ESTRUCTURAS, SISTEMAS Y MODELOS
(REFLEXIONES
SOBRE UNA BASE LOGICA EN
INVESTIGACION EDUCATIVA)
José Padrón
Guillén
Diciembre, 1988
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CONTENIDO
2.
Algunos aspectos de una base lógica
2.1. Visión Global: sistemas de objetos y
sistemas lógicos
2.2. Categorías del discurso de investigación
3. Estructuras,
sistemas y modelos
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Estas reflexiones parten de la siguiente idea:
a juzgar por algunos hechos, es posible que muchas de las investigaciones
educativas venezolanas carezcan de una BASE
LOGICA[1].
A través de los planteamientos que siguen se comprenderá más integralmente lo
que se quiere decir con "carecer de una base lógica". Por ahora, una
base lógica puede entenderse como un universo de mecanismos abstractos y de
conceptos formales que se utilizan de manera sistemática y discriminada para
soportar la validez y la coherencia de cualquier construcción de razonamientos,
sean éstos de orden teórico o metodológico, tanto si constituyen un DISCURSO[2]
como si constituyen la orientación de un proceso planificado. En consecuencia,
una base lógica permite describir la estructura (conjuntos, elementos y
relaciones) y evaluar la adecuación teórico-metodológica (pertinencia,
consistencia...) de cualquier discurso y de cualquier proceso racionalmente
orientado (como, por ejemplo, un curriculum, una estructura organizacional, un
modelo administrativo, etc.). Evidentemente, la investigación es tanto un
discurso (cuando se vierte en documentos) como un proceso (en la medida en que
evoluciona hacia la respuesta a una pregunta) y, por tanto, una construcción
de razonamientos, tal vez la más seria
y delicada de todas por estar comprometida con el rigor de la ciencia o, por lo
menos, con el pensamiento lógico. Ante
esto, resultaría absurdo pensar que es posible hacer investigaciones
(incluyendo las educativas) sin prestar atención a una base lógica. Ahora bien,
¿en qué medida podemos dejar de prestar atención a una base lógica? O, de otra
manera, ¿qué significa "carecer de una base lógica"? En el peor de
los casos significa simplemente incoherencia e invalidez del sistema de
razonamientos. Por suerte, este no parece ser el caso típico de las
investigaciones educativas. Pero existe otro riesgo: carecer de una base lógica
significa también ignorar el universo de los mecanismos abstractos y conceptos
formales que constituyen las posibilidades amplias y variadas de soporte del
razonamiento, creyendo que un solo esquema de investigación, ya
institucionalizado y convertido en rutina formal, conforma el total de una base
lógica. Se confunde así la parte por el todo y, como consecuencias, se cercenan
muchas buenas opciones, se van creando los vicios típicos que engendra toda
rutina humana y, en definitiva, se llega a construcciones de razonamiento
limitadas y parcialmente inválidas e incoherentes. Y éste, precisamente, sí
podría ser el caso de muchas investigaciones educativas en Venezuela, al menos
según puede inferirse de ciertos hechos.
En la primera parte de esta exposición
se describen algunos de los hechos en cuestión y se establece la relación que
tiene cada uno con el problema de la carencia de una base lógica. En la segunda
parte se señalan algunos de los elementos más importantes que integran ese
universo de base lógica, siempre a título de referencias muy generales. Finalmente,
en la tercera parte se expone de la manera más breve y sencilla posible (en
detrimento de la precisión con que suelen tratarse esos asuntos) una via muy
concreta de ampliación de la base lógica de nuestras investigaciones
educativas, en la convicción personal de que su estudio y posterior aplicación
nos ahorraría muchos esfuerzos y garantizaría un mayor rigor metodológico.
Este último punto, referido a los conceptos interrelacionados de ESTRUCTURAS,
SISTEMAS y MODELOS, podría servir como un paso serio hacia el uso de las
herramientas de la lógica, sin la cual -según sostienen unánimemente los
filósofos de la ciencia- resulta imposible desarrollar investigaciones
científicas como trabajo permanente y sistemático.
1.1.
En algunos textos de metodología de investigación educativa y en algunos
documentos institucionales de orientación
y prescripción metodológicas para las tesis de grado se asume una
concepción restringida de la investigación en educación. Hay numerosos detalles
que podrían traerse a colación, pero elijamos sólo los que aparecen en las
secciones dedicadas a 'metodología'. Por lo general, el esquema de trabajo
planteado en esos documentos comienza con los puntos de 'Población' o
'Universo' y 'Muestra' y más adelante se exponen los diversos tipos posibles de
investigación. Esto parece sugerir que los tratamientos probabilísticos son
fundamentales o únicos y, además, independientes del tipo de problema y del
tipo de investigación. Luego, cuando se especifican los requerimientos para
análisis de datos se exige, literalmente, la adopción de técnicas estadísticas
sobre la base de un concepto exclusivamente cuantitativo de 'recolección' de
datos y no de 'selección' de datos según un marco referencial de relaciones
empíricas previamente establecidas. Los análisis de datos aparecen así
totalmente desvinculados de cualquier intención
epistemológica. Son casi de rigor, por lo demás, las explicaciones acerca
de qué es la estadística, cómo se utiliza, etc., sugiriendo así que esa
'técnica' (y no esa 'disciplina') es la única forma posible de analizar datos y
que éstos, por tanto, son necesariamente probabilísticos. Existen otros
aspectos que por razones de brevedad no se mencionan aquí[3],
todos los cuales manifiestan claramente una una base lógica restringida,
centrada fundamentalmente en la recolección de información empírica fragmentada
y su procesamiento estadístico para verificar
(y no para contrastar) una
hipótesis. Al aceptar esta concepción es evidente que quedan descartadas todas
las investigaciones teóricas, todos los hallazgos basados en construcciones de
razonamiento y en derivaciones hipotético-deductivas, así como todos los
análisis de datos a través de procedimientos algebraicos y cálculos formales en
general, todo lo cual constituye, paradójicamente, el recurso utilizado con
mayor éxito en el desarrollo de las ciencias más avanzadas y maduras.
1.2.
Los programas de postgrado en el área de educación carecen de cursos
orientados a la obtención de conocimientos y habilidades en los dominios de la
lógica y la matemática. Se exigen competencias en estadística descriptiva e
inferencial pero, curiosamente, no se exige competencia alguna en el conjunto
de los sistemas abstractos a los cuales pertenece la estadística y sin los
cuales resulta imposible comprender los verdaderos alcances de la estadística
dentro de un contexto epistemológico coherente. En los medios educativos en
general da la impresión, más bien, de que esa disciplina es algo que existe por
sí sola, independientemente de un método y de un planteamiento epistemológico.
Da la impresión de que se trata de un recurso exclusivamente operativo (de una
'técnica': véase 2.2.1.), como el que está asociado a una máquina de escribir o
a cualquier aparato, cuando en realidad los tratamientos estadísticos tienen
toda una base lógica y matemática y presentan vínculos sustanciales con los
diversos tipos de objetos que se deseaconocer, con los diversos tipos de
conocimiento que puedan plantearse y, en fin, con una serie de datos epistemológicos
que trascienden absolutamente el simple nivel de la operatividad y del procesamiento
mecánico de información cuantificada.
1.3.
Es casi corriente que los docentes y evaluadores de investigaciones en
los cursos de pre-grado y maestría del área de educación rechacen proyectos o trabajos
de investigación teórica o tratamientos algebraicos de datos porque,
respectivamente, no ven planteadas las variables 'dependiente' e
'independiente' o no se explican ese "formalismo" o
"formulismo" de símbolos extraños. No deja de llamar la atención el
que algunos de estos docentes entiendan perfectamente cuando se les habla de
un nivel 'a de 0.01' o de
una 'prueba t' y, en cambio, pidan todo tipo de explicaciones cuando se les
habla de una relación 'simétrica' o de un 'monoide'. Llama la atención porque
todos esos conceptos pertenecen a un mismo universo de base lógica y la
relación que mantienen entre sí corresponde perfectamente a la misma relación
que puede verse entre los diferentes objetos de conocimiento según un enfoque
determinado, de tal manera que todos esos sistemas abstractos (lógicos y
matemáticos, incluyendo la estadística) son algo así como correspondencias
formales muy generales de los objetos que deseamos conocer, siempre en
dependencia de un punto de vista particular y de una intención indagadora. De
entre esos sistemas podemos entonces seleccionar el que mejor se adapte a
nuestro objeto de conocimiento, a nuestro enfoque y a nuestro problema; una vez
seleccionado, podremos entonces operar con él de acuerdo a sus propias reglas
de cálculo hasta obtener los datos de conocimiento que necesitamos. No se
justifica, entonces, la pretensión de fragmentar ese universo de base lógica
para privilegiar sólo una parte de él, desvinculándola de un contexto y
utilizándola para descalificar e ignorar todas las demás opciones.
