José Padrón G.
En Padrón, J. (1992): Aspectos Diferenciales de la Investigación Educativa. Caracas: USR.
1.
DEFINICIONES INSTRUMENTALES
La fuente elemental más directa de los
conceptos aquí usados está, principalmente, en Peirce (1931-1958) y Morris
(1971), seguida por dos líneas diversificadas de estudios posteriores, ambas
enmarcadas en la tradición «analítica»: la de los lógicos y epistemólogos
(como Frege, 1971; Quine, 1960; Putnam, 1990; Bunge, 1974; etc., de la cual hay
una reseña clave en Kneale/Kneale, 1980, y una amplia interpretación en
Mouloud, 1974) y la de los lingüistas (como Chomsky, 1977; Fodor, 1977, etc.,
de la cual hay una importante síntesis en Lyons, 1983, entre otros).
En general, una TEORIA SEMIOTICA
abarca aquellos procesos, acciones y sistemas de acción caracterizados
sustancialmente por plantear una relación entre unos sujetos, unos objetos, una
representación de dichos objetos en la mente de dichos sujetos y una expresión
material comunicativa de dichas representaciones. Habiendo, por una parte, un
«mundo» o sistema de objetos junto a un «perceptor» de dicho
mundo o conjunto sistemático de individuos procesadores del mismo, habrá
también, correspondientemente, una «representación ideacional» o
sistema conceptual que refleja aquel sistema de objetos y, además, una
expresión «sígnica» o «simbólica», de carácter material, que
vehiculiza o exterioriza cualquier representación ideacional del mundo o de los objetos
circundantes. Si no existiera la posibilidad de estas expresiones «sígnicas»
o «simbólicas», ningún sujeto podría compartir con otros sus
experiencias o datos recabados frente al «mundo», de tal modo que la
adaptación a éste tendría que repetirse desde el principio con cada uno de los
sujetos, uno a la vez (cada sujeto tendría que descubrir el fuego, descubrir la
rueda, etc.).
Pero, al propio tiempo, sería imposible cualquier
expresión «sígnica» o «simbólica» si antes no hubiera la
capacidad mental de elaborar «representaciones conceptuales» o «constructos»
alrededor de las cosas del mundo o de los sistemas de objetos. Finalmente, nada
de esto ocurriría si no hubiera ese mundo o sistema de objetos y si tampoco
hubiera unos sujetos obligados a reaccionar ante el mismo.
Así, una SEMIOSIS es una relación entre un
objeto o conjunto de objetos O, un sujeto o conjunto de sujetos S
ubicados en un contexto socio-espacio-temporal C, una representación
mental o conjunto representacional O’, relativo a O, y,
finalmente, una expresión sígnico-simbólica O», que es capaz de
exteriorizar a O’ ante cualquier otro miembro del conjunto S.
Simbólicamente, se trata de algo así como
(((C, S), O) ® O’) ® O»
donde
O equivale al «Referente», constituido por apelación al mundo
fáctico de los objetos reales. (C, S) se constituyen por
referencia a una clase de relaciones o sistema PRAGMATICO. O’
se constituye por referencia a una clase de relaciones o sistema SEMANTICO.
O» se constituye por referencia a una clase de relaciones o
sistema SINTACTICO. Así, una Teoría Semiótica se subdivide en esas tres
esferas: la PRAGMATICA, la SEMANTICA y la SINTAXIS.
La primera de ellas contempla el sistema de
relaciones planteado entre los sujetos que intentan una reconstrucción mental
de la realidad circundante sobre la base de los requerimientos o circunstancias
de un contexto socio-espacio-temporal (lo cual ubica la Teoría Semiótica dentro
de una Teoría de la Acción, al estilo peirciano) y sobre la base de las
posibilidades de un cierto lenguaje o sistema sígnico-simbólico.
La segunda de ellas, la SEMANTICA, contempla
el sistema de relaciones entre referentes u objetos de la realidad y representaciones
mental-conceptuales respectivas.
La tercera, la SINTAXIS, contempla el
sistema de relaciones de lenguaje en virtud del cual se hace posible
exteriorizar o expresar unas representaciones mentales cualesquiera.
En todas estas ideas está implícita una distinción
sumamente importante entre ‘sistemas’ y `realizaciones’, distinción que
proviene de la diferencia entre ‘redes de acción’ y `acciones particulares’,
vista en la teoría anterior. En efecto, cada objeto o referente sólo es
concebible dentro de un conjunto sistemático de objetos (redes empíricas) y
cada sujeto es concebible sólo dentro de una red contextual (redes
pragmáticas); cada representación mental-conceptual es concebible sólo por
relación a una red semántica (que resulta modificada, crecida o simplificada
luego de cada semiosis particular), mientras que cada expresión
sígnico-simbólica es concebible sólo con respecto a un sistema de lenguaje
(sintaxis).
