POPPER, KARL RAIMUND, nac. (1902) «en un lugar llamado Himmelhof, en distrito Ober St. Veit de Viena». Estudió en la Universidad y en el Instituto Pedagógico de Viena. Se doctoró en 1928 con una tesis (no publicada) titulada «Para la cuestión del método en la psicología del pensar» Zur Methodenfrage der Denkpsychologie). En 1935 emigró a Inglaterra y en 1937 a Nueva Zelanda, donde profesó hasta 1945. Se trasladó entonces, de nuevo, a Inglaterra, profesando, a partir de 1949, como «numerario» en la «London School of Economics».

Los intereses intelectuales de Popper estaban ya muy desarrollados cuando supo del Círculo de Viena y tuvo contacto con varios de sus miembros. Ello le dio la oportunidad de precisar su oposición a varias tesis fundamentales del Círculo. El primer libro de Popper, la Lógica de la investigación, apareció en la serie de publicaciones del Círculo de Viena.

Este hecho y el que Popper hubiera empezado por ocuparse de temas tratados por los positivistas lógicos ha llevado a algunos a considerar a dicho autor como un positivista lógico o, en todo caso, como un positivista lógico heterodoxo. Popper prefiere ser considerado como un crítico del Círculo de Viena. Lo que lo atrajo en el Círculo era, como confiesa, su «actitud científica» o, mejor, su «actitud racional». Dentro de esta «actitud común», las diferencias entre los miembros del Círculo de Viena, especialmente en la fase más «ortodoxa», son considerables. La principal diferencia es el rechazo por Popper del criterio positivista de verificación y de la conexión establecida por los neopositivistas entre verificación y significado. Popper propuso el criterio de falsabilidad, gracias al cual es posible establecer una demarcación entre ciencia y no ciencia. Una teoría científica no es aceptable a menos que sea falsable. El que una teoría sea compatible con todos los hechos conocidos no muestra que la teoría es verdadera; muestra más bien que no es una teoría científica. La probabilidad de que una teoría, una proposición, una hipótesis, etc. sean verdaderas es un criterio insuficiente, pues hay hipótesis sumamente probables que no explican nada, o casi nada; mejor dicho, el que expliquen nada, o casi nada, las hace justamente harto probables. Las proposiciones científicas, en suma, son, aquellas que son falsables o refutables, es decir, aquellas para las cuales puede concebirse la posibilidad de ser falsables o refutables. Por eso la ciencia consiste no sólo en confirmación de hipótesis, sino en pruebas para ver si las hipótesis son falsables.

Estas ideas de Popper lo han llevado a rechazar el «inductivismo»; la ciencia no consiste en una colección de observaciones de las cuales inferimos leyes o hipótesis, sino en un examen crítico de hipótesis destinado a eliminar las que conduzcan a conclusiones falsas. «La forma lógica de un sistema científico -escribe Popper debe ser tal que pueda ser puesta de relieve, mediante pruebas empíricas, en un sentido negativo: debe ser posible para un sistema científico el ser refutado por la experiencia» Popper basa su idea en lo que llama «asimetría entre verificabilidad y falsabilidad» -una «asimetría que procede de la forma lógica de los enunciados universales», los cuales «no son nunca derivables de enunciados singulares, pero pueden ser contradichos por enunciados singulares».

Popper ha elaborado la noción de probabilidad en sentido lógico y no estadístico, defendiendo la noción tendencial de probabilidad -o noción de probabilidad en tanto que «propensión»-. Hay que distinguir, según indica Popper, entre observaciones estadísticas y leyes estadísticas. Asimismo debe distinguirse entre varios grados de falsabilidad.

Las ideas de Popper han evolucionado; se ha hablado al respecto de diversas fases de su pensamiento, abreviadas P1, P2 -o P0, P1, P2-, a despecho de las protestas del propio autor, el cual ha indicado que ha sido siempre un realista epistemológico y metafísico. Este realismo no es simplemente el del sentido común. Mientras semejante realismo supone que hay un punto de partida inconmovible, Popper insiste en que no lo hay y en que todo punto de partida puede ser siempre corregido y criticado en el curso de la investigación. Además, todo conocimiento se halla impregnado de teoría y es de carácter conjetural. Esto vale inclusive para el realismo y su correspondiente teoría (biológica) del conocimiento.

