José Padrón Guillén, venezolano.
Graduado en Filosofía, postgraduado en Lógica y en Lingüística. Doctor en Planificación Educativa.
Tutor de 62 tesis doctorales. Se desempeñó como Director de Educación de Adultos para el Estado Anzoátegui, como Profesor de Educación Media en diversas instituciones, como Especialista en Medios en la Universidad Nacional Abierta, Docente-Investigador de los Programas Doctorales de la Universidad Simón Rodríguez y de otras universidades.
En la actualidad, es Profesor Titular invitado del Doctorado en Ciencias Humanas de La Universidad del Zulia y participa regularmente como invitado en distintas actividades de postgrado de varias universidades venezolanas y latinoamericanas.
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LIBROS PUBLICADOS (no disponibles en esta Web):
- Análisis del Discurso e Investigación Social
- Tres Críticas a las Doctrinas del Paradigma Emergente
- Investigación y Docencia (coautoría con M. Chacín)
- Referencias Básicas en la producción de una Tesis Doctoral (coautoría con A. Hernández)
- Epistemología: Tutorial Paso-a-Paso
- Diseño y Evaluación de Teorías
- Encuentro entre Líneas (coautoría con varios autores)
- Obstáculos para una Investigación Social Orientada al Desarrollo
- Epistemología Evolucionista: una Visión Integral
- Epistemología en DVD
- Alfabetización Integral: la UNA como Escenario (Serie Breviarios de Alfabetización UNA)
- La Cara Axiológica de la Epistemología (coautoría con A. Aguilar)
- Teoría de la Investigación
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Artículos, documentos académicos, conferencias y ensayos disponibles en:
http://padron.entretemas.com.ve  (aquí mismo)
https://luzedu.academia.edu/JOSEPADRON
https://www.researchgate.net/profile/Jose_Padron-Guillen
 
La perspectiva desde la cual se ubica esta Web es, en primer lugar, personal (no institucional), atendiendo a la obligación que tiene todo académico de mostrar su propia cara con cierta independencia de las instituciones de las cuales forma parte. La cara institucional no es sólo indispensable en la interacción global de una sociedad, sino que además suele ser lo más común entre las manifestaciones culturales globales. Pero la cara individual no deja de tener importancia, en el sentido de que son los individuos los que constituyen las instituciones: la actuación institucional depende de cada uno de ellos y siempre habrá aspectos relevantes que marcan la interrelación individuo-institución. Me refiero al aporte específico que un académico puede representar en sí mismo.
Lo contrario es el anonimato académico, cuando el sujeto es totalmente absorbido por la institución y cuando pierde su propia identidad personal en pro de una figura exclusivamente colectiva. La perversión de esta situación de anonimato ocurre en el mismo momento en que el académico no vale nada en sí mismo, no llega a cubrir una trayectoria de desarrollo propio y autónomo, vive y muere sin metas académicas personales, cada vez es más igual al conglomerado y, por tanto, se abandona al rol de ser simplemente parte de un todo, a vivir no de los méritos propios sino de los méritos de la institución, de modo que, en fin de cuentas, ocurre la irrelevancia profesional: da exactamente igual que la persona forme parte o no de la organización.
Este primer aspecto en la visión de esta Web debe entenderse positivamente, en relación con el crecimiento colectivo, bajo el entendido de que las realizaciones individuales o personales han de ser una contribución al logro de los objetivos institucionales. Pero siempre quedará claro que muchos de los avances de ese crecimiento tienen nombre y apellido. Visto así, hay dos cosas que están totalmente alejadas de esta primera visión personal del progreso académico y que no tienen nada que ver: una es la vanidad. No se trata de mostrar la cara personal sólo pretendiendo ganar alabanzas y prestigios vanidosos. Estoy convencido de que la sencillez y la humildad son los rasgos más arraigados de quien desee obtener buenos logros académicos. No se trata de mostrar los propios logros sólo para vanagloriarse sino única y exclusivamente para que éstos puedan ser evaluados por los demás y así saber hasta qué punto son auténticos logros, hasta qué punto deben trabajarse más y en qué medida pueden servir para trazar la propia ruta de avances. La otra cosa que está alejada de esta perspectiva individual es la competitividad: nadie se está planteando ganar una carrera ni ser el mejor. Peor aún, concebir el propio progreso como el estancamiento de los demás es algo totalmente irracional. La idea es trazarse objetivos académicos y vivir por lograrlos, basar la propia carrera académica en trabajar por esos logros. Sabemos que ningún académico (nadie, mejor dicho) llega a la culminación total, terminante y definitiva de su carrera. Estamos conscientes de nuestras incapacidades y limitaciones, las cuales son infinitamente mayores que nuestro talento. Pero todo pierde interés cuando definimos y evaluamos nuestro trabajo por la medida en que sea o no superior al de alguien más. La idea es trabajar, progresar, pero bajo la referencia de nuestras propias capacidades, talentos, limitaciones y circunstancias, jamás bajo la referencia de lo que otros han logrado. Lejos de caracterizarse por la competitividad, esta visión del trabajo personal (no institucional, repito) se caracteriza más bien por la colaboración, por poner a la disposición de los demás lo mucho o poco que uno pueda lograr, así como también por beneficiarse honradamente de los aportes que otros individuos nos pongan a nuestra disposición. Estamos hablando entonces de "compartir", en general, y de compartir el trabajo académico, en particular.
