MOORE, G[EORGE] E[DWARD] (1873-1958), nac. en Upper Norwood (cercanías de Londres), fue primero «Fellow» en Trinity College, de Cambridge, y luego «Lecturer» (1911-1925), y profesor (1925-1939) en la Universidad de Cambridge.

Moore se ha interesado particularmente por analizar la significación de expresiones usadas en el lenguaje corriente, y por averiguar lo que los filósofos han querido decir al decir lo que dijeron y qué razones hay para suponer que lo que han dicho es verdadero o falso. En ambos casos se trata de un «análisis», por lo que el pensamiento o, mejor dicho, el «método» de Moore ha sido considerado como un método analítico y su autor como uno de los principales representantes del movimiento filosófico llamado «Análisis», particularmente en la forma de la calificada a veces de «Escuela de Cambridge». Sin embargo, en cada caso se trata de un análisis distinto. En efecto, en el análisis de la significación de expresiones del lenguaje corriente no se trata de averiguar si tales expresiones son verdaderas -pues Moore supone que lo son casi siempre- ni qué significación tienen -pues su significación es clara-, sino lo que resulta de analizar tal significación. En cambio, en el análisis de lo que los filósofos han querido decir se trata no solamente de dilucidar su significación -que los propios filósofos muchas veces han ignorado-, sino también de poner de relieve la verdad o la falsedad de lo dicho.

El método analítico de Moore consiste en gran parte en una «práctica» M método más que en una dilucidación del método mismo. Ello *no quiere decir que no pueda también averiguarse en qué consiste el método, pero hay que aceptar el hecho de que ninguna formulación del método en términos de «reglas» puede agotarlo. Por otro lado, el doble interés de Moore antes descrito hace que, aunque no sean dos métodos distintos, se trate cuando menos de dos partes muy distintas entre sí del mismo método, partes que no es legítimo, ni conveniente, confundir. A consecuencia de ello, toda exposición del «pensamiento» de Moore, inclusive sólo de su «pensamiento metódico», choca con la dificultad de que éste solamente puede superponerse con la práctica del método, y ello hace que sea más difícil exponer que seguir el método de Moore.

Debe advertirse que el interés mostrado por Moore por poner en práctica su método -o las dos partes principales de su método no significa ni que Moore se desinterese de toda proposición filosófica en cuanto descripción de la realidad, ni tampoco que no haya en el método de Moore supuestos filosóficos. El propio Moore ha indicado que la filosofía tiene por misión «dar una descripción general del universo entero», con inclusión de las clases principales de «cosas buenas» que hay en el universo. Por otro lado, en el curso de su análisis de las significaciones, Moore presupone que hay un universo de significaciones manifestado en las expresiones M lenguaje. Estas significaciones son los conceptos o las proposiciones representados o nombrados mediante expresiones.

Las anteriores indicaciones acerca del método analítico de Moore y acerca de las ideas filosóficas presupuestas en el método no constituyen, ni siquiera muy programáticamente, todo el pensamiento de Moore. Por un lado, debe tenerse presente que en el mismo análisis de las significaciones hay varias operaciones que Moore ha propuesto o, más exactamente, ejecutado. En algunos casos, en efecto, ha procedido a analizar un concepto en tanto que división del concepto en ciertas unidades significativas estimadas básicas. En otros casos, en cambio, ha procedido a distinguir un concepto de otros conceptos. Se ha dicho a veces que el tipo de análisis practicado por Moore es similar al propugnado por Russell. Otras veces se ha dicho que es similar al llevado a cabo por el «último Wittgenstein». Lo cierto es que Moore ha ejecutado los dos tipos de análisis y que, por tanto, hay en Moore algo de russelliano y algo de neowittgensteniano. Ello no quiere decir que Moore haya seguido en cada caso a Russell y al «último Wittgenstein»; en rigor, si de procedencia se trata, Moore podría haberla reclamado en varios casos. Es mejor, sin embargo, no plantearse aquí cuestiones de precedencia, sino únicamente subrayar los parecidos. Por lo demás, los antecedentes de Moore -desde el punto de vista histórico- son más bien filósofos como Berkeley y Thomas Reid.

Moore estimaba que aunque no pueden probarse (o refutarse) las proposiciones del sentido común es mejor atenerse a ellas, por cuanto de lo contrario chocamos con muchas paradojas. Esta creencia de Moore ha llevado a algunos a pensar que este filósofo es un «filósofo del sentido común». Ahora bien, ello es cierto sólo en un sentido: en el de que Moore usa el sentido común en su análisis de lo que han querido decir los filósofos y en su aceptación o rechazo de lo que han querido decir. Desde este punto de vista hay que considerar su conocida «Refutación del idealismo» (su análisis de la fórmula esse est percipi, que da por resultado que en ninguno de los sentidos propuestos o que puedan proponerse el esse es identificable con el percipi). Sin duda que Moore defiende la filosofía del sentido común y también, como consecuencia, el llamado «realismo del sentido común», pero ello constituye solamente una parte y, en cierto modo, una parte ancillar de su pensamiento metódico.

A la práctica del método analítico se debe asimismo lo que se ha llamado «la doctrina ética de Moore». Ésta tiene dos partes: primeramente, es una averiguación de «las cosas buenas»; luego, es un análisis del significado de 'bueno'. Este último análisis es capital en la citada doctrina. Puesto que no se puede descomponer la significación de 'bueno' en otras significaciones supuestamente más primarias, hay que aceptar que 'bueno' es un predicado básico. Este predicado corresponde a un concepto que designa algo no natural. Los filósofos que han intentado reducir el concepto de «bueno» a otro concepto, o han tratado de identificarlo con otro concepto, han cometido lo que desde Moore se conoce con el nombre de «falacia naturalista». Ello no quiere decir que 'bueno' sea el nombre de una cualidad misteriosa; es el nombre de una cualidad irreductible --como es irreductible, por ejemplo, la cualidad designada con el nombre de 'amarillo'_ Hay que tener en cuenta, sin embargo, que Moore no se detuvo en este análisis de 'bueno'; posteriormente admitió que 'bueno' puede ser el nombre que designa una cierta «actitud»: la de aprobación. Con ello pareció Moore sucumbir a la misma «falacia naturalista» que había denunciado. Sin embargo, la aprobación de referencia no necesita ser una «actitud natural» adoptada por un «sujeto natural; es, o puede ser, resultado de un "uso lingüístico", en un sentido muy amplio de 'lingüístico'.