JAMES WILLIAM (1842-1910), nac. en New York, el mayor de cinco hermanos, entre los cuales se distinguió el novelista Henry James. William James estudió medicina en Harvard, recibiendo su grado de doctor en 1869. En 1872 fue nombrado «Instructor» de fisiología en Harvard; en 1880 fue nombrado en la misma Universidad profesor auxiliar de filosofía, y en 1885 fue nombrado profesor titular. Junto a James enseñaron en Harvard en su época Josiah Royce y George Santayana y ocasionalmente Peirce. James viajó constantemente, especialmente por Europa, trabando estrecha amistad, entre otros, con Renouvier y Bergson.

Los primeros trabajos de James fueron consagrados a la psicología fisiológica en la cual llevó a cabo una labor a la vez de investigación y de sistematización. James consideré la fisiología del sistema nervioso como fundamento de la investigación psicológica: «nunca tienen lugar modificaciones psíquicas -escribió- que no vayan acompañadas de un cambio corporal o a las que no suceda un cambio corporal» (Principles, Cap. 1). "Los fenómenos psíquicos no se hallan sólo condicionados a parte ante por procesos corporales, sino que llegan también a parte post a tales procesos" (loc. cit.). Ello no significa defender una «psicología materialista»; significa sólo reconocer que «la línea fronteriza de lo psíquico es vaga». Importante en la obra psicológica de James son dos aspectos: la doctrina de la conciencia en cuanto «corriente de conciencia» -como un proceso continuo en el que se revelan «franjas», además de un «foco»y la doctrina de la emoción.

La filosofía de James, a la que el filósofo dedicó sus mayores esfuerzos después de la publicación de los Principios y de las Variedades de la experiencia religiosa, ha sido caracterizada con frecuencia como «pragmatismo». Esta caracterización es justa siempre que no sea exclusiva; en efecto, junto al pragmatismo hay en James una serie de doctrinas filosóficas a las que el propio autor dio a veces el nombre de «empirismo radical» y que incluyen asimismo un antideterminismo, un contingentismo, un pluralismo y un temporalismo. Nos referiremos principalmente en lo que sigue a dichas dos doctrinas sin estimar que sean incompatibles, sino presuponiendo más bien que la última es en parte un desarrollo de la primera.

James se apoyó para su doctrina pragmatista en algunas de las sugestiones fundamentales de Peirce -si bien este último no estuvo siempre de acuerdo con los desarrollos de James, razón por la cual prefirió el nombre «pragmaticismo» para su propia teoría. La primera formulación dada por James al pragmatismo -y la introducción del nombre de la doctrina- tuvo lugar en 1898, en su -ensayo «Concepciones filosóficas y resultados prácticos» («Philosophical Conceptions and Practical Results»). Partiendo de Peirce, James indicó que «el principio del pragmatismo» debería ser expresado en forma más amplia que la que tiene en el propio Peirce: «la prueba última de lo que significa una verdad -escribió James en el citado artículo- es, sin duda, la conducta que dicta o que inspira. Pero inspira semejante conducta porque ante todo predice alguna orientación particular de nuestra experiencia que extraerá de nosotros tal conducta» (loc. cit.). Esta idea estaba de acuerdo con las tesis desarrolladas en la obra sobre «la voluntad de creer», publicada un año antes de la aparición de dicho artículo. En esta obra James salió en defensa de los «métodos empíricos» en filosofía contra los «inétodos absolutistas» y aprioristas, ejemplificados en Hegel. La filosofía debe, según James, adoptar un método inductivo y empírico análogo al usado por las ciencias naturales. Pero justamente por eso mismo debe adoptar hipótesis -y cambiarlas cuando sea necesario- que, aunque no susceptibles de prueba y menos que nada de prueba «racional», sean capaces de «satisfacernos». Las hipótesis en cuestión, en suma, no tienen por qué ser «verdaderas»; basta con que «funcionen» -con que «funcionen en nuestra existencia»­Esta concepción de la verdad como algo que «funciona», o «puede funcionar», fue desarrollada por James en sus conferencias sobre el pragmatismo, dadas en Boston en 1906 y publicadas un año después. La teoría pragmatista de la verdad rechaza la concepción de la verdad como correspondencia y también la concepción de la verdad como coherencia racional: una proposición es verdadera cuando «funciona», lo cual quiere decir cuando nos permite orientarnos en la realidad y llevarnos de una experiencia a la otra. Por eso la verdad no es algo rígido o establecido para siempre: la verdad cambia y «crece».