El carácter «evolucionista» de la teoría popperiana del conocimiento se manifiesta cuando menos de dos maneras. Por una parte, todo conocimiento es siempre un proceso que parte de un problema, ensaya soluciones, elimina los errores encontrados y descubre una solución. Ésta es, a su vez, el planteamiento de un nuevo problema, o de una nueva serie de problemas. Por otra parte, el conocer, siendo reacción a problemas, es una actividad de todos los organismos, los cuales incorporan esquemas en términos de los cuales se enfrentan justamente con problemas.

Una de las más discutidas ideas de Popper es la llamada «teoría de los tres mundos»: el mundo de las cosas materiales, el mundo subjetivo de los procesos mentales y el mundo de los productos de la actividad de organismos. Este último mundo, en particular el de los productos humanos (productos culturales), aunque resultante de las actividades, intencionales y no intencionales, de sujetos, tiene su propia estructura y sus propias leyes, siendo, por tanto, un mundo objetivo, Ello no significa que sea un mundo platónico, o cuasiplatónico, destinado a representar el ideal ya cumplido de la actividad y de la busca del conocimiento. Aunque el estudio del «tercer mundo» puede arrojar luz sobre el segundo, y aunque no ocurre lo inverso -como suponía la epistemología tradicional y toda concepción «subjetivista» del conocimiento-, el tercer mundo es «un producto natural del animal humano». El «conocimiento objetivo» se desarrolla mediante la interacción entre nosotros y el «tercer mundo». Hay una indudable analogía, presume Popper, entre «el crecimiento del conocimiento y el crecimiento biológico». En todo caso, la busca y la investigación humanas -y, en general, de los organismos- tienen la condición de ser siempre inacabadas.

Popper ha sometido a crítica las teorías sociales de varios autores, particularmente las de Platón, Hegel y Marx, a quienes ha acusado a la vez de «historicismo» y de «fatalismo». No hay, según Popper, inevitabilidad en la historia. Aunque hay en la crítica mencionada de Popper supuestos diversos no relacionados con las ideas indicadas anteriormente -por ejemplo, el supuesto de que la historia está hecha fundamentalmente por el esfuerzo de individuos y no se halla sometida a ninguna ley que trascienda los individuos-, la filosofía social y la filosofía de la historia de Popper se hallan asimismo fundadas en sus nociones epistemológicas. Por ejemplo, la refutación por Popper del marxismo se basa en gran parte en la alegación de que para el marxista todo lo que sucede debe confirmar la hipótesis marxista, sin tener en cuenta que la «falsabilidad» debe ser una condición indispensable del enunciado hipotético. También se basa en gran parte en la crítica de lo que llama «esencialismo» o tendencia a creer que se puede conocer «la verdadera naturaleza» de aquello de que se habla.

La metodología y la filosofía de la ciencia de Popper, han sido objeto de numerosos debates. Algunos autores han criticado a Popper desde posiciones próximas al neopositivismo, si bien considerablemente modificado y refinado (como ha ocurrido con Herbert Feigl). Otros lo han criticado estimando que el concepto de razón de Popper es parcial, o erróneo, y debe ser sustituido por una noción de razón de carácter más dialéctico (miembros de la «Escuela de Frankfurt»; entre los españoles, Miguel Ángel Quintanilla). Hans Albert ha defendido a Popper contra estos ataques y ha tratado de desarrollar un neorracionalismo esencialmente popperiano. Varios autores han criticado a Popper «desde dentro», o partiendo de posiciones establecidas por Popper. Han destacado insuficiencias o han propuesto cambios más o menos radicales. Buena parte de la «nueva filosofía de la ciencia» puede ser considerada como un desarrollo «postpopperiano»; en todo caso, algunos de los principales propulsores de tal nueva filosofía de la ciencia (I. Lakatos, Th. S. Kuhn, Paul K. Feyerabend) han elaborado su pensamiento, o han tratado de precisarlo, en diálogo crítico con Popper.