En esto está implícita una diferencia teórica
importante, como es la que se da entre SEMIOTICA y SEMIOSIS
o entre SISTEMAS SEMIOTICOS y PROCESOS SEMIOTICOS,
vale decir, entre redes accionales generales y ejecuciones singulares que
adquieren sentido por relación a aquellas redes.
De lo expuesto hasta aquí surgen
algunos conceptos clásicos de la Lógica, la Lingüística y la Epistemología.
Entre otros, surge el concepto de «DESIGNACION», que alude a una
relación entre expresiones sígnicas y referentes (relación [O, O»],
es decir, ‘cosas’ y ‘palabras’); luego, el concepto de «REFERENCIA»,
que alude a una relación entre referentes y representaciones mentales (relación
[O, O’], o sea, ‘cosas’ y ‘constructos’); luego, el concepto de «SENTIDO»,
que indica una relación entre representaciones mentales y expresiones sígnicas
(relación [O’, O»], esto es, ‘constructos’ y ‘palabras’), etc.
(definiciones sistemáticas muy precisas de estos conceptos se hallan en Bunge,
1974, con especial alusión al caso investigativo en general). Pero, en
particular, para los efectos de este estudio, lo que más interesa resaltar de
una Teoría Semiótica es el aspecto SEMANTICO, es decir, el sistema
relacional que explica el tránsito entre un referente u objeto O
y una representación O’ del mismo. Este sistema semiótico
puede definirse como MODELACION y resulta importante por el hecho de
que constituye la naturaleza esencial de la acción de INVESTIGACION, la
cual sub-sume toda acción de IE, como veremos en las derivaciones posteriores.
Dentro de esta orientación, lo que distingue una acción SEMIOTICA de
otras acciones es que la naturaleza de la relación <S0, Sn’, Sn> equivale estrictamente a
la misma relación entre una realidad desconocida O, una
representación O’i obtenida o elaborada y una representación O’j intersubjetivamente
verdadera, acertada o adecuada a O. Simplificadamente, el
esquema general de acción <S0, Sn> se particulariza aquí en el
esquema más específico <O, O’>. Expresado de otra manera:
lo que en general consiste en una transformación de una situación inicial en
otra final se concreta en este caso en una modelación de una realidad
perceptible O en un esquema mental descriptivo-explicativo O’.
Se trata, en suma, de la acción de MODELAR o REPRESENTAR, es
decir, de proyectar realidades observables en esquemas mentales, ya sea de modo
consciente e intencional como de modo inconsciente e inintencional. Dicho así,
esta teoría general abarca una vasta cantidad de hechos reales, tal vez desde
aquéllos que son atribuibles a los animales (como la asociación refleja de los
célebres perros pavlovianos, en que la conexión ‘comida-salivación’ podría
depender de una modelación característica) hasta aquéllos otros que son
atribuibles a las grandes formulaciones de la ciencia (como la representación
‘movimiento-energía’), pasando por las más elementales representaciones
mentales que subyacen a las conductas humanas cotidianas. No interesa dilucidar
aquí los límites de la clase general de hechos que corresponden a una teoría
semiótica. Sólo interesa ubicar dentro de la misma, a manera de suposición
básica, todos aquellos hechos que pertenecen a la acción de CONOCER, postulandoque cada uno de esos
hechos se explica a partir de una semiosis o proceso de modelación,
según el esquema visto arriba (sin negar, naturalmente, otras explicaciones e
interpretaciones que podrían ser, incluso, más detalladas y directas). En
efecto, todo conocimiento remite a una proyección entre lo que podríamos
llamar una realidad objeto (un cierto sector del mundo circundante,
arriba definido como «O») y un esquema mental que funciona como retrato
de dicha realidad (arriba definido como «O’», una entidad psicológica
que registra/describe/explica/interpreta aquella realidad objeto; véanse
al respecto las amenas comparaciones de Mosterín,
1987:147-149, entre «objeto», «pintura» y «modelo»).