1.4.
Es también bastante común el que los evaluadores de investigaciones
educativas exijan el soporte de autores para toda afirmación presente en un
texto o trabajo de investigación. Es obvio que el soporte de autores es
imprescindible en ciertos casos (referencias, fuentes, citas...), pero es
contradictorio exigir el apoyo de alguna obra o investigación anterior como
argumento de autoridad para fundamentar un dato de conocimiento o la verdad de
una proposición. A su vez, en numerosos informes de investigación educativa se
utiliza como criterio de verdad un juicio o la opinión de algún autor destacado
y de allí en adelante todo el discurso -o una parte del mismo- queda soportado
sobre ese juicio u opinión[4].
Este hecho tiene que ver con el problema de los criterios de verdad en la
búsqueda del conocimiento, criterios que deben establecerse en la propia
investigación, y remite también a la necesidad de que estos trabajos determinen
su propios parámetros de consistencia y validez (situados dentro del mismo
discurso, sin tener que acudir a otros discursos parciales) y de que, además,
los evaluadores, jurados y destinatarios sepan reconocer y utilizar tales
parámetros. Sin embargo, esta necesidad no puede ser satisfecha mientras no se
tomen en cuenta ciertas herramientas que permitan definir categorías y niveles
de discurso, asignar valores específicos a las proposiciones utilizadas,
asociar estructuras teóricas a sus correlatos empíricos y viceversa, etc. y
mientras se prefiera fundamentar el discurso científico en esquemas
prescriptivos de corte institucional (con lo cual, probablemente, dejaría de
ser científico). Como en los casos anteriores, esto también depende de una
base lógica amplia.
Los cuatro hechos antes señalados parecen
llevar a la conclusión de que muchas de las investigaciones educativas carecen
de una base lógica amplia. Si esto fuera cierto surgirían varias preguntas,
tales como ¿cuáles son los límites de esa base lógica?, ¿cuáles son sus funciones
específicas?, ¿cuál es el inventario de elementos de que dispone?, ¿cuáles son
las correspondencias entre sus elementos y los diversos tipos de objetos y
modos de conocimientos?, etc., etc. Ninguna de estas preguntas podría
responderse de manera exhaustiva ni, mucho menos, imporvisada. Tal vez, las respuestas
adecuadas dependen de un trabajo serio orientado hacia la obtención de modelos
lógicos funcionales que puedan asociarse a las diversas necesidades de la
investigación en educación. A falta de esas respuestas, podemos conformarnos
con determinar algunos elementos importantes que juegan un papel destacado en
esa base lógica. Esos elementos pueden agruparse en torno a dos necesidades de
investigación: primero, la necesidad de una visión global que permita establecer
correspondencias entre tipos de objetos y modos de conocimiento, por un lado, y
grupos de sistemas lógicos vinculados a tales objetos y modos de conocimiento,
por otro lado, de tal manera que dichas correspondencias funcionen como soporte
de un razonamiento válido y coherente; segundo, la necesidad de contar con
series de conceptos que, hábilmente manejados, sirvan para fijar categorías o
niveles de discurso, es decir, ejes de coherencia para el razonamiento que
pretende conducir hasta la respuesta a una pregunta de investigación. En
atención a esas dos necesidades, en la parte que sigue se expondrán algunas
consideraciones elementales y poco sistematizadas sobre correspondencias entre
sistemas lógicos y sistemas de objetos (2.1.) y sobre categorías del discurso
de investigación (2.2.). El único propósito, por supuesto, es el de fomentar un
acercamiento a esos temas y no el de una presentación rigurosa, con la cual
habrá necesariamente algunas inexactitudes e imprecisiones.
2. ALGUNOS
ASPECTOS DE UNA BASE LOGICA
2.1. Visión Global: sistemas de objetos y sistemas
lógicos
En líneas muy generales, y dicho con gran
ambigüedad, la lógica pretende ofrecer herramientas formales de máxima
efectividad para construir sistemas de razonamiento científico, es decir,
caracterizados por una indiscutible validez, exactitud y objetividad. Al mismo
tiempo, tales herramientas deben ser capaces de determinar en qué medida es o
no científico un razonamiento cualquiera, o sea, en qué medida es válido,
consistente, etc.[5] (una de las
aplicaciones concretas más resonantes que ha tenido la lógica de este siglo
fue la de garantizar la consistencia de la ciencia; en el plano tecnológico, el
uso más fructífero de la lógica -junto a la lingüística- ha sido en la construcción
de los lenguajes de computación y en el estudio de circuitos electrónicos cibernéticos).
Puede decirse que la lógica ha ido
elaborando sus productos en estricta dependencia de los problemas y necesidades
que han ido surgiendo en la construcción de razonamientos (tanto de
inteligencia natural como de inteligencia artificial) y en la elaboración de
los sistemas de conocimiento que han tenido lugar en la historia de la ciencia
y la tecnología. Evidentemente, dado que todo razonamiento está referido a un
objeto y a un modo de conocerlo, las distintas herramientas de la lógica se han
ido agrupando en torno a diferentes clases de objetos a o diferentes modos de
conocimiento. De esa manera, puede decirse en líneas generales que a una clase
particular de objetos o fenómenos corresponden uno o más modos de conocerlos y
de razonar sobre ellos y, por tanto, corresponden también una o más clases de
herramientas lógicas, llamadas usualmente 'LOGICAS'
o 'TEORIAS': hay lógicas o teorías
generales (lógica de enunciados o de proposiciones, lógica de predicados o
cuantificacional, lógica de clase o de conjuntos, lógica de relaciones) y las
lógicas especiales (lógica temporal, lógica modal, etc.). Las primeras
proporcionan un aparato común que contiene los elementos básicos de trabajo,
mientras que las segundas se especializan en tipos particulares de
razonamiento, como aquellos que tienen que ver con variables de tiempo o aquellos
que tienen que ver con probabilidad, etc. Desde otro punto de vista hay también
lógicas 'estándar' u ortodoxas, que se acogen a ciertos cánones, y lógicas
'alternativas' o 'desviadas' (heterodoxas), que cuestionan ciertos principios y
manejan otros enfoques. Según los puntos de vista que se adopten hay diversas
clasificaciones de las lógicas ('extensionales' e 'intensionales', 'clásicas'
y 'no-clásicas', etc., etc.), que por razones de brevedad no tomaremos en
cuenta. Lo que seguramente es de interés a la hora de proponer una base lógica
en investigación educativa es tomar en cuenta que hay
correspondenciassmportantes entre sistemas lógicos y sistemas de objetos de
conocimiento y que si trabajamos sobre la base de esas correspondencias
proveeremos a nuestras investigaciones un soporte de validez y consistencia
realmente fecundo y potente. A continuación veremos rápidamente algunos
ejemplos de estas lógicas y de qué manera están conectadas con sistemas de
objetos o con construcciones particulares de razonamiento.
2.1.1. Lógicas bivalentes y
polivalentes
Tradicionalmente los sistemas lógicos se
fundamentaron sobre una concepción llamada 'BIVALENTE', es decir, sobre el principio semántico o hipótesis de
que a toda proposición sólo podía asignársele uno entre dos valores: verdadero
(valor 1) o falso (valor 0). En cierta manera puede decirse que
las lógicas bivalentes son herramientas para el tratamiento de problemas de
investigación cuya respuesta es alternativa ('sí' o 'no', 'es' o 'no es',
'sucede' o 'no sucede') o para objetos cuyo conocimiento está asociado a un
enfoque discreto (no continuo) de dos posibles resultados mutuamente excluyentes
y, especialmente, para objetos y fenómenos que son estudiados individualmente,
aisladamente, y no en cuanto integrantes de una clase o conjunto de objetos (véase
2.1.3.).
En todo caso,
los sistemas bivalentes se adaptan a aquellos modos de conocimiento en que al
investigador no le interesan los posibles valores intermedios entre 0 y 1. Hay
quienes han asociado las lógicas bivalentes al conocimiento que busca la
'certeza' y no la posibilidad o la probabilidad y que intenta llegar a proposiciones legaliformes de carácter
'dinámico' o 'determinista'. Sin embargo, la asociación no es adecuada, ya que
puede haber certeza o determinismo sobre un valor cualquiera mayor que 0 y
menor que 1 y, a la inversa, puede haber respuestas probabilísticas de carácter
alternativo (como las hipótesis estadísticas sobre diferencia significativa
entre medias poblacionales, del tipo m1-m2 = 0, a las cuales sólo se les puede asignar el valor 1 o el valor 0).
