6. Desconexión de las demás Funciones Universitarias (autismo universitario)

La investigación tercermundista sigue un camino divorciado de la Docencia y la Extensión universitarias. Es de suponer que la Extensión funciona como subsistema que cubre las relaciones con el entorno, especialmente aquellas relaciones que funcionan en el sentido de la demanda-oferta de conocimientos y tecnologías. La Extensión suele saber mucho sobre el entorno, suele estar al tanto de qué cosas constituyen áreas de demanda y de necesidades y suele también tener buenos datos acerca de cuáles son las áreas de impacto e influencia hacia las cuales la universidad podría dirigir sus producciones científicas y tecnológicas. Es en realidad en todos esos datos de la Extensión universitaria donde la Función de Investigación debería encontrar las redes de problemas investigativos que luego pudieran ser traducidas en programas y agendas de investigación ejecutables a corto, mediano y largo plazos. Pero nuestra investigación tercermundista busca sus problemas de estudio en los grandes centros investigativos internacionales y no en las comunidades circundantes. En otros casos, buscan esos problemas en la empresa privada y en las llamadas “Fuerzas Vidas de la Sociedad” (¿o “sociedad civil”?). El desprecio con que en general la Investigación y la Docencia conciben la función de Extensión parece ser el mismo desprecio que muchos académicos e intelectuales suelen sentir hacia las clases populares y hacia las grandes masas de excluidos, tal vez como mecanismo de negación de aquella marginalidad y pobreza de donde ellos mismos provienen, algo así como creer que acercarse al pueblo es perder sus nuevas condiciones de clase media en ascenso o retroceder en lo que ellos consideran ‘superación personal’ dentro de un esquema individualista.

La Docencia, por su parte, tampoco se nutre en lo más mínimo de los conocimientos y tecnologías producidos por la Investigación realizada en la propia universidad. Todos parecen haber olvidado que los contenidos curriculares, eso que se transmite a nuestros estudiantes, son productos investigativos, son teorías y aplicaciones que fueron producidas en las esferas del mundo de la investigación. No son informaciones nacidas por generación espontánea: por cada una de tales informaciones existe toda una historia del proceso de investigación a través del cual se llegó a ella. Como dice Wagensberg en “A Favor del Conocimiento Científico”:

Existen métodos para crear conocimiento y métodos para transmitir conocimiento. A lo mejor, y en ausencia de más información, resulta que el mejor método para transmitir un cierto conocimiento es el mismo que se ha utilizado para crearlo. Es muy posible incluso que la idea de pedagogía, entendida como un conjunto de técnicas destinadas a transmitir cualquier tipo de conocimiento, sencillamente no tenga sentido (en http://www.gva.es/publicaciones/revista/rvea23/Museos-6.html)

Dicho de paso, esto implica que los contenidos curriculares no son verdades definitivas, no es información necesariamente correcta, debido a que son productos investigativos y, como ya se ha demostrado, de esa clase de productos sólo podríamos descubrir sus errores, pero jamás podríamos estar seguros de su verdad. Esto contrasta con la firmeza y seguridad con que nuestros docentes les transmiten esos contenidos a sus estudiantes, así como la compulsión con que les exigen su ‘aprendizaje’, más allá de toda oportunidad para la duda y la crítica.

Pero lo importante del hecho de que todo contenido curricular es un producto investigativo es que en la universidad tercermundista ese contenido viene importado de los grandes centros académicos del primer mundo y no del trabajo que podría realizarse dentro de la Función de Investigación de la misma universidad o de otras universidades tercermundistas. Claro, la responsabilidad no es sólo de la Docencia, sino, precisamente, de la Investigación: desde el momento en que ésta sólo busca sus problemas en el primer mundo, tampoco producirá conocimientos y tecnologías aprovechables para la Docencia. Mientras la investigación tercermundista esté al servicio de los intereses del mundo industrializado, divorciada de la Función de Extensión, tampoco estará en capacidad de alimentar los contenidos curriculares en las aulas de clase.

Al final, tenemos una Docencia cuyos contenidos curriculares están en los libros de la colección Schaum de la McGraw-Hill, por decir algo, pero no en las teorías que pudieran generarse en la Función de Investigación de la propia universidad. ¿De qué hablan, por ejemplo, nuestros tesistas en las área de Educación o de Lenguaje o Letras? De constructivismo, de cognitivismo, de estructuralismo…, de Levy-Strauss o de Foucauld, etc. Pero, sólo por seguir con este ejemplo, ocurre que en Venezuela, para citar un país tercermundista, solamente en el viejo Instituto Pedagógico de Caracas hubo entre los ’50 y los ‘80 toda una constelación de investigadores cuyo trabajo no es para nada inferior a los de los grandes autores ni a los de las grandes escuelas norteamericanas y europeas. Pero nada de esto fue incorporado a los contenidos curriculares de la Docencia y muy pocos hoy día reconocen los nombres de esos excelentes investigadores.

Un dato curioso para ilustrar esta desconexión de la Investigación con la Docencia está en el régimen de los Trabajos de Grado y Tesis Doctorales. Éstos no suelen ser considerados dentro de los planes de la Función de Investigación, sino de la Docencia y de las cátedras de Metodología y de Seminarios de Trabajo de Grado. En muchos documentos institucionales se lee que la función del Trabajo de Grado es “demostrar competencias metodológicas”. Es decir, su función no es investigar, no es producir conocimientos y tecnologías, sino demostrar que aprendieron lo que se les transmitió dentro de la Función Docencia y dentro del currículo, lo cual constituye todo un absurdo. Resulta que todos esos trabajos de grado de nuestros estudiantes podrían ser aprovechados por la investigación universitaria para el desarrollo de sus propias agendas, sobre todo por la importante cantidad de mano de obra implícita en esas grandes masas de graduados que egresan semestre a semestre, más su incontaminación académica y su disposición al trabajo. Sin embargo, la Función Investigación de la universidad tercermundista subestima y desperdicia toda esa enorme oportunidad de los Trabajos de Grado para resolver problemas científicos y para desarrollar sus propios programas (si los tuvieran, por supuesto). En el fondo, está implícito que la Docencia no sabe qué es investigar y que la Investigación no tiene nada que ver con la Docencia.

 

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