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Peirce, Charles Sanders

(1839-1914) Filósofo norteamericano, n. en Cambridge (Mass.), hijo del matemático y astrónomo Benjamin Peirce. Educado en Cambridge y Harvard, completó su preparación con las enseñanzas de su padre. Extraordinariamente precoz en matemáticas y ciencias físicas, desplegó asimismo un temprano interés por la filosofía, leyendo a Kant, los filósofos ingleses y los escolásticos medievales, en especial a Duns Escoto, que ejerció influencia decisiva en su propia metafísica. Heredó de su padre una gran devoción por el método empírico y un interés por agudizar la percepción sensitiva mediante disciplinados experimentos estéticos. Fue lector de filosofía en Harvard (1864-65, 1869-71) y en la Universidad Johns Hopkins (1879-84), adaptó y perfeccionó la lógica algrebraica de George Boole, imprimió firme base a la lógica de relaciones propuesta por el filósofo inglés Augustus de Morgan y contribuyó al estudio de los conjuntos y de la aritmética transfinita.

Tenido generalmente por el más profundo y original de los pensadores estadounidenses, ejerció en el pensamiento americano una profunda influencia en forma de siembra más que de contacto directo, pues, por carecer de atractivo personal y no avenirse a sacrificar la profundidad en beneficio de la claridad, no tuvo gran éxito en su función docente. Sus escritos pecan asimismo de oscuros. Filósofo para filósofos, halla su público más responsable entre profesionales como William James y Chauncey Wright. En 1878 escribió: «Consideremos qué efectos de algún concebible significado práctico concebimos que encierra el objeto de nuestra concepción. Pues bien, nuestro concepto de tales efectos representa el total de nuestro concepto del objeto.» Esta abstrusa fórmula «concebida» para tomar lo práctico como criterio de verdad, encerraba el germen del pragmatismo, que, desarrollado por William James, vino a aceptarse como la filosofía típicamente norteamericana. Describió su sistema, que quedó sin formular y sólo aparece vagamente bosquejado en sus voluminosas notas, como «agapismo tiquístico sinequístico» o síntesis de continuidad, azar y amor. De estos elementos concede sobre todo importancia a su teoría del sinequismo o la doctrina de que «todo cuanto existe es continuo», pero sus contemporáneos se dejaron impresionar más por su doctrina de que el azar absoluto tiene prioridad sobre las leyes de la naturaleza y constituye un factor decisivo en la evolución del universo.


En Ferrater-Mora, José: Diccionario de Filósofos

PEIRCE, CHARLES SANDERS (1839-1914), nac. en Cambridge, Mass., profesó en la Universidad de Harvard (1864-1865; 1869-1870), en la Johns Hopkins University (1879-1884) y desarrolló escasa actividad literaria, la que, por lo demás, fue casi íntegramente publicada en revistas, principalmente en The Monist y en popular Sience Monthly. Sin embargo, su influencia e importancia han sido mucho mayores de lo que podría hacer suponer la actividad docente, y en los últimos tiempos su figura se ha destacado de manera eminente, no sólo como uno de los fundamentos del pragmatismo norteamericano y como pensador que influyó, a través de ello, sobre las figuras más significativas de la filosofía en los EE. UU., sino como pensador que ha atacado de raíz los problemas centrales lógicos y filosóficos. El afán inquisitivo y poco sistemático que, de modo análogo a Dilthey o a G. E. Moore, mostró Ch. S. Peirce era, por lo demás, propicio para ahondar particularmente en ciertos temas. Las influencias por él sufridas fueron claramente confesadas: estudio amplio de la lógica en todas las direcciones, de Kant, de Duns Escoto, estimación por la filosofía clásica alemana como mina de incitaciones filosóficas, y preferencia por los métodos y argumentos de la filosofía inglesa, aceptación de la idea de la evolución, pero no bajo la forma spenceriana. Peirce concibió, en rigor, la filosofía como una disciplina análoga a las demás de la ciencia. Pero a diferencia de la ciencia, la filosofía tiene un objeto universal.