Pero pronto se hicieron cada vez más
abundantes los problemas de conocimiento e investigación que no podían ser
resueltos sólo con respuestas de dos valores, sino que exigían valores
intermedios entre 0 y 1[6].
Nacieron así las diversas lógicas 'POLIVALENTES':
trivalentes, tetravalentes y n-valentes finitas e infinitas, asociadas comúnmente
a los diversos sistemas de lógica 'modal', algunos de los cuales constituyen la
lógica 'probabilística', fundamento abstracto de los tratamientos estadísticos
y del conocimiento probabilístico en general. Sin embargo, no todas las
lógicas polivalentes tienen que ver con probabilidades sino, más bien, con
respuestas de opción múltiple.
2.1.2. Lógica Modal
Las lógicas tradicionales no habían
producido mecanismos suficientemente adecuados para el tratamiento de proposiciones
cuyo valor de verdad dependiera de las circunstancias de espacio, tiempo, etc.
Una proposición, por ejemplo, como "si un número es mayor que otro, ambos
son diferentes entre sí" tiene un mismo valor de verdad en todas partes,
en cualquier época, etc. y, por tanto, podía fácilmente ser manejada por las
lógicas tradicionales. Pero una proposición como "los alumnos que estudian
obtienen mejores calificaciones" tiene un valor de verdad que depende de
las circunstancias y diff_cilmente podía ser tratada por las lógicas clásicas.
Surgieron así los diferentes sistemas de la lógica 'MODAL' (algunos de los cuales son presentados en forma bivalente y otros
en forma polivalente), que toman en cuenta la 'modalidad' de los enunciados
según su carácter de 'necesidad', 'posibilidad' y 'contingencia'. Estos
sistemas se adaptan a aquellos objetos y fenómenos cuyo conocimiento depende de
una situación particular en el espacio, en el tiempo o en las relaciones con
los demás objetos y fenómenos de la clase a la cual pertenecen. En estrecha
conexión con la lógica modal, son especialmente importantes la lógica de
probabilidades, la lógica temporal y la lógica de la acción, que veremos en
seguida.
2.1.3. Lógica de probabilidades
Esta lógica provee herramientas para el
tratamiento de objetos o hechos que no son considerados individualmente sino en
cuanto elementos que forman parte de una clase determinada. Desde un punto de
vista, se trata de problemas de conocimiento en que no interesa el
comportamiento individual de un objeto, sino el comportamiento de una clase o
conjunto de objetos. Desde otro punto de vista, se trata de objetos cuya
cantidad es tan grande que no pueden ser investigados todos, sino una subclase
de ellos (así, los conceptos de 'clase' y 'subclase' de objetos son el
correlato abstracto de los conceptos técnicos de 'población' y 'muestra', respectivamente,
con las implicaciones formales del caso). Resulta evidente, entonces, que los
valores de verdad y falsedad son sustituidos en esta lógica por valores de probabilidad
en una escala continua entre 0 y 1.
Los diferentes sistemas de lógica
probabilística caen también en el área de la llamada lógica 'inductiva', que se orienta a determinar
las reglas racionales y los principios que fundamentan la asignación de valores
de probabilidad a las hipótesis generales de investigación.
2.1.4. Lógica Temporal
Los sistemas de lógica temporal
fundamentan las investigaciones en torno a objetos o fenómenos circunscritos a
condiciones temporales que afectan su comportamiento o nuestra posibilidad de conocerlos,
tales como los hechos históricos, las series de tiempo, las relaciones de
antes-después, etc. Muchos razonamientos se ven en la necesidad de incluir
elementos que pertenecen a ejes temporales ('siempre', 'en cierto momento',
'en el futuro', etc.) o cuyo conocimiento depende de relaciones de tiempo ('se
da p en un instante t anterior al instante t
con una duración i', etc.); los sistemas de lógica temporal ofrecen
mecanismos de cálculo formal que garantizan la validez de los razonamientos
con inclusión de esos elementos, así como diversos conceptos y categorías que
permiten ubicar, definir y relacionar las variables temporales que afectan el
conocimiento de un objeto.
2.1.5. Lógica de la Acción
Vinculada a la lógica temporal y, en
general, a los sistemas modales, la lógica de la acción constituye un tratamiento
formal de proposiciones cuyo referente pertenece a la esfera de los actos
humanos en relación con diversas
variedades de acción y abstención; estas variedades, obtenidas por
operaciones combinatorias, se basan en el concepto de 'cambio' entre estados
iniciales y finales (producir un cambio, interrumpirlo, mantenerlo, o
impedirlo, tanto a nivel de acción como a nivel de abstención). Existen también
otros enfoques, en esta misma lógica, que examinan la acción en relación con
sus condiciones de éxito y no-éxito. Otros sistemas, además, formalizan la
acción y el cambio en relación comn los clásicos conceptos de 'acto' y
'potenna'. operando con conceptos formales tales como 'sujetos' del cambio,
'propiedades' adscritas al cambio y 'estados' implícitos en el cambio (por
ejemplo: 'x cambia a y hacia la propiedad a en el intervalo t').
2.1.6. Lógica Difusa (Fuzzy Logic)
Es también un conjunto de sistemas
formales polivalentes; sólo que sus valores entre 0 y 1, en vez de asignar una
probabilidad, asignan una medida de aproximación o de alejamiento con respecto
a un límite o frontera difusa que divide de manera imprecisa dos conjuntos, dos
extremos o dos clases de objetos. Los límites, por ejemplo, entre una película
corta y otra larga, entre una persona locuaz y otra taciturna o entre el rojo
y el naranja de una degradación de colores, son casos de fenómenos difusos
(puede haber también series de conjuntos con límites difusos entre ellos, en
cuyo caso no se considera la imprecisión entre dos clases sino entre n clases
continuas de límites borrosos entre ellas). Pero no sólo son objeto de esta
lógica los conjuntos que de por sí comparten límites difuminados, sino también
aquellos cuyos contornos están mal definidos por el observador. La base
conceptual es este caso es el llamado 'principio de incompatibilidad', que
consiste en lo siguiente: a mayor complejidad y a mayor contenido humano en un
objeto de conocimiento (cosa, hecho o fenómeno empíricos), mayor dificultad
para que el observador construya proposiciones que sean relevantes y, al mismo tiempo, exactas.
Llegado a un cierto nivel de complejidad, las descripciones del objeto podrán
ser exactas, pero irrelevantes; o significativas, pero inexactas. Con el objeto
de superar esta incompatibilidad y de lograr razonamientos válidos sobre
objetos cuya pertenencia a uno o a otro conjunto no es del todo clara, la
lógica difusa elabora herramientas formales de carácter preciso y exacto en
estrecha conexión con la lógica de clases o teoría de conjunto (los objetos
formales de esta lógica son, precisamente, los 'conjuntos difusos').
Los casos citados hasta aquí no son sino
ejemplos (muy pobremente descritos) de algunos grupos de sistemas lógicos
recientes que podrían ser útiles en la investigación educativa. Existen muchos
otros que, por razones evidentes, no se describen pero que podrían ser
igualmente importantes, tales como la lógica axiológica o de valores, la lógica
epistémica, la lógica de decisión, la lógica deóntica, la lógica natural,
etc., etc. Tampoco se ha dicho nada sobre las lógicas generales, mencionadas
antes, que integran una base común a todas estas lógicas especiales ya
señaladas y que constituyen
instrumentos poderosos para hacer corresponder estructuras empíricas con
estructuras abstractas, con lo cual se
logra una mejor descripción de los hechos observables y se obtienen elementos
para efectuar operaciones formales que lleven a la explicación de esos mismos
hechos (sin olvidar, por supuesto, el apoyo y las conexiones con teorías científicas
particulares). Entre las principales lógicas generales o fundamentales, la
teoría de Clases resulta particularmente útil para colecciones de objetos; la
teoría de Relaciones se adapta a análisis de correspondencias entre elementos
pertenecientes a diferentes colecciones o a una misma clase; el cálculo de
enunciados es imprescindible para controlar las relaciones entre distintas
proposiciones (a la hora de hacer deducciones, por ejemplo, o grupos de
hipótesis encadenadas u ordenamientos de objetivos de investigación); el
cálculo de predicados o lógica cuantificacional está hecho para controlar la
validez de una proposición en su estructta interna (indispensable para formular
impecablemente un problema de investigación, una hipótesis, un objetivo, una
definición, etc.). Queda claro que todas esas clases de instrumentos y
conceptos formales se utilizan de manera combinada según las necesidades de
investigación, lográndose así un soporte metodológico inexpugnable e
implementándose un criterio de validez y coherencia que no requiere de apoyo de
autores ni de explicaciones circunstanciales, ya que todas aquellas teorías
están ya completamente demostradas por vía axiomática. Sólo se trata de que las
estructuras empíricas resulten 'isomórficas' con algún sistema lógico y de allí
en adelante ya es posible formalizar los datos y operar con ellos, eliminar las
ambigüedades y sistematizar el proceso de razonamiento. Como se verá más
adelante, esto se basa en el principio siguiente: si una estructura empírica
es isomórfica con una estructura formal (es decir, con un sistema lógico),
entonces todos los axiomas y derivaciones del sistema se producen también en la
estructura empírica y, como aquellos están ya demostrados, quedarán también
demostradas las mismas relaciones y funciones entre los objetos de la
experiencia. Este es, precisamente, uno de los principios básicos del
conocimiento científico y es ese el sentido en el que se dice que la lógica
garantiza la consistencia de la ciencia.
