguiente pensador importante en el desarrollo de la lógica contemporánea.

Antes de seguir, es conveniente señalar que la lógica ha desarrollado una fuerte reflexión sobre el lenguaje, que en filosofía es abordada por las subdisciplinas de filosofía analítica y filosofía del lenguaje propiamente tal. Como el objetivo de la conferencia es el examen de las bases del empirismo lógico, no seguiré desarrollando la lógica actual, sino que me centraré en los argumentos lógicos del positivismo.

Ludwig Wittgenstein (1889–1951) escribió su famoso libro titulado "Tractatus Logico–Philosophicus" en 1918. Su pensamiento es importante para nuestro propósito, pues en esta obra encontraron gran inspiración los creadores del empirismo lógico. Existe un mito que quiero desmentir, el cual señala que el célebre criterio de verificación (del cual hablaremos pronto) se encuentra prístinamente expresado en el Tractatus. Esto no es verdad, pero sí es posible encontrar muchos argumentos que apoyen el criterio de verificación, como a continuación veremos. Lo anterior permite fundamentar la idea que este libro no es la base del empirismo lógico, sino que un antecedente. El prólogo del Tractatus es un buen resumen de la obra, dice lo siguiente: "Posiblemente sólo entienda este libro quien ya haya pensado alguna vez por sí mismo los pensamientos que en él se expresan o pensamientos parecidos. No es, pues, un manual. Su objetivo quedaría alcanzado si procura deleite a quien, comprendiéndolo, lo leyera. El libro trata los problemas filosóficos y muestra –según creo– que el planteamiento de estos problemas descansa en la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje. Cabría acaso resumir el sentido entero del libro en las palabras: lo que siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar hay que callar. El libro quiere, pues, trazar un límite al pensar o, más bien, no al pensar, sino a la expresión de los pensamientos: porque para trazar un límite al pensar tendríamos que poder pensar ambos lados de este límite (tendríamos, en suma, que poder pensar lo que no resulta pensable). Así pues, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del límite será simplemente absurdo. En qué medida coincida mi empeño con el de otros filósofos es cosa que no quiero juzgar. Lo que aquí he escrito, ciertamente, no aspira en particular a novedad alguna; razón por la que, igualmente, no aduzco fuentes: me es indiferente si lo que he pensado ha sido o no pensado antes por otro. Quiero mencionar simplemente que debo a las grandes obras de Frege y a los trabajos de mi amigo Bertrand Russell buena parte de la incitación a mis pensamientos. Si este trabajo tiene algún valor, lo tiene en un doble sentido. Primero, por venir expresados en él pensamientos, y este valor será tanto más grande cuanto mejor expresados estén dichos pensamientos. Cuanto más se haya dado en el clavo. En este punto soy consciente de haber quedado muy por debajo de lo posible. Sencillamente porque para consumar la tarea mi fuerza es demasiado escasa. Otros vendrán, espero, que lo hagan mejor. La verdad de los pensamientos aquí comunicados me parece, en cambio, intocable y definitiva. Soy, pues, de la opinión de haber solucionado definitivamente, en lo esencial, los problemas. Y, si no me equivoco en ello, el valor de este trabajo se cifra, en segundo lugar, en haber mostrado cuán poco se ha hecho con haber resuelto estos problemas". El libro del Tractatus está escrito en una forma diferente. Presenta varios aforismos ordenados jerárquicamente. Para esta conferencia me concentraré en los siguientes aforismos:

4. El pensamiento es la proposición con sentido.

4.025. Comprender una proposición quiere decir saber lo que es el caso si es verdadera (cabe, pues, comprenderla sin saber si es verdadera). Se la comprende si se comprenden sus partes integrantes.

4.2. El sentido de la proposición es su coincidencia y no coincidencia con las posibilidades del darse y no darse efectivos de los estados de cosas.

4.25. Si la proposición elemental es verdadera, el estado de cosas se da efectivamente; si la proposición elemental es falsa, el estado de cosas no se da efectivamente.

5.3. Todas las proposiciones son resultados de operaciones veritativas con las operaciones elementales. La operación veritativa es el modo y manera cómo a partir de las proposiciones elementales surge la función veritativa.

La comprensión de estas ideas no es fácil pues han sido sacadas de su contexto, sin embargo, para justificar su elección necesito entrar al centro del corazón positivista y, de esta manera, volver a las ideas de Wittgenstein. No obstante, trataré de dar algunas luces al respecto. El aforismo 4 señala a la proposición como un elemento del pensamiento. De ella se desprende la idea 4.025 que señala qué es comprender una proposición. Los aforismos 4.2 y su derivado 4.25 apoyan la idea anterior. Del aforismo 5.3 quiero destacar la idea que las proposiciones son resultados de operaciones. (Hasta aquí la revisión de la lógica. A partir de ahora me centraré en las bases del positivismo lógico.)