Debe advertirse que hay en James una cierta oscilación entre dos modos distintos de concebir la verdad -o, más exactamente, el significado de 'proposición verdadera'- pragmáticamente. Por un lado, la concepción pragmática de la verdad insiste en la capacidad de una proposición verdadera para ser corroborada: «las verdaderas ideas -escribe James- son las que podemos asimilar, validar, corroborar y comprobar». En otras palabras, la verdad no es algo que una idea posea permanentemente; es algo que le acontece a una idea. La verdad es propiamente «lo que puede llegar a ser verdadero». En un sentido fundamental, pues, la verdad es la verificabilidad. Las «consecuencias prácticas» de una proposición no son, pues, siempre necesariamente equivalentes a «consecuencias beneficiosas para nosotros»: la «consecuencia práctica» es un modo de «consecuencia teórica». Por otro lado, James ha insistido asimismo en que ninguna proposición es aceptable como verdadera «si no posee valor para la vida concreta»: «la verdad es el nombre de cualquier cosa que pruebe ser verdadera en cuanto a la creencia, y también buena por razones definidas y bien precisables». Es posible que estos dos modos de concebir la verdad pragmáticamente puedan unirse en una actitud fundamental: la que consiste en concebir la verdad como algo esencialmente «abierto» y también como algo en estado de constante «movimiento». La verdad, en suma, no es nada «hecho» o «dado»: es algo que continuamente «se hace» dentro de una totalidad a su vez en proceso de «hacerse» constantemente.

Desde este punto de vista puede comprenderse el ya mencionado «empirismo radical» de James. Mientras el pragmatismo es, a lo sumo, un método, el empirismo radical es una filosofía -o cuando menos una actitud filosófica- Este empirismo consiste en un postulado, en una comprobación y en una conclusión generalizada. El postulado dice que los únicos asuntos que hay que debatir entre filósofos son asuntos definibles en términos procedentes de la experiencia -lo cual no significa que lo no experimentable no exista, sino que no debe entrar a formar parte del debate- La comprobación señala que las relaciones entre cosas, conjuntivas y disyuntivas, son objeto de directa experiencia tanto como las cosas mismas relacionadas -o, como dice James "las continuidades y discontinuidades son materias absolutamente coordinadas de sentimiento inmediato" (Essays, Cap. 111)- La conclusión señala que las diversas partes de la experiencia se hallan relacionadas entre sí por relaciones que forman a su vez parte de la experiencia. El mundo es para James un «mundo de experiencia pura», no un mundo de principios racionales ni tampoco un mundo de «datos» organizados por medio de «categorías» a priori o definitivamente fijadas. La pura experiencia forma una continuidad en constante cambio. En esta continuidad se articulan el sujeto y el objeto, los cuales no son elementos primero separados y luego más o menos esforzadamente unidos, sino aspectos, partes o «piezas» de un mismo «continuo de experiencia». El empirismo radical es por ello una filosofía exactamente contraria a la del racionalismo. El racionalismo «tiende a destacar la importancia de los universales y a considerar que los todos son anteriores a las partes tanto en el orden de la lógica como en el del ser», en tanto que el empirismo «pone de relieve el carácter explicativo de la parte, del elemento, del individuo, y trata el conjunto como una colección y el universal como una abstracción» (op. cit., Cap. II). Parece, pues, que el empirismo radical sea un atomismo. Pero es un atomismo en el cual, los «átomos» son en último término «experiencias» -y, además, experiencias «integrables» en un «conjunto» o «continuo».

La filosofía de James es por ello asimismo un pluralismo. Contra el monismo «compacto» y «rígido» de muchos autores racionalistas, y contra el dualismo de muchos autores espiritualistas, James sostiene que la filosofía radicalmente empirista es como “una filosofía de mosaico”. Esta filosofía radicalmente pluralista sostiene que las cosas están una «con» otra de muy distintos modos, pero que «nada incluye todas las cosas o predomina sobre todas las cosas», de tal suerte que el vocablo 'y' se arrastra detrás de cada enunciado (A Pluralistic Universe, Cap. VIII). Esto equivale a decir que cada cosa está «abierta» a las demás en vez de estar ligada con otras cosas por medio de relaciones internas. Las relaciones son externas. Pero -y ello constituye la diferencia capital entre el empirismo de Hume y el de James- son a la vez experimentables. Por eso las «cosas» pueden combinarse entre sí de muy distintas maneras, y de maneras, además, imprevisibles. Esta filosofía pluralista conlleva, pues, una tendencia indeterminista, «tychista» y «contingentista». En todo caso, es una filosofía que rechaza el tipo de realidad ejemplificado en lo que James llamaba «block-universe». Es posible, desde luego, que el universo sea una realidad única y compacta, comparable a un solo y sólido «bloque». Pero es posible que no lo sea. «En esta última posibilidad -escribe James- insisto yo» (op. cit., mismo Cap.).