CRÍTICA
DEL HOLISMO
Popper,
K. (1987), en La Miseria del Historicismo.
Madrid: Alianza. Pp. 90-97
Habiendo,
pues, revelado mis preferencias y esbozado el punto de vista que yace bajo mi crítica,
como también la oposición entre la actitud fragmentaria por una parte y el
historicismo y utopismo por otra, voy a proceder a examinar las doctrinas
historicistas, mi tarea principal. Empiezo con una breve crítica del holismo,
ya que éste se ha convertido en una de las posiciones cruciales de la teoría
que voy a atacar.
Hay
una fundamental ambigüedad en el uso que hace la literatura holística reciente
del término «un todo». Se usa para denotar a) la totalidad de todas las
propiedades o aspectos de una cosa, y especialmente todas las relaciones
mantenidas entre sus partes constituyentes, y b) ciertas propiedades o aspectos
especiales de la cosa en cuestión, a saber, aquellos que la hacen aparecer como
una estructura organizada más que como un «mero montón». «Todos» en el
sentido b) han sido objeto de estudio científico, especialmente por la llamada
escuela Gestalt de psicología; y no hay, en efecto, ninguna razón por la que
no se deban estudiar aspectos tales como las regularidades de estructura (por
ejemplo, simetría), que pueden encontrarse en cosas como organismos, o campos
eléctricos, o máquinas. De las cosas que poseen estructuras de esta clase se
podrá decir, como lo expresa la teoría Gestalt, que son más que agregados, «más
que la mera suma de sus partes».
Cualquiera
de los ejemplos de la teoría Gestalt pueden ser usados para mostrar que un todo
en el sentido b) es muy diferente de un todo en el sentido a). Si, con los teóricos
de la Gestalt, consideramos que una melodía es algo más que una mera colección
de sonidos musicales simples, será éste que seleccionamos para su consideración
uno de los aspectos de esta secuencia de sonidos. Es un aspecto que puede
distinguirse claramente de otros aspectos, como el tono absoluto del primero de
estos sonidos o fuerza media absoluta. Y hay otros aspectos Gestalt que son aún
más abstractos que el de melodía, por ejemplo, el ritmo de la melodía, porque
al considerar el ritmo pasamos por alto el tono relativo, que es tan importante
para la melodía. Por este su carácter selectivo, el estudio de una Gestalt y,
con él, el de cualquier todo en el sentido b) se distingue nítidamente del
estudio de una totalidad, esto es, de un todo en el sentido a).
El
hecho de que un todo en el sentido b) puede ser estudiado científicamente no
debe ser traído a colación para justificar la aserción totalmente diferente
de que un todo en el sentido a) pueda ser así estudiado. Esta última aserción
debe ser rechazada. Si queremos estudiar una cosa, nos vemos obligados a
seleccionar ciertos aspectos de ella. No nos es posible observar o describir un
trozo entero del mundo o un trozo entero de la naturaleza; de hecho, ni siquiera
el más pequeño trozo entero puede ser descrito de esta forma, ya que toda
descripción es necesariamente selectiva[i].
Se puede incluso decir que totalidades en el sentido a) no pueden nunca ser
objeto de ninguna actividad científica u otra. Si cogemos un organismo y lo
transportamos a otro sitio, estamos ocupándonos de él como un cuerpo físico,
dejamos a un lado muchos de sus otros aspectos. Si lo matamos, hemos destruido
algunas de sus propiedades, pero nunca todas. De hecho nos es imposible destruir
la totalidad de sus propiedades y todas las relaciones mutuas entre sus partes,
aunque lo destrocemos o lo quememos.