A este respecto, no existe conocimiento que no se fundamente en una
proyección o correspondencia (i.e., modelación o representación)
entre una entidad fáctica extraña al sujeto y una entidad mental propia del
mismo. Por otra parte, se asume que ésta última no es aislada, sino que se
inserta en toda una red de entidades mentales, la cual permanece siempre
abierta y en constante proceso de reajuste, remitiendo así a un sistema de
representaciones mentales puesto en correspondencia con toda una red de entidades fácticas
circundantes. Quiere decir que, por encima de las correspondencias singulares
entre entidades fácticas extrañas y entidades mentales propias (= entre O
y O’), hay un sistema dinámico de `supracorrespondencias’ (entre
clases de O y clases de O’). Esto último sitúa toda
semiosis -y, por tanto, todo conocimiento- dentro de una Teoría de la Acción, gracias
al concepto de «red accional» o «red pragmática»
(sistemas de «situaciones iniciales» vs sistemas de «situaciones
finales»). Pero, además, la concepción de las semiosis como clase
particular de acciones se infiere de su misma estructura, dado que entre
O y O’ media siempre una secuencia operativa determinada, también
de carácter recursivo, lo cual está prescrito dentro de la estructura teórica
general de toda acción (S1, S2..., Sn-1). Por lo demás, el
componente PRAGMATICO de la Teoría Semiótica deja fuera de dudas la
adscripción de toda semiosis y de todo conocimiento a una teoría
general de la acción, mientras que el componente SEMANTICO caracteriza
o especifica sus rasgos particulares (modelación, representación) con
respecto a todas las demás acciones que tienen otra naturaleza. En cuanto al
componente SINTACTICO, hay que decir que toda semiosis y, por
tanto, todo conocimiento, deben estar virtualmente asociados (o deben
ser asociables) a una expresión simbólica que tenga la capacidad de hacerlos
comunicables, compartibles intersubjetivamente y, en suma, exteriorizables.
Esto supone, evidentemente, la existencia de «sistemas de signos» o «códigos»
(lo cual será especialmente atendido en la próxima teoría), pero, más allá de
eso, supone que ningún hecho es una semiosis y que ningún `conocimiento’
es tal mientras el mismo sea `incomunicable’, `inexpresable’ o sustancialmente
arraigado al individuo, esto es, mientras no sea exteriorizable a través de
alguno de los sistemas de signos existentes o posibles. En consecuencia,
completando este esquema teórico, los supuestos saberes, ideas o conocimientos
a los que se aplican justificadamente ciertos adjetivos como
`intransmisibles’, `inexpresables’, `inefables’, `inenarrables’, etc., no
pueden considerarse semiosis ni conocimientos, al menos en el
sentido aquí previsto.
Dentro de este razonamiento, y en
congruencia con el concepto de acción, habrá semiosis de alcance
individual-asistemático y, en otro extremo, semiosis de alcance socializado-sistemático,
según una combinación entre su radio de interés (individual vs socializado)
y el grado de definición de sus procesos operativos (sistemático vs asistemático
o «bien definido» vs «mal definido»). Esto significa que las acciones
semióticas se particularizan en dos tipos generales: aquél cuyo radio de
interés tiende al ámbito individual y cuyos procesos operativos tienden a la
irrepetibilidad y aquél cuyo radio de interés tiende al ámbito colectivo y
cuyos procesos operativos tienden a una rutina de ejecución. Correlativamente,
se distinguen dos tipos de semiosis y de conocimiento: el
llamado «cotidiano», «vulgar» o «común», por un lado, y el
llamado «científico» o «universal», por otro. Habrá también,
consecuentemente, un nivel de estructuración «sincrónica» de la
semiosis al lado de un nivel de estructuración «diacrónica»
(tanto en el plano del individuo, u ontogenético, como en el plano de la
especie, o filogenético).
2.
DERIVACIONES
El conjunto de procesos intermedios
entre el objeto O y su modelo o representación O’
equivale a una secuencia <S1, S2..., Sn-1>, típica de toda acción. En
el ordenamiento de esta secuencia intervienen factores de índole personal y
circunstancial (= semiosis ordinaria, conocimiento cotidiano, etc.). Pero, en todo
caso, cuando dicha secuencia sobrepasa al individuo y reproduce estándares
socioculturales en torno a estructuras de acción «bien definidas» y de
interés colectivo («sistemático-socializadas»), entonces la semiosis
llega a caracterizar los procesos de PRODUCCION DE CONOCIMIENTO CIENTIFICO,
o sea, de INVESTIGACION.
Tenemos entonces que, dentro de una red
accional (delimitable bajo el concepto de contextos), aparecen
realidades, hechos o estructuras perceptivo-descriptibles singulares
(delimitables bajo el concepto de referencia empírica) que ameritan o
instan a un dominio cognoscitivo genérico-universal (delimitable bajo el
concepto de representaciones o modelos) para cuyo logro se
dispone de estándares de secuencia lógico-operativa socioculturalmente plausibles
(delimitables bajo el concepto de métodos). Aparece así un cierto tipo
de acción semiótica caracterizado por tres elementos sustanciales,
analizables a dos niveles:
-NIVEL
1: relación
entre una entidad extraña Ei (objeto Empírico),
un esquema mental propio Ti que corresponde o sobre el
cual se proyecta Ei (objeto Teórico) y una secuencia
operativa Mi que media entre Ei y su correlato Ti (proceso Metodológico).
