En Ferrater-Mora, José (1994): Diccionario de Filosofía. Barcelona: Ariel. Pp. 3477-3478.

 

TEORÍA CRÍTICA

 

En su trabajo «Traditionelle und kritische Theorie» («Teoría tradicional y teoría crítica»), publicado en el Zeitschrift für Sozialforschung, VI, 2 (1937), págs. 245 y sigs., y recogido luego en Kritische Theorie, 2 vols. (1968), vol. II, págs. 137191, Max Horkheimer (VÉASE) formula y elabora lo que se ha llamado «teoría crítica», como una de las teorías principales, si no la principal, de la Escuela de Frankfurt (véase FRANKFURT [ESCUELA DE]), cuando menos de los «miembros» de la primera generación de dicha escuela: el propio Horkheimer, Theodor W. Adorno y Herbert Marcuse (VÉANSE). Hay otras presentaciones de la teoría crítica, tanto por Horkheimer (cfr., entre otros trabajos, «Philosophie und kritische Theorie», Zeitschrift für Sozialforschung, 3, 1937) como por otros autores (en el mismo número del citado Zeitschrift hay un artículo de Marcuse, igualmente titulado «Philosophie und kritische Theorie» y recogido, en trad. inglesa, en el volumen Negations: Essays in Critical Theorv, 1968). Por otro lado, los precedentes de la teoría crítica se remontan a varias interpretaciones y reinterpretaciones del marxismo (VÉASE).

 

En sustancia, y siguiendo con ello principalmente a Horkheimer, la teoría crítica se opone a la «teoría tradicional», la cual, desde Descartes a los positivistas lógicos, presupone que una teoría es un conjunto de enunciados unidos entre sí de modo que ciertos enunciados, estimados básicos (y en número lo más reducido posible), den lugar, por derivación lógica, a otros enunciados que, para ser aceptados, deben ser comprobados por los hechos. Hay varias formas de teoría tradicional; unas, calcadas sobre un modelo matemático, parten de ciertos axiomas, los cuales pueden ser declarados evidentes o bien funcionar como postulados primitivos del sistema; y otras, más empíricamente inclinadas, consideran que las proposiciones básicas y más universales son juicios de experiencia. De consiguiente, tanto el racionalismo como el empirismo coinciden en el modo tradicional de concebir la teoría. Es, además, característico de la teoría tradicional, según Horkheimer, el poder aplicarse, cuando menos en principio, a todas las ramas del conocimiento; aun cuando el citado tipo de teoría parece funcionar mejor en las ciencias naturales, se ha procurado extenderla asimismo a las ciencias sociales y a las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften). Las divergencias al respecto no han significado, para Horkheimer, ninguna « diferencia de estructura en los modos de pensar». La idea tradicional de teoría se ha desarrollado en una sociedad «dominada por las técnicas de producción industrial». Por eso el paso a otro tipo de teoría -en este caso, la «teoría crítica»- no es un mero paso teórico o una simple reestructuración intelectual. Es necesario al efecto un cambio histórico, que es a su vez un cambio en el proceso social. La aspiración a la objetividad característica de la «teoría tradicional» está ligada a condiciones tecnológicas, que están vinculadas a los procesos materiales de producción. Éstos determinan el tipo de teoría porque determinan inclusive el modo como se usan los órganos perceptivos. «La proposición según la cual los instrumentos son prolongaciones de los órganos humanos puede invertirse -escribe Horkheimer- diciendo que los órganos son asimismo prolongaciones de los instrumentos.»

 

Kant se dio cuenta del papel que desempeña la actividad del sujeto en la constitución del conocimiento (o del objeto en cuanto objeto de conocimiento). Hegel vio la astucia o ardid de la razón (véase ARDID DE LA RAZÓN), pero consideró esta razón como histórico-universal y objetiva, no como el instrumento de la forja de la realidad por medio del trabajo de la sociedad. Marx, por otro lado, entendió que la «crítica», y específicamente la «crítica de la razón», es a la vez crítica de la sociedad. La sociedad se constituye ella misma en objeto de la actividad humana; la crítica idealista de la razón pura cede el paso a la crítica de la economía política.

 

El espíritu crítico, lejos de armonizar con el estado de la sociedad y con los productos e ideales por ésta engendrados, se halla en tensión con respecto a la sociedad. Pero ello no ha de conducir simplemente, según Horkheimer, a una sociología del conocimiento, la cual termina por encajar dentro de los cánones de la teoría tradicional. En el espíritu de la teoría crítica no hay sólo un cambio de objetos, sino también de sujetos. La teoría crítica es una manifestación del espíritu crítico, el cual aspira a ir más allá de la tensión antes aludida y a suprimir « la oposición entre los propósitos, la espontaneidad y la racionalidad del individuo y las relaciones que afectan a los procesos de trabajo sobre las cuales la sociedad se halla edificada». La teoría tradicional, aun en sus formas más «empiristas», tiende a la abstracción; en rigor, toda teoría tradicional pasa de lado el hecho básico en que insiste la teoría crítica, es decir, el de que su sujeto es un individuo real relacionado con otros individuos, miembro de una clase y en conflicto con otras. Esto no quiere decir que la teoría crítica se limite a ser la formulación de las ideas y sentimientos de una clase social en un determinado momento de la historia; si así ocurriera, la teoría crítica no diferiría de cualquier otra rama científica fundada en el modelo de la teoría tradicional. Podría concluirse entonces que la teoría crítica no es, propiamente, teoría, pero ello equivaldría, según Horkheimer, a olvidar dos cosas: una es que la teoría crítica no es arbitraria y azarosa; otra, que la teoría crítica es constructiva. Este último aspecto es particularmente importante para Horkheimer y los frankfurtianos en general, ya que explica por qué mientras, a su entender la teoría crítica es una expresión de racionalidad, e inclusive de una racionalidad más alta y amplia que la «tradicional», aparece ante toda teoría tradicional «científica» como meramente especulativa y hasta subjetiva. Horkheimer escribe explícitamente que en la teoría crítica « el pensamiento constructivo desempeña un papel más importante que la verificación empírica». Indica al mismo tiempo que este pensamiento constructivo no consiste en la formulación de hipótesis oportunamente verificables. Finalmente, señala que, en lo que toca a la estructura lógica, la teoría crítica no es distinta de la teoría tradicional. Todo ello parece dar a entender que la teoría crítica se constituye justamente en una relación dialéctica con la teoría tradicional. Lo que importa, en último término, es la no aceptación de un status quo social (o histórico-social) y la consiguiente posible formulación de una especie de esquema dentro del cual puedan insertarse a la vez un pensamiento acerca del futuro y el pensamiento futuro. Así, la teoría crítica es la expresión en el presente de una actitud que se proyecta hacia el porvenir. «El futuro de la humanidad -escribe Horkheimer- depende de la existencia actual de la actitud crítica, que, por descontado, contiene en ella elementos de teorías tradicionales y de nuestra cultura decadente en general.»

--------------------------

Véase: J. E. Rodríguez-Ibáñez, Teoría crítica y sociología, 1979. - D. Held, lntroduction to Critical Theorv: Horkheimer to Habermas, 1980. - M. Theunissen, Kritische Theorie der Gesellschaft. Zwei Studien, 1981. - A. Feenberg, Lukacs, Marx and the Sources of Critical Theory, 1981. - C.-F. Geyer, Kritische Theorie. Max Horkheinxer und Theodor W Adorno, 1982. - M. Boladeras Cucurella, Razón crítica y sociedad. De Max Weber a la escuela de Frankfurt, 1985.

Véase bibliografía de FRANKFURT (Escuela de).