Pero
el hecho de que un todo, en el sentido de totalidad, no puede ser objeto de
estudio científico o de cualquier otra actividad como de control o de
reconstrucción, parece haber escapado a los holistas, incluso a los que
normalmente admiten que la ciencia es selectiva[ii]. No dudan de la posibilidad de una comprensión científica
de «todos» sociales (en el sentido de totalidades), porque se apoyan en el
precedente de la psicología Gestalt. Porque creen que la diferencia entre la
actitud Gestalt y el tratamiento de totalidades en el sentido a), que abarcan la
«estructura de todos los acontecimientos sociales e históricos de una época»,
estriba meramente en el hecho de que una Gestalt puede ser comprendida por una
percepción intuitiva directa, mientras que las totalidades sociales «son
demasiado intrincadas para ser comprendidas de una mirada»; de tal forma que «sólo
pueden ser comprendidas gradualmente después de larga reflexión, en la cual
todos los elementos son notados, comparados y combinados»[iii].
Los holistas no ven, en resumen, que la percepción Gestalt no tiene
absolutamente nada que ver con totalidades en sentido a), que todo conocimiento,
tanto intuitivo como discursivo, tiene que versar sobre aspectos abstractos, y
que nunca podemos comprender la «estructura concreta de la realidad social
misma»[iv].
Habiendo pasado por alto este punto, insisten en que el estudio especialista de
«detalles mezquinos» tiene que ser completado por un método «integrador» o
«sintético» que tienda a la reconstrucción de «todo el proceso»; y afirman
que «la sociología continuará ignorando las cuestiones esenciales en tanto
los especialistas se nieguen a ver sus problemas como un todo»[v].
Pero este método holístico necesariamente se queda en un mero programa. Nunca
se cita ni un solo ejemplo de descripción científica de una Situación social
entera concreta. Y es que no se puede citar, ya que en cada uno de tales casos
sería siempre fácil señalar aspectos que han sido pasados por alto, aspectos
que pueden, sin embargo, ser muy importantes en determinado contexto.
No
obstante, los holistas no sólo se proponen estudiar la totalidad de nuestra
sociedad por un método imposible, se proponen también controlar y reconstruir
nuestra sociedad «como un todo». Profetizan que «el poder del Estado tiene
necesariamente que aumentar hasta que el Estado se identifique casi totalmente
con la sociedad»[vi].
La intuición expresada por este pasaje es bastante clara. Es la intuición
totalitaria[vii].
Pero, aparte de expresar esta intuición, ¿qué significa esta profecía? El término
sociedad abarca, claro está, todas las relaciones sociales, inclusive las
personales; las de una madre con su hijo tanto como la s de un funcionario de
protección de menores con
cualquiera de los dos. Por muchas razones es enteramente imposible controlar
todas o «casi todas» estas relaciones; aunque sólo sea porque con todo nuevo
control de relaciones sociales creamos un sinnúmero de nuevas relaciones
sociales que controlar. En resumen, la imposibilidad es una imposibilidad lógica[viii].
(El intento lleva a una regresión infinita: la posición es la misma en
el caso de un intento de estudiar la totalidad de la sociedad, que tendría que
incluir este estudio.) Sin embargo, no se puede dudar que la intención del utópico
es precisamente intentar lo imposible, porque nos dicen que entre otras cosas
será posible «moldear el trato y relación personales de una forma más
realista»[ix].
(Nadie duda, naturalmente, que «todos» en el sentido b) pueden ser moldeados o
controlados o incluso creados, al contrario de totalidades en el sentido a);
podemos crear una melodía, por ejemplo, pero esto no tiene nada que ver con sueños
utópicos de control total).
Con
esto basta para el utopismo. En cuanto concierne al historicismo la posición es
igualmente desesperada. Los holistas historicistas afirman a menudo, por
implicación, que el método histórico es adecuado para el tratamiento de
totalidades[x].