Esto puede expresarse como <Ei, Mi, Ti>-NIVEL 2: relación entre la entidad
extraña Ei y una cierta clase E a la cual ésta
pertenece sistematicamente (red empírica), más otra relación entre el esquema
singular Ti y una cierta clase T de esquemas
mentales a la que éste pertenece (red teórica), más otra relación entre la particular
secuencia operativa Mi y una cierta clase M de
secuencias operativas donde ésta se ubica (red metodológica). Ambos niveles
junto a los diversos elementos relacionados pueden expresarse como <(Ei, E), (Mi, M), (Ti, T)>
En sí mismo, este último esquema parece
ser la clave de las diferencias entre acciones semióticas y acciones de
otro tipo, vale decir, entre el conocer y el actuar en general
(al margen de las estructuras de conocimiento implícitas en toda acción). Pero,
a su vez, dentro de la vasta clase de las acciones semióticas así definidas, es
posible discernir una cierta subclase en que cada uno de los vínculos Ei-E, Mi-M y Ti-T responde a estructuras
supraindividuales bien definidas (=socializadas sistemáticas), más bien que a
intereses particulares y a esquemas procesales inconvencionales. Esta subclase,
que podría identificarse como Semiosis científica o, más generalmente,
como Acción Semiótica Sistemático-Socializada, corresponde al concepto
empírico de «Investigación». Se caracteriza, entonces, en primer
término, por el hecho de que su «Situación inicial Ei» coincide con una incógnita
fáctica; además, por el hecho de que su «Situación final Ti» coincide con una representación
mental que describe, explica o hace comprender a Ei y, finalmente, por el hecho
de que entre Ei y Ti media una secuencia operativa
Mi que hace posible la consecución de Ti a partir de Ei. Pero, en segundo término,
se caracteriza por el hecho de que cada Ei pertenece a una gran clase
E, cada Ti pertenece a una gran clase T y
cada Mi pertenece a una gran clase M, de acuerdo al grado de
socialización y sistematización de cada uno de esos tres elementos
particulares. Todo esto es lo que, sinteticamente y de acuerdo a estas teorías
generales, define a la INVESTIGACION o PRODUCCION DE CONOCIMIENTOS
en general, tal como interesa para los objetivos de este estudio.
Ahora bien, según el componente PRAGMATICO
de una Teoría Semiótica aplicada a la investigación en general, ocurre que toda
relación entre un investigador (sujeto cognoscente S) y una
realidad investigada (objeto cognoscible O) está marcada por un
complejo socio-espacio-temporal de investigación (contexto C)
según el cual queda planteado un cierto cuadro relacional entre la personalidad
del investigador, el ambiente circundante, la clase de realidad-objeto a la
cual se enfrenta, etc., de tal modo que, para este caso, dentro del ámbito de
la acción EDUCATIVA surgen innumerables situaciones de búsqueda racional o de
solución de incógnitas ante problemáticas, conflictos o necesidades de conocimiento.
Es el caso de la IE, entendida, de acuerdo a esta teoría, como SEMIOTICA
especial y como espacio de SEMIOSIS particulares. Así, la acción educativa en
general produce campos problemáticos y, en torno a éstos, produce también cuadros
relacionales entre sujetos investigadores, realidades-objeto, áreas teóricas y
conjuntos metodológicos, de todo lo cual se genera el concepto de INVESTIGACIÓN
EDUCATIVA (IE, para abreviar) en cuanto acción semiótica. Atendiendo al
componente SEMANTICO, marcado indefectiblemente por el componente
pragmático (de raíz educativa, en este caso), toda IE genera mapas
representacionales que intentan describir/explicar/interpretar alguna situación
educativa cognoscitivamente problemática (independientemente del grado de
validez, certidumbre o verosimilitud de tales mapas), siempre por referencia a
un sistema o red de hechos constatables vinculados entre sí y puestos en
relación con un sistema o red de mapas representacionales previamente considerados.