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Llegamos, así, a la segunda perspectiva desde la cual se ubica esta Web: la obligación y el placer de COMPARTIR. Nunca olvidaré aquella expresión de Charles Sanders Peirce: No llamo ciencia a los estudios solitarios de un hombre aislado. Sólo cuando un grupo de hombres, más o menos en intercomunicación, se ayudan y estimulan unos a otros al comprender un conjunto particular de estudios como ningún extraño podría comprenderlos, [solo entonces] llamo a su vida ciencia. (C. S. Peirce, 1905. "The Nature of Science", MS 1334, Adirondack Summer School Lectures). Ocurre casi igual a cuando descubrimos algo valioso: lo primero que pensamos es buscar a alguien con quien compartirlo, alguien a quien mostrárselo. Y el placer será mayor en la medida en que los demás revelen el mismo entusiasmo que nosotros. Hasta allí, el compartir es un placer.
Pero para un académico ese placer se transforma en una obligación cuando consideramos que el conocimiento científico aumenta su valor en la medida en que sea altamente socializado, o sea, máximamente compartido. No es científico un conocimiento que sea propiedad exclusiva de una sola persona o mientras quede encerrado en la intimidad de un individuo o en las mazmorras de su conciencia subjetiva. Compartir es abrir esas lúgubres prisiones y dejar que vean lo que encontramos y poder ver lo que otros encuentran. La obligación de compartir radica en que no hacerlo equivale estrictamente a matar el conocimiento académico. Es decir: o compartimos o dejamos de ser académicos.
Todo esto tiene que ver con las relaciones de enseñanza / aprendizaje: es imposible enseñar sin compartir y también es imposible aprender sin valernos del compartir. La enseñanza está a miles de años luz de las aulas de clases. Está más bien en aquellos espacios sociales (virtuales o reales) que nos permiten intercambiar, mostrar lo que tenemos, ver lo que otros tienen, progresar según lo que otros han logrado y que otros progresen según lo que nosotros mismos hayamos podido lograr.
Es por eso por lo que las páginas Web de este tipo son vistas aquí como la posibilidad de trascender el aula de clases, de superar las diferencias entre profesor y alumno, de cambiar radicalmente la noción de enseñanza y, sobre todo, de ser coherentes con aquello de que la investigación científica, aun siendo individual en cuanto hecho singular, es trans-individual en cuanto hecho compartido, programático y evolutivo. Es aquí donde adquiere sentido aquella frase atribuida a Galilei, Newton, Einstein y algunos otros, según la cual, palabras más, palabras menos, "pude ver más adelante porque me monté sobre hombros de gigantes".
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En síntesis, esta Web tiene una visión personalizada (no institucionalizada) del trabajo académico y, sobre todo, tiene una visión socializada que cree firmemente en que hacer academia es COMPARTIR. 
 
Como puede inferirse, la Misión de esta Web personal se orienta, dicho muy globalmente, a promover la propia acción académica individual, bien diferenciada de la acción institucional, como condición para producir y validar conocimiento científico e información académica por vía de mecanismos de gran capacidad difusiva para compartir y socializar nuestros esfuerzos.
La primera parte de esa misión se orienta a hacer valer los aportes personales del académico, con clara diferenciación de los aportes institucionales. Es absurdo jactarse, por ejemplo, de ser egresado de la institución X, que tiene máximo prestigio, o de ser personal de la universidad W, que es una de las primeras en los rankings mundiales, mientras uno no pueda probar que, como persona, con nombre y apellido, ha contribuido a ese prestigio o a favor del puntaje de ese ranking.
A propósito de los rankings, lo importante, creo, no es que la universidad a la que uno pertenece ocupe un puesto alto, no. Lo importante podría ser que el propio nombre aparezca en el listado de los investigadores reconocidos o citados de esa universidad. Si esto último no ocurre, tampoco tiene sentido jactarse de lo primero.
Claro, no estoy diciendo que los méritos académicos, ni los institucionales ni los individuales, hayan de ser reconocidos exclusivamente sobre la base de los ranqueos o rankings anuales ni tampoco sobre las calificaciones del célebre h-index u otros índices por el estilo. Por ejemplo, puede demostrarse que los más altos puntajes por citas individuales tienen lugar entre académicos del área de ciencias materiales, pero no ocurre lo mismo en el área de ciencias sociales. ¿Por qué? Sencillamente porque en las ciencias materiales se trabaja sobre la base de Programas o Agendas de Investigación, lo cual genera familias de investigadores cuyos miembros tejen entre sí frecuentes y significativos lazos, incluso de amistad personal. En el área de las ciencias sociales, por el contrario (y muy lamentablemente), prácticamente no existen esos Programas o Agendas ni, por tanto, suelen formarse familias ni redes investigativas ni lazos personales. Lo que suele ocurrir es que la investigación social es aislada, fragmentada, individualizada, huérfana, como dije una vez: Uno de los grandes males subyacentes es su grave DESARTICULACIÓN, lo que hace de ella una investigación tartamuda y autista (aquí mismo: http://padron.entretemas.com.ve/Inv_TransfSoc/index.htm). Así, mientras en las ciencias materiales los miembros de una familia de investigadores se citan constantemente en sus trabajos, el h-index de cada uno de ellos aumenta considerablemente. En ciencias sociales, en cambio, no se crean esos lazos y, por tanto, las citas a trabajos de otros es totalmente casual, no programática.
A pesar de esa deficiencia, queda claro que, en general, una cosa es el prestigio de una universidad y otra cosa muy distinta el prestigio de sus integrantes. En fin de cuentas siempre salta a la vista que es indispensable atender al aporte del propio nombre en vez de dejarse absorber por la masa institucional renunciando a toda identidad académica individual. La identidad académica es básicamente personal, individual, aunque esté en función de una institución. Pero la identidad institucional en sí misma ni es identidad ni es académica: es sólo arraigo y, además, es sólo gremial, de rebaño.
Para concluir, la misión de esta Web es propiciar la enseñanza y el aprendizaje que no se deriva de las instituciones ni del curriculum ni de las aulas de clase, sino del esfuerzo libre y personal por COMPARTIR.