Por eso la filosofía es más difícil que ninguna ciencia, pues tiene que prestar atención a la vez a lo observable y a lo especulativo. La filosofía tiene que utilizar por igual el método del análisis y el de la síntesis. Por eso la filosofía de Peirce es, como el propio pensador ha indicado repetidamente, una «filosofía de laboratorio» y no una "filosofía de seminario". En efecto, esta filosofía «usa los métodos más racionales que puede descubrir para encontrar lo poco que puede encontrarse del universo del espíritu y de la materia a partir de las observaciones que cada cual puede hacer en cualquier momento de su vida en vigilia» (Collected Papers, 1:126). La filosofía tiene que comenzar con lo que se da. Pero tiene que entender lo dado -o el ser- por medio de normas -o el deber ser- y efectuar a base de ello conclusiones de carácter especulativo. La filosofía tiene tres divisiones: la fenomenología, la ciencia normativa y la metafísica (ibíd., 1:186). La fenomenología es la doctrina de las categorías y tiene supuestos ontológicos. La ciencia normativa, apoyada en la fenomenología y en la matemática, se subdivide a la vez en estética, ética y lógica, La metafísica se divide en metafísica general u ontología, metafísica psíquica o religiosa y metafísica física. Pero a la vez la filosofía no es más que una subdivisión en una más amplia clasificación de las ciencias; es una parte de las ciencias del descubrimiento, que son a la vez una subdivisión de la ciencia teórica.

Las precedentes indicaciones proporcionan sólo un esquema de algunas de las intenciones de Peirce en materia filosófica. Sus concretas realizaciones filosóficas, aunque fragmentarias (salvo en lógica), son demasiado extensas para que puedan describirse esquemáticamente. Mencionamos entre las más importantes las siguientes.

En el campo de la lógica, Peirce combatió el Psicologismo, así como todas las injerencias que desvirtúan el carácter formal de la lógica. Aunque el punto de partida de la lógica es, según Peirce, «el hecho», y aunque la estructura de la lógica es idéntica, a su entender, a la de la ontología, la lógica como ciencia tiene carácter matemático. Entre las principales contribuciones lógicas de Peirce figuran la invención de varios simbolismos y la lógica de las relaciones, de la que puede ser considerado como uno de los fundadores. En el campo de la semiótica se debe a Peirce una compleja teoría de los signos y varias clasificaciones de los mismos. A ello se agrega una teoría del simbolismo que con frecuencia va más allá de la semiótica formal y sirve como base de una antropología filosófica. Semiótica y lógica, por lo demás, están estrechamente relacionadas, por cuanto la lógica es definida también como la teoría de los signos, de la cual la semiótica -llamada por Peirce «gramática especulativa»- es una parte. En el campo de la ontología, Peirce elaboró su fenomenología como doctrina de las categorías, especialmente de las categorías faneroscopicas y metafísicos. La relación entre lógica y ontología es asimismo muy estrecha. En la cosmología formuló una teoría del «tychismo».

El pensamiento de Peirce ha dado origen en los últimos años a múltiples interpretaciones. Unas se refieren a aspectos particulares de su filosofía. Por ejemplo, se ha discutido mucho si la filosofía de Peirce es (como el propio filósofo indicó en repetidas ocasiones, especialmente al referirse a la influencia recibida de Juan Duns Escoto) de carácter realista o bien si puede dársele un sesgo nominalista. También se ha discutido si lo más característico y valioso de Peirce es su trabajo lógico o bien su investigación ontológica. Otras interpretaciones se refieren al conjunto de su filosofía. Entre ellas destacan dos. Según una (defendida en parte por los editores de Peirce [P. Weiss y Ch. Hartshorne] y especialmente por J. Feibleman), el pensamiento de Peirce es de naturaleza sistemática. Aunque Peirce haya practicado la filosofía como análisis en forma parecida al método de producción científica, y aunque la manera como presentó sus ideas no sea sistemática, sus ideas mismas, según esta interpretación, son sistemáticas, cuando menos si nos atenemos a sus «principios conductores». Según otra interpretación (defendida especialmente por Thomas Doudge), el pensamiento de Peirce no es sistemático: sus contradicciones e inconsistencias deben ser aceptadas tal cual se presentan sin pretender reducirlas a un sistema. De acuerdo con Doudge, tales inconsistencias se deben a la existencia de dos distintas fuentes en el pensamiento de Peirce: el naturalismo y el trascendentalismo. Cada una de ellas da origen a una serie distinta de premisas y, por tanto, a una serie distinta de resultados.