Atendiendo al componente SINTACTICO, marcado sucesivamente por los
componentes pragmático y semántico, toda IE consiste en una
secuencia de ‘signos’ (verbal, lógico-matemática, gráfico-diagramática...) que
hace comunicables todos los datos relevantes de la investigación. Tomando en cuenta que el enfoque pragmático
de la IE fue ya abordado mediante la Teoría de la Acción y que el enfoque
sintáctico será abordado en la sección siguiente a través de la Teoría del
Texto, las aplicaciones más detalladas a partir de una Teoría Semiótica quedan
concretadas esencialmente a un enfoque SEMANTICO, es decir, a las relaciones
entre un(os) objeto(s) O y una representación mental O’,
relaciones que, en conjunto, hemos denominado modelación. Todo esto
deberá considerar las caracterizaciones anteriores, expresadas en los esquemas
<Ei, Mi, Ti> y <(Ei,E), (Mi,M), (Ti,T)>, las cuales definen, en
general, las acciones semióticas investigativas por referencia a un contexto
transindividual.
Antes
de analizar las condiciones de variabilidad IE desde el punto de vista
semiótico, debemos comenzar por asociar el objeto O con un elemento
o subconjunto de elementos Ei, Ej, incluidos en un universo E
de estados de cosas conocido como «Acción educativa» (acción y objetos
educativos, en el mismo sentido en que se usó en la sección precedente, a
propósito de la Teoría de Acción). Este universo E es de
naturaleza ontológica y equivale a todas las estructuras empíricas que
conforman el terreno original de trabajo para toda IE. El hecho de que una
investigación cualquiera tome como punto de partida un elemento adscrito a la
`acción educativa’ es suficiente indicio para que la misma sea considerada una IE particular
(evidentemente, habría que suponer otros universosempíricos,
tales como el de la Física (Ef), el de la Biología (Eb),
etc., al lado del de la Educación (que ya no sería E, sino Ee),
pero no es necesario tocar ese nivel de generalidad). Desde una óptica global,
atendiendo a límites contextuales socioculturales (o sea, a la relación <C,O>),
dentro de este universo E suponemos áreas consideradas resueltas
y clarificadas (equilibrio) al lado de áreas consideradas difíciles y oscuras
(desequilibrio), de tal modo que es esa dialéctica de equilibrio-desequilibrio
la que promueve incógnitas de conocimiento y, por tanto, la que genera sectores
Ei..., Ej problemáticos que conforman puntos de partida de
IE. Como se dijo ya en la sección precedente, y de acuerdo a una Teoría de
Acción, lo que determina la selección, en un momento dado, de una Ei cualquiera es el duplo <
b, f >, o sea, la interrelación entre el «Contexto de Acción Educativa»
(donde se ubica el investigador y, en general, los participantes de la acción)
y el «Perfil Psicosocial» (rasgos socioculturales y epistémicos del
investigador). E, por tanto, no sólo es un universo de estados
de cosas o referentes reales, sino que además lo es en términos
transindividuales (adscrito a un contexto global C). Ei..., Ej, en cambio, opera más a
nivel individual, ya que, entre otras razones, es allí donde arranca cualquier
IE entendida como acción individual. Sobre todo, arranca desde allí el proceso
de MODELACION, típico de toda acción semiótica, sometido a una
función M que proyecta valores de E en valores de T,
es decir, que permite asociar estados de cosas o referentes reales O
con mapas representacionales O’. Pero, al mencionar esto,
debemos pasar a considerar esa función M que, en términos de una
Teoría de Acción, se definió como una secuencia de situaciones <S1, S2..., Sn-1> y que ahora, bajo un
enfoque semiótico, es necesario particularizar. Como ya se dijo, M
constituye un sistema de esquemas operativos que, igual que los sistemas de signos,
son patrimonio de una sociedad o de una unidad sociocultural, siendo por tanto
transindividuales. Es este carácter sociocontextual lo que le imprime validez
relativa en términos de convención social y consenso. Mi..., Mj, en cambio, en cuanto
variaciones y realizaciones de M, pertenecen al plano individual,
lo mismo que Ei..., Ej, de modo que toda Mi se valida y legitima en M,
en el plano contextual <C,O>. Sin embargo, a pesar de su
valor sociocontextual, M tiene una naturaleza epistemológica
ligada a estructuras psicológicas, del mismo modo en que E, teniendo
también un valor sociocontextual, es de naturaleza diferente (ontológica). En
el marco de una Teoría Semiótica, se postulan aquí tres grandes esquemas
operativos posibles dentro de M, para cualquier contexto
sociocultural, denominados M1 (DEDUCCION), M2 (INDUCCION)
y M3 (INTROSPECCION-INTUICION):
M1 (deducción): el
punto inicial de la secuencia operativa es una modelación general y
universal, seguida de modelaciones cada vez menos generales hasta terminar con
modelaciones específicas y singulares. La operación que une entre sí cada par
de elementos de la cadena (bajo condición de que ambos no sean puntos iniciales
ni elementos adscritos a subcadenas diferentes) es una «derivación» (+),
basada en el hecho de que el segundo elemento de cada par está «entrañado»
en el primero (ya que las modelaciones son sucesivamente decrecientes): <a
+ b + c... + z>
M2
(inducción):
el punto inicial de la secuencia es un conjunto de modelaciones singulares y
específicas, seguido por modelaciones cada vez menos específicas hasta
terminar con modelaciones generales y universales. La operación que une entre
sí los elementos de una misma cadena es la «generalización» (¦),
basada en el hecho de que la frecuencia f de ocurrencia de una propiedad
G en el objeto o evento x equivale a la
probabilidad P de Gx, o sea: P(G,x) = f.