2.2. Categorias del Discurso de Investigación
Una de las permanentes fuentes de
divergencias en la investigación educativa consiste en la indefinición de ciertos
planos conceptuales del discurso, que podríamos llamar 'CATEGORIAS'. Una categoría del discurso es algo así como un marco
referencial de tipo epistemológico dentro del cual se mueve el razonamiento en
función de unos propósitos determinados. En ese marco tienen sentido unas
cosas y no otras, son válidas unas proposiciones y no otras. Es como definir
los alcances de los significados que se manejan y los límites de
permisibilidad y tolerancia del razonamiento. No es que se tengan que declarar
expresamente esos alcances y esos límites (aunque muchas veces conviene
hacerlo), pero al menos deben estar perfectamente claros para quien elabora el
discurso y deben quedar perfectamente claros también para sus destinatarios.
El problema de las categorías del
discurso tiene que ver con una base lógica, aún cuando no forma parte directamente
de los objetivos centrales de los sistemas lógicos que hemos visto sino, más
bien, de las teorías semióticas, lingüísticas y epistemológicas en una
frontera difusa interdisciplinaria. Lo importante es que, si definimos determinadas
categorías para nuestro razonamiento, definimos también ciertos ejes de
coherencia interna y ciertos límites con respecto a otros discuros, límites
dentro de los cuales establecemos nuestros propios alcances y más allá de los
cuales admitimos y diferenciamos otra clase de razonamientos que tienen
alcances distintos. Para definir adecuadamente las categorías de un discurso
deberíamos contar con un conjunto exhaustivo de grupos paradigmáticos (en sentido lógico, no en el sentido en que se
interpreta a Kuhn) de entre los cuales seleccionar las categorías que nos
resulten más convenientes. En lo que sigue no se pretende delimitar
exhaustivamente, ni mucho menos, ese conjunto sino ofrecer algunos ejemplos que
ilustren el mismo concepto de categoría de discurso y la importancia que tiene
en una investigación educativa, sobre todo para reorientar las discusiones típicas
sobre lo que es permisible o conveniente en una investigación[7].
2.2.1. Los 'grados del saber'
Desde Aristóteles hasta hoy se ha
insistido en una jerarquización del conocimiento de acuerdo a su grado de
sistematización y, en tal sentido, se han propuesto diversos niveles.
De los análisis de Bunge[8]
y García Bacca[9] podemos
obtener un grupo paradigmático de categorías fundamentadas en el criterio de
proximidad con respecto al discurso científico. Se trata, sin embargo, de una
adaptación (que, por cierto, puede ser aceptada o rechazada), ya que esos
autores proponen una descripción de los grados de sistematización del saber y no
directamente un grupo de
categorías. Pero puede tomarse en cuenta, en primer lugar, que es una descripción
amplia que incluye además un criterio de alcances o de utilidad del saber y, en
segundo lugar, que a cada grado de conocimiento puede asociarse un tipo
particular de discurso y de razonamiento. Por tanto, lo que ellos conciben
como grados del conocimiento puede ser utilizado por un investigador como grupo
paradigmático de categorías de discurso.
Podemos distringuir, en primer término,
el conocimiento científico, que es ante todo conocimiento (no acción ni actitud ni otra cosa) y además es teórico (no empírico) y contrastable (debe tener mecanismos que
permitan compararlo con un referente concreto y decidir acerca de su posible
inadecuación a dicho referente), organizado en modelos o conjuntos sistemáticos
de proposiciones susceptibles de ser formalizadas (traducidas a un lenguaje
artificial). Así, tendrá categoría de científico
todo discurso que entre y permanezca en ese contexto, ya sea para construir
modelos particulares derivados de un modelo general, ya sea para contrastar
alguna proposición del modelo, ya sea para ubicar una proposición nueva dentro
del modelo asignándole un valor dentro del mismo, etc., etc.
En segundo lugar, podemos distinguir el
conocimiento tecnológico, que se fundamenta en 'REGLAS' derivadas, a su vez, de leyes formuladas en el nivel
científico. Si entendemos una acción tecnológica como un 'cálculo' ('cálculo'
es todo procedimiento u operación que se basa en instrucciones, sean algoritmos
o heurismos: un juego de ajedrez o una cocina por recetas son, en sentido
amplio, un cálculo), entonces el conocimiento tecnológico tiene por objetivo la
delimitación, formulación y análisis de las reglas o instrucciones de ese
cálculo o acción, siempre a partir de los datos generados por el conocimiento
científico en torno a los objetos y fenómenos relacionados con esa acción.
Entonces, todo discurso que intente delimitar, formular o analizar sistemáticamente
reglas de cálculo o de operación derivadas de una teoría científica, tendrá una
categoría de discurso tecnológico.
Es fácil ver que, en gran medida, la educación podría concebirse como acción
tecnológica que requiere la formulación y análisis sistemáticos de reglas de
acción para objetivos particulares. Mientras tales reglas no se basen en
teorías científicas, no habrá un discurso tecnológico bien planteado, pero
parece evidente la gran cabida que tienen en esta categoría las investigaciones
educativas y la gran oportunidad de establecer sobre esa base un discurso coherente
y definido.
En tercer lugar, tenemos el conocimiento técnico, referido a las destrezas
rutinarias, que no constituye un hallazgo o invención, sino más bien una
descripción empírica de un suceso u objeto en repetición. Utiliza herramientas
propias de la exactitud científica (estadística, cálculos
matemáticos,
diagramas lógicos...), pero no se basa en teorías científicas sino en modos
efectivos de operatividad. El discurso técnico, que correspondería a este grado
de saber, es relativamente exacto en sus descripciones y logros (pudiendo,
incluso, formalizarse o, mejor, operacionalizarse), pero es también concreto
(no trasciende el plano empírico) y centrado sobre un objetivo muy particular
que poco tiene que ver con generalizaciones y abstracciones. En el área educativa
son discurso técnico los referidos a planificaciones, diseños instruccionales,
manuales... y, de manera específica, el tipo de investigaciones que busca medir o coleccionar información acerca
de cualquier relación entre variables, sin que éstas puedan ser asignadas a
correlatos teóricos o a conceptos científicos y sin que los resultados
obtenidos puedan alimentar algún modelo o sistema teórico en su trayecto de
retorno.
En los últimos grados tenemos el
conocimiento de 'artes y oficios' y
luego el conocimiento empírico cotidiano,
que son los más distanciados del conocimiento científico. El primero es el que
surge de la práctica de trabajo, completamente dependiente de la acción; el
segundo es lo que podría llamarse saber ordinario, asociado a los hechos
comunes de la vida personal y social. Aquí son válidas las especulaciones (ver
2.2.3.), las opiniones, los juicios de valor no sustentados y, en general, el
tipo de estructura de discurso catalogable como ensayo libre, alocuciones
políticas, conversación cotidiana, etc.
Cada una de las clases de discurso
mencionadas tiene de por sí perfecto sentido mientras se establezca previamente
la categoría que va a utilizarse. Las inconsistencias surgen cuando, por
ejemplo, se pretende hacer pasar por científico un discurso técnico y, en
general, cuando se traspasan las diferentes categorías en un mismo discurso.