Pero esta aserción se basa en un malentendido. Resulta de combinar la creencia
correcta de que la historia, al contrario de las ciencias teóricas, se interesa
por acontecimientos individuales concretos y por personalidades individuales más
que por leyes generales abstractas, con la creencia equivocada de que los
individuos «concretos» por los que se interesa la historia pueden
identificarse con totalidades «concretas» en el sentido a). Pero esto no es
posible, porque la historia, como cualquier otra clase de investigación, sólo
puede tratar de aspectos seleccionados del objeto por el cual se interesa. Es
una equivocación el creer que puede haber una historia en el sentido holístico,
una historia de «Estados de la Sociedad» que represente «la totalidad del
organismo social» o «todos los acontecimientos históricos y sociales de una
época». Esta idea deriva de una visión intuitiva de una historia de la
humanidad como una vasta y comprensiva corriente de desarrollo. Pero una
historia de esa clase no puede ser escrita. Toda historia escrita es la historia
de un cierto aspecto estrecho de este desarrollo «total», y es de todas formas
una historia muy incompleta incluso de ese particular aspecto incompleto que se
ha escogido.
Las
tendencias holísticas del utopismo y del historicismo se unifican en la
característica proposición siguiente: «Nunca hemos tenido que montar y
dirigir el entero sistema de la naturaleza tan completamente como nos vemos
forzados a hacerlo hoy con nuestra sociedad, y, por tanto, nunca hemos tenido
que penetrar en la historia y la estructura de los mundos individuales de la
naturaleza. La humanidad tiende... hacia la regulación de la totalidad de su
vida social, mientras que nunca ha intentado emprender la creación de una
segunda naturaleza...»[xi].
Esta proposición es un ejemplo de la creencia equivocada de que si queremos,
como holistas, tratar «el entero sistema de la naturaleza completamente», la
adopción de un método histórico nos será de gran ayuda. Pero las ciencias
naturales, como la geología, que han adoptado este método están muy lejos de
aprehender el «entero sistema » de su materia de estudio. Esta proposición
también es un ejemplo de la opinión incorrecta de que es posible «montar» o
«dirigir» o «regular» o «crear» totalidades en el sentido a). Que «nunca
hayamos tenido que dirigir y montar el entero sistema de la naturaleza» es
indudablemente cierto, sencillamente porque no podemos ni siquiera montar y
dirigir un solo trozo del aparato físico en su «totalidad». Esas cosas no se
pueden hacer. Son sueños utópicos, o quizá malentendidos. Y el decirnos que
nos vemos forzados hoy a hacer una cosa que es lógicamente imposible, a saber,
montar y dirigir el entero sistema de la sociedad y regular la totalidad de la
vida social, es meramente un intento típico de amenazarnos con las «fuerzas
históricas» y los «desarrollos inminentes» que hacen inevitable la
planificación utópica.
Incidentalmente
la frase citada es interesante como una admisión del hecho significativo de que
no existe una analogía física entre la ingeniería holística y la «ciencia»
correspondiente. La búsqueda de una analogía entre las ciencias naturales y
sociales es, por tanto, indudablemente útil para aclarar el punto discutido aquí.
Este
es el rango lógico del holismo, la roca sobre la que se nos anima a construir
un mundo nuevo.
Puede
añadirse una reflexión crítica sobre los «todos» en el sentido b), cuyo
rango científico he admitido. Sin retractarme de nada de lo que he dicho, tengo
que destacar que la trivialidad y la vaguedad de la proposición de que el todo
es más que la suma de sus partes suele advertirse raras veces. Incluso tres
manzanas en un plato son más que una «mera suma», en tanto que debe haber
ciertas relaciones entre ellas (la mayor puede o no estar entre las otras,
etc.): relaciones que no se siguen del hecho de que hay tres manzanas y de que
pueden ser estudiadas científicamente. Y también la tan cacareada oposición
entre la actitud “atomística” y la Gestalt carece totalmente de base, por
lo menos en cuanto concierne a la física atómica: porque la física atómica
no «suma» meramente sus partículas elementales, sino que estudia sistemas de
partículas desde un punto de vista decididamente interesado por «todos» en el
sentido b)[xii].