O, de otro modo, lo que vale para x1, x2..., xn, vale también para xn+1, siempre que xn+1 pertenezca a la misma clase
de xi. En esto se fundan las
cadenas sucesivamente crecientes del tipo <a ¦ b ¦ c... ¦z>.
M3
(introspección-intuición): es un esquema operativo de fases «indefinidas» (en el sentido
explicado en 1.1 de este capítulo), caracterizado, además, por el hecho de que
no existen modelaciones iniciales ni intermedias, sino sólo una modelación
final. Entre el objeto Oi y su representación Ti no hay una secuencia de
modelaciones intermedias, como ocurre en los casos M1 y M2.
Allí las fases operativas de la secuencia se definen como «modelaciones».
En M3, en cambio, aunque hay también fases secuenciales, éstas no
son modelaciones sino otro tipo de operaciones indefinidas (°). El
esquema de M3 podría entonces simbolizarse como <Oi ° Ti>, con la total ausencia de
modelaciones iniciales a y modelaciones intermedias b, c,
d..., z-1.
Es de suponer que estos tres tipos de
métodos o esquemas metodológicos definen, respectivamente, tres tipos de IE,
en cuanto acciones semióticas operativamente distintas. Además, no sólo
condicionan cada una relaciones específicas entre O y O’
(o entre Ei y Ti), sino que también inciden
en todas las operaciones sectoriales del trabajo, tales como las descripciones,
clasificaciones, definiciones, etc. y, especialmente, en el tipo de lenguaje
investigativo (como se verá en la sección que sigue).
El último componente estructural de
toda investigación, la representación mental T de los referentes
E, tiene también, igual que los dos anteriores, dos dimensiones:
una sociocultural o transindividual, dependiente de los contextos C,
y otra propiamente semiótica, analizable dentro de los límites del individuo.
En una dimensión contextual, T es una red que va creciendo, por
vía de acumulación, reajustes, integración y consolidación, bajo el propósito
de lograr una explicación o interpretación unificada, potente y exhaustiva de
la acción educativa, tal que ésta resulte efectiva. Sin duda, es en este
sentido en que se habla de los ideales de una «TEORIA EDUCATIVA». En
esta dimensión, T resulta interdisciplinaria con respecto a otras
T no originalmente educativas y se asocia a las redes del
llamado «conocimiento universal», al lado de todas las demás teorías.
Más allá de una Teoría educativa, el «conocimiento universal» aspira a
convertirse en herramienta fundamental para el desenvolvimiento del ser humano
en el mundo. Entendida bajo esta dimensión es como se interpreta la famosa
frase de Hanson («toda observación está cargada de teoría»), en el
sentido de que los «Esquemas de Conocimiento» (concepto «d»,
explicado en la sección anterior) son previos a la selección de secuencias M
y, por tanto, están a la base de toda acción semiótica particular, como es el
caso de las IE. En otros términos, no hay IE que, el mismo tiempo que
selecciona un sector empírico Ei cualquiera de trabajo, no
lo haga también en función de una cierta red teórica T, previa a
la acción semiótica de investigación: en realidad, la dinámica de relaciones
de equilibrio-desequilibrio mencionadas arriba a propósito del universo
empírico E se correlaciona fuertemente con otra dinámica de
relaciones de equilibrio-desequilibrio ubicada en el universo de conocimientos
T. En el plano individual, toda Ti, en cuanto producto
sustancial de las acciones semióticas particulares, no pretende sino
enclavarse dentro de la red T, la cual viene así a constituir el
punto de anclaje (inicial y terminal) de toda investigación. Por lo demás, toda
Ti, en el sentido de realizaciones particulares que obtienen como
producto una representación mental de orden sistemático-socializado, es de
naturaleza epistemológica y cognoscitiva y, como ya se dijo, viene a ser el
extremo de una acción semiótica, siempre dentro del esquema <Ei, Mi, Ti>, el cual, para ser más
explícitos, puede reescribirse como Mi(Ei) = Ti o como Mi:Ei—>Ti, para indicar que, según toda modelación, las representaciones
mentales (Ti) son el resultado de determinadas operaciones
metodológicas (Mi) sobre un cierto sector (Ei) del mundo real. En relación
con todo esto, se postulan aquí dos tipos particulares de representaciones obtenidas
por semiosis, denominadas T1 (REPRESENTACION UNIVERSAL) y T2
(REPRESENTACION EXISTENCIAL):
T1
(REPRESENTACION UNIVERSAL): el resultado de la modelación abarca a TODOS los elementos
representantes del caso estudiado, con independencia de las contingencias de
tiempo y lugar. Dado un objeto o evento fáctico singular a,
marcado por coordenadas de tiempo-lugar y, tal vez, por un nombre propio, la
representación T1 respectiva no es sólo una representación de i,
sino de la clase A de todos los objetos a pasados,
presentes y futuros, de la cual a es apenas un integrante. En las