2.2.2. Los niveles semióticos
Un segundo grupo paradigmático de
categorías de discurso nos la podría suministrar la 'metalógica' o teoría
Semiótica y se refiere a la estructura de relaciones entre el propio discurso
como complejo de signos, por una parte; quienes lo usan, por otra, y,
finalmente, los referentes o realidad empírica que están siendo representados
por el discurso o complejo de signos. Se distingue así un primer nivel, llamado
'SINTACTICO', en el que se prescinde
deliberadamente de los significados o contenidos del discurso y se toman en
cuenta sólo las construcciones de signos (cadenas de símbolos, operadores,
fórmulas, palabras, frases, etc., tanto si son de lenguaje natural como si son
de un lenguaje artificial), así como las reglas para su selección y combinación.
Este nivel sintáctico tiene que ver con el grado de formalización del discurso[10]
y con el tipo de sistema lógico o matemático utilizado (en general, una de las
características básicas de la ciencia y de las teorías es que sus proposiciones
son formalizables, es decir, que pueden
ser expresadas mediante un lenguaje artificial). En segundo lugar se distingue
un nivel 'SEMANTICO', en el que se
toman en cuenta las relaciones del discurso con sus referentes empíricos y se
plantean los aspectos relacionados con el significado o contenido. En tercer
lugar, está el nivel 'PRAGMATICO',
en el que se delimitan los aspectos referidos al 'aquí' y 'ahora' del mismo
razonamiento. El nivel pragmático define del papel del propio investigador y
de sus destinatarios -así como de las condiciones sociales y contextuales-
frente al mismo discurso de investigación.
Por otra parte, si tomamos el
conocimiento científico en general como una gran estructura de signos o como un
gran discurso (en términos abstractos), podemos también tomar esas mismas
categorías que acabamos de ver para caracterizar las diversas clases de
construcciones de razonamiento. Será posible, entonces, hablar de discursos 'sintácticamente orientados' (cuyo punto
de vista son las relaciones formales abstractas con independencia de los
contenidos o de las relaciones con los referentes empíricos), los discursos 'semánticamente orientados' (cuyo punto
de vista son los aspectos sustantivos y las relaciones de contenido) y de
discursos 'pragmáticamente orientados'
(cuyo punto de vista son las relaciones sociales, culturales y contextuales de
un fenómeno, como es el caso de las investigaciones 'comprometidas'). Conviene
observar que ninguno de estos tres tipos de discurso es excluyente. Son, más
bien, complementarios, en el sentido de que la reunión de ellos conforma una
visión global e integrada de la ciencia. Lo que sí resulta necesario es
definir previamente (aunque no se declare) cuál es la categoría semiótica en
que se va a mover la construcción de razonamientos. Igual que en 2.2.1., las
incoherencias surgen cuando se traspasan estas tres categorías.
2.2.3. Los niveles de
abstracción
Algunas de las dificultades y divergencias
en la investigación educativa provienen de las diversas acepciones que recibe
la palabra 'teoría' en los medios de la educación. En muchas situaciones se
concibe la teoría como cualquier abstracción o generalización y en otras, en el
extremo opuesto, se entiende por teoría sólo un aparato sintáctico-semántico
riguroso como el de las ciencias lógicas y matemáticas y el de casi todas las
ciencias naturales. De manera análoga a los grados del saber (científico,
tecnológico, etc.), tal vez la solución dependa de considerar diversos grados
en la naturaleza abstracta que pueda tener una proposición o conjunto de
proposiciones, partiendo siempre de la condición indispensable de que las
proposiciones en cuestión sean definitivamente 'no-empíricas' (es decir, que
sean producto inmediato de una operación de la razón y no de una operación de
los sentidos sobre la experiencia real). Según esto, una teoría axiomatizada,
por ejemplo, y un razonamiento especulativo serían ambos los dos extremos del
proceso de abstracción racional. El primer extremo es ciencia; el segundo,
evidentemente, no lo es, aunque podría eventualmente progresar hacia el otro
extremo mediante una serie de transformaciones radicales (alquimia y química,
por ejemplo). Nuevamente, nos encontramos así ante la necesidad de definir una
categoría de discurso que establezca sobre qué grado de abstracción se va a
mover nuestro razonamiento, si es o no un grado de teoría y en qué medida lo es[11].
Para fijar estas categorías pueden servirnos los diferentes grados de abstracción
teórica que proponen -cada cual a su manera- algunos filósofos de la ciencia.
Una propuesta sencilla[12]
consiste en considerar las 'TEORIAS
PROFUNDAS' en el nivel más alto y las 'TEORIAS
MENOS PROFUNDAS' en un nivel inferior; en el último nivel se debería
considerar la 'ESPECULACION' o
abstracción no teórica.
Las teorías profundas se caracterizan por
un alto grado de elaboración. Tienen menos alcance horizontal (menos generalidad
y menos ambigüedad), pero mayor alcance vertical (penetración explicativa). Son
altamente contrastables y formalizables, por todo lo cual constituyen el ideal
de la ciencia. Es el caso típico de las teorías en el seno de la física, la
matemática y la lógica, pero aún la mayoría de las ciencias sociales se hallan
encaminadas cada vez más hacia ese tipo de abstracción y en muchas de esas
áreas se han producido teorías parciales que en nada tienen que envidiar a las
teorías de las ciencias formales y naturales. Desafortunadamente, el caso de la
Educación parece estar todavía muy lejos de este ideal y sus mayores alcances
teóricos parecen estar situados más bien en un segundo nivel.
Las teorías menos profundas o poco
profundas se caracterizan por constituir un paso previo a las teorías profundas
y una etapa de abstracción preliminar en la que se tiene un mayor alcance
horizontal, pero escasa penetración.Son más descriptivas que explicativas y
predictivas, poco contrastables y poco formalizables. Lo que se busca con las
teorías menos profundas (que, por lo demás, son un paso casi siempre necesario
para poder llegar después a una abstracción elevada) es cubrir la mayor parte
posible de los datos empíricos y los límites más amplios de la red de
relaciones que vinculan a esos datos. A este nivel se trabaja ya con ciertos
instrumentos y procedimientos lógicos y matemáticos, tales como modelos,
cálculos algebraicos y estadísticos integrados, hipótesis y derivaciones de
teorías profundas, etc.
La Especulación o pensamiento
especulativo es un tipo de abstracción que se distingue esencialmente por no
estar encaminada hacia una teoría científica y por carecer de contrastabilidad
y posibilidad de formalización. Es típicamente un razonamiento con carga
verbal (muchas veces retórico), estrictamente dependiente del sujeto que
razona y de sus particularidades contextuales (conciencia subjetiva). Es
asistemático, en el sentido de que no se vincula a la ciencia por
procedimientos formales, sino que es más bien función de los sistemas de
creencias y de valores socioculturales de carácter 'ideológico' (en el sentido
de Marx). Una inmensa porción de las abstracciones que suelen llamarse
injustificadamente 'teorías educativas' pertenecen a este nivel y prácticamente
todos los razonamientos incluidos en los lineamientos generales de la
planificación educativa oficial y, en general, de las políticas educativas
nacionales son discurso especulativo.
Vimos hasta aquí tres grupos
paradigmáticos de categorías de discurso, a manera de ejemplos de lo que
significa delimitar los alcances o los límites de permisibilidad del sistema de
razonamientos. La ventaja fundamental de utilizar categorías como esas es que
de antemano sabemos cuál es el nivel de exigencia científica que podemos esperar
es una investigación, de tal manera que, mientras el razonamiento no se deslice
de una a otra categoría en un mismo grupo paradigmático, quedaría fuera de
discusión el asunto de si se justifica o no un cierto planteamiento, ya que
todas las justificaciones estarían marcadas por la categoría seleccionada.
Sólo quedaría en pie el problema de si las instituciones de educación superior
seguirán aceptando investigaciones técnicas y especulativas o si, en cambio,
elevarán sus exigencias hacia categorías más altas en beneficio de las posibilidades
de una futura 'Ciencia' de la Educación.
En la sección 2.1. se vieron ciertas
correspondencias entre estructuras empíricas y sistemas lógicos, como aspecto
esencial para la consolidación de una base lógica. En esa exposición se sugirió
repetidas veces la idea de que tales correspondencias podrían servir para
efectuar un 'salto' epistemológico entre planos empíricos y planos abstractos,
salto necesario para soportar la validez del razonamiento y para abrir las
puertas a las elaboraciones teóricas (científicas) en la investigación
educativa. La idea -que hasta ahora ha
quedado vagamente sugerida entre las breves descripciones de los sistemas
lógicos- será retomada de nuevo en la parte que sigue. Su contenido elemental
es el siguiente: existe una manera segura de abordar un determinado sistema
de objetos de investigación o un determinado campo empírico problemático; es
posible describirlo y explicarlo científicamente mediante el análisis
sistemático de sus elementos y relaciones; es posible convertir tales elementos
y relaciones en símbolos de un lenguaje artificial y efectuar operaciones
formales con ellos, con lo cual el campo empírico o sistema de objetos quedará
convertido en una representación abstracta isomórfica con algún sistema lógico
y, por tanto, fácilmente cognoscible desde la perspectiva de alguna teoría
científica.