Lo que la mayor parte de los teóricos de la Gestalt quieren, por lo que parece,
afirmar es la existencia de dos clases de cosas, «montones» en los que no se
puede discernir ningún orden, y “todos”, en los que se puede encontrar un
orden o una simetría o una regularidad o un sistema o un plan estructural. Así,
una frase como “Un organismo es un todo” se reduce a la trivialidad de que
en un organismo podemos discernir algún orden. Además, el llamado «montón»
tiene también por regla general un aspecto Gestalt, tanto como el tan a menudo
citado ejemplo del campo eléctrico. (Considérese la manera en que aumenta la
presión dentro de un montón de piedras.) La distinción, pues, es no sólo
trivial, sino además excesivamente vaga, y no es aplicable a diferentes clases
de cosas, sino meramente a diferentes aspectos de unas mismas cosas.
[i] H. Gomperz, Seltanschauungslehre, II/I (1908), pág. 63, destaca que un trozo del mundo, como, p. ej., un gorrión revoloteando nerviosamente, puede ser descrito por las siguientes proposiciones ampliamente diferentes entre sí, correspondientes cada una a diferentes aspectos de él: « ¡Este pájaro está volando! » «¡Ahí va un gorrión!» «¡Mira, ahí hay un animal!» «¡Algo se está moviendo aquí.» «Aquí se está transformando energía.» «Este no es un caso de movimiento continuo.» « ¡El animalito está asustado!» Está claro que nunca podrá ser la tarea de la ciencia el intento de completar una lista de esta clase, que es necesariamente infinita. F. A. Von Hayek, en Ethics, vol. T.IV, nota 5, esboza una critica del holismo que es muy semejante a la pro puesta en este texto.
[ii] K. Mannheim describe (op. Cit., pág. 167) la ciencia selectiva o abstracta como «un estadio a través del cual tienen que pasar todas las ciencias que buscan la precisión».
[iii] Con las tres citas siguientes compárese Mannheim, op. C. pág. 184, véase también pág. 170, nota, y pág. 230.
[iv] Ibid., pág. 230. La doctrina de que podemos obtener una especie de conocimiento concreto de «la realidad misma» es bien conocida como una parte de lo que técnicamente puede describirse como misticismo, como también lo es el clamor por totalidades.
[v] Véase op. cit., por ejemplo, págs. 26 y 32. Mi crítica del holismo no significa que esté opuesto a una llamada a la cooperación entre las varias ramas de la ciencia. Especialmente, cuando nos encontramos con un problema fragmentario definido que podría ser aclarado por una cooperación de esa clase, nadie soñaría oponerse a ella. Pero esto es cosa muy distinta del proyecto de aprehender totalidades concretas por un método de síntesis sistemática, o algo por el estilo.
[vi] Véase op. cit., pág. 337; y la nota 19, pág. 82, de la presente obra.
[vii] La fórmula citada es casi idéntica a una de C. Schmitt.
[viii] Los holistas quizá tengan la esperanza de salir de esta dificultad mediante la negación de la validez de la lógica, la cual, piensan, ha sido arrumbada por la dialéctica . He intentado cerrarles este camino en «What is Dialectic?», Mind, vol. 49 N. S., págs. 403 y sigs.
[ix] Véase K. Mannheim, op. cit., pág. 202. No está de más el mencionar que el holismo psicológico está en el momento presente muy de moda entre los teóricos de la educación.
[x] Esta doctrina de que la historia se ocupa de « totalidades individuales concretas» que pueden ser personas, acontecimientos o épocas, fue propagada especialmente por Troeltsch. Mannheim da por sentada constantemente su certeza.
[xi] K. Mannheim, op. cit., págs. 175 y sig.
[xii] Véase, por ejemplo, el principio de exclusión de Pauli. Ideas como la competencia o la división del trabajo deberían hacer ver clarísimamente al sociólogo que una actitud «atomística» o «individualista» no nos impide de forma alguna el reconocer que todo individuo tiene una acción mutua sobre todos los demás y viceversa. (En psicología la situación es diferente, pues ahí parece inaplicable el atomismo, a pesar de muchos intentos de aplicarlo.).