T1 no existen nombres propios ni deixis («este», «ese»,
«ahora», «ayer»...) ni identificaciones singulares de fecha o geografía, a
menos que sólo sea para ejemplificar o validar la representación obtenida. En
tal sentido, puede decirse que toda T1 rebasa o sobreabarca el
área empírica Ei que opera como `dominio’ de la función de
modelación. Uno de sus objetivos fundamentales es la explicación con
capacidad predictiva.
T2
(REPRESENTACION EXISTENCIAL): el resultado de la modelación se limita a los
elementos del caso estudiado, bajo contingencias de lugar y tiempo. Dado un
evento u objeto singular a (contingente o existencial), marcado
por coordenadas de lugar y tiempo e identificado por nombre propio o por
deixis («este», «aquí», «ahora»...), la correspondiente T2
es una representación de a (no de la clase A a la
cual pertenece a), bajo sus mismas identificaciones deícticas y
bajo sus mismas condiciones espaciotemporales de ocurrencia. Puede decirse que T2
tiene la misma dimensión o abarque que el dominio empírico Ei de la modelación. Uno de
sus objetivos fundamentales es la interpretación con capacidad acumulativa.
Considerando la diferencia entre los
niveles sincrónico y diacrónico, hay ciertos nexos que unen tanto a T1
con T2, como a cada realización Ei, Mi, Ti con sus respectivas áreas
supraindividuales E, M y T: son los
nexos de la trayectoria temporal, tanto en el plano del individuo (ontogénico)
como en el de la especie (filogénico). Diacronicamente, toda semiosis procede
desde las representaciones existenciales T2 (descriptivas,
obsrvacionales, particularizadas) hacia las representaciones universales T1
(teóricas, explicativas, generalizadas), debidamente validadas o puestas a
prueba y racionalmente explotadas o utilizadas en beneficio práctico (de la «construcción»
a la «contrastación» y de ésta a la «aplicación»,
como se verá varias veces, más adelante). Por otra parte, es también esa
trayectoria de tiempo lo que subyace a la acumulación progresiva (tanto en el
individuo como en la especie) de conocimientos particulares que, al cabo de un
lapso, se constituyan en redes empíricas, metodológicas y teóricas que, a modo
de patrimonio semiótico, paulatinamente van desde el individuo hasta el grupo
o sociedad.
Con todo lo dicho hasta aquí, conviene ahora preguntarse cuáles
son las diferencias semióticas entre toda área empírica Ei y toda área representacional
Ti. En primer lugar, hay una diferencia funcional, como ya se dijo: Ei es, en sí mismo, un
referente real sensorialmente perceptible u observable que opera como dominio
de la función de modelación, mientras que Ti es un constructo
cognoscitivo sin existencia objetiva (descartando la tesis del «tercer
mundo» de Popper, 1982) que no es sensorialmente perceptible ni observable,
sino sólo intelectualmente aprehensible (por mediación obligada de un lenguaje)
y que opera como co-dominio o imagen de Ei en el campo de la función
de modelación. Dentro de esta misma diferencia funcional está implícito que,
mientras Ei expresa o revela entidades y propiedades
observables, Ti en cambio expresa relaciones de condicionamiento o
de ocurrencia condicional entre clases de entidades y eventos, las cuales no
son directamente observables (más adelante, bajo el enfoque de la Teoría del
Texto, al ver cómo se traduce esa diferencia en el plano del lenguaje, quedará
más clara la distinción en cuestión). Luego, en segundo lugar, Ei y Ti mantienen una diferencia
semiótica de tipo estructural: en el tratamiento semiótico de Ei hay, cuando menos, dos sectores
estructurales: uno en que la acción de modelación organiza u ordena las entidades
y propiedades observables (delimitaciones, clasificaciones, definiciones...),
de modo análogo a como podría hacerlo un fotógrafo, y otro en que la acción de
modelación, al relacionar ese ordenamiento con el universo E y
con las redes globales T previamente existentes, aisla o secciona
algún aspecto no conocido o no interpretado (definición o formulación de
desequilibrio cognoscitivo). Mientras el primero de esos dos sectores es común
a todas las semiosis de registro (fotógrafos, cronistas, pintores...), el
segundo en cambio es específico de los investigadores y está esencialmente
marcado por una estructura que, a nivel sintáctico, es interrogativa (como se
verá en la siguiente sección) y, a nivel semántico, contiene un elemento de
valor desconocido junto a otros elementos de valores conocidos (tal como
ocurre, por ejemplo, en las ecuaciones con incógnita). Además, en este segundo
sector están implícitos unos objetivos de acción semiótica («objetivos de
IE») que además de definir el rumbo del trabajo y los resultados Ti que persigue, asocian la
modelación al campo sociocultural de necesidades (<C,O>).