Según Richard Boyd una buena manera de entender el propósito del empirismo lógico es entender el problema de la demarcación. Este consiste en distinguir (demarcar, delimitar) entre la ciencia y la no–ciencia. La solución ofrecida por el empirismo lógico es el verificacionismo, el cual se compone de dos tesis principales. La primera es la teoría de la verificabilidad del significado y la segunda es el empirismo cognoscitivo. Según la primera, entender el significado de una proposición o teoría consiste en entender las circunstancias bajo las cuales uno está justificado en creerla o en creer su negación. El significado de una proposición o teoría se identifica con el conjunto de procedimientos por medio de los cuales puede ser testeada y así verificada o disconfirmada. Según la segunda, la evidencia a favor (o en contra) es provista sólo por las observaciones que confirman la verdad (o falsedad) de las predicciones observacionales deducidas de una proposición o teoría. Una manera clara de probar lo anterior es someter teorías rivales a un experimento crucial: una observación que disconfirme una predicción observacional deducida de una de las proposiciones que, por otro lado, no contradice ninguna predicción observacional de la otra. De la teoría de la verificabilidad del significado se desprende la consecuencia que si se da el caso que tenemos una proposición acerca de la cual ninguna predicción acerca de fenómenos observables pueda ser deducida, entonces estamos ante una proposición no científica. Lo anterior quiere decir que no podemos científicamente atribuirle un significado y, por lo tanto, carece de sentido. Del empirismo cognoscitivo se desprende la consecuencia que si dos proposiciones o teorías son empíricamente equivalentes, ello quiere decir que ningún experimento crucial puede diferenciarlas. Como no hay razones para apoyar una en desmedro de la otra, se dice que las dos teorías valen lo mismo. Por otro lado, cuando una teoría o proposición es refutada, de todas maneras podemos estudiarla mediante la metodología del empirismo lógico conocida como reconstrucción racional: la aplicación del verificacionismo que resulta en la eliminación de los rasgos metafísicos de una teoría manteniendo sus contenidos empíricamente testeables. El empirismo lógico señala que el contenido de una teoría se agota en el conjunto de predicciones observacionales que se deducen de ella (esta posición se denomina instrumentalismo). Las teorías científicas, para los empiristas lógicos, son meros modelos, en el sentido que, en el mejor de los casos, predicen correctamente la conducta de fenómenos observables.

Como me queda absolutamente claro que estas ideas todavía no son suficientemente prístinas, les pido un poco de paciencia para examinar algunos párrafos del ensayo "Positivismo y Realismo" (1933) de uno de los fundadores del movimiento empirista lógico, me refiero a Moritz Schlick y, con ello, tomar todos los elementos que lentamente se han entregado a lo largo de la conferencia con el propósito de unirlos y responder a la pregunta inicial de esta lectura. Según Schlick: "Es tarea propia de la filosofía buscar y clarificar el significado de aseveraciones y preguntas. El estado caótico en que la filosofía se encuentra en si misma a través de la mayor parte de su historia es trazable desde el hecho desafortunado que primeramente se han aceptado ciertas formulaciones con demasiada candidez, como problemas genuinos, sin que primero se pruebe cuidadosamente si ellas realmente poseen un significado pertinente; y en segundo lugar, se ha creído que las respuestas a ciertas preguntas pueden ser descubiertas por métodos filosóficos particulares que difieren de aquellos de las ciencias especiales. Por análisis filosófico no podemos decidir si algo es real, sólo podemos determinar lo que significa aseverar que algo es real, y si esto es entonces el caso o no puede sólo ser decidido por los métodos comunes de la vida cotidiana y la ciencia, nominalmente por la experiencia". En este párrafo tenemos varias ideas importantes. En primer lugar, Schlick define la misión de la filosofía: clarificar el significado de las proposiciones. Una manera de entender esta misión es preguntarse por lo que no–es–filosofía para el positivismo, por ejemplo: decidir si existe una realidad independiente del sujeto (realismo) o si, por el contrario, la realidad es dependiente del sujeto cognoscente (idealismo). Vemos aquí que el positivismo se opone tanto al realismo como al idealismo. ¿Qué hace un positivista? Preguntarse qué significado tienen las proposiciones "existe una realidad externa" (realismo) y "existe una realidad interna" (idealismo). Dicho ahora de manera afirmativa, los positivistas tratan de especificar, demarcar, definir o clarificar las proposiciones. ¿Qué hace un científico? Demostrar mediante procedimientos empíricos si una proposición es o no es el caso. Por ejemplo, la proposición "yo soy un águila y me casaré con una cuervo" es el caso si existe un hombre Hopi que se adscriba al clan águila y que por la prohibición del incesto busque una mujer en el clan cuervo, dada la condición de exogamia presente en su cultura con respecto al sistema de parentesco. Este ejemplo muestra que lo interesante a destacar en la tesis de Schlick es que entrega una especificación de dominio para la filosofía y para la ciencia, es decir, define la misión para una y otra. De esta manera la filosofía no lo puede todo, sino que permite la existencia de ciencias especiales. ¿Qué es una ciencia especial? La antropología social, por ejemplo. Ella, mediante su práctica científica, también puede colaborar con el conocimiento humano.