3. ESTRUCTURAS, SISTEMAS Y MODELOS
Lo que se expone en este punto es una de
las posibles vias de tratamiento lógico de algunos problemas de investigación.
Esta via podría ser aplicada eficientemente al campo educativo como una de las
maneras de sentar una base lógica amplia. Ella depende de tres conceptos
lógicos interrelacionados, que veremos a continuación: estructuras, sistemas y
modelos.
En términos lógicos, una estructura
es una serie de elementos ordenados, que tiene la forma siguiente:
< A, f, g... >
donde A, el primer elemento, es una clase de
objetos reales o imaginarios, mientras que f
y g y cualquier otro elemento a la
derecha representan funciones proposicionales, es decir, tipos de relaciones
que se producen entre los objetos de la clase A y que, por lo tanto, definen subclases de esos mismos objetos.
Por ejemplo: la subclase de elementos que cumplen la relación f, la subclase de elementos que cumplen
la relación g, la subclase de
elementos que cumplen f pero no g, etc.
Un ejemplo sencillo de estructura es el
grupo familiar básico (progenitores e hijos), donde A es la clase de miembros de la familia y f es la relación 'ser progenitor de'. Esta relación f divide a la clase A en dos subclases: la de los miembros
que están a la izquierda de la relación y la de aquellos que siempre aparecen a
la derecha. Por ejemplo: 'f(Pedro, Juan)',
'f(María, Juan)', f(Pedro, José)', 'f(María, José)'. Si sustituimos los nombre propios por variables
individuales, tendríamos una sola fórmula general: f(x,y), que indica que el elemento x es progenitor del elemento y,
cualesquiera que sean estos elementos. Esto nos permite hablar de la subclase
de los x y de la subclase de los y. Además, nos permite saber cómo se
vinculan esas dos subclases. En este caso, la relación f es diádica, porque
vincula a los elementos de dos en dos. La estructura, pues, tendría el esquema
siguiente:
< A, f >
Pero puede haber también relaciones monádicas (satisfechas por un solo
elemento: 'ser rico', por ejemplo). triádicas
(se vinculan tres elementos: 'x e y son progenitores de z') y relaciones n-ádicas (n mayor que 0). Esto nos permite ampliar la estructura
anterior, añadiéndole una relación monádica g equivalente a 'ser
varón', con lo cual tendríamos ya cuatro subclases en la estructura: los x, los y, los que cumplen g y los que no cumplen g . Esta nueva estructura ampliada tendría ahora la siguiente
forma:
< A,
f , g >
Otro ejemplo sencillo de
estructura lógica es el aula de clases, con alumnos y profesores, definida por
una clase de objetos B, que son todas
las personas del aula de clases, una función diádica f = 'enseñar a" y otra
función diádica g = 'ser compañero de'. La estructura sería la
siguiente:
< B, f , g >
Esta fórmula
nos permite examinar la estructura en términos de una doble interactuación: la
que se da entre la subclase 'alumnos' y la subclase unitaria 'profesor'
(relación entre dos subclases distintas) y la que da se da entre los miembros
de la subclase 'alumnos' (relación interna a esa subclase). Estas dos
interactuaciones pueden simbolizarse así: f
(x, y), g (y, y). En seguida
notamos que f es diferente a g, ya que en esta última los dos
miembros pueden intercambiarse en la fórmula ('Pedro es compañero de Juan' =
'Juan es compañero de Pedro'), pero no sucede lo mismo en la función f ('Manuel enseña a José' = 'José
enseña a Manuel'). Esto nos lleva a considerar las diversas propiedades de las
relaciones: hay relaciones simétricas y no simétricas, transitivas y no
transitivas, reflexivas y no reflexivas, etc. Hay además relaciones 'uno-a-uno',
'uno-a-varios' y 'varios-a-uno', etc. Todo esto nos da una idea de la cantidad
de cálculos que es posible realizar sobre una estructura y de la cantidad de
análisis que con este instrumento pueden efectuarse sobre un sistema de
objetos. Salta a la vista el alcance del tratamiento estructural para dar
cuenta de hechos empíricos a través de símbolos y de operaciones formales
entre símbolos. De ello se derivan dos ventajas principales: en primer lugar,
se obtiene un soporte riguroso para las descripciones y explicaciones (basta
demostrar que los objetos empíricos se someten a las funciones proposicionales
indicadas en las estructura, cosa que puede hacerse verificando si los
cálculos entre los datos empíricos responden a los mismos cálculos formales de
la estructura); en segundo lugar, dado que las posibilidades de formalización
son muchísimas, aumenta la exactitud del razonamiento y pronto quedan al
descubierto tanto los errores de apreciación de análisis empíricos como los
engaños del lenguaje natural y las conexiones empíricas ocultas, aquellas que
resultan difíciles de captar mediante un enfoque normal.
Mientras las estructuras son siempre referencias
empíricas (los símbolos representan objetos y relaciones entre objetos
previamente determinados), los sistemas
en cambio son expresiones simbólicas puras, relacionadas unas con otras, pero
totalmente vacías de contenido empírico: los sistemas no especifican a qué
objetos de la realidad están representando ni se interesan en establecer
correspondencia alguna con la realidad. Su única realidad es de tipo sintáctico
(ver 2.2.2.). Son constructos lingüísticos de un lenguaje artificial cuyos
elementos más importantes son las constantes individuales como a, b...,
las variables como x, y ..., los funtores o símbolos de
funciones proposicionales como F, G..., los operadores como Ù, Ú, ®..., los cuantificadores
como $, ", y los signos de agrupación
como paréntesis y puntos. Con la ayuda de las reglas de formación, se construyen expresiones o fórmulas del
sistema. De éstas, hay unas que tienen una característica muy especial: son las
expresiones básicas, que aparecen en el sistema sin necesidad de justificarlas
ni de definirlas y que sirven para derivar todas las demás fórmulas. Estas
expresiones básicas son los axiomas
(equivalentes a los postulados), mientras que las expresiones derivadas de
ellos son los teoremas. El proceso
mediante el cual se deriva un teorema de los axiomas se llama demostración, prueba o, simplemente, derivación.
Cuando el sistema es consistente (de
lo contrario hay que desecharlo), nunca se pueden derivar dos teoremas
contradictorios entre sí.
Los sistemas son las construcciones
ideales del método hipotético-deductivo y, dentro de este enfoque, son una de
las maneras más seguras de razonar objetiva y sistemáticamente. Uno de los
sistemas más famosos, por razones históricas, es el de la geometría de
Euclides. Hoy en día hay muchísimos sistemas en matemática, lógica, física,
biología, lingüística y economía, aunque todos ellos se construyen sobre un
fondo lógico común que, por lo general, es el cálculo de predicados o lógica
cuantificacional. Algunos sistemas que suelen tener bastante aplicación en
ciencias sociales son el álgebra de Boole, la teoría de conjuntos, la teoría de
grupos y, en general, las teorías de estructuras algebraicas (anillos,
cuerpos...). A continuación veremos dos ejemplos muy sencillos de sistemas, con
el objeto de ilustrar mejor la idea.
Un ejemplo muy sencillo es el de los
lenguajes artificiales para computación, llamados sistemas combinatorios,
utilizados para dar cuenta de todas las posibles frases que pertenecen al
lenguaje en cuestión (entendido como conjunto cuyos elementos pueden ser
nombrados o 'enumerados' mediante funciones recursivas). Uno de estos sistemas
podría ser el siguiente, donde Vt es
el vocabulario terminal (símbolos que aparecen en los teoremas o derivaciones
finales y que equivalen a las frases del lenguaje estudiado), Va es el vocabulario auxiliar
(símbolos que aparecen dentro del proceso de derivación, pero que no aparecen
en las expresiones finales) y R son
las reglas de formación (o derivación); cada una de estas dos reglas (R1 y R2) está compuesta de dos elementos, separados por una flecha, lo
cual indica que el elemento situado a la izquierda de la flecha puede ser
reemplazado por el elemento situado a la derecha, cada vez que aparezca en una
expresión, tanto si aparece solo como si aparece acompañado de otros símbolos
(en cuyo caso los demás símbolos quedan intactos y sólo se sustituye el
elemento en cuestión):
VT: a, b
Va:
S
Axioma: S
R1: S ® abS
R2: S ® ab
Tomando el axioma como punto de partida
obligatorio, se puede aplicar la regla 1 para obtener la expresión abS. Si a esta expresión aplicamos
nuevamente la misma regla, obtendremos ababS.