A diferencia de esto, la estructura de Ti puede contemplar tres
sectores sustancialmente distintos a los ya dichos: en un primer sector se construye
un modelo Ti de Ei (fase CONSTRUCTIVA);
en un segundo sector (simultáneo o posterior al primero), se contrasta
o valida Ti, es decir, se intenta garantizar un cierto grado
de certidumbre con respecto a los hechos perceptibles (fase CONTRASTIVA);
y, en un tercer sector que no siempre tiene lugar pero que es constante en las
investigaciones tecnológicas (en el sentido de Bunge, 1985), se aplican
los resultados Ti a la formulación de reglas de acción (fase APLICATIVA).
No siempre las IE particulares contemplan esos tres sectores o fases, pero es
obvio que, en su dimensión contextual transindividual (es decir, a nivel de T
y de análisis diacrónico), sí existen obligadamente. En efecto, toda T
educativa, en sentido contextual <C,O>, transita entre una
fase CONSTRUCTIVA (en que se proponen representaciones adecuadas), una
fase CONTRASTIVA (en que se validan o contrastan las representaciones
obtenidas, bien sea por vía experimental, bien por vía del juicio intersubjetivo
o bien por vía de consistencia lógica) y una fase APLICATIVA (en que se
derivan sistemas de acción a partir de conocimientos o representaciones
cognitivas). Hay IE que por sí solas recorren esas tres fases, pero hay otras
que, incorporándose al plano contextual <E,T> dentro de programas
investigativos transindividuales y de acuerdo al estado de desarrollo de
éstos, apuntan sólo a una o dos de esas fases (por tanto, puede haber IE que
sólo sean constructivas, otras que sólo sean contrastivas y otras
que sólo sean aplicativas, aparte de cualquier combinación posible).
Pasando ahora a las relaciones de que
forman parte los elementos semióticos hasta aquí referidos, hay que precisar
lo siguiente:
-La
selección de una Ei determinada es producto, según ya se dijo, del CONTEXTO
DE ACCION (concepto pragmático «b») en interrelación con el PERFIL
PSICOSOCIAL individual (concepto pragmático «f»). El tipo de
tratamiento que se le de a Ei depende del tipo de
método (conceptos semióticos M1,
M2 o M3).
-Los
valores M1, M2 y M3 dependen de una
interacción entre el ESQUEMA FILOSOFICO (concepto pragmático «e»)
y el ESQUEMA OPERATIVO DE ACCION (concepto pragmático <S1..., Sn-1> equivalente al concepto
semiótico M).
-Los
valores T1 y T2 dependen de una interrelación entre
el SISTEMA DE CONOCIMIENTOS (concepto pragmático «d»,
equivalente al concepto semióticoT), el ESQUEMA
FILOSOFICO («e») y el ESQUEMA OPERATIVO(conceptoM).
-Los
valores CONSTRUCCION, CONTRASTACION y APLICACION, bien sea en
cuanto fases operativas dependientes de M, bien sea en cuanto
sectores estructurales internos de toda Ei, dependen, sobre todo, del
estado de avance del ESQUEMA DE CONOCIMIENTOS («d»,
equivalente a T).
En
conclusión, estas derivaciones a partir de una Teoría Semiótica han permitido
reinterpretar el cuadro relacional obtenido de la Teoría de la Acción y
detallar las variaciones de los conceptos estructurales AREA EMPIRICA E,
AREA METODOLOGICA M y AREA TEORICA T.
Además, el concepto semiótico de MODELACION fija un soporte
teórico importante para explicar la variabilidad de la IE.