Continuemos con Schlick: "¿Cuándo estamos ciertos, en general, que el significado de una pregunta es claro para nosotros? Obviamente entonces, y sólo entonces, cuando estemos en una posición que nos permita muy certeramente especificar las circunstancias bajo las cuales pueda ser respondida en el afirmativo –o aquellas bajo las cuales podríamos recibir una respuesta negativa. Por esas proposiciones, y sólo esas, el significado de una pregunta es definida (...) El significado de una proposición expresa un estado de cosas particular (...) El criterio para la verdad o falsedad de una proposición consiste en esto, que bajo condiciones específicas ciertos datos están, o no están, presentes. Una vez que esto está establecido, tengo establecido todo a lo que la proposición se refiere y, por ende, conozco su significado. Si no soy capaz, en principio, de verificar una proposición, esto es, si no tengo absolutamente conocimiento de cómo tomarla, de qué tendría que hacer, en orden a determinar su verdad o falsedad, entonces obviamente no tengo idea de lo que la proposición está en realidad diciendo". En este párrafo Schlick nos define el famoso criterio de verificación en principio del empirismo lógico. La expresión "estado de cosas" es una expresión filosófica que posee un sinónimo en la misma cita, esto es, datos. Cuando hablamos de los datos necesarios para desarrollar nuestras investigaciones, nos estamos refiriendo a la información recopilada por las técnicas de investigación en relación al problema de estudio. Si relacionamos estas ideas con las tesis empiristas de Hume, podemos ver que la observación científica nos permite adecuar nuestras teorías a la experiencia, es decir, si la teoría tiene sentido es porque se refiere a una experiencia determinada. Si soy capaz de mostrar el estado de cosas a que se refiere la teoría o proposición, entonces puedo determinar si dicha teoría o proposición es científica. Por supuesto que existen proposiciones que no se refieren a ninguna experiencia. Los empiristas lógicos simplemente dirán que ellas no son proposiciones científicas. ¿Qué son? Un empirista lógico dirá que no tiene idea, pues no puede pronunciarse sobre aquello que no conoce. Pero si nosotros insistimos que los positivistas se pronuncien (algo así como colocarlos entre la espada y la pared), un empirista consecuente dirá que aquello a lo que se refiere la proposición puede en realidad existir, como también no existir, así que frente al asunto será mejor guardar silencio. Antes de morir atravesado por la espada, el empirista lógico dirá: ¡Sobre cuestiones metafísicas no me pronuncio, sólo tengo lo dado (la experiencia, el estado de cosas, los datos). Aghh!

Cuando se dice criterio de verificación en principio, quiere decir Schlick que el significado de una proposición no depende de si las actuales circunstancias bajo las cuales nos encontramos en un momento determinado permiten una verificación. El ejemplo que da Schlick es muy útil, pues cuando escribió su artículo todavía los norteamericanos no habían llegado a la Luna. Su ejemplo es: "La proposición ‘existen montañas de 10.000 metros en el lado oscuro de la Luna’ es absolutamente significativa, aunque no tengamos las técnicas para verificarla". Es decir, en principio la proposición es verificable. Y, como se pudo tener datos del lado oscuro de la Luna, entonces la proposición resultó ser también significativa en forma experiencial. De esta manera el criterio de verificación positivista tiene dos componentes: uno lógico y uno empírico. Lógico quiere decir que la verificación siempre permanece pensable, es decir, que siempre somos capaces de decir qué tipo de datos deberíamos encontrar en orden a efectuar la decisión, en otras palabras, que es lógicamente posible. El componente empírico se refiere a  tener la experiencia que apoye lo ya pensado lógicamente. La expresión "Pinochet es enjuiciado" es una proposición significativa lógicamente y, el tiempo lo dirá, con un contenido empírico. En palabras de Schlick, lo que es sólo empíricamente imposible todavía permanece pensable, pero lo que es lógicamente imposible es contradictorio y no puede, por lo tanto, ser pensado como tal.

Con estas palabras termino la lectura de la conferencia, dando paso a sus preguntas y retomando las ideas principales del texto para lograr una mejor comprensión de la pregunta inicial. Gracias.

Bibliografía

Boyd, Richard. 1991 (1993). "Confirmation, Semantics, and the Interpretation of Scientific Theories", en The Philosophy of Science. Cambridge: The MIT Press.

Frege, Gottlob. 1892 (1972). "Sobre Sentido y Denotación", en Lógica y Semántica. Valparaíso: Ediciones Universitarias.

Kant, Immanuel. 1787 (1993). Crítica a la Razón Pura. México: Ediciones Alfaguara.

Schlick, Moritz. 1932 (1993). "Positivism and Realism", en The Philosophy of Science. Cambridge: The MIT Press.

Wittgenstein, Ludwig. 1918 (1993). Tractatus Logico–Philosophicus. Madrid: Alianza Editorial.