AUSTIN, JOHN LANGSHAW (1911?1960), nac. en Lancaster (Gran Bretaña), estudi6 en Balliol College, Oxford, fue "Fellow" en All Souls College, Oxford (1933-1935), profesó en Magdalen College, Oxford (1935?1952, salvo un período de servi-cio durante la Segunda Guerra Mundial), y fue profesor de filosofía moral ("White's Professor") en Oxford de 1952 hasta su muerte.
Austin es considerado como uno de los más influyentes representantes del "análisis del lenguaje corriente" en Oxford, compartiendo la influencia en este análi-sis con el "segundo Wittgenstein". A veces se presentan el pensamiento del segundo Wittgenstein y el de Austin juntamente como manifestaciones de la filosofía del len-guaje corriente (ordinario). Se ha hablado al respecto de la influencia de Wittgenstein sobre Austin, pero algunos niegan que haya habido alguna; cada autor ha seguido métodos distintos y ha entendido de diferente modo la actividad filosófica. Lo único cierto es que en ambos casos se ha prestado gran atención al lenguaje corriente y al uso de expresiones dentro de determinados contextos lingüísticos y a veces extralin-güísticos.
Austin ha estimado que las palabras comunes incorporan distinciones que han llevado a cabo los seres humanos a lo largo de generaciones y que es importante tener en cuenta estas distinciones antes de proceder a filosofar (caso que sea legítimo) a base de meras generalidades. El examen de los usos comunes u ordinarios es, en todo caso, la vía de acceso a la actividad filosófica. Austin no piensa, sin embargo, que el lenguaje corriente sea la última palabra y que las verdades y criterios de verdad estén incorporados y, como embalsamados en el lenguaje corriente. Pero este lenguaje` es la primera palabra, aquella por la cual hay que empezar. Así, para citar un ejemplo de uno de sus primeros trabajos, solamente, cuando se han descrito, estudiado, y analizado en detalle los usos de, 'si' en los múltiples contextos donde se usa 'si', cabe deshacer varias rígidas teorías sobre la naturaleza del condicional. Lo mismo, y a mayor abundamiento, ocurre con palabras como 'real' o 'bueno'; los usos corrientes muestran que estas palabras se usan en muy diversas formas, todas ellas bastante peculiares y todas ellas distintas de como se usan otros términos clasificados como adje-tivos. Muchas teorías sobre "la realidad" y sobre "la bondad" (o "el Bien") se deshacen cuando advertimos que consisten en forzar los usos de dichas palabras para justificar alguna previa concepción filosófica.
En su obra Sense and Sensibilia (o en las conferencias que se publicaron luego bajo este nombre), Austin se refiere a una doctrina ?la doctrina de la aprehensión inmediata de los datos de los sentidos? como una típica doctrina "escolástica". Lo mismo cabe decir de casi todas las doctrinas filosóficas, las cuales se deben a "una obsesión por algunas pocas palabras, cuyos usos son ultrasimplifícados, no entendidos verdaderamente, no estudiados cuidadosamente y no descritos correctamente". A ello se agrega la obsesión por algunos "hechos", a medio estudiar ? "y, por añadidura, casi siempre los mismos"? Así, Austin ve a los filósofos como tendentes a ultrasimplificar, esquematizar y repetir de modo obsesivo las mismas cosas. La crítica de Austin a la doctrina de la aprehensión inmediata de los datos de los sentidos no se funda en alguna otra posición filosófica, epistemológica metafísica, sino en un estudio detalla-do de una gran variedad de expresiones, usos, contextos y "hechos" Según e apuntó antes, ello no le lleva a considerar que los usos del lenguaje corriente determinan la doctrina a adoptar, en primer lugar, porque no se trata de adoptar "doctrinas", y, en segundo lugar, porque tales usos son muchos Las correcciones" y las "críticas" se efectúan dentro del mismo lenguaje, con sus propios instrumentos, y ello es distinto de considerar el lenguaje usado a efectos de crítica como una especie de teoría o mar-co teórico.
La más conocida investigación de Austin es la que empezó con la denuncia de la "falacia descriptiva" o de lo que se ha llamado "descriptivismo" en relación con la acepción de 'conocer'. Mientras 'El conoce' describe que él conoce, 'yo conozco' no describe un acto mental especial calificado de "conocimiento", sino que es "dar mi palabra" al proferir una proposición del tipo "S es P". Los filósofos han solido tratar el lenguaje ?y, en todo caso, el lenguaje usado para la dilucidación de cuestiones filo-sóficas? como si fuese enteramente descriptivo, preocupándose sobre todo de proble-mas relativos a la verdad o falsedad de proposiciones. Austin advirtió que hay mu-chos usos del lenguaje ?aunque no, como había dicho Wittgenstein, un número infini-to de juegos lingüísticos-. Procede ante todo un esfuerzo de clasificación. La primera clasificación que Austin introdujo fue la que distingue entre preferencias "constatati-vas" y "proferencias ejecutivas" ("perforinativas"=performative). La distinción falla, según Austin, en numerosos casos, por lo que es menester un análisis más refinado. Consecuencia de éste es la distinción entre "locucionario", "ilocucionario" y "perlo-cucionarío", que pueden considerarse como complementos del presente.
No se trata de una clasificación estricta en tipos de proferencias, decires o actos lingüísticos; en todo caso, sería erróneo suponer que los verbos que Austin introduce al dar ejemplos de expresiones locucionarias, ílocucionarias y perlocucionarias son a su vez verbos locucionarios, ilocucionarios y perlocucionarios. Se trata de "actos" ?de lo que "hacemos con las palabras"?, pero lo que hacemos a menudo con una expresión son varias cosas. Se puede, con una misma expresión, decir algo y hacer algo; mejor dicho, el decir algo es, en último término, lo que hacemos con la expresión. Importa considerar lo que Austin llama "el acto lingüístico total". A esta luz puede considerarse una de las nociones austinianas básicas: la noción de "fuerza ilocucionaria", por la cual se comprende que una proferencia sea llevada a cabo "felizmente" o "infelizmente". El describir, hacer constar, etc. son sólo dos aspectos entre muchos otros de los actos ilocucionarios y no ocupan ninguna posición única.
Todo ello permite a Austin romper un numero considerable de dicotomías ?su propia primitiva dicotomía entre 'describir' y 'ejecutar', y luego muchas otras, como la dicotomía, o contraste, 'normativo-valorativo'? La clasificación de fuerzas ilocucionarías? que da lugar a proferencias "veredictivas", "ejercitativas", "comisivas" y otras? es un intento de introducir un cierto orden en el campo de los actos lingüísticos totales y un ingrediente fundamental de la "fenomenología lingüística" de que Austin habla, pero ninguna clasificación puede ser considerada como definitiva, y hay que suponer, o esperar, la aparición de otros tipos de fuerzas ilocucionarias, así como de otras dimensiones de actos lingüísticos. La obra de Austin, incompleta por la prematura muerte del autor, es, de este modo, a su vez, un análisis filosófico del lenguaje como actividad humana, el desbroce del territorio para una ciencia del lenguaje y un estudio de la comunicación. Aunque en ella se destacan los aspectos pragmáticos, se aspira a que en ella se integren asimismo los semánticos.