Si, seguidamente, aplicamos por tercera vez la regla 1, obtendremos abababS. Esta última expresión no es
todavía el final de la derivación, ya que hay todavía un símbolo que no es del
vocabulario auxiliar y, por tanto, no puede aparecer en las cadenas finales. Si
seguimos aplicando la regla 1, volverá a aparecer S y obtendremos una cadena más larga. Si, en cambio, aplicamos la
regla 2, desaparece el símbolo auxiliar y habrá terminado la derivación con el
siguiente teorema: abababab. A pesar
de lo sencillo de este ejemplo y a pesar de lo trivial que pueda parecer
(obsérvese que Vt y Va podrían ampliarse con cualquier
cantidad de elementos y podrían añadirse más reglas, con lo cual ya no sería
tan sencillo), este tipo de sistemas que se acaba de ver ha permitido
importantes avances teóricos en diversas disciplinas y es capaz de explicar
diversos fenómenos reales, como veremos más adelante.
Otro ejemplo sencillo de sistema es el de
los 'grupos', que ha tenido bastante
aplicación en el desarrollo reciente de la ciencia y que puede exponerse de la
siguiente manera:
Términos
primitivos
A: x, y,
z... (un conjunto cualquiera de elementos)
* (operación entre cada dos elementos del
conjunto A)
e / e e
A
(elemento particular que pertenece a A)
Axiomas
A1: "x,y,z (x*y)* z = x* (y *z),
es decir, la operación permite asociar los elementos del conjunto A de cualquier manera, sin que se
altere el resultado.
A2: "x (e * x = x),
es decir, todo elemento operado con el elemento e permanece inalterado; e
es un elemento neutro.
A3: "x,x' (x * x' =
x' * x = e), es decir, todo elemento de A
tiene un inverso y el resultado de la operación entre un elemento cualquiera y
su inverso respectivo es igual a e
(el elemento neutro).
Lo que se plantea en el ejemplo anterior
es la existencia de determinados conjuntos de objetos que se caracterizan por
lo siguiente: es posible establecer sobre ellos una relación u operación
cualquiera que los vincula de dos en dos; con respecto a esa operación, habrá
siempre uno de ellos que no altera el resultado de la operación y que, por eso
mismo, se omporta como neutro; además, por cada uno de esos objetos existe
otro, tal que cuando se relacionan ambos mediante la operación indicada, el
resultado que se produce es igual, precisamente, al mismo elemento neutro,
aquel que no influye para que el resultado de la operación sea distinto al de
los objetos que intervienen. En términos ambiguos, puede decirse que la acción
entre objetos opuestos anula el efecto de dicha acción. Dicho de esta manera,
se tiende un poco a dejar de pensar en signos formales (lógicos o matemáticos)
y a imaginarse más bien diversas estructuras (que bien podrían ser realidades
cotidianas) que podrían estar representadas en aquellos axiomas. Nos acercamos
entonces a la posibilidad de 'interpretar' ese sistema, de darle una
correspondencia semántica encontrando significados o contenidos a los símbolos
y de asociar algunas estructuras (como las que vimos en 3.1.) con la colección
de símbolos del sistema. Esta posibilidad o este acercamiento nos lleva
directamente a la idea de 'MODELOS'
o 'INTERPRETACIONES' de un sistema,
idea que veremos en el punto siguiente. Por ahora, digamos que un 'MODELO' es, en sentido lógico[13],
una 'estructura' cuyos elementos y
funciones proposicionales corresponden respectivamente a los símbolos
individuales y a los símbolos funcionales de un mismo sistema.
Se había hablado antes de sistemas
lógicos y sistemas de objetos. Se
habían mencionado también varias
clases de sistemas lógicos (lógica del
tiempo, de probabilidades, etc.) y se había sugerido que los sistemas de
objetos pueden describirse en términos de estructuras lógicas, de tal manera
que una estructura representa un sistema de objetos (de los cuales vimos
algunos ejemplos referidos a la estructura familiar básica y a la de un aula de
clases). Los sistemas lógicos, por el contrario, no son sistemas de objetos,
sino sistemas de símbolos, de elementos puramente lingüísticos. A pesar de esta
diferencia, cuando se habla de los axiomas del sistema de grupos y cuando se
intenta exponerlos en lenguaje accesible, no podemos dejar de imaginarnos
ciertos sistemas de objetos y, aunque sea de manera muy vaga, podríamos pensar
por ejemplo en algunas formas de la estructura familiar o de la estructura del
aula de clases: podríamos imaginarnos una función proposicional cualquiera que
tuviera en las estructuras el mismo papel que tiene en el sistema de grupos el
símbolo de operación (*) e imaginarnos además algunos aobjetos que pudieran
equivaler a los símbolos individuales (x, y, z, e), de manera que nuestra
estructura empírica ccumpla efectivamente con todos o casi todos los axiomas
del sistema lógico. De igual manera, cuando observamos el proceso de derivación
de teoremas en el sistema combinatorio de ciertos lenguajes que pusimos como
ejemplo sencillo, podemos también imaginarnos ciertos casos reales que
funcionan más o menos de la misma manera, tal vez ampliando la cantidad de
reglas en el sistema o aumentando la cantidad de términos en el vocabulario: el
lenguaje cinematográfico es un ejemplo, tomando en cuenta que los planos
fílmicos se encadenan uno después de otro en una secuencia de montaje mediante
la operación de concatenación. Otro ejemplo es el famoso cuento humorístico del
folklore venezolano, de los viejos que
compraron un queso[14].
Cada vez que encontramos una estructura
cualquiera cuyos elementos se corresponden con las variables y constantes individuales
de un sistema y cuyas funciones proposicionales se corresponden con los
símbolos funcionales (operaciones o funtores) del mismo sistema, se dice que
esa estructura es una INTERPRETACION
o un MODELO apropiado del sistema en
cuestión o, viceversa, que éste es un sistema apropiado de la estructura, ya
que existe un ISOMORFISMO o ISOMORFIA (un tipo de función
matemática) entre ambos.
Pero obsérvese también que los sistemas
lógicos fueron elaborados para teorizar sobre problemas bien específicos. El
sistema de grupos, por ejemplo, fue elaborado para dar cuenta de algunas
operaciones (suma y multiplicación) sobre conjuntos numéricos y el sistema de
reescritura que vimos fue elaborado para teorizar sobre ciertas características
de los lenguajes naturales y artificiales. A pesar de eso, sucede que por cada
sistema lógico se encuentran constantemente en la ciencia cantidades de
estructuras empíricas que se regulan por sus axiomas y que resultan isomórficas[15]
(para el materialismo dialéctico, por cierto, ésta es una señal de la unidad
del universo en torno a la materia). Cuando una o más estructuras son todas
interpretaciones de un mismo sistema, se dice que son isomórficas entre sí y
que tienen una cobertura común, hasta el punto de que las clases de estructuras
en el universo se conciben como clases de modelos de un sistema, es decir, el
criterio para delimitar clases de estructuras se fundamenta en el sistema del
cual sean ellas sus modelos.
Este criterio para delimitar clases de estructuras es, justamente, un principio básico de la
sistematización del conocimiento científico y algo que nos debe llamar la atención
como investigadores en educación: investigar científicamente es, de alguna
manera, relacionar nuestro objeto de conocimiento con clases de estructuras
isomórficas en función de sistemas lógico-matemáticos. Se hace evidente, en
tonces, que la búsqueda científica y la sistematización de la ciencia tiene
nucho más que ver con las clases de estructuras y de sistemas lógicos que con
las diversas disciplinas y especialidades académicas a las que estamos tan
terriblemente acostumbrados (por eso, seguramente, el reciente auge del
concepto de interdisciplinaridad). Si todo esto es cierto, no hay
justificación alguna para que la investigación educativa continúe tan
divorciada de las ciencias formales y naturales y, en general, de las ciencias
más avanzadas (aquellas que han logrado determinar las más productivas
relaciones entre modelos y sistemas) ni debería aceptarse que los
administradores de la investigación educativa continúen desdeñando los
trabajos de adecuada orientación
teórica y prefiriendo aquellos otros que se orientan sólo a medir relaciones empíricas
entre variables que no tienen ubicación en ninguna de las construcciones
teóricas y que, por tanto, ya no son variables (en sentido científico, en la
medida en que carezcan de correspondencias con conceptos sistematizados en una
verdadera teoría, sin pensar, por otra parte, en la frecuente falta de control
sobre la validez en la aplicación de los instrumentos de obtención de datos).
