FOUCAULT, MICHEL (1926-1984), nac. en Poitiers, fue profesor en el «Collége de France» a partir de 1970. Es usual considerar a Foucault como uno de los principales representantes del estructuralismo francés. Es común inclusive considerarlo como el filósofo del estructuralismo, a diferencia de Léví-Strauss, que es antropólogo, y de Roland Barthes, que fue crítico. Ahora bien, aunque el pensamiento de Foucault encaja mejor dentro del estructuralismo que dentro de cualesquiera otros movimientos filosóficos contemporáneos, y aunque Foucault coincidió con los estructuralistas en rechazar atenerse a, o detenerse en, los fenómenos superficiales de que se ocupan habitualmente los historiadores y los cultivadores de las ciencias sociales y de las ciencias humanas, hay considerables diferencias entre la noción de estructura en los autores mencionados y el tipo de indagación llevada a cabo por Foucault en sus estudios sobre la locura, la clínica, las prisiones y la sexualidad. Los trabajos de Foucault sobre la arqueología de las ciencias humanas, sobre la arqueología del saber y sobre el orden del discurso proporcionan la base filosófica de lo que se ha considerado como su estructuralismo, y permiten ver hasta qué punto este último nombre no es completamente adecuado para describir sus trabajos, en todo caso, pueden dar una idea de los fundamentos de lo que Jean Piaget ha llamado, al referirse a Foucault, «un estructuralismo sin estructuras».

Si bien Foucault se apoyó en datos históricos para expresar sus ideas, negó a la vez que las ideas, en cuanto supuestos modos de ver y representarse, o figurarse, o simbolizar, el mundo, fuesen función de la historia. No son ni siquiera función de un ser humano, que sería sujeto de la historia. No hay, en rigor, para Foucault semejante sujeto. Lo que se llama tal es una realidad instalada en una episteme, algo que «se desliza», por así decirlo, en el «discurso» de la episteme. Si cabe hablar de estructuras, se trata de estructuras que no tienen sujetos.

Foucault trató de evitar el malentendido en que, a su entender, consiste adscribir su empresa simplemente al campo estructuralísta: «No se trata de transferir al dominio de la historia, y especialmente de la historia de los conocimientos, un método estructuralista que ha hecho sus pruebas en otros campos del análisis. Se trata de desplegar los principios y las consecuencias de una transformación autóctona que está en vías de cumplirse en el dominio del saber histórico... no se trata (y aun menos) de utilizar las categorías de totalidades culturales (sean visiones del mundo, tipos ideales, espíritu particular de las épocas) para imponer a la historia, y a despecho de ella, las formas del análisis estructural» (L'archéologie du savoir, págs. 25-26). Por ello Foucault negó que sus obras se inscribieran -cuando menos primariamente- en el debate sobre la estructura, como contrapuesta a la génesis, a la historia y al devenir, pero admitió que habría de deslindar un campo donde se plantearan asimismo los problemas de la estructura.

Foucault se opuso a todo «narcisismo», en particular al narcisismo de las ciencias humanas, las cuales han hecho creer que el hombre es «el problema más constante del saber humano». «El hombre -escribe Foucault- es una invención cuya reciente fecha es fácilmente mostrada por la arqueología de nuestro pensamiento. Y con ello se muestra acaso su fin» (Les mots et les choses). Se ha hablado por ello de «la muerte del hombre» y se ha estimado que el pensamiento de Foucault no solamente coincide con el estructuralismo, sino que lo lleva a sus últimas consecuencias

En todo caso, el pensamiento de Foucault tiene en común con el de algunos estructuralistas la tendencia a buscar «campos» dentro de los cuales se alojen pensamientos y los comportamientos humanos de acuerdo con reglas que no están hechas por los propios hombres, o que no lo están a un nivel consciente. Los campos de referencia son para Foucault positivos, porque no consisten en constreñir la libertad, sino que hacen posible la iniciativa de los sujetos. Los cambios de episteme -que son cambios de «discurso»- no son producidos por actos humanos, individuales o colectivos. No son tampoco, sin embargo, cambios producidos mecánicamente, o de los que no quepa dar ninguna explicación. Hay discontinuidad entre epistemes, pero hay una razón de cambios que puede hallar se en lo que Foucault llama «condiciones de posibilidad». La arqueología del saber tiene que mostrar el «espacio general del saber», pero con ello se definen ya «sistemas de simultaneidad, así como la serie de mutaciones necesarias y suficientes para circunscribir el umbral de una nueva positividad» (Les mots et les choses).