Lo que se plantea no es la injustificación de este tipo de búsquedas, ya que
ellas podrían tener un buen fundamento dentro de una categoría técnica del
conocimiento; más bien, la injustificación está en promover sólo esta clase de
trabajos y, al mismo tiempo, ignorar las opciones científicas e impedirlas.
Parece razonable pensar que los
necesarios replanteamientos y revisiones alrededor de la investigación educativa
puedan ser efectivos si se soportan sobre el concepto de una base lógica y si,
desde allí, se producen ciertas ideas elementales capaces de guiar las
reflexiones y discusiones. Un primer paso debería ser el tratar de definir
cuáles son los límites, las funciones y los componentes de esa base lógica. De
momento, en esta exposición sólo se intentó llamar la atención sobre el
particular.
Para el Punto
1:
-Morin Lucien (1975): Los Charlatanes de la Nueva Pedagogía,
Herder: Barcelona.
Para el Punto
2.1.:
-Arnaz José A.
(1985): Iniciación a la Lógica Simbólica.
México: Trillas.
-Bechenski J.M.
(1976): Compendio de Lógica Matemática.
Madrid: Paraninfo
-Bueno Eramis
(1976): Lógica Polivalente. La
Habana: Instituto Cubano del Libro.
-Dalla Chiara
María L. (1976): Lógica. Barcelona:
Labor.
-Gardies Jean
(1979): Lógica del Tiempo. Madrid:
Paraninfo.
-Gardner Martín
(1985) Máquinas y Diagramas Lógicos.
Madrid: Alianza.
-Gianella de
Salama A. (1982): Lógica Simbólica y Elementos
de Metodología de la Ciencia. Buenos Aires: Ateneo
-Hughes G.
& Cresswell M. (1973): Introducción a
la Lógica Modal. Buenos Aires: Tecnos.
-Nidditch P.M.
(1983): El Desarrollo de la Lógica Matemática.
Madrid: Cátedra.
Para el Punto
2.2.:
-Braithwaite
R.B. (1967): La Explicación Científica.
Madrid: Tecnos.
-Bunge M.
(1969) La Investigación Científica.
Barcelona: Ariel.
-García Bacca
J.D. (1977): Teoría y Metateoría de la
Ciencia. Caracas: Ediciones de la Biblioteca, UCV, (Vol.I).
-Nagel E.
(1970): La Estructura de la Ciencia.
Buenos Aires: Paidos.
-Popper K.
(1966): La Lógica de la Investigación
Científica. Madrid: Tecnos.
Para el Punto
3:
-Academia de
Ciencias de Cuba/URSS (1975): Metodología
del Conocimiento Científico. La Habana: Ed. Ciencias Sociales.
-García Bacca
J.D. (1977): Teoría y Metateoría de la
Ciencia. (Vol. II). Caracas: UCV
-Navarro Joaquín (1975): La Nueva Matemática. Barcelona: Salvat.
-Serrano S.
(1977): Lógica, Lingüística y Matemática.
Barcelona: Anagrama.
-Stahl Gerold
(1977): Estructura y Conocimiento Científico.
Buenos Aires: Paidos.
[1]A lo largo de esta exposición se utilizará el término 'LOGICO' o 'LOGICA' exclusivamente con el significado de 'lógica formal' o 'lógica matemática'.
[2]Por DISCURSO se entiende aquí cualquier proceso generador de un texto (gráfico, sonoro, audiovisual...) en cuanto producto de un evento social determinado por unas intenciones y por una interacción de personas que se comunican, todo dentro de un cuadro de relaciones sistemáticas.
[3]Sería importante, sin embargo, reflexionar sobre lo que se entiende en esos textos por "limitaciones", por ejemplo, o por "teoría" y "teórico", por "instrumentos", por "objetivos" de investigación o por "tipos de investigación", etc., todo a la luz de ciertos conceptos y herramientas provenientes de una base lógica amplia.
[4]Es diferente al caso de las proposiciones y juicios teóricos y al de los supuestos de investigación, los cuales tienen un valor diferente. La alusión es con respecto a los clásicos argumentos "ex auctoritate", cuya falacia e invalidez ha sido demostrada desde la antigüedad, y, más en general, con respecto a una cierta tendencia que no reconoce los mecanismos de consistencia y validez interna de que puede disponer un discurso científico y que prefiere los soportes de autores antes que tales mecanismos de base lógica.
[5]Al menos en un plano científico esa es la función básica de la lógica. En otros planos se habla de otras funciones. Así, por ejemplo, dice un autor: "La lógica formal es algo más que una tecnología: es la moral del pensamiento y del discurso. Enseña el ejercicio de la honestidad total (...). Supone un escudo contra la verborrea, el sinsentido, la falta de responsabilidad en la afirmación de enunciados, contra el irracionalismo. De esta forma, la lógica puede constituirse en un poderoso factor de la formación del carácter humano" (Bochenski, J.: Compendio de Lógica Matemática, Paraninfo, Madrid, 1976, p.8).
[6]Hay un ejemplo que ya es clásico, para ilustrar este problema: el enunciado "está lloviendo" se somete a un análisis bivalente de 0 a 1, pero el enunciado "mañana lloverá" exige un análisis trivalente, por lo menos (verdadero, falso e incierto).
[7]Las discusiones, por ejemplo, entre investigadores 'cualitativistas' y 'cuantitativistas', 'naturalistas', 'empiristas' y 'racionalistas' o sobre la validez de investigaciones 'participativas', de 'acción' y 'comprometidas' pueden resolverse (o, al menos, plantearse más racionalmente) sobre la base de unas cuantas categorías de discurso. Mientras tanto, continuarán siendo discusiones estériles en la medida en que, en general, no se soporten sobre una base lógica amplia.
[8]La Investigación Científica, Ariel, Barcelona, 1969
[9]Teoría y Metateoría de la Ciencia, Ediciones de la Biblioteca, UCV, Caracas, 1977 (2 vols.)
[10]Se entiende por formalización la conversión de una expresión del lenguaje natural a otra expresión de un lenguaje artificial, con el propósito de sustituir las operaciones de razonamiento sobre un objeto por operaciones entre símbolos, bajo ciertas reglas de selección y combinación. Los lenguajes artificiales lógicos y matemáticos constan esencialmente de un vocabulario, unos signos de encadenamiento y agrupación y unas reglas de formación que permiten construir cadenas de símbolos (fórmulas) y decidir rápidamente cuáles de ellas pertenecen al lenguaje ('fórmulas bien formadas') y cuáles no. Sin embargo, los lenguajes de este tipo dependen estrechamente del sistema lógico o matemático utilizado, ya que éstos mismos, de por sí, constituyen un sistema de lenguaje y al seleccionarlo y al construir fórmulas particulares, éstas deben forzosamente pertenecer al sistema escogido.
[11]Nótese que la escala no es entre los extremos 'teórico' vs 'empírico' sino entre los extremos de abstracción 'sistemática-objetiva' vs 'asistemática-subjetiva'.
[12]Referida por Yuren Ma.T. (1984): Leyes, Teorías y Modelos. Trillas, México, p. 43.
[13]El concepto de 'modelo', tal como se usa aquí, así como sus funciones, características, relaciones, etc., constituye la llamada Teoría de Modelos, en el seno de la Semántica Lógica y la Metamatemática.
[14]Es un caso típico de conjunto recursivamente enumerable: "Vino un ratón y se comió el queso que compraron la vieja y el viejo. Vino un gato y se comió al ratón que se comió el queso que compraron la vieja y el viejo. Vino un perro y mordió al gato que se comió al ratón que se comió el queso que compraron la vieja y el viejo..." Y así, sucesivamente, hasta la frase final que refleja, precisamente, el carácter de las reglas del sistema lógico: "El caimán se acostó y el cuento se acabó, aunque podría seguir si usted quiere".
[15]Para demostrar que una estructura cualquiera es modelo de un sistema determinado, basta con probar que las funciones que rigen en la estructura rigen también en el sistema: si los axiomas se dan en la estructura, se darán también en ésta los mismos teoremas del sistema. Las estructuras empíricas son relevantes para la ciencia en la medida en que sean modelos de un sistema (ya existente o construido por el científico, de manera que hacer ciencia es relacionar modelos con sistemas).